Capítulo 20. Protector
Damien Westermann
—Se que esto debe ser nuevo para ustedes pero están aquí para tomar esta terapia como un beneficio enorme, les da la oportunidad de avanzar, aquí no se juzgara a nadie. Todos pueden decir lo que deseen, estamos aquí para escuchar.
Contemplé hacia la nada, no tenía valor de mirar a ninguna de estas personas, éramos un grupo de nueve, formando un círculo y en el centro estaba un psicólogo, dispuesto a escucharnos en esta terapia grupal. Tenía tantas cosas por decir, otras no muy agradables y otras que podían ser de interés para el psicólogo que por nombre le llamaban (si es que la memoria no le fallaba) Tim.
Nadie dijo nada por supuesto y al ver que nadie tenía la iniciativa él decidió hacerlo a la fuerza.
—Veamos —analizó una lista que tenía y al azar escogió un nombre —Peter Moynihan. ¿Quién de aquí es Peter?
Fui el único que quiso saber de quien se trataba por lo que alcé la mirada y estudie a todos que apenas y levantaban la cabeza, la mayoría estaban ausentes, sumidos en sus pensamientos, solo había dos que al igual que yo estaban conscientes de lo que pasaba.
—Yo soy Peter —susurró, se levantó la mano de un joven delgado, pelo castaño claro y ojos enormes en tonalidad avellana. Era tal vez unos diez años más joven que yo, sus pronunciadas ojeras se marcan tanto sobre su piel pálida, casi translucida, sus ojos reflejaban cansancio.
—Bien, Peter, ¿Quieres decir algo con el grupo?
Peter se encogió de hombros, despreocupado.
—¿Debo decir algo? ¿Cómo que? Ya se sabe porque estamos aquí.
—¿Hace cuánto llevas con tu terapeuta, Peter?
—Dos años.
—¿Y hay algunas cosas que no le dices a tu terapeuta verdad?
—Se supone que le digo todo.
Tim sonrió un poco frustrado.
—Lo sé, me refiero a que hay cosas que solo se dicen a ciertas personas, es como una familia, le cuentas una cosa a tus padres y a tus amigos otra, es algo parecido este grupo, nosotros somos tus amigos, aquí se puede decir lo que quieras, cosas que puedes confiarnos.
Peter sonrió de mala gana y se cruzó de brazos.
—No voy a ser yo quien empiece con esto. Intente con alguien más.
Tim con disimulo le echó una mirada de pocos amigos y volvió hacia la lista, maldita sea, ¿Qué tan difícil era hablar? ¿Darle lo que quería a Tim para acabar con esto?
—Cómo sea —aceptó, soltando un suspiro, dio un vistazo rápido a la lista —Bien, Damien, ¿Quién es Damien Westermann?
Me inquietó que yo fuese el siguiente pero también me alegró tomar la palabra, enseñarle a estos imbéciles como se hacía. Trague saliva y me acomodé sobre la silla, perdí timidez porque solo Tim, Peter y otro hombre me miraban, no estaba intimidado por nadie, todos me eran indiferentes.
—Yo soy Damien —admití sin levantar la mano, hablé más alto de lo normal.
Tim parecía complacido de que alguien pudiera colaborar, estaba dispuesto a hacerlo, después de todo esta era la primera sesión de terapia grupal, quería saber que tan buena era.
—De acuerdo, Damien, ¿Quieres decir algo? ¿Cualquier cosa que quieras decirnos a todos?
Carraspee, no había mucho que decir de mi vida, solo que estaba cumpliendo apenas seis meses de cárcel y que mi crisis emocional estaba al menos dando señales de buenos progresos, todavía me acostumbraba a esta rutina.
—No es fácil estar aquí —susurré, me imagine mis días y mis noches encerrado en mi celda, respirando un aire que se podía sentir tan contaminado porque era como estar bajo tierra, compartiendo el mismo aire con muchas personas, infectándome con la depresión de todos los presos.
Tim asintió, parecía sentir pena al oírlo, al menos se veía sincero.
—Debe ser difícil, puedo entenderlo, tratar de encajar aquí.
—Hago lo que puedo para cambiar, de vedad quiero cambiar.
Tim anotaba lo que podía servirle, yo sabía que aunque él decía que esto era para expresarnos libremente todo estos detalles que anotaba de mí, irían hacia Scott.
—¿Ya empezaste con la medicación?
—Sí.
—¿Cómo te has sentido? ¿Han funcionado? ¿Sientes que puede estar surtiendo efecto?
Llevaba muy poco, tal vez unos dos meses, no sabía si los efectos se veían a largo plazo pero solo notaba que mis arranques de ira estaban más a mi control. Eso podía ser un avance, quería creerlo así.
—Eso creo, no lo sé, ¿Qué se supone que debo considerar para decir que esta funcionado?
—El autocontrol, por supuesto, tener un poco de ese control hacia tus impulsos —me aseguró con tono amable.
—Entonces tal vez esté funcionando —me límite a contestar.
Un resoplido que sonó como una risa cínica nos hizo volver nuestras cabezas hacia el lado de donde vino y eso solo nos llevaba a Peter.
—¿Intentas que nos veamos como los malos en este grupo, verdad?
Nos miramos el uno al otro, yo estaba muy desinteresado en él, que contestarle hubiera sido una pérdida de tiempo pero lo hice de todas formas porque no me gustaba quedarme callado.
—Pudiste haber dicho algo cuando era tu turno —le recordé un poco desafiante —Ya no es mi problema que quieras hacerte el interesante justo ahora.
—Aquí todos somos interesantes —añadió otra persona, los tres nos giramos hacia uno de los hombres que ni siquiera lucía interesado desde un principio en el grupo, era delgado, alto, un rostro agresivo por sus rudas facciones, la forma de su cara era cuadrada y sus ojos hundidos apenas podían verse por sus abundantes cejas negras. —¿No ves a tu alrededor? ¿Asesinos a sangre fría, sociópatas y psicópatas? Todos buscamos atención. Pero parece que alguien muy pronto va a dejar este grupo. Alguien de aquí ya entendió que lo que hizo estuvo mal.
Por supuesto que se refería a mí, sus ojos recelosos, llenos de repulsión y odio eran para mí exclusivamente, ignoró a todos en la habitación para tenerme en la mira sin parpadear. No me quedé atrás, no tenía miedo, si eso quería causarme estaba muy equivocado porque lo que ahora podía sentir era una clase de diversión, de entretenimiento, esto era encontrar un nuevo juego.
—¿Ya no puedo pertenecer al grupo por dar mi opinión? —pregunté, fingiendo indignación —¿O es que me vas a expulsar para tener de verdad toda la atención para ti solo? Hace un momento nadie dijo nada, ¿Por qué no empiezas por quitarte esta estúpida vergüenza de encima y hablas sin necesitar a otros? ¿O es que acaso asesinar también fue una vergüenza para ti que necesitaste ayuda de alguien más?
El hombre rió divertido, una verdadera risa que me irritó, quise agarrar a golpes al bastardo pero no me convenía hacerlo, no ganaba nada.
—¿Hablar de números? ¿Eso quieres? ¿Y tu que hiciste? —fingió que meditaba en silencio sin quitarme los ojos de encima —Ya recuerdo, seducir mujeres, matarlas, ¿Cuántas victimas fueron? Ah claro, cuatro, ¿Coger mujeres y matarlas? Es lo mismo que embriagarte y cogerte a veinte mujeres sin decir adiós porque a fin de cuentas jamás las vuelves a ver. Y si es que de verdad sucedió porque no se pudo probar que las mataste. ¿De verdad lo hiciste o solo es un rumor para aumentarte fama?
Sonreí de oreja a oreja, reí como en años había reído, era absurdo, de verdad era imposible no quedarse atrás, entendía el maldito juego de este tipo pero complacerlo era una muy buena forma de gastar tiempo del grupo.
—No creas que es todo mi repertorio —reí entre dientes, fascinado, sus ojos y los míos relucían en ese humor ácido que a Peter y a Tim sin duda también les parecía interesante —Incluye a mi madre y a mi hijo no nacido.
El hombre curvó sus labios en un gesto de modesta impresión y se encogió de hombros.
—Sigo estando adelante. Nueve personas, diferentes lugares, edades y formas de tortura ¿Y sabes una cosa? No hay pizca de arrepentimiento.
Fruncí el ceño.
—Te relataría como las asesiné pero mi amnesia no me deja hacerlo, es lo que más detesto, tener logros y no recordarlos para poder presumirlos pero seguro en algo debo ser más bueno que tú ¿Y sabes que es? La edad.
—¿La edad? —preguntó con irritación —¿Qué tiene que ver eso?
—Comencé a tener pensamientos sociópatas hacia mi madre a los diez y a los doce la asesiné, en un principio quise apuñalarla pero no quería ensuciarme las manos para luego tener que limpiar, la envenene con su café favorito logrando que pareciera un accidente de auto, con algo más de suerte hubiera podido matar a su amante pero no era tan estúpido para crear un patrón y lograr ser descubierto.
El hombre se quedó callado, evaluándome con ojos impenetrables, quiso ocultar su derrota con una risa áspera pero muy tranquila, ahora todo ese orgullo lo dejó caer al suelo con una expresión serena, casi descompuesta.
—Eres de los más jóvenes que conozco —admitió, fijando la vista en mí, ignorando a los demás —Y son de los que más he aprendido. Aunque con algo de suerte, puedes aprender mucho más de mí que yo de ti.
—Lo dudo mucho —confesé con media sonrisa llena de hipocresía, era una charlatan estúpido y sin remedio, nada me sorprendía, me acostumbre a todo.
—¿Arrepentido, Westermann?
Supe a que se refería, mi sonrisa se agrando, estaba muy complacido o más bien cómodo y seguro de mi respuesta que él junto con Peter y Tim fueron testigo de eso.
—Yo diría aburrido, porque seamos realistas, de algo nos debemos de aburrir. Eso le da sentido al cambio.
—¿Un cambio? —dejó escapar una risa irónica, alzando una ceja —Que gran cambio has dado supongo, terminando aquí con todos nosotros. Seguro querías esto, ¿Verdad?
Su ironía era muy despreciable pero lo resistí, había aprendido mucho más de mi autocontrol y esto era una prueba para seguir practicándolo, me aguantaba de verdad las ganas de golpearlo y estrangularlo, no supe ni cómo pero lo estaba haciendo excelente.
Me encogí de hombros, se veía poco a poco la irritación del tipo al darse cuenta de mi poco interés.
—Un cambio es un cambio. Como te dije, ya estaba muy aburrido.
—¿Aburrido de coger mujeres? A propósito ¿También te coges a la rubia que de vez en cuando viene a verte? Es una ricura, sabe como mover ese trasero el caminar y cómo le rebotan las tetas, debe ser delicioso metérsela entera y oírla gemir...
—Ya calma un poco esa verga, Jeff —le dijo Peter, poniendo los ojos en blanco, molesto de oírlo, seguro no era la primera vez que lo hacía.
—¿Sabes que sería mejor? Darle por detrás, darle duro a ese trasero, márcalo con una buena nalgada y someterla hasta dejarle rojo ese orto...
No supe ni cómo lo hice pero me paré de un salto y antes de que pudiera tomarlo de la camisa Tim ya se había interpuesto ante mí para alejarme a empujones.
—Cálmate, Damien. Respira.
Apenas y podía respirar, estaba temblando otra vez, tenía las vías respiratorias obstaculizadas por el coraje que me estaba asfixiando, toda esa violencia se acumuló en mi pecho y no podía sacarlo fácilmente, sabía que mi cara estaba llegando a una tonalidad purpura por falta de oxígeno, las venas de mi cabeza me estaba palpitando justo en la sien, provocándome un dolor que de todos modos ignoré. Algo me decía que si era capaz de hablar iba a escupir en su grotesca y asquerosa cara, arriesgándome a manchar todo mi buen comportamiento a lo largo de estos seis meses.
—Creí que este grupo era para decir lo que quisiéramos —se excusó el hijo de puta con indignación —Ya veo que muchos están sensibles el día de hoy. Que poco sentido del humor tienen.
No había sido un jodido chiste de mal gusto, se veía que disfrutaba imaginarse a Nina delante suyo, gozándola en sus fantasías y no lo soporté, me transformé de inmediato cuando cruzó mi límite, ese desgraciado ya la tenía en la mira y la idea de que Nina estuviera en ojos de estos malditos asquerosos depravados me daba una rabia infernal.
No dejaría que nadie pusiera los ojos en Nina, no permitiría que fuera vista por ninguno de ellos, jamás. Seguía gruñendo y Tim intentaba con fuerza hacerme retroceder pero mi cólera estaba endureciéndome.
—La sesión terminó, no podemos avanzar así.
Tocaron a la puerta, no supe de quien se trataba porque mi atención no podía mantenerse en ningún otro punto más que en la cabeza de Jeff, al menos eso cambió cuando escuche la mención de mi nombre.
—Damien Westermann, lo necesitan. —avisó un guardia, colocándose en la puerta para esperarme.
A juzgar por lo que veía no tenía mucha paciencia, eso quería decir que deseaba que me moviera. Tim me soltó con lentitud, tenía miedo de que aprovechara mi libertad para golpear a Jeff pero me subestimaba, no era imbécil para cargarme problemas gracias a esta escoria. Camine sin mucha prisa no sin antes escuchar en voz baja las palabras de Jeff.
—Seguro después de esto se la coge por detrás.
Me apreté los dientes cuando el guardia cerró la puerta al salir, de mí quedaba por sentado que esto no volvería a pasar, no permitiría que en la vida miserable que le quedaba a Jeff en este purgatorio ofendiera a Nina, si era necesario dejarle en claro de alguna manera que no fueran golpes lo haría, porque no iba a mancharme las manos en esa mierda asquerosa, buscaría la forma de mandarle el mensaje por encargo. La protegería, ese era el única compensación que podía darle por lo que hacía por mí y haría bien ese trabajo.
Aquí hay gato encerrado porque ahora resulta que Damien está defendiendo con uñas y dientes a Nina, esto si que me tiene super fangirleando jajaja
Yo soy Team Nina y Team Katherine así que no tengo preferencias, no vayan a creer que sí. En el siguiente capítulo habrá unas cositas que les van a encantar o bueno eso creo, necesitaré que lo lea y que me digan si les gusto o no pero es algo que muchas han estado esperando.
Me voy para que disfruten el capítulo, les mando besos y no se olviden de comentar y dar estrellita chicas y chicos (se que hay hombres que me leen)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top