Capítulo 8. Reencuentro
A D V E R T E N C I A: Esta novela puede contener lenguaje fuerte, escenas violentas así como contenido sexual explicito.
No estoy a favor de este tipo de relaciones y tampoco las promuevo. Todo lo que se lee es simple ficción
Damien Westermann
—¿¡Estás hablando en serio!? —exclamó, Nina con los ojos dilatados con un porcentaje alto de coraje que recorría sus ojos asombrados. —¿Por qué no me dijiste nada?
Bufó, se llevó las manos a la cabeza, quería mantener su compostura pero delante de mí parecía que eso no le importaba. No se tomó muy bien la idea de darle a Katherine mi declaración por escrito, la dejó tan impactada que iba de un lado a otro de mi despacho, imposible de creerlo, ya me había comprometido a dárselo y no iba a descartarlo, era una promesa limpia, sin engaños.
La observé yendo de un lado a otro, frustrada, me echó una mirada llena de indignación, lo comprendí, estaba en todo su derecho de querer cortarme la cabeza por lo que había hecho pero no iba a hacer necesario que intentara cambiar de opinión porque nada iba a hacerlo.
—Realmente espero que estés consciente de lo que acabas de decirme, Damien, porque esto es muy serio —me explicó en tono calmado pero con mucha severidad —¿Por qué insistes en hacer esto? Si ella no quiere venir, no hay manera de que la traigas de vuelta.
Quería darme la vuelta y darle la espalda pero merecía saber la verdad, quería que estuviera enterada de lo que iba a seguir haciendo para recuperar a Katherine, si esto no funcionaba intentaría con más.
—Porque la necesito, ella tiene algo, aun no descubro que es pero lo tiene, me hizo cambiar, lo estoy entendiendo poco a poco, en cada recuerdo.
Nina creía que eran tonterías, lo sabía, no necesitaba decirlo pues su rostro que reflejaba confusión lo demostraba, no quería que ella lo entendiera solo que hiciera lo que le iba a pedir.
—Ya sabes que no voy a opinar respecto a eso —añadió, haciendo un ademan con las manos para representar su desinterés. —Esa es tu idea, no la mía, yo hablo de ti, de cuestiones jurídicas, lo personal queda a un lado, Damien. Estás dando tu condena en esa maldita declaración por escrito, ¿Sabes que tan difícil será poder bajar condena o solicitar libertad condicional?
Respondí, evasivo.
—Se que podrás, eres buena abogada, ¿O no es así?
Su expresión pasó de incredulidad a disgusto, se le formó una mueca en los labios y dándome la espalda, resopló muchas veces, maldijo en voz baja y cuando dio sus respiraciones para calmarse me dio la cara otra vez.
—¿Te estás burlando de mí? —me preguntó, pretendiendo ser amable cuando su rabia se asomaba totalmente. —Porque no estoy entendiendo esto, no se qué clase de persona crees que soy pero te recuerdo que soy tu abogada y que juntos debemos tomar las decisiones.
Sostuve su mirada violenta, sin miedo, ella creía que iba a sentirme mal pero no era así, justo ahora el contradecirla me gusta a un más que hacerle caso.
—Tomamos decisiones jurídicas juntos, no decisiones personales. —repliqué, en voz lenta para que fuera muy claro. Fue de esperarse que sus ojos quedaran congelados por la sorpresa, atrapados en mi mirada a causa del shock, después sus ojos quedaron sumidos en decepción.
—Esta decisión relaciona ambas cosas, debiste haberme consultado primero —admitió con voz débil.
Bajó la mirada directo a su celular que vibró dentro de su bolsillo, todavía podía verse una pizca de su mal humor cuando quiso tomar la llamada alejándose de mí, pensé que pudo haber sido una mala idea no habérselo comentado pero yo actuo por impulso y recuperara Katherine me hacía pasarme de la línea muchas veces.
Vi que se volvió hacia a mí para echarme un vistazo por encima de su hombro, supuse que debía estar hablando con su asistente y que le contaba mi gran estupidez pero su expresión se endureció, arqueó las cejas en ligera sorpresa y dio una sonrisa cínica.
—Sí, así es, todo lo que dijo es cierto —respondió con voz seca, indiferente, esperé varios minutos más para que volviera a hablar —De acuerdo, entonces en seguida va para allá, mandaré a mi asistente. Aquí lo esperamos.
Colgó, frunciendo los labios, se acercó unos pasos y se cruzó de brazos, fingiendo satisfacción con rostro desafiante.
—Creo que ya podrás estar feliz ahora, era el abogado de Katherine, habló para verificar lo que les dijiste y aceptó venir siempre y cuando les llevemos primero tu declaración por escrito. Fue la condición, solo así Katherine vendrá.
Me quedé inmóvil, la tan sola idea de imaginarla frente a mí hizo que un frío me recorriera la columna vertebral, una oleada de sentimientos iban juntándose en mi pecho tan rápido que no supe por dónde empezar, no sabía si debía estar feliz, asustado o impresionado, era como descontrolar todo mi sistema con tan solo escuchar su nombre.
No pude decir nada, mis manos cayeron flácidas a mi lado, tuve que sostenerme para no caerme respirando fuerte, ella estaría aquí, nos volveríamos a ver, finalmente. Nina con disimuló, empezó a maldecir entre dientes, volviéndose hacia la puerta para salir, me dejó solo en mi profundo trance, sumido en mis pensamientos, reconocí de inmediato el sentimiento tan grande de felicidad que iba envolviendo a mi corazón, por primera vez pude darme cuenta que esto era emoción pura, sin maldad.
Katherine Weber.
Tocaron la puerta, apreté más la mano de Nora, ambas estábamos sentadas juntas en el sofá, esperando a que llegara el asistente del abogado de Damien a traer la declaración por escrito, mis nervios estaban inestables, no podía mantenerme de pie, mi corazón palpitaba con tanta rudeza que la presión en mis arterias se disparaba hasta el límite, Nora me consolaba lo que podía pero nada resultaba, ¿Había hecho lo correcto? Era mal momento para arrepentirse, ya no podía dar vuelta atrás, tenía que dar la cara y seguir adelante.
Bruno fue a recibir a quien estuviera tocando, al abrir la puerta nos encontramos con un hombre, alto, delgado con un rostro bastante serio, indescifrable, estaba bien vestido, llevaba saco y corbata de seda en rojo chillante, demasiado para mi gusto. Nos echó un vistazo a mí y a Nora, luego regresó a Bruno que también se había quedado un poco sorprendido de la visita.
—Soy el asistente de la abogada de Damien Westermann, vengo a entregarles personalmente la declaración escrita y firmada. —levantó hacia nuestra vista un sobre manila, inhale tan fuerte que el aire quedó acumulado en mis pulmones cuando Bruno lo tomó y lo abrió.
Con la mandíbula apretada y conteniendo con poca eficacia los latidos desbocados de mi corazón, sacó el papel y lo leyó en silencio frente aquel hombre, fueron segundos tan enfermizos, delirantes, arrancándome la poca paz interior que tenía conmigo, apreté tan fuerte la mano de Nora justo cuando Bruno se giró hacia nosotras por un instante y luego hacia el hombre.
—Creo que todo está en orden —indicó Bruno, con tono desanimado, se esforzó el no lucir su desencanto respecto a que ya no se podía hacer nada para evitar el encuentro.
El asistente le dio la razón a Bruno con un asentimiento, ahora nosotros debíamos dar la siguiente parte del trato, el hombre dirigió la mirada hacia nosotras preguntándose cual de nosotros era a la que vendría a buscar, nos vigilaba con mucha atención, apenas pude tragar saliva.
—Cómo lo dice usted, todo está en orden y tengo entendido que la señorita Weber va a encontrarse con el señor Westermann.
—¿Se le dieron a conocer las condiciones por las cuales ella va a ir? —le preguntó con voz formal pero muy desafiante.
El hombre al principio parecía confundido pero asintió, no dejaba de mirarnos por lo que supuse que en efecto era a lo único que debió haber venido.
—Está bien, ellos ya cumplieron —intervine, mi voz sonó más alta de lo que esperaba pero lo relacione al silencio que se hizo en la habitación —Vayamos a cumplir nuestra parte.
Le pedí a Nora que me ayudará a levantarme, Bruno internamente estaba luchando para darme la contra, sí, tal vez fue una mala idea pero ya no se podía hacer nada, al menos teníamos más de lo que Damien iba a conseguir conmigo, yo al menos lo tenía muy hundido. El hombre se puso nervioso en cuanto iba acercándome, no pudo sostenerme muy fácilmente la mirada pero al final lo logro.
—Señorita Weber, tengo órdenes de llevarla personalmente hacia el punto de encuentro, estaré listo cuando lo desee.
—¿Sabe que ellos van conmigo? —señale a Nora y Bruno con una rápida mirada, eso le hizo saber que sin ellos no iba a irme a ninguna parte.
De nueva cuenta el hombre no parecía entender pero se despreocupó y solo aceptó que así había sido aunque no fuera así porque lo que él tenía que hacer era llevarme hasta allá costara lo que costara.
—Sí, no se preocupe, estoy enterado —una sonrisa forzada se cruzó en sus labios por unos segundos —¿Está lista?
Sentí la aguda punzada del pánico clavarse en mi pecho, busque refugio inmediato en Nora que me sonrió con tanta dulzura para animarme, ella estaría ahí, la traería conmigo y eso me reconfortó un poco, estaba con las dos personas que necesitaba justo ahora por lo que no habría nada que temer, estaría en muy buenas manos.
Decidí ir y no seguir dándole vueltas al asunto, subimos al auto que nos esperaba afuera del departamento de Nora, los tres subimos a la parte de atrás, yo iba en medio de Nora y Bruno, resguardada por ellos. En el camino fui preguntándome que era lo que iba a hacer justo cuando cruzara la puerta y volviéramos a vernos después de estos meses sobre todo que me viera embarazada, ¿Qué clase de reacción tendría? ¿Cómo íbamos a evitar los sentimientos del uno por el otro? No iba a poder controlarme, iba a querer matarlo ahí mismo, gritarle que se alejara de mí por siempre y si esta era oportunidad para hacerlo lo haría, mi vida se alimentaba del anhelo por el que mi bebé estuviera a salvo.
Bruno tenía aun el sobre en la mano, no lo había dejado, seguro era para recordarle las cosas a Damien si llegase a olvidarse de nuestro acuerdo porque seguro sucedería.
—¿Está realmente en orden? —me incline para susurrarle.
Asintió, mirando hacia el frente.
—Sí, todo está en orden, no te preocupes, no se trata de ningún engaño.
—No creo que su abogado sea capaz de hacerlo —comenté —Sería imprudente.
Me esforcé para parecer sincera porque con Damien nada estaba muy seguro, Bruno se apretó los labios, un poco reflexivo, me pregunté cual sería el problema, ¿Por qué dudar?
—¿Qué sucede? —pregunté un poco dudosa pero manteniéndome calmada.
—El abogado de Damien es quien tiene la buena reputación, Harold Schiffer ya no es su abogado, ahora lo es su hija —me informó en voz bajita —Lo supe hace unos días, no es que ella tenga mala reputación, de hecho ella es excelente lo cual debemos estar atentos y no bajar la guardia.
—¿Abogada? —dije, volviéndome hacia él con más constancia —¿Eso quiere decir...?
Al no completar la frase, hizo que Bruno se callara y me alentara a completar mi pregunta, entonces una mujer sería quien ahora lo defendería, quien iba a luchar contra nosotros para ganarnos el caso, ¿Qué eso no lo convertía en algo mucho peor?
—No son buenas noticias, puede que Damien la manipule, puede lograrlo, sabe cómo hacerlo, estoy segura de que ella pudo haberse negado a hacernos esta carta y ahora va a querer que ella logré sacarlo de esto a como dé lugar, la obligará.
—No te preocupes de eso, Katherine, la reputación de Nina es diferente, ella es la que tiene control en esto y no dejara que nadie se lo quite, ni siquiera Damien.
—¿Estás diciéndome que Damien no va a poder influenciarla? —pregunté con verdadera curiosidad, negué con la cabeza, era imposible —No hay nadie que sea capaz de evitarlo, estoy segura de eso.
Bruno se limitó a levantar ambas cejas, leyendo en su semblante que solo se había sorprendido muy poco acerca de lo que yo le dije de Damien, no podía creer que siguiera dándole más ventaja a la abogada, ¿Qué clase de mujer no iba a poder caer en el enorme poder que Damien irradiaba?
—¿Ya la conoces? O que puede hacerte creer que no será fácil de manipular.
Curvó una media sonrisa, esto empezaba a frustrarme, ¿Con que clase de persona íbamos a estar compartiendo la batalla?
—Sí, bueno, un poco —titubeo sin dejar de sonreir —Hace tiempo ella fue a una conferencia a América junto con su padre y aunque quise tratar de hablar con ella se notaba desde lejos que no era para nada fácil de conocer, vi como alejaba a los hombres con una sola mirada cargada de tanto desdén que te congelaba, no creo que nadie haya sido capaz de hablar con ella ese día ni mucho menos de conquistarla.
Mi reacción al instante fue darme una imagen detallada de cómo podría ser aquella mujer, tenía una fama que intrigaba demasiado y por supuesto también estaba interesada en saber porque una mujer de tan buena posición no aceptaba a ningún hombre, ¿Estaría deseando demasiado? Noté que la sonrisa de Bruno desaparecía por una inesperada decepción, podía intuir a que se debía.
—Debe ser guapa, tanto como para que muchos la acortejen y ella desprecie a la mayoría. —admití un poco distraída, mirando hacia otro lado pero sin poder desaparecer cierta preocupación en mi voz.
—A todos —concluyó con seguridad y después habló en voz más baja. —Ya la conocerás.
En definitivo ahora más que nunca me intrigaba conocerla, saber que clase de mujer estaba ayudando a Damien, saber si debía temer que nos ganara el caso porque su reputación lo decía todo. El viaje duró por aproximadamente unos cuarenta minutos más y no fue hasta que vi el sendero que conducía a su casa cuando de súbito me paralice, ahí estaba de nuevo, la sensación de arrepentimiento, el terror que estremecía a mi cuerpo, la ansiedad por huir de cada uno de los recuerdos que estallaron en mi mente y que no desaparecían solo lograron que de un momento a otro rompiera a llorar en silencio.
Nora, angustiada por mi reacción me acarició la espalda, dejó que me desahogara pero también me recordó que no estaría sola, que estaban aquí y que por ningún motivo Damien volvería a hacerme daño, eso se había acabado. Íbamos acercando cada vez más, mi pulso junto con mi respiración exaltada fue una mala combinación para prepararme cuando recién se estacionó el auto frente a la casa, no sentía que Nora me estuviera sosteniendo, ni tampoco Bruno, estaba tan mareada que todo parecía estar inclinándose hacia un lado al igual que lo hacía mi cuerpo, sacudí tantas veces la cabeza pero la pesadez era muy dolorosa que solo lo agudizaba.
—Katherine, se que puedes hacerlo —me alentó Nora, susurrándome en el oído, si no era que me apretaba fuerte el brazo yo pude haber caído desmayada a sus pies —Sí sientes miedo solo mirarme a mí, yo voy a estar a tu lado, ¿Bien?
Di un asentimiento breve, me aferré a su brazo y con Bruno también a mi lado caminamos hacia la entrada, por supuesto nada había cambiado, todo estaba igual a lo que mis recuerdos me mostraban, los recuerdos seguían atacándome y me frenaban a medio camino, sabía que debía avanzar, dar la cara y enfrentarlo con la cabeza en alto. Cerca de la entrada había un grupo de cuatro policías, sabían que yo iba de visita así que nos explicaron que adentro había más miembros que iban a poder resguardarnos, sabiendo esto sabía que adentro no solo seríamos nosotros, estábamos muy bien protegidos, nada tendría porque salir mal.
Nos abrieron la puerta y en cuanto vi el interior, otra vez volvió la sensación de mareo y de nausea, corrí al auxilio de Nora quien con una sonrisa angelical me ayudó a eliminar cualquier sugestión que pudiera estar deteniendo mi poca voluntad. Respiré hondo y seguimos a los otros seis miembros de la policía que nos recibieron e iban guiándonos hacia donde él nos esperaba. La casa lucía diferente, vacía, sin matiz, muy lúgubre, no se parecía a nada a lo que yo recordaba y eso estaba bien, tenía que decirme a mi misma que este no era el mismo lugar en donde viví el verdadero infierno, donde muchas encontraron sepultura y yo pude haber sido la siguiente, la energía de esta casa era tan negativa que mi espalda cargaba todo el malestar y la inquietud que los rincones desprendían, haciendo decaer mi ánimo en una depresión crítica.
A estos extremos estaba tan perturbada cuando llegamos a la primera recamara que era la sala de estar y ahí la gente era en más cantidad, vimos a más de cinco policías y dos hombres que conversaban entre ellos que conformaban un gran grupo de gente, cuando nos vieron llegar se dispersaron y dejaron ver a dos personas que estaban sentadas en el sofá, hablando muy sumidos en el tema de conversación, una de ellas era una mujer rubia que con sus ojos azules tan relucientes y enormes nos estudió a los tres, su semblante era apático, indiferente, su boca formó una ligera mueca que desapareció casi de inmediato, era guapa, su piel era tan blanca, perfecta y suave, duré unos segundos mirándola pues no había visto esa clase de belleza en ningún lado, era extravagante, singular.
Se levantó, acomodándose la falda y con los brazos cruzados no nos quitó los ojos de encima.
—Ya están aquí —le anunció sin dejar de mirarnos a quien estaba dándonos la espalda, con quien estaba conversando hace un momento en el sofá.
Dirigí mis ojos a la persona que también se levantó y se volvió para darnos la cara, era Damien, nuestras miradas se encontraron y cuando fue así su semblante se iluminó ante todos los presentes, un brillo elocuente surgió de sus ojos que se reflejaba impaciente sobre mí, su rostro se cubrió de una cálida ilusión, su asombro hizo caer su mandíbula, desencajando su expresión, no sabía como describir justo lo que atravesó a mi cuerpo cuando lo vi frente a frente, deleitándose al verme, respirando con agitación, estando tan quieto pero sin mostrar alguna amenaza, su cuerpo, su aura, emitía una vibración diferente, no sabía cómo adoptarlo, todo era nuevo y eso en parte me inquietaba, era increíble que pudiéramos mantenernos con la vista fija en nuestros rostros sin decir nada, contuve la respiración durante unos segundos, mi vista iba nublándose y supe porque, no pude resistir y desvíe mi rostro del suyo, protegiéndome en Nora como había dicho que lo hiciera.
Nora me cubrió, alejándome de la visibilidad de Damien pero era tarde, cuando le eche un vistazo a su cara seguía estudiándome con esa radiante luz en sus pupilas que luego se transportó hacia mi gran vientre y sus facciones se alteraron ligeramente, luciendo asustado. Bruno carraspeó para romper la tensión en la habitación, soportando toda la atención de la gente
—Ya estamos aquí, tal y como lo pidieron, así que ya se cumplió el trato.
Nina que seguía con los brazos cruzados habló con frialdad.
—Lo sé, para mí todo ha quedado cumplido pero supongo que eso no fue en lo que quedamos —giró su cabeza hacia Damien que no me dejaba ni un momento y a ella le desagradó que no la mirara cuando le habló —No se que más quieres pero aquí ya se ha cumplido con lo que pediste, ella ya esta aquí, es todo.
Tardó en regresarle la mirada, aproveche la oportunidad para irme tras de Nora, hablaron en voz muy baja, parecía que discutían pero no presté atención porque quise mantenerme ajena a su problema
—Supongo que no es todo —indicó, su rostro estaba enrojecido por el coraje —Quiere hablar con ella, ese fue el trato.
Todos en la habitación depositaron sus ojos sobre mí y por supuesto que eso no ayudó a la poca fuerza de voluntad que tenía conmigo, la cabeza seguía dándome vueltas lo que hizo que mi mente no estuviera muy clara, esta decisión no podía tomarla sola, imploraría por la ayuda de Nora y Bruno más que nunca.
—Todo depende de ella pues tiene la decisión de hacerlo o no —aclaró Bruno en tono tajante.
Percibí la mirada rápida de Damien al escuchar eso, las entrañas se me retorcieron al intentar no gritar, histérica volví a aferrarme al brazo de Nora, suplicando su ayuda, no iba a poder hacerlo sola, no estaba lista, jamás iba a estarlo, ¿Por qué la vida me obligaba a cruzar esta prueba? ¿Para que hacerme más daño? ¿Qué no era suficiente? ¿Cuánto más necesitaba sufrir para descansar en paz?
Tal vez conocía el porqué, la vida me daba la oportunidad de demostrarle a Damien que ya no era la misma Katherine que no podría huir del problema, no me escondería más, no conservaría más miedo, no le daría el poder de controlarme porque de eso se trataba, quitarle el poder sobre mí de una buena vez, dejarle en claro que esta nueva yo no sería suya jamás y que al fin pondría el punto final a la historia.
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Espero que les haya gustado el capítulo, finalmente Katherine y Damien se encontraron, seguro ustedes pensaron que jamás pasaría pues...de aqui en adelante el encuentro será lo que esté complicando cosas más adelante, akskajslajdjaldjajdlajfjahd es que estoy tan emocionada ¡¡Ya quiero contarle las ideas que tengo!! Pero todo a su paso, son más sorpresitas.
Las adoro, las amo, son las mejores lectoras del mundo y del universo, por cierto, ¿Que les parecieron las fotos de Damien cuando era niño? Las que deje en los capítulos anteriores en multimedia, ya ni les pregunté jajaja ¿Se veía malvado desde entonces? Yo digo que sí.
Nos leemos guapas, besos enormes.
PD: Iara, aquí la dedicación que tanto te prometí, linda, espero te guste a montón, gracias por tu apoyo tan hermoso, de verdad, lo aprecio tanto y de corazón no se como agradecerlo. Gracias!!!!!
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