72
Simón
Veo a mi bonita junto a Luna.
— Amor — me acerqué — Ámbar.
— ¿Lunita escuchaste eso? — otra vez me ignora — creo que fué un mosquito — ¿Qué? ¿Yo un mosquito?
— ¿Me vas a seguir ignorando?
— Sí, es un mosquito — responde sin mirarme, me da la espalda y comienza a bajar las escaleras.
Suspiro, mientras remuevo mis cabellos con mis manos.
Ha pasado cuatro horas desde que está así, ignorándome y no sé cuántas más podré soportar, no soporto estar así con ella. La extraño un buen.
— Tranquilo Simón, ya se le pasará — me dice Luna, mientras me sobaba el hombro con una de sus manos.
— ¿Cuánto tiempo seguirá ignorándome? Luna no soporto estar así con ella...aunque no lo creas esto me está matando — recorro mi rostro frustrado con mis manos.
— No eres el único — ¿Qué? — ella también no quiere seguir así contigo pero bueno, ya sabes como es Ámbar — sí sé como es, sé que no dará su brazo a torcer — además la comprendo. No te entiendo Simón, la chulita iba a contarle sobre su relación a su padre y tú que la interrumpes...¿Acaso no quieres ser presentado como el novio de Ámbar?
— Por supuesto que sí. Luna...solo que una idea se me pasó por la mente y tú eres perfecta para ayudarme a realizarla — sonrío.
— ¿Así, y qué cosa es? — pregunta curiosa como niña chiquita.
— Ya luego te lo digo. Ahora tenemos que bajar a cenar.
— No pos, no se vale Simón. ¡Dime!
— Después de la cena.
— ¿Qué te parece si primero me lo dices y ya luego luego la cena, va?
— No — bufa molesta, mientras se cruza de brazos — ándale, bajando — la tomo de los hombros para así comenzar a bajar las escaleras.
— Te odio — sí claro.
— Me quieres y lo sabes — sonrío.
Ya habíamos llegado a la primera planta de la cabaña, pude ver como el imbécil de Matteo se encontraba conversando con mi bonita. Bueno, tampoco es que me moleste que hable con ese idiota, además es su amigo.
Decidí sentarme frente a mi bonita. Luna se sentó a mi lado, creo que aún no ha solucionado las cosas con el italiano ese. La comprendo totalmente.
— Oye Ámbar — hablo pero al parecer la señorita prefiere seguir conversando con su mejor amiguito — ¡Ámbar! Te estoy hablando. Deja ya de ignorarme.
— Disculpen la tardanza — aparece el señor Mauricio para luego tomar asiento al lado de su hija — bueno, creo que ya estamos todos, así que empecemos...
— Espera papá — interrumpe mi bonita — falta el abuelo — es cierto, faltaba el señor Alfredo.
— Mi padre cenó antes y ahora está durmiendo, está un poco cansando.
— ¿Pero esta bien, verdad?
— Claro que sí mi niña, el abuelo está bien, no te preocupes — le sonríe — bueno, ahora sí, empezemos — todos asentimos.
— ¿Ámbar, me puedes pasar la sal por favor? — le digo a mi bonita.
No quiero seguir así con ella.
Ella pareciera como si no me escuchara o más bien, me escucha pero me sigue ignorando.
— Ámbar — le dice su padre.
— ¿Sí papá?
— Simón te está hablando.
— ¿Así? — nuestros ojos
conectan — qué raro, no lo escuché — arquea una ceja para luego dejar de mirarme y seguir comiendo su plato de comida.
— Hija.
— ¿Dime papá? — lo mira.
— Te ha pedido que por favor le pases la sal — exacto.
— Pues creo que tiene sus propias manos para hacerlo solo — vuelve su atención a su plato que estaba sobre la mesa.
— ¡Ámbar! — elevó un poco la voz el señor Mauricio. Creo que ya se dio cuenta de su comportamiento.
— Bien — sonríe falsamente — lo haré — toma la sal y me la entrega — toma tu salecita — me dice fríamente para luego dejar de mirarme.
¡Auch! Eso dolió.
¿Así que quieres guerra?
Pos la tendrás mi amor.
Con mi pie derecho golpeo suavemente el de ella.
— ¡Ya deja de molestarme! — pega un grito.
— ¡Y tú de ignorarme!
— ¿Así? ¿Acaso no te has preguntado el porqué?
— Ni que haya cometido un delito.
— ¡Lo hiciste!
— ¡Basta! — interrumpe su padre un poco molesto — ¿Quieren dejar de pelear? ¿Qué les pasa a ustedes dos?
— Nada — respondimos al unísono.
— ¡No me remedes! — ya empezamos otra vez.
— ¡Tú eres la que me está remedando!
— ¿Yo? ¡Eres un idiota!
— ¡Y tú una tonta!
— ¿Qué dijiste?
— ¡Parenla ya! — volvió a gritar el señor Mauricio — ¿Acaso son unos niños o qué? ¡Quiero que dejen de pelear! ¿Qué es lo que pasa con ustedes dos?
— Nada — volvimos a responder a la misma vez.
Ella me mira mal.
— Oye...
— ¡Basta Ámbar! — le interrumpe y yo sonreí bajo ante su expresión.
Se ve tan hermosa cuando está enojada. Su hermosa nariz se arruga un poco y las muecas que hace con la boca son realmente tiernas.
— ¿Se puede saber porqué ustedes dos están peleados?
— Preguntaselo a él, papá.
¿Qué?
El señor Mauricio me mira esperando una respuesta, tenía el ceño fruncido.
— Fué por una tontería tío
Mauri — interviene Matteo... ¿Y ahora que es lo que planea? — lo que pasa es que aquí mi amigo Simón se comió una barra de chocolate que era de Ámbar y ya sabes como se pone cundo pasa algo así y más aún si es CHOCOLATE.
El señor Mauricio ríe.
— ¿Hija, tan grande es tu amor por el chocolate? — sonríe — no puedo creer que estés peleada con Simón solo por un chocolate.
— No solo es un chocolate papá, es mi vida y lo sabes — sí, a mi bonita le encanta el chocolate, es muy fan — este tonto se lo comió sabiendo que era mío — ¿Se está prestando al jueguito de Matteo? — ni piense que lo voy a perdonar.
— Oh vamos mi niña, Simón es tu amigo — soy más que su amigo — no lo hizo a propósito, ¿Verdad Simón? — me mira a los ojos.
¿Y ahora qué hago? ¿Le sigo el dichoso jueguito o qué?
— Sí señor — miro a mi
bonita — Ámbar perdóname, neta no quería hacerlo — lo que acababa de decir era por el tema de haber interrumpido el momento, en que mi rubia iba a contarle a su padre sobre nosotros.
No dice nada y mucho menos me mira. ¡Maldición!
— Bueno — sonríe el señor Mauricio — creo que ya está todo solucionado — no, no lo está — por cierto Ámbar, me enteré que Gastón había regresado de Italia. ¿Es cierto?
Maldición no hablen de ese idiota. ¿Acaso quieren que vomite?
— ¿Cómo lo supiste? — cuestionó rápidamente.
— Matteo me dijo — ¡Matteo idiota! Veo a Matteo y él sonreía — ¿Por qué no me lo contaste? Si hubiera sabido antes lo hubiera invitado a venir con nosotros — ¿¡Qué!? — ¿Cómo estará? ¿Habrá crecido más de lo que era antes?
— Papá, solo ha pasado año y medio desde que se fue.
— Sí, lo sé pero pareciera como si hubiera pasado más tiempo — sonríe — me imagino que ustedes dos estarán saltando de la felicidad por su regreso — no lo creo.
— Por supuesto que sí — responde Matteo — sabe que él es como un hermano para mí y estoy muy feliz de que haya vuelto — idiota.
— Sí lo sé. Ustedes tres eran inseparables de niños, siempre paraban juntos de aquí por allá.
— Sí. ¿Ámbar recuerdas aquélla vez que te caíste al lodo y Gastón te ayudó a levantarte pero tú de mala hiciste que se cayera contigo?
¡Maldición! ¿¡Es neta!? ¿¡Tengo que estar escuchando esto!?
— Obvio, lo recuerdo perfectamente — ríe, yo no le veo lo gracioso — y no solo jalé a Gastón, sino también a tí.
— Sí, por tu culpa mi mamá me regañó ese día — ríe.
Estoy completamente incómodo. ¡Maldición! Está recordando los momentos que vivió con su ex. ¡Hey! Soy tu novio. ¡Respeta!
— Ese día ustedes tres llegaron a casa totalmente embarrados de lodo — se une a la conversación el señor Mauricio — y recuerdo que Ámbar no quería bañarse.
— Que cochina eres Ámbar — dice Matteo con un tono de gracia en su voz.
— ¡Oye! — le avienta su pañuelo, mientras no dejaba de reír.
No tengo que ponerme celoso, digo, solamente está recordando su pasado. Eso ya era pasado, en cambio yo soy su presente y por supuesto también su futuro.
— Que bonitos momentos que vivieron ustedes tres — dice el papá de Ámbar — mi niña, cuándo regresemos a Argentina quiero que invites a Gastón a cenar — esto ya me está empezando a molestar — quiero verlo y saber cómo está. Además creo que ustedes dos necesitan conversar.
¿¡Qué!?
— Papá, Gastón y yo solo somos amigos — veo que mi bonita se ha puesto un poco incomoda.
— ¿Amigos? — ¡Cierra la boca Matteo! — sabes muy bien que Gastón te ve más que una amiga — sonríe pícaro. ¡Estúpido!
— Pues yo solo lo veo como un amigo — podía ver como me miraba de reojo.
— Eso, ni tú misma te lo crees.
¡Cállate imbécil!
— ¿Así?
— Ya basta, no peleen en la
mesa — interrumpe el padre de mi bonita.
Ahora si estoy seguro, me siento totalmente incómodo.
🖤
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top