Ordinario

Al llegar a casa hice que Greg se fuera con la duda de lo que había sucedido en el baño de chicas, él era astuto o simplemente me conocía demasiado bien. Me había rogado decirle aunque fuera descabellado, de igual forma no le diría y él lo sabía. Llevé la moto hasta el pórtico, y observé como mi amigo se iba, el escenario era un cielo gris, nubes oscuras cargadas de lluvia. Las noches comenzaban a llover y me imaginé como aquellas chicas habían podido matar al mensajero. Necesitaba no pensar en eso. Josh me distraería de lo que había yo escuchado, pero mientras no lo encontraba, la palabra "asesinar a un estudiante" rondaba por mi mente, dando una parada de cada dos minutos por el Pasillo del Pánico.

Incluso apareció el pensamiento de que quizá el accidente de Bella no pudo haber sido un accidente, si ellas no eran lo que solían ser, entonces pudieron haber provocado que mi amiga casi muriera. Me quedé helada ante ese pensamiento. ¿En serio ellas tenían poderes sobrenaturales?, si era así ¿Cómo lo habían conseguido? ¿Seguían siendo humanas o habían alcanzado al nivel de convertirse en seres supremos? Eso no podía ser, eso no existía, solo en los animes y películas de ficción, esto era la vida real y debía dejar de pensar en esas tonterías.

Y por un lado todo sonaba sin sentido, pero por el otro todo encajaba a la perfección, sino fuera porque me habían atacado esos monstruos pensaría de otro modo, todo lo había escuchado sobre los monstruos ahora eran reales y algo me comenzaba a volver en la cabeza, el rostro de una mujer hecho de hojas secas ¿Qué era eso? No lograba recordar. No podía. Y no quería que eso estuviera acompañándome en todo momento, deseché aquel vago recuerdo.

Todo esto, me comenzaba a parecer algo familiar; me encontré con la casa desierta, solo se oía el tic tac del reloj, esperaba al menos oír los ronquidos de Aris, nada. ¿A dónde se habían ido sin mí? Se suponía que si el auto de mamá estaba aparcado significaba que ella estaba en casa.

— ¿Mamá? ¿Abuela? —Grité y mi voz se hizo eco dentro de la casa, dejé mi mochila en el sofá—. ¿Josh...?

No hubo respuesta y de nuevo el eco se repitió entre las paredes, todo estaba en silencio y por un momento creí que algo andaba mal, esperaba que solo fuera una suposición de mi mente paranoica.

Mientras buscaba alguna señal de vida, oí un crujido por la parte trasera de la casa y me exalté «podrían ser esos sabuesos» me dije. Me fui cautelosamente hacia la cocina, debía coger el bate que mamá tenía en una esquina cerca de las plantas pero no lo pensé necesario, seguí el sonido del crujido, detrás de esta puerta estaba un campo verde y más allá de los viejos árboles de castañas que llevaba al río Wishkah estaba todo un bosque oscuro. Abrí la puerta de cristal esperando ver algo aterrador pero solo era un ladrón con antifaz hurgando la basura. Entonces vi a mamá, a la abuela y a Josh jugando en el campo.

Mamá se veía radiante, su cabello caoba ondeaba por el viendo, llevaba puesto un vestido vintage de color nuez, era genial verla así, feliz.

Me encaminé hacia ellos para unirme al picnic, suspiré profundo al verlos bien, no sabía porque a mí que me ocurrieron esas cosas, los sabuesos y luego unas locas caníbales que planeaban la muerte de alguien para alimentarse, sonaba aterrador.

Me saludaron cuando me acercaba, y yo olvidé lo que estaba pensando para estar con ellos.

—Hola —saludé poniendo unos mechones detrás de mi oreja.

Jugamos hasta que el cielo se tornó más oscuro anunciando una gran llovizna, cuando todos estábamos ya dentro de casa comenzó a llover con fuertes estruendos, nunca me había divertido como en ese momento, incluso todo se me hizo pasajero pero sabía que más temprano que tarde volvería a recordar lo que me hacía pensar y forzar a mis neuronas trabajar más rápido. Cuando estuve haciendo mis deberes se me ocurrió simplemente llamar a la casa del tío Cedric, resoplé antes de que me arrepintiera y colgara.

Respondió al tercer timbrazo.

—Melinda. ¿Cómo estás?

—Si sabes quién soy, entonces deberías saber cómo estoy ¿no es así? —redimí.

—Oh. Astuta chica, pero sólo era tu nombre en mi teléfono —dijo y si no me equivocaba en este momento él estaba con una ligera sonrisa debajo de esa abundante barba—. Debería saberlo, pero quisiera escucharte decirlo.

Lo fulminaría con la mirada.

—Pues bien. Humm ¿por dónde comienzo? —Dije sosteniendo mi teléfono, pensando en cómo comenzar a decir todo— .Bien, estaba en el vestidor de chicas cuando escuché una conversación muy... extraña. Y no me refiero a sexo ni periodos de largo tiempo.

—Bien, te escucho.

Comencé a relatar, hasta que me sentí más en confianza para decirle como me sentí al oír tales cosas. Era claro que él ya esperaba esto, pero yo no, nada conocía (en el aspecto sobrenatural o extraño), no comprendía, y si me estaba metiendo en algo malo, en lo peligroso. ¿Debía comenzar a acostumbrarme? Por éste lado me sentía bien al saber que estaba siendo valiente como papá lo hubiera querido al enfrentarme a lo extraño. A lo inevitable. A lo desconocido. Por el otro; no sabía lo que implicaba meterse en lo sobrenatural, los secretos que han de guardarse para poder sobrevivir en un mundo como ese, a los engaños que conllevan para proteger a las personas que aprecias.

—Todo parece encajar... —dijo para sí mismo sin importarle que yo estaba al otro lado de la línea.

—Aún estoy aquí —bufé.

—Lo sé...

— ¿Entonces qué es lo que parece encajar?

—Algo, no deberías meterte más en esto, podrías salir dañada —dijo como si en verdad lo fuera ¿o sí? ¿Estaba diciendo que algo malo iba a pasarme?

—Demasiado tarde, ya estoy en esto desde que me dijiste "los días oscuros faltan muy poco" por si no lo recuerdas —lo arremetí.

—Lo sé, lo sé —comentó suspirando, como si lamentara habérmelo dicho.

— ¿Me dirás lo que sucede con esas chicas?

—Todavía no —susurraba como para sí mismo.

— ¿Entonces? —Pregunté sin saber si realmente quería saberlo o no. Claro, realmente no debía saberlo, pero la curiosidad de tener en mi repertorio de palabras el significado de "Gaians" me llevaba la delantera.

—No me llames hasta que haya otras cosas.

Estaba a punto de protestar.

—Y no responderé a tus preguntas por más que llames o vengas a mi recinto.

—Bien. Bien. No debí confiar en ti —maldije, sabía que él decía la verdad, pero quería saber lo que sucedía en serio con esas chicas y él me estaba dejando con la duda y la duda no era nada bueno en las noches. Ambos colgamos sin decir más.

Estaba un tanto molesta. Si alguien resultaba herido, muerto en cualquier calle de Aberdeen y sin una explicación coherente de los oficiales, me dije que me culparía por todo el resto de mi existencia, era cobarde, sí. Pero ¿Cómo diablos iba a decirle a alguien que había escuchado tal conversación en el baño de chicas? ¿Lo sabían todos y cada uno de los padres de ellas? No creía que alguien permitiera que hiciera daño de esa manera solo por diversión, estaba seguro de que lo hacían por eso.

Me estremecí y no quise recordar más. No quería saber más de lo que no entendía, pero si en algún momento llegaba a saberlo ¿estaría con vida? ¿Estaría dispuesta a correr el riesgo solo para satisfacer mi curiosidad?

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