Epílogo.

Su nombre era Marco Deligiannis y en efecto era el tío de Miranda, los policías y detectives que empezaron a investigar el caso encontraron mucha información y todavía seguían encontrado mucho más conforme pasaban las horas. Al parecer el asesinato de Damien había sido premeditado, Marco se había enterado que Damien salió de la cárcel y enseguida el plan para matarlo comenzó, investigó dónde se quedaría al salir, cuando supo que vivía con Nina su plan se detuvo pero después se enteró que me iría a buscar hasta  Texas y los siguió a ambos sin que se dieran cuenta.

—¿Puedo pasar al baño, oficial? —susurré, un poco desesperada, llevaba una hora en aquella habitación.

Aún estaba en la sala de interrogaciones, no me había quitado la ropa ensangrentada ni me había lavado las manos, todavía estaban los residuos de la sangre de Damien pegados en mi piel.

—Claro, está en esa puerta. Ya casi acabamos con esto, señorita. —me prometió, con un asentimiento.

Fui al baño y cerré la puerta con seguro, tomé el jabón y me froté las manos lo  más fuerte que, la espuma creció tanto que aproveche para lavarme los brazos y quitarme lo poco que también tenía pegado en los antebrazos, me deje la piel irritada porque con las uñas lo quite todo, incluso me rasguñe sin querer.

Salí y el oficial estaba hablando con alguien más mientras me esperaban, se miraron uno al otro y me sonrió con cortesía.

—Puede retirarse señorita Weber, con su declaración es suficiente. Gracias.

En cuanto pude salí de ahí y fui hacia la pequeña salita de espera donde corrí en brazos de Luke quien me esperaba junto con Rebecca, no me resistí y lloré en sus brazos. Lo supieron todo por supuesto, no pude mentirles porque la noticia salió en televisión, de inmediato viajaron hacia Texas y llegaron esta misma tarde.

Fuimos de regreso a casa, desde que llegaron no hicieron más que cuidarnos a las tres, a mí, a Lilian y Nora, no nos habían dejado ni un momento, tampoco nos pidieron explicaciones, al menos no por el momento. En todo el camino estuvimos callados, ninguno tuvo nada importante que decir, el silencio por primera vez era lo que necesitábamos y no nos hizo sentir incómodos.

No pudimos entrar a mi casa porque todavía seguía siendo analizada por varios médicos forenses por lo tanto nos quedamos en la casa de los Gates en lo que todo quedaba arreglado. La primera en recibirme  en la casa fue Lilian que desde que pasó la tragedia no había dejado de llorar, decidí acurrucarme con ella en el sofá lo más que pude para calmarla, esta vez nadie pudo hacerlo más que yo, ella me quería a mí y yo la quería a ella.

Nadie quiso entrometerse y nos dejaron solas, respetando nuestro momento juntas.

—¿Mamá? ¿Qué le ha pasado a papá? —susurró contra mi pecho, mientras que yo le acariciaba el pelo con un movimiento mecánico de arriba hacia abajo.

Nadie se lo dijo y aunque ella lo suponía porque la sangre era mucha y no era tonta ella esperaba que se lo dijera que le explicara porque  su padre había muerto. Cerré los ojos, quería  una manera para decírselo aunque en su vida la muerte  eran algo que lamentablemente siempre estuvo, nunca conoció a mi madre, ni a mi padre, las personas que más amaba como Robert y Nora siempre estaban lejos y ahora que se encontraba por primera vez con su padre lo había perdido a manos de un hombre que pudo herirme a mi también, pudo haberme perdido en un segundo.

—Murió, hija —confesé, luchando con el nudo en mi garganta, me esforcé y pude lograrlo pero mis lágrimas ganaron la batalla.

—¿Le dispararon, verdad? ¿Por eso me encerraste en el closet con la tía Nora, porque alguien estaba en la casa?. ¿Fue un hombre que odiaba a papá?

—Sí —musité con voz débil —Pero a nosotros no pudo hacernos nada, yo estoy contigo y tú conmigo, eso debemos agradecer, ese hombre  no podrá hacernos daño jamás.

—¿Cómo lo sabes?

Trague saliva.

—Porque también murió.

—¿Papá le disparó?

—No, él solo se disparó.

La abracé, pegándola más a mi pecho, ahogue mi llanto lo más que pude, hundiendo mi cabeza en su cabello, tenía que esforzarme y no romper a llorar frente a Lilian, podía ser mucho más fuerte de lo que pensaba si la tenía conmigo, ella me confortaba.

—Mamá.

Inhale para recobrar valor y poder hablar.

—¿Sí?.

Escuche que ella también inhalaba y entonces al oír su voz detecté un desequilibrio y me di cuenta a que se debía, ella también se resistía las ganas de llorar.

—Lo quise, mamá, en verdad fue bueno conmigo. —me abrazó tan fuerte para poder ocultar su rostro que ya estaba empapado de lágrimas.

Lloré también pero en silencio, deje que pudiera desahogarse, la escuche  sollozar y seguro todos en la casa podían hacerlo, no me quedó más que consolarla y estar con ella en esa difícil situación, en la más difícil de su vida,  la que seguro jamás podría olvidar.

—Yo también hija, yo también lo quise —le susurré al oído, rasgando la herida en mi corazón, permitiendo que sangrara todo lo que pudo —Pero nunca se lo dije, tú pudiste hacerlo y ahora él lo sabe.

Lloró todavía un poco más fuerte hasta que de un momento a otro dejó de hacerlo, me di cuenta de que se había cansado de tanto llorar y cayó rendida en un profundo sueño, no quise despertarla, la dejé donde estaba y yo igual  intenté dormir porque quise escapar de esta pesadilla, olvidarme de mi vida y de esta inhumana tristeza que estaba acabando conmigo  lentamente.

(...)

—No hablemos de eso si no lo deseas, Katherine, no voy a presionarte.

Revolví el café hasta que dejó de estar caliente, no había bebido más que un sorbo, no tenía ganas de tomar nada ni de comer,  aunque tenía la sospecha de que estaba yéndome mejor ahora que hace tres días, estaba recuperando poco a poco las ganas de hablar. Luke y yo estábamos sentados en un columpio del jardín de  la florería, nos balanceábamos lentamente mientras bebíamos café recién hecho.

Ya era tiempo de confesarle las cosas tal y como eran, habíamos hablado del tema solo lo superficial pero nada que se comparara con la verdad.

—Solo quiero saber si todavía confías en mí —comenté, viendo como la leche se separaba del café por no mezclarlo con la cuchara.

Mi comentario lo sorprendió un poco, le pareció que había contado un chiste de mal gusto porque rió con poca gracia.

—¿Lo dices en serio? ¿Crees que no confío en ti solo por no decirme lo de Damien? —suspiró y habló con voz suave —Katherine, yo siempre he confiado en ti y lo que paso me hizo darme cuenta  que el hecho por el cual no me  lo dijiste es porque supiste manejarlo, no me necesitaste, aunque claro que si me lo hubieras dicho mi reacción hubiera sido regresar a Texas a protegerlas.

—Lo hice por Lilian —le aclaré con voz apresurada, me sentía avergonzada y se dio cuenta—Necesitábamos un donador, fue el primero que se ofreció a hacerlo, solo por ella acepté a que volviera, le salvó la vida.

Con expresión resignada, asintió, lo comprendió aunque si le dolía tener que darse cuenta de que era la realidad, que sin Damien,  Lilian hubiera empeorado y quizá muerto.

—Por una razón la vida  lo trajo de vuelta a ti, Katherine, se fue haciendo las pases contigo y con Lilian, no creo que hubiera querido otra cosa más que eso.

Es cierto, había logrado ver a su hija, verla y convivir con ella y aunque para él no había sido suficiente,  logró ganarse su cariño, sin duda había servido de algo todo lo que sacrificó para venir hasta acá, obtuvo más de lo que pudo desear.

—Sí, tienes razón, se fue con más de lo que pudo esperar —admití en voz baja, casi para mi misma, lo pensé con brevedad y lucí más complacida cuando volví a hablar —Eso era lo que quiso, conocerla y se fue sabiendo que ella al menos lo quiso y que lo había perdonado.

Luke me quitó con cuidado la taza de café, la dejó en el suelo para agarrarme la mano, me contempló con una devoción que se desbordaba por todo su rostro, con el amor que fortaleció mi voluntad y me abrigó con mucho amor.

—Sobreviviste a otro ataque, la vida te ha dado muchas oportunidades, Katherine, eres una guerrera, una luchadora, aprecia lo que tienes hoy y ya no mires al pasado, se terminó, finalmente el pasado ha muerto.  Te espera una larga y buena vida junto a todos nosotros.

Di una tranquila risa en respuesta, no podía imaginarme mi vida sin todos ellos, eran todo para mí, no había perdido nada y eso estaba excelente.

—No puedo vivir sin ustedes, son todo para mí —le aseguré, sintiéndome orgullosa de ello, lo tenía todo a su lado. —Son lo mejor que me ha pasado, definitivamente yo hubiera muerto al perder a Lilian ese día pero ella está aquí, tú estás aquí, no me falta nada.

Me sonrió igual, se levantó del columpio y como tenía mi mano entrelazada con la suya también tuve que levantarme. Me acarició la cara y después me hizo ver hacia la dirección donde estaban Lilian y Abby jugando a la cuerda con Rebecca y Nora, era una escena que no había cambiado nada, ellas reían y cantaban canciones con gracia, ninguna de ellas lucía diferente, pareció que el incidente no las hubiera cambiado, fue como si nunca hubiera existido.

—Esta es tu vida, Kat, mirarla, es increíble y estás aquí para disfrutarla, que nadie te detenga a hacerlo.

Contemple la escena por largos minutos hasta que me volví hacia Luke y me lancé hacia sus brazos, casi colgando de su cuello porque me aferré a él tan fuerte, sintiéndolo solo   para darme cuenta que él era el otro complemento para tenerlo todo en definitivo, no existía nadie más que pudiera  darme todo lo que poseo ahora, esta felicidad, el amor, la plenitud y la paz que mi familia me entregaba día a día.

Estaba contenta de estar viva, compartiendo esto, aunque tan solo hubiera deseado decirle a Damien que seguía sintiendo algo por él,  para al menos sentirme libre,  y de hecho tenía la posibilidad de hacerlo pero no lo hice porque su vida igual al igual que la  mía estaba ya hecha y lo mejor era no alterar las cosas, seguir nuestros caminos a pesar de que aun quisiéramos estar al lado del otro, deseándolo en secreto.

(...)

—¡Lilian Weber! Por favor apresúrate, mete los zapatos a la maleta de inmediato.—sabía que no iba a hacerlo, así que llame a quien podría ayudarme —¡Luke!

—¡Ya voy! —gritó, subiendo ya las escaleras.

Lilian estaba distrayéndose guardando sus colores en la maleta en lugar de sus zapatos, íbamos ya atrasados y parecía que todos estaban volviéndose locos, yo corría de arriba abajo para terminar de poner la casa en orden antes de salir hacia el aeropuerto.

Luke subió a ayudar a Lilian porque él sabía cómo pedirle las cosas con más calma y que también lo obedeciera. Gruñí cuando tocaron a la puerta, les pedí  que no bajaran, que yo atendería a la puerta  porque no quería que se distrajeran en nada.  No sabía de quien podría tratarse pero abrí la puerta de un jalón para acabar con las distracciones, estaba a punto de dar una excusa a para quien estuviera tocando la puerta pudiera irse y dejara de molestar  pero me quedé con la boca abierta cuando apareció Nina Schiffe,  me contempló con una sonrisita tímida cuando me vio reaccionando ante su presencia.

—Hola, Katherine —me saludó con nerviosismo, noté el temblor en su respiración.

Fue difícil recomponerme pero lo hice.

—Hola —respondí con naturalidad, la examine de pies a cabeza porque no pude evitarlo, habían pasado casi tres semanas desde lo ocurrido y era impresionante el cambio que vi en ella, lucía más delgada y su cabello rubio dorado precioso y brillante estaba recogido en una simple cola de caballo, vestía un abrigo largo y botas, su vestimenta era simple pero su belleza nunca le fallaba, la hacía ver hermosa.

—No quiero molestarte en absoluto, solo vine porque quiero agradecerte el detalle que tuviste conmigo —carraspeó, dejo correr sus nervios con más evidencia y buscó en el bolso del abrigo por un momento la carta que yo le había entregado a Damien. —Me dieron esto hace poco porque el proceso para llevar el cuerpo de Damien hacia Grecia fue tardado, no podían darme sus cosas personales hasta no pasar por muchos trámites y esto fue lo que me dieron. Yo...

No supo como decírmelo, estaba apretándose los labios para contenerse el llanto, no quería que llorara porque me dolería verla mal, no quería que sufriera, sabía que esto era difícil para ella, más que para mí.

Intervine para distraerla y permitir que pudiera contenerse sus lágrimas.

—Sé que lo amabas, Nina, yo nunca te juzgue por eso, lo respetaba porque eras lo mejor que le pudo haber pasado, es la verdad. .

—¿Lo crees? —inquirió con los labios temblándole de  la emoción—Tú eras lo mejor en su vida, gracias a ti hizo muchas cosas que yo nunca hubiera podido inspirarle a hacer. Al principio te odie porque tu tenías su amor, yo lo merecía más porque...

—Te lo ganaste—la corregí —Ganaste su amor, fue tuyo pero Damien tardó en darse cuenta de eso, ¿Cierto?

Asintió.

—Así fue, se dio cuenta muy tarde pero él nunca me amó de la forma en la que yo lo amé, creo que lo intentó, iba a hacerlo cuando nos fuéramos pero no sucedió, fue tarde. —rápido meneó la cabeza, sonriendo lo mejor que puedo  para no dejarse vencer por las ganas de llorar, se  enderezó para ganar valor—Solo vine a agradecerte tus palabras y para ver si me permitías ver a ...Lilian. Solo llegue a conocerla por fotografías y en verdad quisiera verla antes de volver, de hecho te parecerá curioso pero cuando él fue a despedirse de ustedes ese día  me obligó a acompañarlo porque quería que la conociera y yo no quise, no quería intervenir entre ustedes, tal vez si hubiera ido...

Se calló, no pudo continuar la frase porque se tapó la boca, ella en verdad temblaba, le toque el brazo y la lleve hacia adentro, no podía dejarla afuera.

—No necesitas decirlo, Nina, por favor —le acaricie el hombro, esperando que mi tacto la calmara —Yo quiero que la conozcas, de verdad.

Cuando logró calmarse, en seguida llamé a Lilian para que bajara a recibirla, segundos después oí su respuesta.

—¡Ven acá un momento, hija!

Escuchamos sus pisadas con prisa y al  detenerse en el borde de las escaleras frunció las cejas, era de esperarse, al darse cuenta que una mujer desconocida estaba a mi lado  no conocía  la dejó  desconcentrada.

—Ven, acércate, es una amiga mía que viene a despedirse de ti.

Lilian bajó las escaleras un poco cautelosa y al acercarse más a Nina ella se recuperó sorprendentemente, sonrió con mucha naturalidad y su voz se recobró, no tuvo suficientes palabras para describir lo sorprendida que estaba al ver a Lilian. Me miraba a mí y luego a ella porque seguro no creía que estaba frente a ella, que existía, seguro Damien le había contado mucho de Lilian y todo eso debió haberse cruzado por sus pensamientos. 

—Es...preciosa —admitió, diciéndoselo a ella directamente con una sonrisa despampanante, después se volvió a mí y articuló con los labios para que pudiera leerlos —Se parece tanto a él, son idénticos.

Sonreí, claro que lo eran, creo que ver su parecido la hizo sentir más afligida, los recuerdos la abrumaron y sus ojos se empaparon,  confundiendo mucho  a Lilian, le dije que  no corría peligro, incluso le dije que ella era una amiga tan cercana que solo se  emocionaba al conocerla pues nunca tuvo la  posibilidad de verla en persona.

Nina se dio cuenta de que asustaba a Lilian y quiso actuar de la forma más normal posible. 

—Hola Lilian —le saludó, sin apartar los ojos de ella.

Lilian sonrió.

—Hola.

—Soy Nina, soy una vieja amiga de tu madre.

—¿Vienes a despedirte? —le preguntó con duda.

—Sí, así es, ¿Te vas de viaje?

—Sí, nos vamos a Canadá a pasar unas semanas con la familia de los Gates, volveremos pronto.

Nina se sintió intrigada pero no mucho, solo prestaba atención a las palabras de Lilian.

—Me parece increíble, Lilian, entonces espero tengan un buen viaje pero  antes de irte, ¿Puedo abrazarte?

Lilian se le acercó a Nina y ambas se abrazaron, pude sentir la vulnerabilidad de Nina en el aire, tuvo  ganas de llorar otra vez pero no lo hizo porque le preocupaba quedar bien delante de Lilian, lo que menos quiso fue asustarla.

Al soltarse,  Lilian sonrió y Nina estaba fascinada, no dejó de contemplarla, era una maravilla ver como se sonreían una a la otra.

—Fue un gusto conocerte, Nina.

—Igualmente, Lilian, buen viaje.

Se despidió de ella agitando la mano y se fue  subiendo las escaleras, cuando Lilian desapareció,  Nina se  preparó  para irse, se fue hacia la puerta otra vez pero antes de que pudiera salir,  Luke nos interrumpió, bajaba las escaleras acompañada de Lilian que tenía su maleta ya lista.

—Perdón, no quisimos interrumpir —se disculpó Luke con una sonrisa avergonzada.

Nina y yo nos miramos, ella sonrió con más fuerza y aceptó las disculpas.

—No hay problema, yo ya me iba.

Abrió la puerta y salió,  no sin antes volverse  hacia mí y dedicarme una última sonrisa, detrás de su mirada se hallaba un verdadero gusto por ver a Luke y a Lilian juntos, le gustaba que mi hija tuviera a alguien más.

—Nina —susurré, rozando un poco su brazo para detenerla. —Quiero agradecerte por haberte preocupado por Lilian, tú fuiste quien ayudó a Damien para que pudiera conocerla, sin ti quizá nunca hubiera sucedido, en verdad te lo agradezco.

La tranquilidad de su respuesta le dio ternura a su voz.

—Siempre fue mi propósito, hice todo lo que estuvo en mis manos para hacerlo y me siento feliz de no solo haber ayudado a Damien, también a ti.

—No sabes cuánto te lo agradezco —afirmé con sinceridad.

Sonrió.

—Cumplí con lo que era mi deber, es lo que más me importa. —repuso, dirigiéndome una mirada apacible, muy dulce, estaba sumamente impresionada porque nunca había conocido este lado de Nina, el amable, el humano. Luego de esto ella miró por encima de mi hombro sin poder evitarlo pues Luke y Lily estaban viendo televisión y reían a causa de unas caricaturas, hicieron mucho ruido. Ella sonrió, contemplándome  —A él lo único que le importó es que fueras feliz y tuvo razón, lo eres. Tienes una buena vida, Katherine, adiós.

Sonrió un poco más  y se despidió, dándome la espalda para continuar su camino pero otra vez la detuve, tenía que estar segura de una cosa ahora que la veía deprimida y excesivamente melancólica, me preocupe por ella.

—Nina, ¿Estarás bien? —pregunté, dejando entrever un poco mi interés.

Su sonrisa se hizo grande debido a mi preocupación, sus ojos de nuevo fueron gentiles conmigo, seguía sorprendiéndome esta reconciliación entre nosotras pero fue bueno que me acostumbrara muy rápido.

—Sí, aunque será difícil dejarlo pasar tan pronto. —se limitó a contestar.

—Tienes una gran vida por delante y sobre todo tiempo para superarlo—le recordé. —Al igual que yo

—¿Tú también? —inquirió, dudosa, casi incrédula.

—Sí, yo también intento superarlo, aún.

—Creo que compartimos algo por primera vez en mucho tiempo ¿No? —comentó, curvando sus labios en una sonrisa a medias.

Siempre habíamos compartido una cosa desde el principio, el amor por Damien, amarlo bajo circunstancias prohibidas,  no iba a decírselo  porque nunca se trató de una batalla entre las dos, yo siempre lo supe, era suyo, ella ganó. 

—Sí, es verdad, es agradable saberlo. —afirmé, soltando una risa entre dientes. —Creo que no te distraigo más, debes estar ocupada. Adiós, Nina, me alegró  verte de nuevo.

—Igual para mí, Katherine, fue bueno dejar las cosas claras. Supongo que nunca hubiéramos hecho esto si él estuviese aquí aunque siempre quiso que lo intentara. Adiós y buen viaje.

Vi cómo se alejaba hacia su auto estacionando al otro lado de la calle, sus palabras aun reverberaban en mi cabeza como campanas tocando una y otra vez. A él lo único que le importó es que fueras feliz. Sonreí de oreja a oreja cuando me di cuenta que estaba acariciando el anillo de compromiso en mi mano izquierda, el anillo centelló ante mí, exhibiéndose con mucho orgullo.

—¿Ya se fue tu amiga, mamá?

Lily me sorprendió, abrazándome por la cintura, rompiendo el hilo de mis pensamientos.

—¡Oh! —reí por el pequeño susto que me dio, sonreí con ganas y la cargué, era liviana y pequeña —Sí, querida, acaba de irse.

—¿Volverá?

—Mm...no lo creo, vive muy lejos de aquí,  al otro lado del mundo para ser más exactos. 

—Eso lo explica todo —reímos al unísono, me acarició la cara y me quitó unos mechones de mi cara, podía pasarme horas completas apreciándola y no acabar de entender lo afortunada que era al tenerla, los momentos en lo que creí que la vida me la quitaría quedaron en el pasado, ahora nuestro futuro era estar juntas hasta el final. —Mamá, ¿Qué vas a querer para tú cumpleaños? ¿Acaso crees que lo he olvidado? Adelante, lo que quieras te lo daremos. 

Reí,  pero porque la pregunta me pareció una broma, ¿Qué podía querer teniéndola sana y salva en mis brazos? Verla despertar cada mañana, esperando sus abrazos y sus besos, esos eran  los mejores regalos de la vida.

—Nada, solo te quiero conmigo, sana como ahora, sin que te suceda nada, verte sonreír y que seas feliz cada día de tu vida por sobre todas las cosas, eso es lo que quiero.

Ella sonrió y mi corazón se detuvo cuando en sus facciones se vio un poco el reflejo de Damien, el parecido que tenía con su padre a veces causaba que sus gestos lograran aparecerlo de repente  por un par de  segundos.

—Bueno, si eso quieres...entonces no será necesario el regalo que te hice ni el que Luke y yo te tenemos.

—¿A sí? —pregunté, actuando intriga —¿Y qué es?

—Algo bonito que te hemos hecho con mucho amor.

Me encantaba que fuese algo hecho por ambos porque desde hace mucho dejó de importarme lo material, no me importaba nada de regalos costosos ni fiestas a lo grande, solo quería su amor y su esfuerzo reflejado en un dibujo, una tarjeta, lo que fuera.

—¿Hecho por ambos? Entonces tenemos algo a lo grande, me muero por verlo.

Entramos a la casa, ella se moría de ganas por decirme lo que tenían planeado para mí pero Luke en silencio le pedía que lo mantuviera en secreto. Quise seguir intentando persuadir a Lily pero el tiempo se nos acababa, debíamos estar listos con nuestras maletas, volvimos a enloquecer y subimos para terminar de hacerlo todo.

Mi vida empezó justo  aquí, ¿Cómo lo sabía? Porque nunca me había sentido tan feliz como ahora, tan completa y realizada, justo ahora le encontraba el sentido a mi vida  que desde hace años había querido encontrar, pasé por decepciones, miedos, tristezas y muertes pero pude hacerlo, al fin era feliz a pesar de estar guardando todos esos secretos que eran los que simbolizaban por siempre a mi pasado, los que conservaban el nombre de  Damien Westermann.

Nunca supe de lo que era capaz de hacer hasta que Damien  llegó, porque he de admitir que la vida me entregó la más grande de las batallas que fue haberlo conocido,  haber cruzado  y sobrevivido al infierno que trajo hasta a mí, personificando la maldad pura que disfrazó muy bien y por mucho tiempo  con su  encanto y que logró engañar a muchas, incluyendome a mí.

Al final cada quien elige si ser victima o  sobreviviente, yo elegí ser sobreviviente.








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