Capítulo 26. Dañino
Damien Westermann
Le confesé todo a Scott, era la única persona en la cual yo le podía confiar todo, no había nada que quisiera mantener en secreto cuando se trataba de él, se había vuelto mi confidente ademas de ser mi terapeuta, yo sentía que solo él me comprendía, que era el único que no podía juzgarme a pesar de todo lo que yo fuera capaz de hacer, Scott sabía escuchar pero sobre todo como tratarme.
—No necesito decirte que no se lo cuentes a nadie, aunque muchos ya se hagan a la idea —supuse con voz baja, casi en un susurro.
Scott dio una sonrisa a medias y negó con la cabeza, dándome la confianza necesaria para creer en todo lo que me prometía.
—Te aseguro que nada saldrá de aquí, Damien, eso es muy personal. No voy a contárselo a nadie.
No corría ningún riesgo en confesarle que mantenía relaciones sexuales con Nina (si se le podía decir así solo al sexo oral). Y que lo peor de esto es que ahora sus visitas no serían semanales, si no cada dos meses, yo sabía que los hijos de puta de los guardias que siempre estaban con nosotros habían dicho algo, lo sentía. Estaban decididos a hacer miserable la vida de todos los presos.
—Debe ser frustrante para ti todo el tiempo que no podrás ver a Nina. Porque ahora me doy cuenta que ella te hace bien y me refiero a todo en general, solo mírate Damien, has cambiado, es increíble lo que han hecho nuestras sesiones y los medicamentos, son cambios muy buenos.
—¿Lo son?
Sonrió lleno de entusiasmo.
—Claro que sí, ¿Qué acaso no te sientes diferente? Hay un control evidente en tus emociones y tus impulsos, vas progresando excelente.
Quería creer que en verdad el cambio en mi personalidad era notorio, no podía fingir pero si me sentía diferente, las cosas ya no eran tan difíciles y complicadas de entender, era como ir viendo poco a poco un mar en calma y en paz.
—¿Te gusta, Nina? ¿Sientes que con ella las cosas son más fáciles?
No había mucho que pensar.
—Sí, me gusta y cuando estoy con ella, bueno, no sé como describirlo, me siento —enmudecí al encontrar una palabra acertada a ese sentimiento correspondiente hacia Nina —Poderoso, increíble, muy despierto. Es una recarga de energía.
—Ya veo...—dijo mientras escribía en su libreta sin mirarme —¿Eso es cuando estás con ella con su simple presencia o cuando están teniendo sexo?
Me estremecí de tan solo recordarlo, Nina era una corriente eléctrica que me sacudía el cuerpo, con el hecho de solo pensarla ocurría la magia.
—En general.
Scott siguió anotando en su libreta, tenía la expresión pensativa y conociéndolo bien yo sabía que me estaba ocultando algo, un nuevo descubrimiento.
—¿Qué pasa? —le pregunté, casi insistiéndole al responder —Dímelo.
Parpadeó aturdido, si, esa era su reacción al ser descubierto.
—¿De que hablas? —se removió sobre el sofá, otro movimiento involuntario que evidenciaba su mentira.
—Lo veo en tu cara, hay algo que estás pensando y no quieres decírmelo. Será mejor que me lo digas porque no me iré hasta saberlo.
Scott negó con la cabeza, se mantenía seguro de que no ocultaba nada y por un momento le creí pero yo lo conocía bien, la mentira brotaba en él.
—Nina, es ahora quien parece estar llevándote a un buen progreso. Y eso es lo que me gusta ver en mis pacientes, el progreso es importante para mi cómo para ti.
No entendí a que se refería con eso, hice un esfuerzo para sacar alguna conclusión en sus palabras y luego de varios minutos entendí que quería decir.
—Nina, estás hablando de Nina como si ella estuviera siendo una...salvación.
Esperamos en silencio, viéndonos uno al otro como si quisiéramos leernos el pensamiento.
—¿Una salvación? ¿Eso es lo que crees que es para ti en estos momentos? —inquirió con duda.
Reflexione durante un largo momento, al principio no quise decir nada, no quería confundirme a mi ni a él pero si me callaba estaba afirmando algo que no sabía si era verdad o mentira.
—Es muy pronto para dar una respuesta a la pregunta —vacilé, jugué con mis dedos y aparté mis ojos de los suyos pero de inmediato reconsideré mi respuesta a su pregunta y actué sin rodeos.—No lo sé, yo aun estoy pensando en algunas cosas.
Scott esperó en silencio a que pudiera continuar con mi confesión pero lo dudé.
—¿Qué cosas? —me alentó a seguir hablando.
Puse mis ojos en el techo, perdiéndome en un punto fijo, una pequeña grieta fue lo que me dio tiempo para distraerme un rato, al final rompí con está timidez que no siempre se adueñaba de mí y hablé.
Scott me conocía igual de bien que yo a él y si no se lo decía sería muy evidente lo que quería ocultar.
—Katherine —respondí relajado, de forma muy natural que hasta yo me sorprendí.
—¿Algo nuevo que quieras contarme de Katherine? Noté que en estas dos últimas sesiones no hablamos de ella.
—No es que la haya olvidado —señalé, incorporándome rápido para aclarárselo —En verdad pienso mucho en ella, suelo soñar en esas pocas veces cuando nos encontramos en mi casa o cuando me pidió el divorcio y también en el bebé, aunque no lo creas.
—¿Te interesa saber del bebé?
Nunca llegué a preocuparme del tema, de hecho había sido algo muy nuevo el interés que fui empezando a sentir por ese bebé, la intriga de saber dónde estaba o su nombre, fue de repente que toda esa curiosidad me empezó a molestar.
Me límite a asentir, no quiso presionarme y eso me gustó. El único ruido que se escuchó después de esto fue su pluma garabateando sobre el papel, lo contemple escribiendo muy concentrado hasta que irrumpí en su trabajo.
—¿Sabes algo de él?
Su expresión llena de intriga me decía que quizá no estaba muy seguro de decirme lo que sabía, aunque fuese lo más mínimo.
—¿Cómo que quisieras saber?
Me encogí de hombros, indeciso.
—No lo sé, su nombre, podríamos empezar con eso.
—Bueno yo no tengo ninguna información acerca del bebé, no supe nada, lo único que sé es que nació prematuro, es todo lo que puedo ofrecerte.
—Prematuro —repetí en un hilo de voz.
Esperé que no hubiera notado mi pequeña nota de histeria, trague saliva a duras penas y no dije nada más. Necesitaba darme un poco más de tiempo para animarme a seguir averiguando del bebé, todavía no estaba muy seguro de saber más pero la idea no se descartaba.
Yo sabría elegir el momento perfecto para conocer todo lo que debía saber.
Katherine Weber.
No había muchas noticias sobre él, busque en la computadora con tan solo teclear su nombre: Damien Westermann, no había ninguna novedad, solo se podía leer lo más obvio, sus escándalos y los crímenes que cometió. Se que no debía hacer esto, buscar en internet noticias sobre él pero la curiosidad era una molestia que se iba haciendo imposible de soportar.
Iba a llamar a Bruno por si él sabía las novedades que esperaba encontrar en internet pero me arrepentí, no debía hacerlo, ¿Para que? Lo mejor era que lo olvidara si es que podía. Tocaron a la puerta y rápido cerré las ventanas que tenía abiertas y fingí que estaba vaciando la papelera de reciclaje.
—Pasen —grité desde el rincón donde estaba la computadora de escritorio.
Luke se asomó desde la puerta y cuando me vio sentada frente a la computadora me sonrió, le di permiso de que entrara haciendo un ademán con la mano, llevaba un pequeño sobre en la mano y fue hasta donde estaba para hablar conmigo.
—¿Qué tal la instalación? ¿Está funcionando bien? —me preguntó con tono divertido.
Claro que iba a hacer la broma porque fue él quien la instaló, ya se me había hecho una mala costumbre pedirle favores de instalación pero a él en verdad no le molestaba hacerlo, se mostraba muy entusiasmado.
—Excelente y gracias de nuevo por hacerlo. Ya no te molestaré más, lo prometo.
—Oh por favor, no es nada —le restó interés, agitando una mano para que olvidara la idea de ya no pedirle nada —Me gusta ayudar ya lo sabes, no es molestia.
Sonreí levemente.
—No es molestia para ti pero para mi es incómodo tener que interrumpir las cosas que haces para venir a ayudarme.
—Katherine, por favor —me pidió con seriedad, tomó una silla y la acercó para sentarse a mi lado, no podía negarlo su presencia me ponía nerviosa a pesar de conocerlo por casi dos meses, la sensación de mis nervios era igual a cómo cuando recién conoces a la persona y yo a Luke lo conocía de meses, esto no era normal. —Para mí es un gusto ayudarte, sabes, después de todo lo que te pasó, debe ser difícil confiar en las personas.
No solo Rebecca sabía la historia, también Luke, yo le di el permiso de que se lo contara a su hermano porque yo no iba poder hacerlo, además me sentía mejor que ambos lo supieran, no quería ocultar nada. Después de saberlo les pedí que buscaran la información en periódicos y en internet y luego hicieran sus preguntas para yo descartar lo que podía ser verdad o mentira.
No quería que le prestara atención a mi expresión melancólica pero ocultarla no servía de nada.
—Nosotros sabemos lo que es perder a seres muy queridos, tal vez no pasamos por tu difícil situación pero...—hizo una pausa para que levantara la mirada y pudiera verlo —Te agradecemos que nos hayas dicho lo que te pasó, lo apreciamos y lo mínimo que podemos hacer es ayudarte.
Le sonreí esta vez más fuerte y con la misma timidez que todavía no me dejaba le agradecí el apoyo con un imperceptible rubor en las mejillas, verlo sonreír era muy agradable, era contagioso y muy divertido de ver.
—Te lo agradezco, Luke, eres muy amable —afirmé, viéndolo a los ojos un par de segundos y luego los aparté para seguir con el trabajo en la computadora.
—Por cierto —mencionó con aire casual, suspiré de alivio cuando cambio de tema —Vengo a entregarte esto, es una invitación para que vayas a la florería este sábado, tenemos una inauguración, le hicimos una renovación y será la nueva presentación del lugar. ¿Vienes?
—¿Esté sábado? —alcé una ceja, era el día en donde Lily y yo íbamos al parque y teníamos un día de madre e hija ya que toda la semana trabajaba y ella la pasaba en la guardería.
—Sí y con todo gusto puedes traer a Lily —sonrió de oreja a oreja —Nos encantaría tenerlas a las dos ahí.
Podía ver la impaciencia de Luke por el "sí" que estaba queriendo escuchar. No había problema, me vendría bien salir, además me moría por conocer la florería ya renovada, conocerla finalmente.
—Claro, me parece bien, entonces el sábado a las cuatro —leí la fecha y hora en la invitación luego le sonreí —Gracias por invitarnos.
Se levantó con una ancha sonrisa llena de complacencia y se despidió de mí. Cuando estuve segura de que se fue volví a leer la invitación, no es que me arrepentía de haber aceptado, lo que pasaba era que en verdad la presencia de Luke me ponía nerviosa pero no porque me produjera temor o desconfianza, era divertido tener que admitirlo pero no era feo, de hecho me parecía atractivo, lo que un hombre promedio suele atraer en las mujeres y su sonrisa radiaba mucha chispa y carisma, traía muy buena vibra.
Abrí otra ventana para ver en Google Maps la dirección y ver si quedaba cerca de casa y así fue. Antes de cerrar todo me puse a pensar en si debía borrar el historial, decidí no hacerlo solo porque presentía que volvería a entrar a dichas páginas en contra de mi voluntad, dejé todo como estaba y la apagué.
Ya no era capaz de ocultarme a mi misma la verdad sobre mi interés en Damien, de conocer y saber de él, todo se volvía una mala y dañina obsesión que al menos tarde o temprano aprendí a admitir. ¿Hasta cuándo dejaría este interés? Me asustaba que jamás fuese a desaparecer porque mi vida iba poco a poco a terminarse si seguía con esta obsesión.
Aqui está lo que deseaban, Damien al fin se interesó por su hija y no les puedo decir en que capítulo sabe que es niña y se llama Lilian!!!!
Es sorpresa pero les puedo decir que son en los siguientes capítulos, se van a morir de ternura. <3
¿Cómo ven a Luke y Kate? Estos dos ya andan con esas miraditas, vaya vaya, aquí se está creando una atracción silenciosa.
Disfruten del capítulo guapas y no se olviden comentar y votar, las amo y ya llegamos a las 11k leídas. Su amor es incomparable
Besitos.
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