Capítulo 5. Venganza
A D V E R T E N C I A: Esta novela puede contener lenguaje fuerte, escenas violentas así como contenido sexual explicito.
No estoy a favor de este tipo de relaciones y tampoco las promuevo. Todo lo que se lee es simple ficción
Katherine Weber.
Me levanté muy de madrugada, esperando que la pesadilla que había tenido justo en ese momento pudiera desaparecer, estaba aterrada, había soñado con todo lo que sucedió en aquella casa, en lo que todavía estaba atascado en mi mente, todavía me atormentaba, inclusive podía percibirlo como si aún permanecería ahí encerrada, en aquella habitación húmeda, sucia y maloliente, muriéndome a cada segundo que se desprendía de mí cuerpo.
Pensé que las pesadillas no volverían, llevaba casi tres semanas desde que apareció la última y tuve la esperanza de que se hubieran terminado, lo que no sucedió, al parecer hacían acto de presencia justo cuando faltaban días para regresar a Grecia, debí haberme sugestionado, llevaba casi dos días pensándolo, rondaba en mi cabeza en un malestar que me ponía de mal humor, no podía contener mi angustia y enojo al saber que tendría que volver.
Sobre todo por volver a verlo, no quería saber nada de él, no quería relacionarme más en su vida porque ya no pertenecía a ella, ya no había nada que nos uniera, finalmente éramos dos completos desconocidos, él sin recordarme y yo pretendiendo hacer lo mismo. A pesar de todo daría todo de mí para enfrentar este reto, vencerlo, acabarlo y hundir a Damien Westermann al más profundo y oscuro abismo que me hiciera olvidarlo para siempre.
Damien Westermann
No tenía mucho que empacar, la mayoría de mis pertenecías las había perdido o vendido para poder pagar la cuota de mis abogados, por la razón más obvia, las ventas en la empresa estaban cayendo un 10%, eso fue al principio, después se volvió catastrófico, llegaron a bajar un 40%, era demasiado y lo peor es que los asesores no podían hacer mucho, como tampoco mis administradores, querían dar las mejores noticias pero nadie se las iba a creer por más astutas que fueran. Lo único bueno de todo esto era que podía volver a casa, después de los largos meses de investigación y tenerla resguardada al fin me dejaron volver aunque gran parte no se iba a poder habitar porque estaba bajo restricciones judiciales, solo iba a poder utilizar parte del piso de abajo y eso era todo.
Al llegar lo primero que noté es que habían cubierto los pocos muebles con sábanas largas en color blanco, no había nada de lo que yo dejé cuando me fui como cuadros en las paredes, electrodomésticos y antigüedades sobre la repisa en la chimenea, solo habían dejado intactos la mayoría de los libreros, la habían dejado "limpia", se llevaron todo para investigaciones.
—¿Cuánto se han llevado? —le pregunté a Paul, el asistente de mi abogado, siempre iba detrás de mí esperando mis órdenes.
—La mayoría de los muebles y cuadros, señor Westermann.
—¿Van a regresarlos?
Tardó en responder, me volví para ver porque no decía nada y se apretó los labios muy apenado.
—No, señor, me temo que así es cómo se va a quedar todo, intentamos regresar algunas cosas a su poder pero es imposible, ellos lo tienen marcado como evidencia.
Torcí el gesto, era más fácil decir que deseaban quitármelo todo para poder usarlos o sacar provecho de eso.
—¿Evidencia? No creí que necesitarían vaciar mi casa para conseguir sus evidencias si el suceso pasó en el piso de arriba.
Paul no mencionó nada y agradecía que no lo hiciera, no quería escuchar sus comentarios estúpidos o fuera de lugar para querer animarme, a veces lo mejor era no decir nada, era de mucho más respeto. Avancé con él tal y como mi sombra hasta mi despacho donde al menos habían dejado el escritorio y la silla, no había mucha diferencia así que me aferré a este lugar de casa porque era tal como lo recordaba.
—¿A que hora se dispondrá a venir Harold? —le pregunté, tomando asiento en mi silla habitual, delante del escritorio. Teníamos muchos pendientes, en cuatro días sería mi juicio y yo necesitaba las recomendaciones de mi abogado.
Paul carraspeo, aflojándose el nudo de la corbata que lo tenía sudando, estaba nervioso y supe que algo no iba bien.
—Señor, Westermann tengo que decirle que el señor Schiffer estaba muy enfermo y no podrá ser él quien pueda ser su abogado de pila en el juicio —la voz comenzó a temblarle demasiado que era difícil entender sus palabras —Pero...me pidió que no se preocupara...
—¡¿Qué?! —exclamé con un gesto de incredulidad enorme, mis ojos puestos sobre él lo habían hecho sudar mucho que tenía que pasarse la mano por la frente, empapando la tela de su camisa —¡¿Harold no será mi abogado! No lo entiendo, ¿Por qué no me dijo nada? No le he fallado en ningún pago, maldita sea no me digas que...
—Señor —intentó interrumpirme con un tono de voz suave que ni siquiera se oía.
—¡Le di puntualmente su dinero! —grité, dando un puñetazo sobre el escritorio, cubriendo el aire con partículas de madera que salieron flotando debajo de mis nudillos.
Paul se estremeció, cerró los ojos esperando que el eco de mi golpe se desvaneciera para poder hablar, quiso hablar lo más claro posible, dándose tiempo de recuperar calma.
—Señor Westermann, él no le dijo nada porque no había necesidad de hacerlo —volvió a tartamudear cuando mis ojos inquisitivos lo atacaban para darme una considerada aclaración —Él ya tiene a su remplazo.
Fruncí el ceño, esto debía ser una jodida broma de mal gusto que me iba a cobrar.
—¿Qué? ¿De quien estás hablando? ¿Qué clase de abogado es Harold como para no avisarme que él mismo se iba a remplazar por un completo incompetente? ¿Quiere que me condenen? Que inoportuno, por dios.
Paul me miró cautelosamente, apretándose los labios, manteniendo esa manía suya por mover los pies cuando estaba nervioso.
—No señor, él no iba a dejarlo sin un excelente abogado, por ello mismo decidió pedirle a su hija que lo remplazara, ella ya conoce el caso, su padre le dio todo lo que necesita y la puso al tanto, no va a decepcionarlo, es una gran abogada.
Quise reírme de veras, Harold quería joderme, sí, debí suponerlo desde un principio, que estúpida idea. Me llevé la mano a la boca para detener mi risa, que situación tan más increíble, estaba perdido, que más daba.
—¿Su hija? —pregunté entre risas nerviosas, no pude hacer nada más que encontrarle diversión a esta miseria —¿Su hija va a defenderme de dos cargos mayores? Debe ser una jodida broma, ¿Estas bromeando, verdad? Nadie en su puta vida la debe conocer.
Paul carraspeo levemente y me observó con un poco de resentimiento al acusar a la chica, mujer, lo que fuese quien me iba a representar con tanta prepotencia.
—Es Nina Schiffer, está en la lista de los mejores abogados en el país.
—¿En qué lugar?
—Decimo.
Solté un resoplido.
—Su padre esta en el tercero. —añadí, siguiendo con mi arrogancia —Eso no demuestra mucho, así que eso solo me dice que Harold quiere hundirme, me voy a ir al carajo con esa mujer, además, no he escuchado de ella en absoluto eso prueba su poco prestigio.
Estaba a punto de contradecirme cuando se quedó con la boca abierta cuando uno de los policías abrió la puerta del despacho, no esperaba que fueran educados y pudieran tocar la puerta, me acostumbre al mal trato que todos me daban.
—Llegó su abogada —nos informó con voz hostil, poco amigable.
—Hágala pasar —respondió Paul.
Esperamos en silencio por cuatro minutos hasta que escuchamos el eco de la fina punta del tacón sobre el piso de mármol, iban acercándose cada vez más hasta que cesaron justo en la puerta y apareció una mujer con el cabello rubio, parecido al oro, cayéndole sobre los hombros con elegancia gracias a lo ondulado de sus puntas, brillaban ante la poca luz de mi despacho, sus ojos eran grandes, desde lejos se podía ver el radiante azul de sus pupilas, pómulos grandes retocados con un rubor carmesí aterciopelado, sus gruesos labios se desplegaron hacia arriba en una sonrisa complacida cuando se dio cuenta de que la contemplábamos sin decir nada.
Miré a Paul que tenía de nuevo el rostro lleno de sudor pero esta vez no era yo el causante, se aclaró la garganta y cruzó todo el despacho para recibirla.
—Señorita, Schiffer, Bienvenida, la estábamos esperando —le tomó la mano y la guió hacia donde yo estaba.
Ella no me quitaba los ojos de encima, creí que iba a avergonzarse por haber llegado tarde pero no fue así, parecía fascinada, un brillo se agitó en sus ojos cuando iba acercándose más hacia donde estaba, su sonrisa se iba torciendo en una sonrisita traviesa.
—Señor, Westermann, soy Nina Schiffer, su nueva abogada, lamento si hubo un malentendido —alzó su mano para tomarla la mía.
El color de sus ojos pareció intensificarse más cuando nos miramos por largos segundos, al final le di la mano en un apretón corto y volví a meterla en el bolsillo de mi pantalón.
—El cambio no fue de mi agrado —aclaré con un tono de voz más alto de lo habitual para dar a conocer mi desacuerdo —No pensé que Harold fuera tan poco profesional, un cambio de última hora no era lo mejor.
—Estoy de acuerdo pero fue de último momento, mi padre esta muy delicado de salud y era una verdadera emergencia, él no hubiera hecho esto si no fuera muy en serio.
Recordé el extraño comportamiento de Harold las últimas semanas, el sudor excesivo, su palidez, la tos, en fin, de todas formas debió haberme consultado un posible remplazo porque ni siquiera me dio a escoger.
—Pero no se preocupe, señor Westermann, estoy aquí —dijo, irrumpiendo mis pensamientos, su voz era tan suave que aunque intentara levantar el volumen para tomar más seriedad no era de mucha ayuda. —Estoy consciente de cada aspecto del caso porque estuve días completos estudiándolo para estar al margen, no hay ningún detalle que haya pasado por alto.
Le di una sonrisa cínica, no sabía a lo que se metía.
—Eso espero, señorita Schiffer porque este caso seguro arruinó la salud de su padre ya que es desgastante, pocos pueden soportar el gran trabajo de reducir la condena cuando existen pruebas.
Me regresó la sonrisa con un poco menos de intensidad, más bien lucía más orgullosa que otra cosa.
—No del todo, no hay pruebas contra el caso de los asesinatos —me recordó con mucha satisfacción —Estoy al tanto como le dije de todo los detalles y también de cuantas pruebas existen en contra y a favor de usted.
Astuta, debía admitirlo, no se veía como una don nadie o una estúpida inexperta, al parecer si había heredado mucho de su padre, a fin de cuentas tenía un buen maestro de donde tomar enseñanzas.
Por primera vez le sonreí sin mala intención pero solo por un segundo.
—¿Cada detalle, señorita Schiffer? —pregunté con los ojos entrecerrados, era mucho material para aprenderlo en una semana.
—Nina —me corrigió a toda prisa, conteniéndose una sonrisa.
—Nina —repetí con ambas cejas levantadas, sorprendiéndome de la gran confianza que tenía para que le llamara por su primer nombre. —Entonces, ¿Sí se ha aprendido todo?
Sus ojos fueron tan profundos esta vez que me estudió el semblante, supo que una sensación extraña me recorría el cuerpo al decir su nombre.
—Sí, señor, Westerm...
—Damien —la interrumpí en tono solemne y aun así la atrajo como si lo hubiera dicho con amabilidad. —Tu padre me llamaba señor Westermann pero ya que nos vemos de la misma edad, que más da.
No había sido atrevido que le recomendara decirme por mi nombre porque los formalismos no iban a servir de nada si íbamos a compartir un largo recorrido en este camino tan complicado en muchos de los juzgados que nos esperaban.
Bajó la mirada hacia Paul y en seguida le ordeno que trajera todo el material que tenía del caso, en menos de cuatro segundos nos encontrábamos solos, sus ojos estaban en mí a pesar de que no la miraba, me senté de nuevo en mi silla y pretendí que revisaba papeles, ella tomó asiento y cuando Paul llegó su humor cambió.
—Es hora de ponernos a trabajar, no tenemos mucho tiempo.
No quería mirarla pero tenía la obligación de hacerlo, no había salida, no me gustaba esa mirada tan intensa que me daba cuando se encontraban nuestros ojos y lo peor es que no podía apartarme tan rápido como quería, sin saber porque.
Katherine Weber.
El avión había aterrizado a las 11 de la mañana, esperaba que Bruno y Nora estuvieran ya esperándome, no podía esperar a verlos, había pasado solo seis meses y yo los sentía como si fueran años completos. Fue fácil bajar mi maleta ya que solo traía lo necesario para quedarme unas dos semanas, de verdad pensaba que no podría quedarme más tiempo porque el juicio se haría en unos días y después de eso yo ya no necesitaba volver.
Después de que los policías de migración revisaran mis papeles pude cruzar las puertas para poder encontrarme con ellos en el recibidor, mi corazón brincaba enloquecido cuando vi a Nora con una sonrisa ancha, tan grande que casi le desaparecían los ojos, agitaba la mano saludándome y a Bruno igual con una sonrisa más formal. Suerte que mi maleta tenía ruedas porque corrí hacia ella y la abrace, teniendo cuidado de no chocara con mi barriga.
—¡Nora! —me abalancé sobre ella y la cubrí con mis brazos.
Ella me regresó el abrazo y duramos así por casi dos minutos, lloré sobre su hombro y rápido me quite las lágrimas, ella soltaba risitas y me dio la bienvenida con un beso en la mejilla.
—Bienvenida, Katherine, ¿Cómo estuvo el vuelo?
—Estuvo bien —respondí entre sollozos y con el esfuerzo de que mi sonrisa no se desfigurara —Te he extrañado demasiado.
Sus ojos brillaron y rió de forma afectuosa.
—Yo también, demasiado —después le echo un vistazo a mi barriga y se le formó una gran "O" porque sabia que no se esperaba que fuera muy grande —Mira esto, que grande barriga y solo llevas seis meses, no puedo creerlo. ¡Es enorme!.
La acarició, estaba fascinada que no podía dejar de tocarla una y otra vez.
—No puedo esperar para ver saber si es niño o niña, debe ser muy hermoso todo esto que estás pasando, es una etapa muy hermosa.
Un aire cálido invadió todo mi pecho al recordar los momentos más encantadores de esta faceta, las patadas del bebé, sus movimientos, me hacía sentir afortunada y que no podía tener algo tan preciado y valioso que él, nada se podía comparar con esto.
—Es la mejor de mi vida, ojala que nunca se terminara —admití con suavidad, suspirando tan maravillada. Recordé que Bruno estaba a un lado de nosotras y lo salude antes de que fuera ya tarde —Bruno, ¿Cómo estás? Me da un gusto también volver a verte.
Nos saludamos de mano, una sonrisa amigable se cruzó por sus labios y asintió.
—Igualmente, Katherine, nos alegra tenerte aquí.
Su presencia me ponía nerviosa y no por hecho de que me intimidara o me causara miedo, era por lo que representaba, siempre que lo veía tenía que ser por los problemas legales que envolvían por supuesto a Damien y a mí, era un hábito que no me podía quitar.
Trague saliva cuando su mirada tan silenciosa lo decía todo.
—¿Ya esta todo listo?
Asintió, sabía lo que quería decir.
—Sí, no te preocupes por nada, solo serás testigo, lo única que harás es decir todo lo que paso.
—De todas formas él estará ahí —murmuré con mi pecho estrujándose hasta cerrar todo acceso de aire a mi pulmones, comprenderlo me causaba una crisis instantáneamente.
—No tendrás que tener comunicación con él, eso no es posible, de hecho no lo tiene permitido —rectificó —No se puede tener conversación con los testigos así que no te preocupes, estás segura.
Esperaba que así fuera y que acabara lo más pronto posible porque lo peor de todo es que nos encontraríamos aunque no lo quisiera, me vería embarazada y las cosas me haría sentir muy mal porque era lo que menos quería, su obsesión se haría más grande y enfermiza. Justo ahora lo único que deseaba era cuidar de este bebé y que nadie lo hiriera, no merecía nada de esto ni tampoco saber nada de Damien.
—Bien, ya estoy aquí —acepté en un suspiro cansado porque la obligación de estar aquí no me dejaba descansar en paz —Hagamos que mi presencia valga la pena.
Avanzamos hacia la salida, yo apenas podía enfrentar la verdad, saliendo del aeropuerto volveríamos a vernos las caras, sería mi palabra contra la suya, una lucha constante para hacerle pagar todo lo que me hizo, ahora me tocaba cobrar las cuentas pendientes y esta vez no se saldría con la suya, no iba a huir ni aunque lo intentara.
Esta era mi venganza y pronto se la haría llegar.
¡Chicas! ¿Que opinan de este nuevo personaje? ¿Creen que interfiera en las cosas que siente Damien por Katherine? Esto se va a descontrooolar :O
El siguiente capítulo les va a gustar mucho, estoy preparando capítulos para ir subiendo con más frecuencia, yo se que quieren capítulos diarios jajaj yo también porque me encanta leerlas todo el tiempo <3
PD: No puedo etiquetar o más bien dedicar el capítulo a las chicas que faltan porque no me deja :( creo que es porque no me siguen, así que supongo que necesitan darme follow y así poder etiquetarlas
¡¡¡Mil gracias por las 1k leídas!!! LAS AMO MUCHO. GRACIAS, GRACIAS GRACIAS
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top