Capítulo 47. Vínculo

Katherine Weber

Entré a la habitación corriendo, Lilian estaba recostada pero estaba consciente, charlaba con Nora que estaba a un lado suyo, cuando me oyeron entrar las dos se alegraron de verme llegar, sobre todo Lilian que incluso llego a levantarse para abrir sus brazos hacia a mí, la abracé tan fuerte por la emoción inmensa de tenerla conmigo otra vez, verla sonreír era la recompensa a todo lo que habíamos sacrificado, las dos noches en vela y el trabajo para conseguir la donación que ocupaba.

—Mi niña, no puedo creerlo —le acaricie la cabeza y la espalda, mis brazos se cerraban más fuerte alrededor de su cuerpo. Me acerqué a su rostro para ver si en verdad ella estaba bien y así era, el tono saludable de su piel estaba volviendo y en sus ojos no había más que ternura y esa alegría de antes. —Estás despierta, en verdad no puedo creerlo. ¿Cómo te sientes?

La examine los rasgos de la cara, quería asegurarme que en verdad estaba recuperándose, no quería que me quedara ninguna duda. Vi que de la intravenosa que tenía en la mano izquierda estaba el tubo que le administraba la sangre, la pequeña bolsita estaba colgada cerca del suero.

—Me siento bien, mamá, me alegré mucho de ver a la tía Nora, le pregunté porque estaba en el hospital y me platicó todo. ¿En serio me desmayé? No me acuerdo de eso.

—Así fue, querida —seguí acariciándole el rostro —Te desmayaste en la casa de Ashley, necesitaste de una cirugía pero perdiste mucha sangre, tuvimos que conseguir bastante para que pudieras estar bien.

—¿Y se tardaron mucho en conseguirla?

Me voltee para ver a Nora, ella y yo reímos, no pudimos contenernos por las bromas de Lilian.

—Solo dos días, mi vida, pero pareció una eternidad.

—¿Estuve dormida dos días? No me pareció tanto tiempo.

—Lo fue para nosotras, querida, estuvimos muy preocupadas por ti, necesitábamos la sangre para que pudiera recuperarte —mi tono se fue apagando ante el recuerdo de lo que habíamos sufrido, ese tormento y la presión de conseguir la sangre todavía estaba presente. —Si no la conseguíamos ibas a ponerte peor y nosotras no queríamos eso, hicimos lo posible para conseguirla.

Lilian nos miró una la vez con un aspecto de ligera duda.

—¿Y a quien se la pidieron?

En automático miré a Nora quien suspiró en derrota, no íbamos a poder ocultárselo a Lilian y tampoco iba a mentirle, la vida nos estaba entregando una segunda oportunidad y debía aprovecharse pero ahora el problema era ¿Cómo decírselo? ¿Cómo explicarle que su padre estaba afuera de la habitación?

—Pues, verás hija...—empecé a titubear, agarré sus manos y jugué con ellas, eso me dio tiempo para pensar —La persona que donó está afuera, ¿Quieres ver quién es?

—¡Sí, mamá! ¡Dile que entre! —sonrió con felicidad, apresurándome a traerlo dándome palmaditas en las manos. —¿Lo conocemos?

Le devolví la sonrisa pero mientras sonreía fui pensando en cómo podría introducir a Damien y que las cosas no se salieran de control, conocía a mi hija pero su posible reacción era una incógnita.

—Tal vez —mi sonrisa cambió, decayó un poco porque la mentira lo provocó.

Cuando me dispuse a ir por Damien le pedí a Nora que la entretuviera porque no quería que tuviera un contacto inmediato con él. Salí de la habitación buscándolo y lo encontré recargado sobre la pared, viendo hacia el suelo, sintió mi presencia y se volvió hacia a mí.

Cuando me acerque el nerviosismo fue recorriendo su rostro y su cuerpo, fue comportándondose de una forma inquieta, se metió las manos a los bolsillos delanteros de su pantalón porque comenzaría a ser muy evidente que estaba muriéndose de pura ansiedad.

—Quiere verte, no le he dicho quien eres, seguro lo sabrá —le eche un vistazo de pies a cabeza, estaba muy quieto, seguramente estaba manteniendo a raya su ansiedad.

Asintió y me di la vuelta para que me siguiera, él estuvo a unos tres pasos detrás de mí, me agradó la idea que de no estuviera tan cerca de mí. Vi por la ventana el interior de la habitación, Nora y Lilian estaban distraídas jugando a colorear en lo que la enfermera le cambiaba el suero. Hice un ademán con la mano para que se pusiera detrás de mí.

Hicimos espacio para que la enfermera saliera y entré yo primero, él se quedo todavía lejos de la puerta.

—Lily, hija —busque su atención, quedándome parada en medio de la habitación. Ella riéndose levantó la vista y esperó a que hablara —Alguien te quiere conocer.

Las risas de ambas callaron cuando le di el pase a Damien, me convertí en piedra cuando él entró, pues el ambiente de la habitación se solidificó, instantáneamente se sintió extraña y turbia, fue evidente que la presencia de Damien rompió la tranquilidad de hace un momento, dejándola en pedazos.

Contemple a Lilian que estaba inmóvil, no parpadeó, sus facciones estaban inciertas, no supe cómo interpretarlas, estaba en shock pero todavía quedaba en duda si estaba asustada o no. Los ojos de ambos estaban en contacto, lucían tan ajenos a nosotras, su conexión se fue haciendo tan fuerte, tan íntima, parecía que Nora y yo sobrábamos ahí.

Lilian inhaló aire, liberando a su cuerpo de la inmovilidad, se relajó cuando fue sonriendo de poco a poco, sus ojos relumbraron con mucha curiosidad cuando se dispuso a hablar.

—¿Papá? —frunció el entrecejo con escepticismo, su sonrisa fue mostrando incredulidad. Lo reconoció como era de esperarse —¿Eres tú?

Una leve sonrisa iluminó su rostro, se podía ver que su felicidad estaba contenida, estaba tan nervioso que ni siquiera podía comportarse con racionalidad, no supo que hacer, quiso acercarse pero algo lo frenaba, era muy pronto para hacerlo. Él la contempló muy encandilado, maravillado, vimos como desde su interior despertó un sentimiento de pura emoción cuando Lilian fue sonriendo de poco a poco, dándole la confianza que quería para avanzar.

—Hola, Lilian. —susurró, aun con esa impresión que lo dominaba por completo.

—¿Fuiste tú? ¿Tú donaste sangre para mí? —le preguntó, sonriente.

Damien estaba tan sugestionando por la felicidad de estar viendo a su hija que se concentró tanto en ella que ignoraba que le estaba hablando, más tarde se dio cuenta y parpadeó con prisa.

—Sí...fui yo —respondió con lentitud. —Yo doné para ti.

Me fui alejando para irme de su espacio porque en verdad me sentía una intrusa, me pegué a la pared para ver cuáles eran sus siguientes reacciones. Todavía estaban lo suficiente lejos uno del otro y eso los estaba poniendo más nerviosos.

—¿Te dolió mucho? —inquirió Lilian con un gesto de incomodidad.

Me apreté los labios para no sonreír pero Nora lo hizo por las dos, Damien no se puso resistir y sonrió de poco a poco.

—No, en realidad no sentí dolor, fue muy rápido. Traté de no pensar en que iba a dolerme.

—¿Acaso viniste desde Europa solo para donarme sangre?

—No, en realidad vine a verte a ti —le explicó con voz tenue —Quería conocerte porque solo te conozco por fotografías.

—Yo también te conozco solo por fotografías —coincidió y después añadió —Mamá me habló de ti, me dijo las cosas que le hiciste y que vivías muy lejos, que estabas muy enfermo, ella te tenía mucho miedo.

—Eso quiere decir que... ¿Te causo miedo también? —le preguntó, formándose un hueco en su garganta que provocó que su voz se quebraba un poco.

Lilian aguardó un minuto.

—No —aseguró con calma —No te tengo miedo, mamá dijo que estabas en un lugar donde prometían curarte, ¿Ya estás curado? ¿Por eso ya pudiste salir?

Pensó brevemente al responder pareció muy complacido.

—Sí, al parecer ya estoy mucho mejor que antes. —no pudo evitar sonreír — ¿Y tú?

Ella le regresó la sonrisa, tuve todo el tiempo del mundo para inmortalizar este momento, observándolos a los dos, apretando mi mano contra mi pecho.

—Estoy mejor, mucho mejor.

—Me da mucho gusto escucharlo, en verdad que sí.

—Gracias por haber donado sangre para mí y por ayudar a mi mamá, ella estaba muy preocupada por mí.

Esto era increíble, no creí que estuviera sucediendo, no supe como reaccionar ni tampoco Damien, yo sabía lo bondadosa que era Lilian, tenia un corazón tan grande, puro y sin maldad que era de esperarse que ella fuera así con todos, incluso con Damien.

Los tres tan asombrados del comportamiento de Lilian no pudimos reaccionar y Damien era el más afectado, buscó ayuda en nosotras que muy apenas supimos que hacer.

—No agradezcas, en verdad quería ayudar, quería que pudieras estar mejor porque sabía que tu madre no la estaba pasando bien pero me da gusto que haya podido servir mi ayuda.

—¿Vas a quedarte o piensas regresar a tu casa?

—Am...no lo sé —meditó —¿Quieres que me quedé?

—Sí, me gustaría, ¿A ti?

Sonrió, apretándose los labios.

—Sí, claro que sí.

—Entonces, quédate un rato, podemos colorear. ¿Te gusta colorear?

Damien fue acercándose con cautela hacia Lilian, ella lo ofreció la silla donde Nora estaba sentada, ella no dejó de parlotear cuando se acercó a su cama para ver los colores que le estaba enseñando Lilian, le ofreció un cuaderno y crayolas. Damien estaba callado solo observando las caras de Lilian y sus movimientos fugaces, le prestaba atención más a ella que a sus palabras.

—Este es mi color favorito, es el turquesa, pinta muy bonito, se parece al color del mar, también tengo crayolas y borradores con aroma a frutas, fue un regalo del tío Robert cuando cumplí nueve, los he guardado porque me gustan sus formas —fue mostrándole más cosas sin dejar de hablar y Damien de vez en cuando se contenía las sonrisas —Podemos empezar a colorear otra cosa, tengo hojas limpias, también podemos dibujar.

—¿Qué tal si te hago un dibujo y tú lo coloreas? —le sugirió.

—¿Sabes dibujar? —le preguntó, perpleja —¿Qué tan bien sabes dibujar?

—Soy muy bueno, puedo dibujarte lo que quieras.

—¿Un castillo? Muy grande con muchas flores alrededor.

Damien comenzó a dibujar, Lilian estudió cada trazo que él hacia sobre el papel y al igual que Nora espié por detrás de él para ver que tan bien lo estaba haciendo, terminó en cinco minutos y le entregó a Lilian la hoja con un muy buen dibujo, los detalles eran excelentes, no conocía este talento suyo.

—¡Wow! —exclamó boquiabierta, con los ojos dilatados —¡Que bonito dibujo! ¿Dónde aprendiste a dibujar así?

—Me gustaba mucho dibujar cuando era niño, puedes ser muy buena si prácticas, eso era lo que yo hacía.

—¿Puedes enseñarme?

Damien al sonreír dejó entrever su brillante dentadura cuando Lilian fue entregándole más material de dibujo, agrupó el material más cerca de él y asintió.

—Claro, debes ser paciente así que no te desesperes. Empecemos con lo más básico, hagamos muchos círculos así calentaremos la mano y serán más agiles los trazos.

Nora se les acercó desde el otro extremo de la cama mientras que yo me quede detrás de Damien, viendo como era que le enseñaba a Lilian los trucos de dibujo, más tarde me fui hacia el otro extremo junto con Nora y desde ahí las dos vimos lo concentrados que estaban, Damien no estaba del todo cerca de Lilian, estaba tomando su distancia, no estaba preparado para poder tener un contacto muy directo con ella, sabía que costaría tiempo para que los dos fueran más unidos, este enlace apenas empezaba a nacer.

Aunque Lilian era más accesible, ella no se negaba a Damien, no lo rechazó y él lo notó, por eso aprovechó el tiempo para quedarse porque confiaba en que podría ganarse un poco de su confianza y acostumbrarse a poder tener un contacto y vínculo con ella.

No sería demasiado para que los dos se dieran cuenta que la conexión ya estaba hecha, me di cuenta de eso cuando recién se encontraron, como madre yo sabía de las conexiones que Lilian hacía con las personas y la que hizo con Damien fue inesperada e intensa, una sorpresa para mí y seguro para él también.

Tenía que ser sincera, tuve miedo porque no sabía que esperar cuando ellos se conocieran, mis expectativas estaban en lo bajo, me aterré por Lilian pero fue ella quien pudo manejarlo sin problemas, me pareció una locura que de repente Damien y yo pudiéramos interactuar en la habitación del hospital como si nada hubiera sucedido, como si el pasado no existiera. 

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