Capítulo 48.

POV Ana.

Abrí los ojos, aún seguía en el suelo, creo que solo fue un pequeño desmayo, miré al profesor, él estaba tirado en el suelo, muerto, al igual que Verónica.

—¡Verónica, no! —gritó Lizbeth llorando.

Comencé a tratar de limpiarme la sangre que había en mi ropa, esto es horrible.

—¡Ana! —gritaron a lo lejos.

Sonreí al ver a Eduardo, él caminaba hasta mi muy sonriente.

—¿Estás bien?

Le di un gran abrazo, toda mi vida es una pesadilla, no puedo creer por todo lo que he pasado.

—Estoy bien —sonreí.

—Todo terminó, Ana, hora de buscar a Rosa —Pablo se acercó a mí.

—Por fin, ahora todo está bien, Manuel en la cárcel, el profesor Alberto y Ángel muertos —dije sintiendo un gran alivio.

—Aún falta el director, Ana.

Pablo tiene razón, no podía creerlo, por poco lo olvido, él dijo de deshacerse de las evidencias, no puede ser, mi corazón comenzó a latir demasiado rápido, tenía mucho miedo.

—¡Rosa sigue en peligro! —grité. —¡Ayuda!

Los oficiales comenzaron a caminar hasta mí, no podía ni concentrarme en lo que quería decirles, estaba muy asustada.

—Nuestra amiga, ella esta secuestrada —dijo Pablo rápidamente. —El director la tiene, junto a más personas.

—Eso será muy difícil —dijo el oficial. —No tenemos la ubicación.

¡Maldita sea! ¡Dios no dejes que me quiten a Rosa, cuídala mucho!

—¿En casa del profesor?

—Puede ser una posibilidad en miles señorita, pero trataremos de encontrar a su amiga —el oficial me vio con lastima.

Comencé a recordar los estúpido mensajes, no quiero que le pase nada a Rosa.

—Manuel no merece la cárcel —dije molesta. —Él merece estar muerto, igual que el maldito director.

—Créeme, Ana, estoy de acuerdo contigo —mencionó Pablo.

Tenemos que ir a ver a Hanna al hospital, no hemos ido, no sé nada de ella, pero la enfermera de la ambulancia dijo que se iba a poner bien.

—Ana, siento todo —mencionó Lizbeth. —Tu vida es muy horrible, y todavía yo dando más razones, en verdad espero que me perdones.

—Todos extrañamos a Isabella, yo sé que tú la conocías mucho más que yo, pero ella está mejor ahora, junto a mi hermana, en cuanto a perdonarte, claro que si Lizbeth, solo estabas asustada.

Lizbeth sonrió, la verdad que nunca le encontré una buena razón a ser tan mala conmigo, me alegra mucho que haya sobrevivido, ella no merecía morir por culpa de un estúpido hombre obsesivo.

—Iremos a ver a Hanna, ¿Quieres venir? —pregunté.

—Si.

De alguna manera tengo que superar lo que paso estas últimas semanas, no importa cuánto me tarde, tengo que lograrlo.

Tengo que lograr tener una vida feliz, no importa que mis padres, ni Jessica estén conmigo, ellos siempre estarán esperándome, pero mientras, tengo que ser feliz, por más duro que eso pueda resultar.

***

Horas antes de que Ana descubriera al director.

POV Rosa.

—¡Es el turno de todos! —exclamó y tiro un pequeño bote, lo cual me pareció muy extraño, lo miré y de él salió un gas, pronto comenzó a darme mucho sueño. —Es hora de renovar la mercancía

Escuché antes de quedar completamente dormida.

***

Al abrir los ojos estaba atada a una mesa, no quería estar aquí, no quiero morir.

—¡Por favor, no! —gritó Vicky.

—¿Eres tú, Vicky? —escuché una voz, creo que era del chico de la camilla aun lado de la mío.

—¡Dios mío, Matt! ¿Cómo rayos llegaste aquí?

—Pues supongo que de la misma manera que tú, ¿Estás bien? —preguntó Matt.

—¡Cierren la boca! —gritó el profesor Alberto.

Estoy en shock, sigo sin poder creer que él es nuestro secuestrador, ahora entiendo porque su estúpida voz me era tan familiar.

—Como lo mencione antes, queremos renovarlos a todos ustedes, para que nuevos puedan venir.

—¿Qué es lo que les hace? —preguntó Gabriel.

—Pregunta fácil, les concederé la respuesta, pues verán, tengo un negocio, tener una vida como maestro no me da la vida que merezco, así que tengo un gran negocio donde hago miles de dólares, como escucharon, dólares —dijo el profesor Alberto, mantenía una gran sonrisa.

—Hubiera sido más fácil conseguir otro empleo, o de perdido aceptar sobornos para la calificación —dijo Matt.

Es cierto, no tenia que meterse a un negocio de tráfico de órganos.

—Esto es muy fácil, demasiado fácil, antes lo hacía en otra universidad, pero la estúpida policía comenzó a meter sus narizotas, por lo cual tuve que venir hasta aquí, y encontrarme con ustedes, sus órganos me harán ser millonario y además podrán salvar una vida.

—¡No lo haga! —gritó Silvia llorando. —No estamos listos para morir, aún nos queda mucha vida.

—Todos dicen lo mismo, pero igual no les hago caso —dijo mientras reía. —¿Quién quiere ser el primero?

Él comenzó a caminar por toda la habitación, mientras nos miraba, no estoy lista, creí que habría más tiempo para hacer algo para salvarnos.

—Yo —dijo Gabriel. —No quiero ver mientras mata a mis amigos, así que yo quiero ser el primero.

—Vaya, me caes bien niño.

El profesor se acercó a la camilla de Gabriel, luego tras empujarla, la puso debajo de una luz.

—¿Usted lo hace? —preguntó Matt.

—No idiota, solo soy profesor, no se me dan estas cosas, en un momento llega mi compañero, al pasado una estúpida lo mató —mencionó el profesor haciendo mala cara.

Escuché un celular sonar, el profesor contestó.

Llamada.

—No puedo creerlo, te matare si arruinas esto idiota, voy para allá.

Él colgó y salió sin decir nada.

—Creí que ya iba a morir —dijo Gabriel mientras reía.

—Creo que mi correa está un poco floja, haré algo para tratar de liberarme.

Matt estaba intentando liberarse, espero lo logré.

—No estoy lista —dijo Silvia. —No puedo convencerme, no puedo.

—¡Lo logré! —exclamó Matt levantando una mano. —¡Estoy libre de una mano!

Sentí un gran alivio, las esperanzas regresaron a mí. Matt pudo desamarrarse, luego comenzó a quitarnos las correas a todos.

***

—¡A salir de aquí antes de que sea demasiado tarde! —exclamé feliz.

Comenzamos a caminar hasta la sala, ahí todo estaba muy ordenado, corrí hasta una ventana, esta tenía maderas puestas, al igual como en la pequeña habitación donde nos tenía.

Todos nos sobresaltamos al escuchar que alguien golpeaba la puerta, al correr ahí y mirar por la mirilla, pude ver a un hombre, él tenía una bolsa y una bata.

—No hagan nada, tal vez se vaya, no creo que tenga llaves de la puerta —susurró Vicky.

Seguí buscando algo para romper las maderas de la ventana, tomé un martillo, pero ahora solo hacía falta que el supuesto doctor se fuera de aquí.

—¡Él se va! —gritó Matt.

Miré a la puerta, parece que había dejado una nota por debajo.

Nota:

Vuelvo en tres horas.

Al ver que él se había alejado en su auto, tomé el martillo con fuerza y golpeé la ventana, una y otra vez.

—¡Rosa, cállate! —gritó Vicky. —¡Alguien más viene!

Corrí para ver de quien se trataba, era el director Heck, él tenía un arma en sus manos.

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Espero y les haya gustado.

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