77

— Bueno ya — quita sus manos de nosotros para limpiar algunas lágrimas que había derramado — dejémonos de lloriquiar — mi bonito y yo sonreímos a la vez — ¿Dijiste que tú hiciste todo esto? — le dice a mi novio.

— En parte sí señor...

— ¿Señor? — interrumpe — querido yerno no me digas señor, dime suegro con toda confianza — suelto una pequeña risita.

Hay papá. Primero no lo quiere y ahora lo ama. Ni se imaginan lo feliz que estoy al ver como mi padre y el amor de mi vida comienzan a construir una bonita amistad.

— Bueno...esta bien suegrito — ríe.

— Simón espérate, ¿Acaso lo que está allá...— señala un lugar — es una mesa? Y por lo que veo hay una buena cantidad de comida encima.

— Es nuestra cena se...digo suegrito. Quería sorprenderlos y que tengan una buena imagen sobre mí, es por eso que cociné comida mexicana.

— ¿Encerio lo decís muchacho? — se acerca el abuelo. Simón asiente — que bonito gesto de tu parte.

— Abuelo — enriedo mi mano derecha en uno de sus brazos de mi novio — mi bonito es muy detallista y eso hace que me enamore más de él — me sonríe.

— ¿Bonito? — pregunta el abuelo.

— Así nos decimos señor Alfredo. Ella es mi bonita — gira su rostro hacia mí.

— Y él es mi bonito — susurré muy cerca a sus labios.

— Y yo soy el papá — papá nos separa a ambos — por favor solo agarradita de manos y besos en la mejilla.

En ese instante ambos nos sonrojamos y desviamos las miradas. Si supiera que nosotros hemos sobrepasado esas reglas.

¡Nos mataría!

— ¿Mi niña pasa algo? Te has puesto como un tomate.

— ¡Vamos a comer! — hable rápidamente que ni creo que se me entendió — tengo hambre papá y...y ni te imaginas lo bueno que está la comida de mi bonito. Te vas a chupar los dedos por la delicia.

— Amor no exageres.

— ¡Es la verdad! — reprocho.

— Mi niña tiene razón — dice papá — vamos todos a cenar porque ni se imaginan las ganas que tengo de probar la comida mexicana y más hecha por mi futuro yerno.

Todos comenzamos a caminar en dirección a la grande mesa decorada por flores blancas.

¡Simplemente hermoso!

— Tío Mauri — Matteo detiene el andar de papá.

— ¿Pasa algo Matteo? — veo como Luna, el abuelo y mi Simón ya habían llegado a la mesa.

— Voy a regresar a la cabaña.

— ¿Qué? ¿Pero por qué?

— Dolor de estómago — está mintiendo. Lo conozco a la perfección y sé cuando miente — creo que algo que comí en la feria me callo mal y lo que necesito es dormir.

— ¿Pero estás bien hijo?

— Sí tío Mauri, para mañana le aseguro que no habrá dolor alguno.

Porque no simplemente es directo y le dice: Me voy de aquí porque no soporto a Simón.

— Matteo porque no mejor te quedas, no puedo dejar...

— Papá, si Matteo se quiere ir déjalo que se valla — intervengo.

Mejor si te vas, así no andas molestandonos. Nadie te necesita.

— Am...

— Ámbar tiene razón — me mira serio — voy a regresar a la cabaña, conozco el camino.

— ¿Estás seguro? — asiente — bueno esta bien, ve con cuidado.

Matteo sonríe ligeramente para luego caminar hacia la salida.

— ¿Te peleaste con él?

— No quiero hablar de él.

— Me recuerda sus peleas cuando eran niños — sonríe y yo ruedo los ojos — ya reconcilience, es tu mejor
amigo — ¡Hug! ¡Es verdad!

Si supieras papá porque ando molesta con él. Por sus actitudes y comportamiento. No digo nada, lo tomo del brazo para comenzar a caminar hacia la grande mesa donde se encontraban todos y así empezar a comer las delicias preparadas por mi mexicano bonito.

...

Simón

Ni se imaginan la felicidad infinita que me inunda por dentro. La neta les confieso que tuve mucho miedo cuando lo oí decir que terminara mi relación pero mi bonita y yo lo pudimos convencer.

Ahora si puedo demostrar mi amor delante de todos, sin escondernos de nadie. Aunque mi suegro nos ha advertido que solo agarraditas de mano y besos en el cachete, cosa que no pasará porque nosotros hemos llegado mucho más que eso.

— Estuvo rico la...— piensa y ni se imaginan las hermosas muecas que hace — la...¿Cómo dijiste que se llamaba? — sonrío y la apego más a mi cuerpo.

— Cochinita — respondo sin dejar de sonreír.

— Sí, la cochinita. Estuvo de rechupete mi amor — muerdo suavemente su mejilla — ¡Auch! — nos miramos por unos segundos y luego ambos reímos.

Se acerca lentamente y me roba un dulce y fugaz beso en los labios. Luego se separa y se sienta sobre el pasto, levanta su mano en señal de que yo la tome para así sentarme a su lado. La tomo y ella rápidamente me sienta a su lado.

— Que fuerza mi amor — le digo con gracia pero ella no responde. Mi bonita se encontraba mirando fijamente la hermosa luna que había esa noche — amor...

— Busque entre tantos a un chico especial — deja de mirar la luna para atraparme con sus ojitos azulados — con una dulce sonrisa — sus manos acarician mis mejillas — que llenara por completo mi alma y te encontré — sonrío — y a pesar que no llevemos tanto tiempo te amo y siempre te lo diré, porque estoy enamorada — se acerca más hasta que nuestras bocas queden a milímetros de distancia — te amo, te amo — “Te amo” susurré mirando sus labios — yo te amo, como a nadie en este mundo. Estoy loca por tí. Mi vida eres
tú — une nuestros labios en un dulce y cálido beso.

— ¿Y eso? — la sonrisa de bobo aún seguía dibujada en mi rostro. Es que eso es lo que ella provoca en mí.

— Un mensaje de mi corazón — lo dice dulce y tierna a la vez que me da ganas de comermela a besos.

Tomo sus suaves manos para así darles un dulce beso.

— Me encantó — mi cuerpo por sí solo se vuelve a apegar al de ella — te amo bonita, no sabes lo feliz que me estás haciendo — y de pronto su boca toma mi labio inferior y lo jala suavemente — ¡Oshe! — intento hablar.

En ese instante suelta mi labio y ríe. Una hermosa melodía para mis oídos. Simplemente la musica perfecta y hermosa.

Ahora era mi turno, así que me acerco a ella y muerdo ligeramente uno de sus cachetitos. Amo hacer eso.

— Simón — se queja entre risas — ¡Amor! — dejo de morder su mejilla y sin despegar mi boca de su rostro, corro lentamente hasta el lóbulo de su oreja — amor ya — quito aquél mechón rubio que se interponía en mi camino. Comienzo a morder ligeramente el lóbulo de su oreja para luego introducir mi lengua en su canal auditivo — ¡Ah! — la oí gemir.

Mi pequeño amiguito comenzaba a despertar pero decidí parar porque tal vez mi suegro aparezca y nos descubra pero confieso que no quería hacerlo.

Río al ver su carita rojita, aquéllos cachetitos que amo morder se encontraban hechos unos pares de tomatitos.

— Me encanta verte así — mi bonita cubre su rostro avergonzada pero igual podía ver como sonreía — hey, no hagas eso — trato de apartar sus manos pero ella lo impide.

— No, no quiero que me veas
así — me dice sin mirarme y con el rostro escondido entre sus manos.

— Amor te ves hermosa, así de sonrojada y todo eres muy dulce bonita.

— ¡Simón!

— ¿Qué?

— No quiero — sonrío.

— Ya te he visto así antes mi amor.

— Mejor...¿Por qué no ves la
luna? — ¿Eh? — a poco no está hermosa — me dice aún con el rostro escondido.

— Más que tú, lo dudo pero...¿Sabes algo?

— Q...qué — amo cuando se pone así. Es tan dulce y tierna.

— La luz de la luna combina a la perfección con tus dos ojitos azules — no me dice nada — juntos son perfección, es lo más hermoso que he visto en mi vida.

— ¿Y...y las estrellas?

— Eh...también — río — ¿Bonita porqué estás nerviosa? — cuestiono sin dejar de sonreír.

— ¿Quién yo? No nada, que hablas.

— Quiero verte — aparto suavemente uno de sus dedos que cubrían su carita y en ese instante chocamos miradas pero todo fue por segundos ya que mi bonita volvió a poner el dedo en su lugar.

Río.

— ¿Por qué te ríes?

— Porque quiero verte y tú no me dejas.

— Espérate...estábamos hablando sobre...sobre las estrellas.

Vuelvo a sonreír. La neta no entiendo porque está nerviosa y amo como enrieda las palabras.

— Bueno, ¿Qué quieres saber sobre ellas? — le sigo el juego.

— Eh...¿Dime cuántas ves?

— Varias.

— Pero dime la cantidad — vuelvo a sonreír al ver los gestos que hace con la boquita.

— A bueno, cuentalas tú entonces.

— Ahora tú eres mis ojos. ¿Quiero saber cuántas hay? — vuelvo a reír.

— Eres muy insistente, ¿Sabes?

— Igual me amas...¡Ya dime cuántas hay!

Entonces fué ahí que se me ocurrió una idea.

— Te lo diré pero si primero me dices un nombre de una estrella.

— Las estrellas no tienen nombre, no seas pinocho.

— Por supuesto que tienen, otra cosa es que no sepas que tenían.

— No tienen Simón.

— Tienen.

— Que no.

— Que si.

— ¡Que te digo que no!

— ¡Y yo te digo que si!

— ¡Hug! — sonrío al ver la mueca que hace con los labios — haber dime una — eso es lo que quería escuchar.

— Fácil. Ámbar.

— ¡Ese es mi nombre! — en ese instante quita sus manos de su rostro.

La miro fijamente a sus hermosos ojitos para acercarme lentamente a ella.

— Tú eres mi estrella — susurro sin dejar de mirar sus ojos.

Mi bonita acerca lentamente sus manos a mi mejilla y la comienza acariciar suavemente con sus yemas.

Me sonríe y veo como de nuevo sus mejillas se vuelven a tornar un color rojizo.

— Te ves hermosa toda rojita — ahora yo acaricio sus mejillas.

— Simón...¿Sabes porque estoy así de...nerviosa y toda sonrojada?

— ¿Qué pasa bonita? — susurro.

— Como te digo que...que quisiera que me hagas el amor bajo la luna y las estrellas — mi corazón dejó de latir por unos segundos ante lo que acababa de escuchar de su dulce boquita. Si supiera que yo también estaba pensando lo mismo. Quiero hacerla mía, mía de mí. La amo demasiado — ¿No vas a decir nada? — es tan bella, tan dulce, tan tierna — Simón encerio, te estoy hablando — como te amo mi bonita, eres mi vida, eres la mujer con la que quiero pasar el resto de mís días — Simón, encerio yo...

Y la callé con un beso. Dicen que la mejor manera de callar a una mujer es dándole un beso. Pero no lo hago por callarla, sino porque quiero, anhelo, deseo, amo besarla.

Pido permiso para adentrar lentamente mi lengua en su cavidad bocal, mi bonita accedió sin problemas. Nuestras lenguas parecían danzar una bella danza. Llevo mis manos a sus mejillas y las comienzo acariciar suavemente. Poco a poco comencé a recostarla lentamente sobre la grama y yo quedaba encima sin aplastarla.

Sus manos se apoderaron de mi espalda y comenzaron a dar suaves, fogozos y excitantes masajes en el. Por mi parte mi mano derecha comenzó a introducirse en su pequeña blusa negra que traía puesta. La sentí temblar un poco cuando mis dedos chocaron con la suavidad de su piel.

Nuestros labios se separan y así conectamos miradas. Realmente la luna y sus hermosos ojitos azules hacen una perfecta combinación. Sus labios rojos se encontraban hinchados y sonreí al saber que fui yo quien había hecho eso.

— Te amo — susurró con la respiración un poco agitada.

No digo nada y acerco mi boca al lóbulo de su oído.

— También te amo bonita — susurro en su canal auditivo para luego introducir mi lengua en el.

— ¡Ah! — gime y eso hizo que el pequeño Simón despertara más de lo que ya estaba.

Quito mi mano de su blusa y ahora me dirijo a una de sus piernas. La levanto con mi mano derecha y comienzo a dar masajes circulares. De pronto siento como los botones de mi casaca comienzan a desabrocharse. La causante era mi bonita.

Me separo de ella y en unos segundos mi camisa junto al polo que tenía debajo se encontraban tirados en alguna parte del pasto. Mi bonita  se acerca a mí y se aferra a mi pecho. Siento como sus manos cálidas comienzan a recorrer lentamente mi espalda junto a mi abdómen.

Sus labios se acercan a mi piel y comienza a dejar besos húmedos y deliciosos sobre mi cuello y hombro. Por mi parte decido hacer lo mismo, así que acerco mi boca a su cuello y comienzo a succionar ligeramente.

Aquí ya hacía demasiado calor y la ropa está sobrando. No soporté más y quito sin hacerle daño su pequeña blusa que traía puesta, aquélla blusa que cubría sus hermosos y deliciosos senos. Comienzo a besar, hasta que una de mis manos traviesa, desabrocha el sostén de mi bonita. La vuelvo a recostar sobre la grama y comienzo a besar sus pechos, morder y succionar. Ella se comenzó a arquiar.

— Eres tan hermosa — susurré, mientras bajaba el cierre de su pantalón.

Mi bonita sonríe y de pronto ella toma el control poniéndose encima mío y hace que nuestras partes íntimas choquen con impacto.

— ¡Ah! — dejé salir un gemido.

Mi rubia comienza a bajar el cierra de mi pantalón.

— Simón...quiero tenerte dentro de mí — susurró lento, mientras miles de colores se tornaban en sus mejillas.

Sonrío sin dejar de mirar aquéllos ojitos azulados que ponían mi mundo de cabeza. Llevo mis manos a sus rojas y cálidas mejillas para comenzarlas acariciar lentamente con las yemas de mis dedos.

Dejo de estar recostado sobre el pasto para sentarme en el con mi bonita sentada sobre mis piernas. De un momento a otro atrapo su boquita y nuestras lenguas parecieran estar en guerra. Definitivamente aquí se armaría la tercera guerra mundial. Sin que ella lo note la comienzo a recostar nuevamente sobre el pasto y así tomando nuevamente el control.

Me separé de ella y le dije.

— Lo que mande mi chula.

No esperé respuesta alguna y vuelvo atrapar sus labios con desesperación, pasión y sobre todo AMOR.

🖤

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top