69
Simón
¿Con quién hablaba Matteo? ¿Quién era?
Al parecer esa persona quería que mi relación con Ámbar llegara a su fin y no solo él, sino también Matteo, que al parecer es su cómplice.
¡Maldición! Me acuerdo que mencionó algo “Yo quiero que mis dos mejores amigos estén juntos” Mi bonita es su mejor amiga pero la pregunta sería: ¿Quién diablos es su mejor amigo?
Me vale una mierda quién sea pero no voy a permitir que ese par de idiotas arruinen mi relación. Yo amo a Ámbar más que a mi vida y defenderé lo nuestro a capa y espada. Nuestro amor es mucho más fuerte que cualquier cosa. Nada ni nadie nos podrá separar porque ambos nacimos para complementarnos, amarnos. Ambos nos pertenecemos mutuamente, ella es el amor de mi vida, de eso estoy completamente seguro.
...
Habíamos llegado a Macchu Picchu, todo el camino fué risa, besos y caricias junto a mi bonita pero una parte de mí, aún seguía con la angustia de lo que había escuchado anoche. Luna andaba un poco triste y no me gustaba verla así, el idiota de Matteo intentaba hablar con ella pero ella lo evitaba.
Hablaré con ambas, con mi bonita y mi mejor amiga, sobre lo que había escuchado anoche.
— No lo puedo creer, pellíscame si lo que estoy viendo es verdad — oigo decir a mi rubia.
Se encontraba con los ojos bien abiertos y con la boquita semiabierta, y quién no estaría con la misma expresión, al tener ante tus ojos una maravilla de naturaleza. Macchu Picchu, sí que lo era.
Bajó su mano lentamente y me acerco a ella, le doy una suave mordida en una de sus mejillas.
— ¡Auch! — se queja como niña pequeña — mi amor, te dije que me pelliscaras, no que me mordieras.
Sonrío para luego rodear mis manos en su cintura, apegar mi cuerpo al de ella y así poner mi barbilla en su hombro.
— Es hermoso.
— No más que tú — le digo y en ese instante acerca sus labios y me da un suave y tierno beso en mis labios.
— Te amo, te amo, te amo — decía sin dejar de besarme. Ni se imaginan cuánto amo a esta niña.
— ¡Oh! ¡Tío Mauri! — cuando escuchamos ese nombre nos separamos al instante.
Aún mi bonita no le había dicho nada a su padre sobre nosotros pero piensa hacerlo uno de estos días. Hací que tengo que quedar bien ante mi suegro. Tiene que saber que soy un chico bueno, el cual vive enamorado de su pequeña niña.
— ¡Tío Mauri! — en ese instante presté atención a la voz que hablaba. ¡Maldición! Era el idiota de Matteo quién lo había llamado. ¡Maldito infeliz!
— ¿Pasa algo Matteo? — preguntó el señor Mauricio, mi suegro.
No pude ocultar muy bien mi molestia ante ese idiota y como que muy confianzudo para decirle tío “Mauri” que idiota soy, el señor Mauricio conoce al idiota este desde que era un niño, creo que es normal que lo llame así.
— Sí, lo que pasa es que quería saber si podríamos nosotros ir a pasear por ahí, claro en grupo — ¿Qué es lo que esta planeando?
— Lo que Matteo quiere decirte papá, es que si nosotros podemos andar por ahí sin ustedes, ni tú, ni el abuelo. SOLOS — le dice mi bonita con una sonrisa.
— Oh hijo — ahora habla el señor Alfredo — dejemoslos, los niños quieren privacidad.
— ¿No me parece buena idea y si se pierden? Ustedes no conocen estos lugares.
— Obvio que no papá, para eso hay Gps — le muestra su móvil junto a una sonrisa — anda, dí que sí — suplicó como niña chiquita.
Amo cuando hace eso y más cuando hace aquéllas hermosas muecas con su boca.
— Esta bien — lo abraza por el cuello y le da un beso en la mejilla — pero a las 13:00 horas, los quiero ver en la cabaña. ¿Entendido?
— Entendido — respondimos todos menos Luna.
— Señor Mauricio, yo prefiero ir con usted — habla mi mejor amiga — no me siento muy bien, creo que el...si, el viaje me ha afectado, usted sabe...la diferencia de horarios — pero si solo son por dos horas — Y el cambio de clima — ¿Eu? Pero si allá en Argentina también es temporada de calor — todo eso.
— Nada de eso Lunita — se acerca mi rubia y la toma del brazo — vinimos aquí para disfrutar y divertirnos, no para estar andando metidas en nuestros cuartos. Además yo quiero que vengas con nosotros, créeme que si no vas, no será lo mismo sin tí — sonríe.
Me encanta ver como la animaba y eso que ellas no son de hablarse mucho pero me fascina la idea de que mi novia y mi mejor amiga construyan una bonita torre de amistad.
— Ámbar tiene razón Luna — me acerco a ellas y la tomo del otro brazo — sin tí no seria igual. Además quién nos hará reír con esos chistes tontos que te cuentas — reímos todos — solo tú sabes hacerlo.
— No te burles de mí Simón — responde riendo.
— Ellos tienen razón Luna — ya empieza Matteo — tienes que venir con nosotros...porque te tengo una sorpresa — veía como la sonrisa de Luna se apagaba poco a poco.
— Lunita, si quieres puedo hablar con el idiota de mi amigo para que no vaya con
nosotros — susurra mi bonita.
— No Ámbar, yo...él y yo necesitamos hablar.
— ¿Segura Luna? — le digo no tan convencido con su respuesta. Asiente.
Yo sé que Luna lo ama y también sé que ese fresa de italiano también lo hace. El único problema aquí, es él, él y su maldito comportamiento.
Nos despedimos del padre y el abuelo de mi bonita. Luna y Matteo decidieron ir por su parte. Me despedí con un beso en la frente de mi mejor amiga para luego lanzarle una mirada asesina a Matteo, pobre de él, si le hace daño. Aún así, quería que solucionaran las cosas.
...
— ¿Mi amor pasa algo? — oí la voz de mi bonita — ¿Te preocupa Lunita, cierto?
— Bonita, quiero contarte
algo — se acerca y se sienta en mis piernas — en cierta parte, también me preocupa Luna pero no solo esa parte.
— ¿Qué pasa Simón? ¿Es algo malo?
— Amor — suspiro — anoche alguien llamó a Matteo y este le contó sobre lo que me había hecho. Ámbar, Matteo quiere separarnos y más la persona con la que hablaba, que creo que es su mejor amigo...
— Lo sabía — interrumpe.
— ¿Qué?
— Simón, su mejor amigo es Gastón — ¿Gastón? ¿El chavo que le pidió matrimonio en el roller? — yo sabía que él le estaba diciendo a Matteo que haga cosas para separarnos. Lo sabía solo que no quería aceptarlo...¡Maldición! ¿No puedo entender porqué hace eso? ¡Él no es así!
— ¿Ámbar, quién es Gastón exactamente? — este tema me comenzaba a fastidiar.
Me mira fijamente a los ojos.
— A él lo conozco desde que tengo memoria, al igual que a Matteo. Los tres siempre parábamos juntos, éramos inseparables — veo que sonríe ante eso — y yo llegué a sentir cosas por él...me enamoré de él desde muy niña — ¡Maldición! — nos hicimos novios por cuatro años — ¡Mierda! Eso es mucho tiempo — pero él hace un año y medio que tuvo que viajar a Italia, por su padre y fue ahí que lo nuestro se terminó poco a poco.
— ¿Aún sientes algo por él? — pregunté con rapidez. Quería, me ansía saber la respuesta.
— Cariño, eso es lo que siento pero amor — acaricia mis mejillas con sus suaves
dedos — amor y miles de otros sentimientos son lo que yo siento por tí. Yo te amo a tí y no quiero que lo dudes ni un segundo — escuchar eso me tranquilizó por completo.
No dudé más y junte nuestros labios en un tierno y dulce beso.
Mi bonita abrió la boca y eso hizo permitir que mi lengua se introduzca en ella. Nuestras lenguas parecían danzar en movimientos rápidos y fogosos.
Poco a poco voy quedando encima de ella, mi mano izquierda comenzó a introducirse en su polera negra y así pude acariciar su suave abdomen con mis dedos...mis dedos inquietos comenzaron a subir hasta poder acariciar uno de sus pechos, pero saben, creo que su sostén está sobrando aquí.
— Simón...oye — ríe. Ella quiere separarse pero yo no — amor...espera — me separé de sus labios lentamente.
— Hmm...¿Qué? — hice puchero y saqué mi mano de su polera.
— Oye...¿Acaso tú? — amo cuando sus mejillas se tornan a un rojo encendido, se ve tan tierna y más cuando tartamudea.
— ¿Yo qué?
— Ya sabes...no te hagas como si no lo...supieras.
— ¿Saber qué? — sabía a lo que se refería solo quería verla así de nerviosa y molestarla un poco.
— ¡Simón!
— ¡Ámbar!
— ¡Simón Álvarez!
— ¡Ámbar Smith!
— ¡Simón!
— ¡Simbar!
— ¡Si...¿Eu? — me mira confundida.
— Amor, Simón y Ámbar es igual a Simbar. Es como...— pienso — como nuestro mundo — sonrío — simbar — me acerco y atrapo sus labios con mi boca.
— Simón...espera — me vuelvo a alejar de ella — alguien...nos podría ver.
— Yo no veo a nadie — sonrío y luego arqueo una ceja — ¿Eso quiere decir que estás pensando lo mismo que yo?
No dice nada y su rostro se vuelve rojito como un tomate.
Me acerco al lóbulo de su oreja y le susurro «Quiero hacerte el amor» para luego morder suavemente su oreja.
Sus ojitos se abrieron a tope y su rostro se volvía cada vez más rojo. Sus dulces manos me toman de mis mejillas y hace que nuestros rostros queden a milésimas de distancia, yo pensé que me iba a besar, creo que es por eso que abrí mi boca pero giró mi rostro y pude sentir su aliento en mi oído...me susurra dulcemente «Que estás esperando».
Eso significaba un sí.
Comencé a dejar besos húmedos por su mejilla para luego bajar lentamente por su cuello y morder, chupar y succionar. Sus dedos se encargaban de desabrochar los botones de mi camisa mientras que mis manos se encontraban masajeando su abdómen, mis dedos comenzaron a bajar las tiras de su sostén. En ese momento siento como sus dedos comenzaron a recorrer suavemente mi abdómen y como que la ropa comenzaba a incomodar, así que rápidamente me quito la camisa y mi bonita hizo lo mismo con su polera.
Me coloco detrás de ella, atraigo su cuerpo al mío y comienzo a besar sus hombros y fuí bajando por su espalda, me encanta ese lunar que tiene en ella. Mis dedos se inquietaron y comenzaron a desabrochar el sostén negro, dejándome libre toda su hermosa espalda para así lamer y besar.
La giro y me vuelvo a colocar con mucho cuidado encima de ella. Mi bonita acariciaba mi espalda con sus suaves dedos, mientras yo capturé sus labios y mis manos acariciaban sus hermosos pechos, luego decidí ir bajando por su cuello para luego capturar uno de sus pechos, comencé a lamer, morder suavemente y succionar. Mi mano derecha comenzó a bajar por su abdomen e hice que se introduzca un poco en su pantalón por la parte
baja, mis dedos querían acariciar su intimidad.
Así que decidimos quitarnos las últimas prendas que estaban sobrando. El pequeño Simón dió un salto tremendo cuando fué liberado de mis boxers. Mis dedos quitaron la truza negra que traía puesto mi bonita.
Ámbar es perfecta ante mis ojos, su cuerpo es tan hermoso, nunca me cansaré de verlo ni mucho menos tocarlo. Pareciera como si los mismos dioses la hayan tallado cada rincón que me encantaba besar y morder. Es MI ángel, MI diosa griega.
Empecé dejando besos por sus delgadas, suaves y perfectas piernas para luego...
— ¿Simón...qué...haces? — me encanta que tartamudee.
Quiero hacerlo.
— Esto — iba a responder pero no pudo, ya que mi boca comenzó a dejar suaves besos en su intimidad.
Mi bonita se retorció y gimió un poco cuando apenas sintió mis labios en su zona íntima.
— ¡Ah! — la escuché gritar, mientras mordía ligeramente su clítoris — ¡Ah!
Besar esta zona, es delicioso.
Decidí introducir mi índice en su intimidad.
— ¡Oh! ¡Ah! — gimió al sentir como metía y sacaba rápidamente mi dedo de ella — Si...si...
Decidí parar por un instante para ver su hermosa carita. Estaba con los ojitos cerrados, mientras su pecho subía y bajaba rápidamente. Sus mejillas rojas al 100%.
En un abrir de ojos mi bonita se había levantado y me regaló una sonrisa pícara.
— Mi turno — ¿Qué...
Sus manos me empujaron suavemente y caí sobre el pasto. Sonreí, ya que la grama me hacía cosquilleos en la espalda pero mi expresión cambió por completo cuando vi que el pequeño Simón se encontraba en las cálidas manos de mi rubia preferida.
— ¿Bonita...qué...qué estás haciendo? — ¿Acaso ella irá...
— Esto — y fue ahí que sentí su dulce lengua chocar con mi miembro.
¡Maldición! ¡Qué bien se siente!
Mi amor, hazlo otra vez.
— Simón...yo nunca...había hecho esto...solo espero hacerlo bien.
— Ámbar...no tienes...que hacerlo — aunque muy en el fondo quiero que lo haga.
— Quiero hacerlo — sonríe.
Iba a responderle pero nuevamente no pude, ya que sentí otra lamida en mi miembro.
Cerré los ojos por impulso y nuevamente siento otra lamida, luego besos y luego abro los ojos y veo como mi bonita introducía al pequeño Simón en su boca.
¡Oh Dios! ¡Dios! ¡Dios!
¡Que bien se siente esto!
Sentía como el pequeño Simón entraba y salia de su boca. Creo que...¡No! ¡No! No puedo hacerle eso a mi bonita, así que la tomé de las manos y la apegue a mi cuerpo, capturé sus labios. Un beso apasionado, descontrolado y lleno de amor. La giro cuidadosamente y yo quedo encima de ella. Tomo mi miembro y lo introduzco poco a poco en ella.
— ¡Ah! — gemimos al unísono.
— ¡Ah! ¡Ah! — la escuché gemir en el momento que empezaba a moverme.
Primero fue lento pero poco a poco la velocidad aumentaba. La embestía con cierta fuerza pero sin dañarla.
— ¡Ah! — gemí del placer — ¡Oh bonita! ¡Mi amor!
— ¡Mi Sim...¡Ah!
Sus piernas se enrollan en mi cintura mientras que su rostro se escondía en mi pecho, cada vez sus uñas se incustraban más en mi espalda. Pareciera como si existiera un solo corazón entre ella y yo, ya que podía escuchar claramente los latidos pero solamente de uno. Nuestros latidos se habían mezclados y por eso solo sonaba uno.
Ella y yo compartimos el mismo corazón.
— ¡Hmm! ¡Ah! — gemí al sentir que el orgasmo se acercaba y con fuerza.
— ¡Oh sí! ¡Sí! — deja de arañar mi espalda y estira los brazos al lado de su cuerpo. Creo que sus manos se van a aferrar al pasto.
— ¡Amor! A...a...— el orgasmo nos inundó en cuerpo y
alma. Me dejé caer lentamente sobre ella — te amo mi bonita — susurré con dificultad, ya que el aire me faltaba.
— Yo también...también te
amo — sonreí y doy un pequeño beso en su cuello.
Coloqué mi cabeza en su pecho, ella me abraza.
— Me encanta escuchar como tu corazón late por mí — estoy seguro que está sonriendo en este momento — me haces el hombre más feliz en este planeta...quisiera que nos quedáramos en esta posición para siempre — escucho una risita.
Hermosa melodía.
— Clarines, con el pequeño Simón dentro de mí ¿No? — sonrío, sí, aún seguía dentro de ella — amor, ya sácalo — decía entre risas.
— No quiero — me acomodo mejor en su pecho y cierro los ojos.
— Simón...ya, sácalo — aún seguía rieendo.
— No quiere salir — la miro a esos ojitos azules que tanto amo.
— ¿Cómo sabes eso?
— Pos porque soy el dueño — achina los ojos y yo río.
— Mira — acaricia mis mejillas con sus dedos — yo también quisiera quedarme así por siempre pero alguien nos puede ver...amor, estamos desnudos.
— ¿Y eso qué? Cuándo lo estábamos haciendo nadie interrumpió.
— Eso fué suerte pero este lugar es público.
— Yo no veo a nadie — me acerco y beso la punta de su nariz.
— ¡Simón Álvarez!
— ¿Qué? — en ese instante siento que aprieta mis nalgas con sus manos.
— Señorita Smith es usted una pervertida.
— ¿Qué? — sonríe — tú eres mío y puedo tocar lo que quiero — amo.
— En eso tienes razón — arqueo una ceja — entonces...— comienzo a mover mi miembro dentro de ella.
— ¡Ah! Que...¡Ah!
— ¿Otra vez?
— ¡Sí! ¡Si! ¡Sí! Espera...¡No! ¡No! ¡No!
— ¿Qué? — dejé de embestirla y comienzo a reír, se vió tan graciosa y tierna cuando dijo si y no.
— Si quiero pero no — ¿Cómo es eso? Yo también quiero hacerlo de nuevo — Simón alguien podría vernos...— paró de hablar y al parecer recordó algo porque sus ojitos se abrieron a
tope — ¿¡Dime que aún falta para las trece horas!? — ¿Qué? Ahora si no entiendo nadita.
— Ámbar no te...
— ¡Papá dijo que teníamos que estar en la cabaña a las trece horas! — ¡Mierda! Me había olvidado por completo ese detalle — ¿Dime que aún falta para las trece horas?
Salgo con mucho cuidado de ella, me levanto y tomo mi pantalón, ya que ahí estaba mi móvil.
— ¡Mierda!
— ¿Qué pasó amor? — deja de ponerse la polera.
¡Maldición! Ya eran las 14:35 horas de la tarde y peor aún tenía como diez llamadas perdidas y cinco mensajes. ¡Mierda!
— Son las 14:35 horas.
— ¡Maldición! — gruñe, mientras se coloca rápidamente su truza junto a su pantalón — ¡Mi padre nos va a matar! — ¡Joder! — ojalá Lunita y Matteo aún no hayan llegado a la cabaña porque sino, ¿Qué le voy a decir a papá cuando nos vea llegar juntos?...¡Maldición! Nos preguntará que hemos hecho, ojalá no sospeche nada.
— Bonita yo, lo siento — levanta el rostro y me mira fijamente, se acerca a mí y junta nuestros labios en un pequeño beso.
— Amor, tú no tienes la culpa de nada, hací que no lo sientas...además, creo que llegó el momento de contarle a mi padre sobre nosotros.
— ¿Estás segura?
— Completamente. ¿Por qué ocultar lo hermoso que tenemos? ¿Por qué ocultar al amor de mi vida? — palabras que me llegaron al corazón.
— Te amo mi bonita — le robo un beso.
— Yo más — yo más — ahora vámonos, no quiero que se nos haga mas tarde.
Entrelazamos nuestros dedos y comenzamos a correr.
— ¡Mierda! Amor, tengo 25 llamadas de mi papá, 20 del abuelo, 16 de Matteo y 12 de Lunita.
— ¡Maldición! Eso quiere decir que Luna y Matteo están en la cabaña — ¡Mierda!
— Sí.
...
Ámbar
— ¡Mi niña! — grita el abuelo y al mismo instante corre hacia mí y me abraza — gracias a Dios que estas bien — acaricia mis cabellos — ¿Dónde estabas Ámbar o más bien donde estaban? — me mira a mí y Simón.
— Abuelo...¿Y mi papá? — esquivé su pregunta y él se dió cuenta.
— Está buscándolos — ¡Mierda! — pidió refuerzos para que ayudaran a encontrarlos...hasta ahora no regresa — ¿¡Qué!?
— Pero...
— ¿Dónde estaban ustedes
dos? — interrumpe con una expresión seria en el rostro.
Me quedé callada, no sabía que responderle, ni mucho menos mentirle. Mi Simón hizo lo mismo.
— ¡Respondan jovencitos! — esa voz...mierda es papá — ¿¡Dónde estaban!?
🖤
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top