Capítulo 42. Real

Damien Westermann.

Me puse a lado de Nina para ver de quien se trataba y entonces nos encontramos a Nora, la terapeuta de Katherine, con el rostro pálido y los ojos casi saliéndose de entre las órbitas, estaba boquiabierta, los tres nos contemplamos, ella parpadeó con urgencia, quería hacerse creer que estábamos delante de ella pero era imposible.

Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Nina cuando decidió hablar.

—Venimos a ver a...—rectificó sus palabras, hizo una pausa y carraspeó —A Lilian.

La voz de Nina se escuchó muy decidida y firme pero también bajita, seguro no quería que la escucharan desde adentro de la casa. Nora siguió parpadeando y después de tomarse unos segundos para recuperarse miró hacia adentro de la casa para asegurarse de que solo ella nos estaba viendo.

—Esperen un momento —nos pidió con la voz temblorosa y apagada, entrecerró la puerta, creí que nos iba a cerrar la puerta en nuestras caras pero no fue así, ella gritó llamando a Katherine —Kate, ¡Kate!

Nina y yo agudizamos nuestros odios para ver si lográbamos captar algo que nos pudiera decir que sucedía y entonces escuchamos su voz respondiendo desde lo más alejado de la casa, quizá la cocina o algún rincón. Instintivamente nos congelamos, al menos yo me petrifique y en el caso de Nina se estremeció casi como si le hubieran dado una descarga eléctrica.

—¡Ya voy! —le dijo a Nora, escuche que corrió hacia donde estaba Nora, su voz estaba más cerca y por supuesto más clara. Habían pasado diez años desde que no había escuchado esa voz, su voz, melodiosa, delicada pero con un matiz diferente que reconocí, se oía más alegre y vivaz. —¿Qué pasa, quien tocó a la puerta?

Nina y yo nos miramos cuando ella lo preguntó, Nina estaba tan seria, no tenía expresión, se habían borrado de su rostro, no había nada que reflejara su miedo si es  que ella lo sentía porque en cambio a mí yo no pude controlar más a mi corazón pues juraba que explotaría, que moriría esperando ahí parado, estaba perdiendo las fuerzas de mantenerme ahí y encontrármela  otra vez.

—Te buscan, Kate, están preguntando por Lily.

Lily, asi la llamaban, ni siquiera lo sabía pero escucharlo al menos le dio un apretón agradable a mi corazón desbocado. Claro que el tono angustioso de Nora desconcentró a Katherine por eso quiso encontrarse con nosotros con más prisa.

—¿Quién la busca? —quiso saber.

Y vimos que otra mano tomaba  la puerta y entonces ahí nos descubrió a nosotros, se le desfiguró la cara en un semblante de auténtica tortura y horror, empezó a respirar con dificultad, la sangre de la cara le fue bajando dejando su rostro lívido, sus ojos se encontraron primero con los de Nina y cuando llegaron a los míos pareció que el tiempo había quedado estancado solo para los dos.

Lo único que giraba a nuestro alrededor eran los recuerdos amargos que conservábamos uno del otro, eso nos había dejado aterrados con una sensación agobiante y muy pesada. Entendía que yo no podía  hablar, aunque lo quisiera,  ni siquiera acercarme para  explicárselo todo, como por ejemplo  la razón de mi visita, de como habían estado las cosas para mí en estos años.

—Katherine —la llamó Nina, esperando tener su total atención. Katherine aun no podía huir de mis ojos, ella tampoco se creía que estaba frente a ella pero a comparación de Nora, a ella sí le desagradó tenerme delante de ella, igual a cuando intentas huir del peligro. —Necesitamos hablar contigo.

No pude dejarla de verla, en verdad no pude evitarlo, ella lucía diferente, habían pasado muchos años y no podía creer que fuese la misma pero con un cambio evidente en su aspecto físico, había cortado su cabello y también teñido de un color cobrizo que la hacía lucir igual o más bella que antes, se podía ver la madurez reflejada en sus ojos, me alegraba darme cuenta que estando lejos de todos pudiera haber surtido un efecto positivo en su vida.

Agitada y muy perturbada dirigió sus ojos hacia Nina, estaba sumida en tanto miedo que agarró el brazo a Nora y ella claro que se ofreció a ser su escudo para esta situación.

—¿Cómo...Cómo...han llegado hasta acá? —tartamudeó, incapaz de formular las preguntas con fluidez —¿Quién...les dijo dónde....vivo?

—Yo la conseguí —le respondió Nina con certeza, no quiso que Katherine me culpara a mí —Sé que no te esperabas vernos pero estamos aquí para hablar contigo y para conocer a Lilian. Hay muchas cosas que necesitas escuchar.

Katherine le dirigió una mirada enfurecida  a Nina, mencionar a Lilian fue lo que claramente la alteró, lo esperaba.

—¡¿Qué?! —exclamó con horror y ojos apremiantes, empezó a reír pero sin pizca de gracia, estaba asustada —No, no ¡No! Por supuesto que no hay nada que decir, no voy a hablar con ustedes y no se cómo han conseguido mi dirección pero quiero que ahora mismo se larguen de aquí o llamare a la policía. ¡Lárguense de aquí ahora mismo!

Era lo que tratábamos de evitar, este escándalo, empezó a gritarnos que nos fuéramos de inmediato, pude ver la desesperación de Nina para hacerla callar pues no queríamos que nadie nos estuviera observando.

—No se van a cercar a Lilian, ¿Me oyen? ¡No se van a acercar a mi hija!

Nora trataba de calmarla, Katherine empezó a llorar, fue alejándose de nosotros hasta entrar a la casa y dejó a  Nora delante de nosotros.

—Por favor, pídele que no llame a la policía —le suplicó Nina —Estamos aquí porque queremos ver a Lilian, es todo, por favor.

—¿Eso es lo que realmente quieren? —nos preguntó, entrecerrando los ojos pero viéndome exclusivamente a mí —Ella no querrá hablar con ustedes, no van a poder lograrlo.

En eso volvió Katherine con el rostro hundido en lágrimas, le dijo a Nora que entrara porque lo que quería era cerrar la puerta pero Nina intervino, fue osada y se puso entre ella y Nora, evitando que la agarrara del brazo para llevarla hacia adentro de la casa. Katherine dejó de llorar cuando se encontraron cara a cara.

—Necesito que sepas que estoy aquí porque he pasado años intentando lograr que Damien vea a su hija, le prometí que lo haría porque es a lo único que él se ha aferrado, no lo sabes pero Damien ha sufrido mucho para recuperarse y para rehabilitarse, no ha salido de la cárcel por suerte, él ha cumplido cada requisito para salir de la cárcel y ser un individuo mentalmente estable para la sociedad. Puedes llamar a la policía pero solo lograras hacer el ridículo porque tiene permiso de estar aquí, el juez ya lo sabe, él fue quien entregó el permiso oficial, así que te lo digo de nuevo, tienes que escucharnos porque estamos aquí para explicarte muchas cosas y te conviene saberlas. No estás en riesgo, no venimos a hacerte daño a ti o a Lilian. Por favor, ¿Podríamos hablar contigo?

Con lentitud Katherine fue alejándose de Nina, reinó un silencio incomodo porque las palabras de Nina nos habían dejado mudos, se miraron una a la otra, Nina no fue grosera, fue paciente pero Katherine estaba escéptica y ligeramente molesta, le echó un vistazo de pies a cabeza y después de una larga inmovilidad de ambas, Katherine se giró hacia la casa y entró sin decir nada. Nora también la vio partir hacia adentro y entonces hizo un ademán con la mano y nos invitó a entrar.

Fui el último en entrar, la casa era tan acogedora y olía a canela, azúcar y miel, parecía que estaba horneando panecillos, había música de fondo que tenían en la computadora, había muchas flores, eso lo pude ver, en cada mesa había un arreglo florar de lirios y jazmines, el olor se concentraba cada vez más y se mezcló con el de los panecillos. Seguimos a Nora que nos condujo hacia la sala donde Katherine ya había tomado asiento.

Nina y yo nos sentamos en uno que estaba frente a Katherine, Nora se sentó a su lado pero después se levantó para quitar la música de la computadora y volvió. Me sentía vigilado por Katherine y Nora, estuve callado todo el tiempo, yo hice lo que Nina me había pedido, ella sería la que hablara porque todo lo que yo dijera podía ser usado en mi contra.

—Sé que nunca hablamos entre tú y yo, Katherine pero quiero explicarte muchas cosas. Debes estar confundida —susurró, rompiendo con el silencio de la habitación, tuve la cabeza agachada, no quise mirar a nadie, traté de mantenerme quieto para no dar malas impresiones.

—¿Qué clase de cosas? —le preguntó ella con voz enfadada —Para empezar, quiero que me digas ¿Cómo encontraste mi casa y quien les dijo de Lilian? ¿Por qué creen que pueden venir a pedirme algo así?

—Yo puedo responder a todo. Quiero que sepas que toda la información la conseguí yo —aclaró otra vez, con un tono de voz amable y formal —Contraté a un investigador privado porque lo único que Damien quiso cuando supo que tenia una hija era poder conocerla, así que si quieres enojarte con la persona que consiguió la información enójate conmigo.

—¿Y porque venir? ¿Por qué no olvidarse de mí y Lilian? Ella es mi hija y se lo dejé muy en claro a Damien cuando estaba embarazada, han pasado diez años, ¿Cree que puede venir a exigir ser su padre cuando nunca estuvo con ella? ¿O cuando ella luchaba por su vida porque nació prematura? Esas noches en vela que pasé cuidándola o cuando tuve que cuidarla cuando estaba enferma.

—Lo entendemos —coincidió Nina, manteniendo la misma postura amable, dejaba que ella se descargara de todo lo que en estos diez años jamás pudo decirme —Sé que no debió ser nada fácil ser madre soltera y también entiendo que Damien no puede exigir ser su padre porque no lo merece. Lo único que quiere es verla, conocerla y prometemos irnos y jamás volverás a vernos, te lo juramos, estoy aquí para dar mi palabra.

Katherine negó con la cabeza, estaba frustrada, comenzó a llorar otra vez y se pasó la mano por el cabello, soltó una risa amarga y bajó la cabeza, haciendo un gesto de dolor.

—Ya es tarde porque ella de todos modos lo reconocerá, sabe quién eres tú. Te ha visto en fotos porque es natural que haya preguntado por ti —nos explicó, con una sonrisa forzada y arrogante, ahora me contemplaba con sus ojos llorosos que derramaban lágrimas y con su voz que se quebraba más y más —No pude mentirle, le dije la verdad, sabe lo que hiciste y de todos modos quería verte. Me preguntó tantas veces cuando era más pequeña si la querías porque nunca venías a visitarla pero ahora sabiendo porque ya no le importa más.

Y por primera vez desde que nos encontramos quise hablar porque solo me importó una sola cosa después de saber todo esto:

—¿Ya no quiere conocerme? —pregunté con una aguda punzada en mi pecho, empezó a herirme y a quitarme aire de los pulmones.

Deseaba encontrar una forma de explicarle que el interés que tenia por Lilian era verdadero, no intentaba causarle daño, lo único que esperaba al venir aquí era poder verla pero si Lilian no quería hacerlo entonces lo respetaría.

—A ella...no le interesas más —respondió, disminuyendo la voz conforme hablaba y poniéndose rígida.—Sabe lo que me hiciste, era de esperarse que perdiera el interés.

No pude evitarlo, se desgarró mi corazón, nunca en la vida había sentido esa sensación antes, era algo punzante y filoso lo que comenzó a apuñalarme el pecho, había perdido a Lilian, seguro que no iba a querer verme después de saberlo todo, no quería perderla pero fue inevitable. No fui consciente de ninguna persona en la habitación pues mi mente retrocedió, se quedó en blanco, la niña que imaginaba desde que supe de su existencia se esfumó de mi vista, nada iba a traerla de vuelta y lo peor es que yo mismo la había hecho desaparecer.

—¿Se lo contaste, todo? —le pregunté, todavía estando ausente, con la vista en un punto ciego, no quería imaginarme la reacción de Lilian, eso no iba a perdonármelo —¿Qué fue lo que ella dijo de mí?

—Ella sabe que estás enfermo, se lo dejé en claro porque no sabía como es que habías hecho tales cosas, ella lo entendió muy bien, esta consciente de que tienes problemas y no te juzga por eso. Lilian no tiene maldad, nunca la tuvo, la críe con humildad, es lista y sabe identificar el bien y el mal, siempre fue así desde temprana edad, es algo que le admiro mucho.

Quise sonreír al escuchar lo que era Lilian, con eso podía hacerme una idea de como podría lucir teniendo la edad que tenía, seguro sus ojos debían reflejar tanta dulzura como su alma, era pura y noble, me dio gusto saberlo pero tampoco podía ser muy seguro que ella tuviera valor para conocerme después de lo que sabía de mí.

—Entonces, eso quiere decir que, ¿No puedo conocerla? ¿Crees que si lo hace podrá ser muy doloroso para ella?

Katherine se refugió en Nora, agarró sus manos, lo peor estaba por venir porque si quería encontrar fuerzas en alguien más lo más probable es que no iba a poder con esto sola.

—Ella solo te conoce por fotografías, para ella siempre ha sido mejor así porque es la forma en la que no le puedes hacer daño, esta conforme de que no estés cerca de nosotras porque no quiere verte.

—¿Me tiene miedo? —susurré, la herida comenzó a arder, me estaba quemando por debajo de la piel.

Vi cómo tragaba saliva con dificultad, parecía que por dentro ella también sufría, lo reflejaron sus ojos decaídos y apagados, su rostro era una máscara de sufrimiento.

—No, no te odia, a pesar de todo no puede hacerlo —musitó, reflejando el dolor en su voz —No conoce el odio y lo peor es que desee que ella pudiera odiarte pero nunca fue así, pude haberle dicho más cosas de ti, mentirle, inventarle lo que quisiera para que llegara a hacerlo pero no podía hacerle eso, yo quería que ella tomara la decisión por si misma de guardarte rencor o no y sigo esperando a que suceda.

Se levantó de un movimiento fugaz, nos sorprendió a todos, caminó hacia un estante donde habían cuadros pequeños y fotografías en muchos portarretratos, agarró una del montón y caminó hacia nosotros con una fotografía pegada al pecho y se plantó delante de mí, entregándome la fotografía.

—Aquí está ella, te entrego por lo que has venido a buscar, conócela.

Mantuve la vista fija en ella un poco cohibido y también confundido, ella me contemplaba distante esperando a que tomara la fotografía. La tomé y vi la fotografía de una niña con cabello largo de un tono castaño rubio, ojos verdes, delgada y con una corona de margaritas encima de su cabeza, sentada con las piernas cruzadas sobre el césped que correspondía al jardín de la casa, con un vestido de algodón en color celeste, sonreía directo a la cama con efusión.

La luz del sol reflejaba destellos sobre sus ojos, convirtiéndolos en dos estrellas apantallantes y resplandecientes, el aire bailaba sobre su cabello que lo había alborotado un poco. Era hermosa, mucho más que la niña que había imaginado en mi cabeza, mi interior se inflamó al aspirar de orgullo, quise sonreír y lo hice, no podía describir lo que sentía por dentro, no hubo palabras, no podía creer que fuera mi hija, era la persona más bella que mis ojos hubieran podido contemplar, podría pasarme años delante de esa fotografía sonriendo con la misma intensidad.

—Ella es...—sonreí, esparciéndose un calor abrigador por mi cuerpo —Hermosa, es perfecta, tiene tu sonrisa.

—Eso no es cierto—masculló, dejando entrar por completo su desconformidad y el coraje que le provocó decírmelo. —Ella se parece a ti, desde que nació lo supe, no podía negarlo. Es lo que más odio porque ella es mía, no tuya.

—No pretendo quitártela —aclaré de inmediato, negando con la cabeza. —Solo quiero conocerla. Es todo.

—Pues tendrás que conformarte con fotografías porque ella no está en casa.

—¿Cómo? —inquirió Nina antes que yo con una voz levemente exaltada —¿Ella no está aquí?

—No, no está —Katherine le respondió a Nina con voz rígida —Está en casa de una amiga y se irá por unos días de campamento así que pierden su tiempo.

—Estás mintiéndonos, ¿Verdad? Tan solo di que no quieres que Damien la vea...

—Dice la verdad —la detuvo Nora con voz sosegada, a ella si podía creerle no sabía porque, Nora nunca había tenido intención de mentirme, ni cuando recién nos conocimos, siempre supe que hablaba con verdad —No les miente, llegaron en un mal momento. No podemos hacer nada.

—No pude ser —mascullé, agache la cabeza intentando ahogar la desilusión, no quise darme por vencido.

—Hemos venido hasta acá por nada —remarcó Nina, levantándose de golpe pero al menos supo manejar su decepción con cordura porque no nos convenía que perdiera los estribos.—Lo único que deseábamos era ver a Lilian, no pueden hacernos esto.

—Es que no hay nada que hacer —admitió Katherine, no había disimulado la satisfacción de no tener a Lilian en casa —Ella no está en casa, si han venido solo por eso entonces pueden irse, ya no hay nada más que decir.

Estaba dispuesta a irse otra vez pero entonces me levanté y la frené antes de que pusiera un paso adelante.

—Se que me odias, me aborreces, estoy consciente de lo que te hice Katherine y cada uno de esos crímenes los he pagado, he sufrido por años en ese maldito lugar, he visto y pasé por todo lo que muchos querían que me pasara, hambre, depresión, tristeza, odio por mi mismo, además de eso perdí todo, mi dinero, el legado de mi padre, él ni siquiera quiere verme, estoy muerto para él, fue a verme antes de que me encerraran y me lo escupió en mi cara y a pesar de sé que perdí a mi padre y que en verdad sufrí demasiado al saber que me desterraba no se puede comparar con la tremenda tristeza que estoy sintiendo ahora —todos en la habitación se petrificaron, ninguna de ellas pudo verme a la cara, excepto Katherine —No tenía razones para vivir hasta que supe que tenia una hija y saber que no voy a poder conocerla es como si la razón por la cual me despertaba todas las mañanas no fuese real.

Me dirigió una mirada calmada y quieta, me leyó la expresión para darse cuenta si en verdad mentía o no pero a este punto las mentiras ya no eran mi fuerte y se dio cuenta de eso. Ahí parados, viéndonos uno al otro ella con delicadeza dio un solo paso hacia mí, sus ojos habían cambiado, aun no lo descifraba pero ellos se mostraron más tolerantes.

—Puedes quedarte con la fotografía y ahí hay más por si quieres verla —apuntó al mismo estante de dónde tomó la foto de Lilian —Pero no puedo traerla de vuelta, tendrás que conformarte con eso. Ya es muy difícil para mí que nos hayas encontrado, Damien, no me exijas más.

Sí, irrumpí en su paz, en la tranquilidad de vivir sin volver a encontrarse conmigo, lo aceptaba por completo, al menos conservaría su fotografía y la conocería aunque fuera en más fotos donde podría  todas las etapas de su vida que me perdí estando lejos de ella y me parecía irónico porque así fue como ella también me conoció, a través de muchas fotografías.

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