Capítulo 34.
POV Rosa.
No puedo creerlo, Jessica está muerta, esto no debe ser real, todo esto debe ser un sueño.
—¿Cómo pasó? —pregunté confundida.
Creo que necesito escucharlo, aunque me duela, esto será muy duro para Ana, espero ella pronto nos saque de aquí, los conozco y sé que nunca se darán por vencidos.
—Todo fue muy rápido, Jessica ya estaba herida del día anterior, estuvimos a punto de salir, pero por culpa de Danna no lo hicimos, ella cerró la puerta —dijo Silvia, puedo ver en sus ojos que también lamenta mucho la muerte de Jess.
¡Maldita, Danna! Ella estaría bien, pero, tal vez todo sucede por algo, solo es el destino.
—Esto es muy triste, pero ¿Alguien sabe cómo saldremos de aquí? No quiero terminar como Jessica —mencionó Henry.
—Tu eres fuerte, cuando vengan por alguien de nosotros, puedes emboscarlos y yo que se, intentar algo —dije tratando de adivinar donde era que Henry se encontraba.
Seria perfecto salir de aquí.
—Bla, bla, bla —dijo Henry riendo. —¿Por qué mejor no hacen algo ustedes? No quiero morir, idiota.
—Es lo que hay, intentamos de todo —respondió Silvia.
—En realidad no, podemos salir por esa ventana —añadió Danna.
Henry comenzó a reír como un estúpido, luego comenzó a contagiarnos su risa, no había reído en mucho tiempo.
—¿En esa ventana? Por si no te has dado cuenta, no veo ni una mierda —dijo Henry riendo aún.
—La que está al fondo, idiota —Danna se había molestado.
Me puse de pie, comencé a caminar al fondo del pequeño cuarto, toqué la ventana, esta estaba muy asegurada, me parece que no es una opción.
—Se positiva, Rosa —pude sentir a Henry a un lado mío.
—Con todo lo que he vivido créeme que resulta muy difícil —este idiota quien se cree ahora para decirme que sea positiva, si apenas hace unos ayeres quería matarme.
La puerta se abrió, dejando ver un resplandor de luz.
—¡Hazlo, Henry! —exclamé en susurro.
Miré al hombre ese, no entiendo porque coño no muestra su estúpida cara.
—No lo haré, Rosa, necesito tiempo —dijo él.
El hombre dejó un cuerpo y luego sin decir nada, cerró la puerta, dejándonos nuevamente, en completa oscuridad.
—¿Qué es? —preguntó Henry.
Me puse en el suelo, luego comencé a gatear hasta allá, al llegar a lo que trajo el hombre, sentí una piel muy fría.
La puerta nuevamente se abrió, en esta ocasión era Ángel.
—¡Disfruten de la compañía de un cadáver! —exclamó Ángel riendo.
***
POV Ana.
Fui a la papelería de la escuela, compré todo lo necesario para mi proyecto, el poco dinero que me dio mi tía de algo me tiene que servir, extraño la beca, tenía todo con ella.
Al llegar a mi dormitorio para hacer mi trabajo, no había nadie, sentí una gran tranquilidad, esa estúpida de Verónica ya me tiene harta, a veces quisiera matarla, pero nada se compara con Lizbeth, una perra mal agradecida.
—¿Puedo? —preguntaron al otro lado de la puerta.
Mi corazón comenzó a latir demasiado rápido, esa voz, esa dulce voz.
—¿Hay alguien? —preguntaron nuevamente.
No puedo salir, ahora que sé que soy una clase de tarea que realizar me siento muy mal, y más aún, sabiendo que él es jugador de Manuel.
—¡Ana! —gritó nuevamente fuera.
Saldré, me puse de pie y comencé a caminar hasta la puerta, mis manos temblaban, en verdad estoy muy aterrada, con todo el valor del mundo lo hice, tomé la perilla y la giré.
—¡Hola, Ana! —dijo Eduardo al verme. —Creí que no estabas, estaba a punto de irme.
Solo sonríe, no sabía que decir, no sé nada, estoy muy nerviosa.
—¿Estás bien? —preguntó Eduardo.
—Si.
—Qué bueno, ¿Puedo entrar?
—Si, pasa.
Me di la vuelta para entrar, escuche que la puerta se cerró, estaba muy nerviosa, no creo poder estar con él más, necesito decirle todo, es un idiota.
Al girarme hacia él, Eduardo me tomó del cuello y me acerco a su rostro, nuestros labios se unieron en un beso, pero rápidamente me aparté de él.
—Lo siento, Ana, quería hacerlo desde el primer día que te vi —dijo él.
Solo retrocedí un poco, en verdad me gusta y no sé qué hacer.
—Lo siento, Eduardo, pero quiero te vayas.
—¿Qué pasa? ¿Te molesto que te besara?
Una lagrima estaba a punto de salir de mis ojos, justo cuando tengo algo de felicidad, todo empeora, creo que la vida es muy injusta conmigo.
—¡Vete! —grité molesta. Eduardo solo se dio la vuelta y se fue, sentí un gran alivio de no estar más con él, pero tengo que decirle todo algún día. —¡Maldita sea!
Regresé a mi trabajo, falta muy poco para entregarlo, Manuel no se ha presentado a clases, espero no esté tramando algo contra mí.
La puerta se abrió de golpe, por ella entro Verónica, Lizbeth y Mike.
—Les dije que esta perra estaría aquí —dijo Verónica al verme.
—Mejor hay que irnos a otro lado —Lizbeth me miró haciendo mala cara. —No quiero ni verla, podría matarnos.
—Cierto, vámonos de aquí —Verónica inmediatamente se dio la vuelta.
No quería decir nada, pero solo no me aguante las ganas, así que me puse de pie, antes de que ellos salieran de la habitación.
—¡Ya era hora de que supieras quien manda aquí, Verónica! —dije riendo. —¡Lárgate con la colita entre las patas, pinche perra!
Vaya, no creí que podría decirlo, pero en verdad es muy relajante.
—¿Eso crees? —preguntó Verónica. —Mírenla, pobrecita, cree que ganó, pero no, Ana, estas muy equivocada, solo nos vamos de aquí a seguir riéndonos de tu miserable vida, salúdame a tus papis.
No podía creer lo que Verónica acaba de decir, rápido se vinieron a mi mente mis padres, ellos murieron por mi culpa.
Verónica y los demás solo se largaron, dejándome aquí con todo mi coraje.
Miré el reloj, casi es hora de ir al gimnasio, ya me las pagaran esas perras.
Tomé mi celular y salí de la habitación, al llegar al ascensor miré a Emily, Melanie y Hanna.
—¿Ya lo tienes? —preguntó Hanna, refiriéndose a mi trabajo.
—No terminado, pero ya llevo un avance —sonreí.
Al salir todo ya estaba muy oscuro, tal como quiero que este.
—¿Qué es lo que haremos primero? —preguntó Emily.
—Una cosa, la persona que secuestra, ¿Es mayor o es más o menos a nuestra edad?
—No lo sé, puede ser alguien grande, aquí hay muchos chicos grandes, pero también puede ser alguien mayor, la verdad que ni yo misma sé.
—¿De qué hablan? —preguntó Selena caminando junto a Valeria.
—Del hombre que tiene a Jessica —Emily me miró.
—¿Qué haces afuera? —pregunté muy confundida.
Ella me miró sonriendo.
—No quiero esconderme más, si Manuel intenta algo contra mí, él ira directo a la cárcel, porque confesaré todo.
—¡Ayudaaa! —escuché que gritaron.
—¿Qué fue eso? —preguntó Hanna asustada.
—¡Alguien pidiendo auxilio! —dije, los gritos provinieron de detrás del gimnasio.
Rápido nos dirigimos hacia ahí, Ian y Saúl vinieron con nosotros, no podía creer lo que veía.
—¡Dijiste que no habría nadie aquí, idiota! —gritó Manuel enojado.
—Eso creí —dijo Pablo sosteniendo a Sídney.
—¡Parece que verán un gran espectáculo! —exclamó Manuel tomando un gran cuchillo.
—¡Déjala en paz! —grité.
—Ya basta, Ana, deja de querer proteger a todo el mundo, no puedes, no te sale —Ariana comenzó a reír.
Carlos nos estaba apuntando con un arma, por lo cual no podríamos hacer nada.
—Manuel, yo no hice nada, mis retos los he cumplido, por favor no me mates —suplicó Sídney llorando.
—Los retos se acabaron Sídney, al igual que se acabarán los jugadores —Manuel se acercó de manera amenazante hasta Sidney.
............................./.............................
Espero y les haya gustado.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top