Capítulo 23. Evidente

Damien Westermann

Apenas podía respirar, Nina tenia prisionero a mis labios, había dejado de necesitar aire por al menos unos segundos ya que no podía dejar de besarla, tenía que admitirlo, no podía tampoco dejar de tocarla, mis manos que estaban en su cintura bajaban lentamente aunque Nina en un arranque de mucha desesperación, guió mis manos con rapidez hacia su trasero, el maldito desgraciado mal parido de Jeff tenía razón, Nina tenía un muy buen trasero, muy firme y levantado, aunque eso podía saberse sin necesidad de tocarlo, su cuerpo esbelto debajo de ese vestido lo podía revelar.

Fui guiándola a mi cuerpo para que se complementara con el mío pues gritaba por llenarla de ese calor que deseaba pudiera fundirse en su piel. Fue una sorpresa enorme cuando de repente entre el beso desenfrenado y fogoso que nos estábamos dando ella se quisiera bajar el zíper del vestido, se llevó las manos a la espalda para alcanzarlo.

Me sobresalté y me separé de su rostro unos centímetros, ¿Estaba tratando de desnudarse? ¿Aquí en la sala donde siempre charlábamos y podíamos ser monitoreados?

—No te desvistas aquí —la frené antes de que lograra bajarlo, tenía mi respiración entrecortada, me ardía el pecho, ella tanto como yo estábamos hiperventilando, el aire dentro de la habitación no era suficiente, en sus ojos saltaban chispas de lujuria que me estaban ordenado volver a besarla —Puede haber cámaras.

Hizo una mueca grande con los labios.

—¿Y eso que? —inquirió con despreocupación —No me digas que ahora te preocupa, llevamos haciendo esto desde que empezamos a vernos en esta sala y las cámaras no te han importado.

—Pero lo que intentas hacer no me parece adecuado menos si hay cámaras que están grabándonos.

A cómo pudo volvió a subirse el zíper del vestido, creí que estaría molesta pero tan solo hizo lo que le pedí, parecía estar de acuerdo conmigo.

—Entonces, ¿Qué te parece el baño? Ahí no hay cámaras —señaló con la cabeza la puerta blanca que estaba hasta el fondo.

Traté de reírme, no parecía ser mala idea pero tampoco era de lo más correcto.

—Cualquiera que abra la puerta y no nos encuentre podrá estar haciéndose ideas de porque estamos los dos en el baño.

Negó con la cabeza, soltando risas leves.

—Es increíble que a todo pongas un pero —reconoció, alzando ambas cejas, sorprendida —No hay ningún rincón que sea de tu agrado. ¿Y que más da que nos encuentren a los dos en el baño? Muchos ya deben estar haciéndose a la idea de que tienes algo conmigo, no es por nada pero tú y yo no somos muy discretos.

En eso tenía razón, creo que dejamos de considerar nuestra reputación y solo dejamos fluir las cosas, ya no era algo que nos importara en absoluto, que la gente hablara de esto ya era lo de menos, de todas formas no afectaba nadie.

Echó sus brazos de nuevo a mi cuello, aferrándose a mí y acercándose para volver a besarme, fue un roce gentil, de esos donde puedes tomarte el tiempo de apreciarlo, de sentirlo y saborearlo para más placer. No quería decir nada ni tampoco esperaba que lo pudiera notar pero otra vez volví a sentí ese calor debajo de mi piel tan intenso que se acumulaba en mi miembro, mi pulso estaba acelerado y sin control cuando exploró mi boca con su lengua, comiéndose mis labios y lo peor es que su ritmo lento era lo que estaba causando esta dureza que seguro ya se notaba.

Se acercó a mi cuerpo para que encajara con el suyo pero ella se frenó de repente, abrió los ojos durante el beso y se alejó un poco, conteniéndose la risa.

—¿Es lo que creo que es lo que acabo de tocar con mi pelvis? —se ruborizó tanto que sus mejillas ardían en ese tono carmesí muy adorable, se apretó los labios para no echarse a reir.

No pude mostrarme arrepentido así que solo sonreí y bajé la mirada donde me di cuenta de que sí en efecto sobresalía de mi pantalón la erección y por eso fue que ella pudo darse cuenta.

—No puedes culparme, soy un ser humano —susurré, volviéndome  otra vez a su rostro donde su diversión era un verdadero placer.

—La verdad me gusta pensar que la de la culpa soy yo —se mordió el labio, mostrándose pícara, insaciable —Porque ahora se que te produzco algo, ¿Esto sería respondería a la pregunta de si en verdad te subo el ánimo?

Seguí sonriendo y ella seguía ruborizándose hasta que el color rojo invadió todo su rostro, no podía evitar el aleteo enloquecido de mis latidos cuando chispas de lujuria daban brincos por sus ojos a la emoción y la pasión del momento.

—Sí, es un rotundo sí, otras veces no había sido tan evidente pero justo ahora no se que ha pasado

—¿A sí? ¿Te ha pasado otras veces? Pues lo has fingido muy bien.

—La verdad es que sí pero no siempre voy a poder contenerme.

Se acercó los pocos centímetros que se había separado de mi rostro y al hablar su aliento hormigueo por mis labios, el sabor de su boca podía tocarla con la punta de mi lengua ya que su aliento empapaba mi boca completa, no podía liberarme de su mirada que ardía con esa fuerza hipnótica, su rostro iluminado extasiado era atrapante.

—Me gusta pensar que al menos estoy haciéndote bien porque debe ser agradable sentirte un ser humano otra vez.

Eran esa clase de cosas de las cuales yo me aleje por mucho tiempo, no había vuelto a sentirme en efecto como una persona normal, dejé de creer en que alguna vez pudiera sentirme bien de tener a alguien entre mis brazos, a poder detener esa incomodidad y el vacío del profundo agujero que la ausencia de Katherine había creado, Nina estaba prolongando el dolor que me deprimía y me hacia sentir perdido y sin esperanza.

Le seguí sonriendo, le acaricie la calidez suave de sus mejillas todavía ruborizadas, había un remolino de sentimientos que comenzaron a golpearme por todos lados, no sabía por donde empezar pero no quise preocuparme por poner todo en orden, esto era el efecto Nina, convertirme en un caos en el buen sentido era una clase de reacción.

—Sí, me gusta cómo me haces sentir —le acaricie lentamente la mejilla hasta subir al pómulo —Es increíble pero ahora me esta doliendo.

Con un semblante perplejo y frunciendo el ceño me contempló y yo me reí de su cara.

—¿De que hablas?

Mis ojos se fueron hacia mi pantalón donde la erección estaba molestándome horrible, estaba duro que me dolía mucho, iba a tener que hacer algo porque caminar hasta mi celda iba a hacer un desafío.

—Bueno...—no quité mis ojos de mi miembro sobresaliendo del pantalón —Se está volviendo incómodo que lo siento caliente y muy duro.

Ella abrió la boca y al dar tres pasos hacia atrás también pudo darse cuenta del problema.

—Ya veo —murmuró, liberando una media sonrisa, juguetona. —Podemos hacer algo.

Tomó mi mano y me guió hacia el cuarto de baño, ella entró primero pero a mi me detuvo cerca de la entrada, no encendió la luz, ella se quedó en la oscuridad absoluta, entre no poder ver nada fue una sorpresa que de repente me besara bien fuerte y esto no ayudaba en nada, podía sentir que me estaba doliendo más y más.

Y luego entendí que trataba de hacer cuando con sus manos desabotonó mi pantalón y con su poca fuerza quiso bajarlo, le di mi ayuda y ya estando en boxers se agachó delante de mí. ¿Iba a hacerlo aquí? ¿Y si algo nos veía?

—Alguien puede entrar —le advertí antes de que bajara mis boxers.

—Seré rápida —me aseguró con un tono divertido, si no hubiera estado a oscuras podría deleitarme con esa sonrisa traviesa y sus ojos danzando en éxtasis.

Bajó mi boxer y por supuesto que mi miembro saltó como un resorte del apretado  lugar donde estaba guardado. Las manos de Nina sujetaron mi miembro, el calor de sus manos y de mi pene me ardían debajo de la piel, con la punta de su lengua fue dibujando círculos en la punta mi sensibilidad se concentraba, me sostuve del borde de la entrada para tener algo de donde aferrarme cuando fue chupando solo la punta caliente.

Fue succionando con paciencia y después el nivel fue aumentando, lo lamía y chupaba, lamía y chupaba, luego lo agarró con ambas manos y se lo metió a la boca donde lo jaló sin necesidad de usar las manos. A este paso las piernas me estaban temblando, no podía sostenerme, sentí calambres que hacían gelatina a mis rodillas, el placer era salvaje que jadee en silencio porque no podía hacerme escuchar, no quería que nadie se diera cuenta de esto.

Pero era imposible resistirlo, estaba jalándome y chupando en el punto exacto de mí sensibilidad, haciéndome estallar, no podía evitar exhibir el inicio de mi orgasmo y jadee unas cuantas veces, sujetando la cabeza de Nina para que fuera más a fondo, ya estaba a punto de lograr mi orgasmo.

—Ya casi, sigue, adelante, ya casi —jadee, cerrando los ojos, dejando ir el aliento.

Aceleró más la chupada y con la ayuda de sus manos y el trabajo excelente de su boca fueron acercando mi orgasmo más rápido de lo que imagine. La vibración electrizante que sufrió mi cuerpo cuando el orgasmo llegó me hizo soltar un fuerte jadeo de alivio, en segundos me vine dentro de su boca, no pude evitarlo pero aunque su boca hubiera atrapado todo el líquido claro y viscoso, esté se derramó por la comisura de sus labios, dejando gotas en el piso.

Con el pecho exaltado no pude preguntar cuanto desastre se había hecho. Encendió la luz, ahí nos dimos cuenta que había caído un poco sobre su vestido azul y en efecto también había gotas en el piso. Nos miramos uno a otro, ella sonreía y yo podía apenas regularizar mi respiración, tratamos de leernos el pensamiento, ¿Qué íbamos a hacer con el vestido?

—Alguien lo verá —dije, todavía jadeando, apunté las manchas que estaban cerca de su escote —No podemos dejar pruebas.

—Lo sé, no tengo idea que podamos hacer.

Antes de darle una idea no pude dejar pasar lo increíble que había sido esto, fue el mejor sexo oral que había tenido, nunca nadie me había hecho venir tan rápido sin dejar de lado el placer porque aun había secuelas del orgasmo.

—No se cómo lo has hecho pero fue...—reí y al mismo tiempo suspiré —Genial, no puedo explicarlo.

Puso ambas manos a lado de su cintura, llenándose de orgullo y de mi halago.

—Tengo cualidades, ¿Y las tuyas?

Todavía escuchaba los latidos de mi corazón contra mis oídos, en un zumbido leve que no me dejaba concentrarme. Curve los labios en una sonrisa amable y con las piernas inestables di dos pasos para acercarme a ella.

—Ya los conocerás. Tan bien soy muy bueno.

—Eso espero porque mi turno es el siguiente. —afirmó, alzando una ceja, advirtiéndome que no iba a olvidarse de esto —Y ahora ¿Qué hacemos con el vestido?.

Medité un poco y recordé que había visto unas tijeras pequeñas de uñas que ella llevaba en su bolso muy escondido, no se cómo lograba pasar con ellas pero me dieron una idea.

—¿Y si recortamos el escote? No hay nada que puedas usar aquí para quitarlo, con jabón de manos no saldrá.

Lo pensó, quiso interponerse pero no había otra manera de quitar la mancha que se estaba tornando blanquecina.

—Maldita sea, ¿En serio no hay otra idea que puedas tener? No pienso recortarlo, es mi favorito.

—¿Quieres que vean la mancha? Eso no se ve como cualquier mancha.

Gruñó y fue por su bolsa, buscó las tijeras, al momento de cortar lo pensó unos minutos y suspirando con resignación lo recortó.

—Ayúdame, no se dónde recortar sin arruinarlo todo.

Las tijeras eran pequeñas así que fue difícil hacer un corte continuo y uniforme pero al menos lo pudimos hacer, quedó más bajo de la altura original pero la tela manchada se había ido, ahora sus tetas sobresalían más y eso al igual que ella me molestó.

—Llamarás la atención —dije, sin dejar de ver ese escote pronunciado. —Si puedes cubrirte con el bolso o la carpeta sería mejor.

Asintió y agarró la bolsa para hacer una prueba.

—Lo intentaré.

Estaba tenso de ver lo que en verdad podía atraer ese escote pronunciado, no me agradaba para nada las caras de los hombres que iban a pasar a su lado y la verían, tenía suerte de que no fueran los presos pero de todos modos la gente de aquí era mierda, los policías, los directores y el área administrativa, todos tenían lo suyo.

—¿Qué pasa? ¿No te gusta lo que ves? —comentó ella con divertida curiosidad.

Tenso aun quise pasar el trago amargo lo mejor posible, estaba muy frustrado.

—Me gusta y por qué me gusta no quiero que los demás lo vean.

Se carcajeó, intentó acomodarse la bolsa lo mejor posible para cubrirse y se acercó a mis labios para plantarme un beso de esos mismos que eran suaves, delicados y lentos que estaban cargados de ternura.

—Todos lo verán pero solo tú puedes tocar, considérate afortunado.

La hora de visita había terminado con exactitud, el guardia ya estaba tocando la puerta, era obvio que se daría cuenta del cambio en el vestido de Nina, ella quiso ocultarlo a como diera lugar con la carpeta y sirvió excelente, me sentí más cómodo al ver que todo resultó bien.

Antes de salir me echó una mirada en complicidad y se despidió agitando la mano.

—Nos vemos luego, te dejé una copia de las nuevas notificaciones, cualquier duda me la haces saber en la siguiente reunión.

Su tono formal era bueno, lo fingía bien, esperaba que el mío fuera igual de creíble.

—Claro, seguiré repasando las notas también.

Asintió y se alejó, otro guardia ya estaba en la puerta para llevarme pero antes de salir recordé las manchas en el piso que había de semen aún, le dije al guardia que esperara y rápido limpie con papel higiénico. Carajo, estuve a punto de poner en evidencia lo nuestro aunque ya fuera una noticia vieja para el resto. 


¡¡AY DIOS MIO!! Si estos dos ya se pusieron intensos ya no hay quien los paré, alguien por favor avienteles agua fría para que se les baje lo que traen estos calientes jajaja.

Ok tengo que admitirlo que sí, pobre Damien, necesita contacto con una mujer por dios, darse placer solo ya lo ha vivido varias veces y como al menos entre los dos hay atracción pues ¿Porque no hacerlo? jajaja 

No me maten las team Katherine porfava!!! 

Esto es por salud, digo, a un hombre se le complica mucho estos casos de soledad jajaja. Y no insulten a Nina, bueno, si pueden hacerlo, ustedes son libres pero sean conscientes de que ella también lo quiere y pues se le hace fácil, digo, ella que desde hace mucho le quiere dar pues la oportunidad no la desaprovechó.

El siguiente capítulo viene algo chido para Katherine, ya verán...

Los amo a montones, de aqui al cielo, infinito, universo  y todo lo que termina en o.

Ciao 


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