Capítulo 17. Juicio (Parte 4)
Damien Westermann.
—¿Y que iba a pasar si no lograbas salvarla a tiempo? ¿Ibas a entregarte?
La pregunta no estaba en el formulario, esa también la había elegido él por su propia cuenta. Parecía que quería hacerme sufrir con esa pregunta improvisada pero no fue así, solo tuve que pensarlo un segundo para hacerlo.
—No, no iba a hacerlo —hice una pausa para tragar saliva —Porque sabía que tarde o temprano vendrían por mí ya que Katherine tenía contacto con el detective Robert McGrath y seguramente le había advertido lo que estaba a punto de pasarle.
—¿Y si no hubiera sido así? ¿Te hubieras entregado después de haberla asesinado?
La frustración me invadió de tan solo pensarlo, ahora si me había tomado desprevenido, no sabía cómo responder, tenía la mente en blanco, no podía imaginarlo y si lo intentaba de nada servía porque nada estaba muy claro.
—No lo sé, sinceramente no sé qué hubiera hecho en ese momento, tal vez por eso no quise arriesgarme a perderla y la saque de ahí.
Bruno fue de un lado a otro, sin quitarme los ojos de encima, tal y como si viera a un animal detrás de una jaula, esperando solo mi reacción.
—Y si te habías enamorado de ella, como dices, ¿Por qué la lastimaste? ¿Por qué seguías con tu plan? Porque si de verdad te hubiera enamorado de ella, te hubieras detenido.
Refuté de inmediato.
—No fue así, yo me enamoré de ella mucho después, me di cuenta de lo que sentía por Katherine justo cuando ella estaba muriendo, darme cuenta de eso logró hacer un click en mi cabeza y me hizo despertar de ese trance enfermizo y solo así tomé consciencia de lo que pasaba.
—Pero de todas formas la heriste —me contradijo sin dejar de caminar de un lado a otro. —Eso quiere decir que todavía te gustaba la idea de lastimarla.
Maldita sea, lo estaba logrando, de verdad quería hacerme sufrir, quería demostrarles a todos que yo era un auténtico monstruo y que no había ninguna justificación que pudiera demostrar lo contrario.
Indeciso baje la mirada, no iba a poder inventarme nada, otra vez mis posibilidades eran nulas, la mentira no podía ser parte de esto. No quise mirar hacia Nina, porque no iba a salvarme, no habíamos estado preparados para esto. Vi como Bruno esperaba mi respuesta con esa emoción que se estaba frenando por dentro, me tenía donde quería.
—Sí, la hería porque necesitaba hacerlo —confesé, disminuyendo el tono de mi voz poco a poco. —A ese punto no podía controlarme, estaba demasiado lejos de mi propio control y los impulsos eran fuertes. No pude hacer nada.
Bruno entrecerró los ojos, aunque fuera toda la verdad había algo de sospecha en sus rasgos, yo sabía que era cierto y si lo creía o no ese era su problema.
—Ya veo, no pudiste hacer nada para dejar de lastimarla pero si para sacarla de esa habitación. Creo que para mi no hay congruencia porque si pudiste detener ese impulso una vez, pudiste hacerlo otra vez para dejar de herirla.
Negué con la cabeza.
—No es así, luche conmigo mismo para tener el control por primera vez en mucho tiempo, para tener el control en ese momento y poder sacarla se necesitó de mucha voluntad.
Seguía sin creerme y a mi no me importa en absoluto, todo esto nos iba a llevar en círculos, que si yo pude, que después no, era algo que no tenía fin, me echó una mirada corta, muy distante y se dirigió al juez.
—No hay más preguntas, señoría.
El turno era de Nina, con ella sería fácil, al menos eso esperaba. Su rostro se mostraba ausente, mostrando mucha serenidad, se encontró con mis ojos y pude leer realmente que se estaba conteniendo un sentimiento que la mataba por dentro, tenía los labios apretados y con una clase de reproche sus ojos me estaban amenazando.
Se acercó al estrado con esos ojos, fríos, recelosos y resentidos. Por supuesto que sabía el motivo, se moría por tenerme a solas y pedirme una explicación de porqué cambie la respuesta a último momento.
—Cómo ya se mencionó hace un momento, tengo que volver a tocar el mismo tema que hizo el señor Tanner. Por lo que ya les mostré antes, Damien jamás tuvo el control de lo que él le hizo a Katherine, yo sé que muchos deben creer que él mismo pudo detenerse pero no fue así. — dejó a un lado la vista a los presentes y volvió su rostro hacia a mí, luciendo como una verdadera abogada, como si entre ella y yo no hubiera nada de por medio y yo fuese un cliente más —Dime, que a pesar de haberla sacado de ahí, ¿Tus pensamientos homicidas volvieron?
Asentí, carraspeando un poco.
—Sí, en efecto volvieron pero luche de nuevo para no volver a cometer una locura.
—¿Y tuvo algún resultado?
—No.
—¿Has sentido un cambio desde que tuvo las terapias con Scott Oliver? ¿Una diferencia en su personalidad?
—Sí, claro que lo he notado, sobre todo en mi comportamiento, he mejorado mucho en mis arranques de ira, estoy aprendiendo a controlarlo sin que sea una tarea tan complicada.
—Entonces eso quiere decir, que con tales terapias y de forma prolongada, ¿Podría decir que mejorarías en todos los aspectos?
Tuve una imagen mental de todos los posibles días de mi vida conviviendo y teniendo las terapias con Scott y la idea hizo que mi voz sonara un poco entusiasta porque la verdad es que si, yo consideraba a Scott como una pieza muy importante en este camino de mi posible recuperación. Quería que fuera él quien pudiera ayudarme siempre.
—He visto mucha mejoría en mí y sin duda creo que con la ayuda de Scott Oliver podré lograr un cambio evidente.
Nina fue hacia la mesa y rápidamente sacó una hoja de otro sobre manila, lo puso sobre la pizarra y señaló el estudio médico que me habían hecho desde que fui arrestado.
—Esto es un examen mental que se le hizo a Damien antes de ser interrogado por los policías y se me entregó desde las manos de dos doctores especialistas que detectaron un posible daño en la parte del cerebro de Damien justo en la corteza pre frontal, ósea en el lóbulo frontal que es donde comúnmente de ahí se originan la toma de decisiones, es fácil deducir que Damien no tomaba las decisiones correctas y conscientes a como lo haría alguien normal. Por lo que su enfermedad necesita tratamiento inmediato.
Dio una explicación rápida y concisa de lo que los doctores le habían explicado a ella o lo que seguramente le dijeron a su padre, yo estuve callado, estudiando sus palabras, su dicción al hablar, sonaba tan convincente, ni yo mismo sabía acerca de ese estudio médico, recordaba que me lo habían realizado pero jamás supe los resultados.
Entonces eso quería decir que esto era un as bajo la manga que Nina tenía y que jamás me mencionó. Me siguió interrogando con las preguntas que habíamos estado practicando, no sacó a flote lo de mi enamoramiento con Katherine, era obvio que no iba a hacerlo porque no necesitaba echar más sal a la herida. Eso explicaba su postura tan formal y la vez un poco distante.
Al acabar con los interrogatorios volví a mi lugar junto con Nina y dejamos que el juez hablara.
—Con el poder que me concede la ley se levantara la última sesión de este juzgado en aproximadamente un mes para dar la condena definitiva, tomando en cuenta lo dicho y mostrado en las evidencias, los interrogados y declaraciones de los testigos. Se levanta la sesión.
Al terminarlo todo no tuve tiempo de siquiera voltear a ver a Katherine, me llevaron tan rápido hacia mi celda que seguramente fui la primera persona que salió de ahí, los fotógrafos me sacaron más fotos, rápido busque a Nina que de pronto también había desaparecido.
¿A dónde se había ido?
(...)
Me quedé perplejo de que en lugar de llevarme a mi celda me trajeran a una pequeña y modesta sala de espera, ya me habían quitado las esposas, me hicieron esperar aunque yo estuviera haciendo millones de preguntas y entonces apareció Nina, con los brazos cruzados y esos ojos otra vez tan letales que ardían en una expresión dolida.
No necesitaba preguntar porque.
—Perdón por la respuesta improvisada, se que habíamos ensayado pero no pude contenerme —admití con arrepentimiento, no sabía como hacerla entender que debía ser sincero a todo lo que me preguntaran—Tuve que decir la verdad y si fingía entonces no iba a poder soportar el interrogatorio de Bruno, iba a sentirme muy nervioso.
Con fingida modestia asintió pero sabía que solo pretendía entenderme.
—Así que ¿Cambiaste la respuesta porque te tomaste muy en serio lo del voto de lealtad? ¿Es por eso?
Torcí el gesto, no me gustaba hacia donde estaba corriendo esto.
—¿Querías que mintiera? —le pregunté, sorprendido —¿En serio querías eso? ¿Qué tan más jodido quieres que me vea ante todo el mundo? Es la cosa más estúpida que has dicho.
Se acercó a mi cara con la desaprobación inundando toda su expresión, tenía la mandíbula tensa y su mirada se había vuelto diabólica.
—¡Porque no pudiste respetar en lo que habíamos quedado! —masculló con los dientes apretados, conteniéndose para no gritarme aunque ya lo estaba haciendo —Una sola respuesta, Damien, ¡Ibas increíble! Pero tenías que cambiarlo todo, ¿Por qué no seguir con nuestro formulario? ¿Qué esperabas? ¿Compasión? Era mucho mejor la respuesta que te había dado para estudiar, ¡Porque no la seguiste!
—Porque era la verdad y prometí decirla, sin importar si me perjudicara o no. —respondí con toda la calma posible, a pesar de que era devorado por Nina, quería conservar mi postura y que se diera cuenta que se estaba viendo muy mal al gritarme.
—¡Nadie te creyó! Espero que estés feliz con eso, fue la respuesta más estúpida que has dicho. Tú mismo te viste jodido ante todos.
—El hecho de que tu no quieras creerlo no es mi problema, ni el de los demás, estoy seguro de que muchos si lo creyeron porque es la verdad.
Me echó una mirada confundida pero manteniendo su violencia aun.
—¿Qué? —preguntó, frunciendo el ceño —¿Crees que me dolió escucharlo?
—No necesitas fingir, ese no es tu fuerte.
Lanzó una risa llena de amargura, sin pizca de gracia.
—No finjo, ¿Tú crees que no lo he escuchado antes? Tú mismo me lo has dicho.
—Pero ahora sabías que no existía una mentira de por medio.
Su expresión de disgusto se acentuó más, se dio la vuelta para ir hacia la puerta pero la detuve poniendo la mano sobre la puerta, provocando un portazo.
—¿Por qué eres así conmigo? —susurró, clavando sus ojos hacia el piso, desechando todo el coraje de hace un segundo como por arte de magia —¿Aun disfrutas ver el sufrimiento de los demás?
—No me dejaste terminar, Nina —le dije, forzándola a mirarme otra vez, interponiéndome para que se alejara de la puerta.
Con temor alzó los ojos y con una capa delgada y cristalina sus lágrimas se mantenían todavía encapsuladas. Aturdida me sostuvo la mirada y yo con un dolor que iba tomando intensidad por el hecho de verla tan mal por mi culpa le quite con las yemas de los dedos la única lágrima que logró desbordarse sin su permiso.
—Lo que nunca te dije es que a pesar de lo que yo siento por Katherine, no pude evitar enamorarme de ti y aunque seguro no me creíste la primera vez que te lo demostré, créeme que hoy ya no se me da por mentir. Lo digo en serio, te quiero Nina.
Ocultó su rostro que ahora se había llenado de lágrimas, bajó de nuevo los ojos hacia el suelo.
—Ya no estás bajo juramento de lealtad —me recordó con la voz quebrada por el leve llanto —Vuelve a ser el maestro del engaño. Me acostumbré mejor a eso.
Con un dedo, alcé su rostro que intentaba desviar lo más que podía pero la tenía prisionera con mi agarre, sus ojos azules se suavizaron delante de mí y supe que aunque quisiera alejarse de mi ella disfrutaba contemplarme.
—A este punto ya no soy capaz de sostener una mentira, te diste cuenta de eso hace un momento. Si crees que voy a lastimarte, déjame decirte que no voy a hacerlo, porque en primer lugar eres lo único que tengo, eres lo más importante que me queda y si te lastimo es obvio que vas a irte para siempre y no quiero eso. Lo que quiero es que te quedes conmigo.
Ella levantó una mano y me acarició un poco el rostro, fue un roce muy pequeño porque tenía miedo de tocarme y aunque fuera corto de todas maneras se sintió muy agradable.
—Siempre que me necesites estaré para ti, porque aunque no quiera y luche contra el odio que me tengo por amarte tanto, siempre estaré rendida ante tus peticiones por más que me duelan, porque es el amor que te tengo el que me obliga a hacer estos sacrificios. Por eso nunca me atreví a enamorarme.
Trató de limpiarse las lágrimas parpadeando pero eso solo lograba aumentar la cantidad de lágrimas que se derramaban sobre sus mejillas.
—Porque enamorarte te hace estúpida, te ciega, te destruye, te mata, siempre huí de eso, todo el mundo me invitaba a probarla porque eso era para mí, una droga, siempre traté de huir de ella y me negué a probarla porque sabía que una vez tomándola, te vuelves adicta, no puedes vivir sin ella pero entonces llegaste tú y sin querer me la diste a probar y ahora estoy aquí, enferma de un amor que me destruye día a día.
Eso explicaba porque los hombres se les acercaban y ella sin contenerse la indiferencia los rechazaba, entonces ella dejó la idea muy clara, nunca se dio la oportunidad con nadie, inclusive antes de que yo llegara, siempre escapó de cualquier relación, de todo que pudiera matarla de desamor hasta que las cosas cambiaron conmigo.
—No tuviste la culpa —se zafó de mi agarré, una vez teniendo las manos libres se limpió la cara y se arregló el maquillaje corrido con un pañuelo a ligeros toquecitos —No me hubiera molestado amarte a como lo hago ahora, lo único que no soporto es que tu amor sea compartido. No lo merezco.
Antes de que pudiera decir algo tocaron a la puerta, rápidamente Nina se acomodó todo el maquillaje y el residuo de rímel, abrió la puerta y un guardia dio por terminada la charla conmigo, ella aceptó, sabía que pediría unos segundos más porque eso era lo siempre hacía pero extrañamente no fue así, salió de la sala sin despedirse, dejándome solo.
El guardia entró y me colocó de nuevo las esposas, me llevó a mi celda y me dejó como era rutina. Esperé por varias horas a una visita rápida de Nina pero ella nunca apareció, ansioso por verla otra vez me di cuenta que en efecto, esto me demostraba que vivir sin ella era como vivir con una pieza faltante.
La incomodidad y el vacío gritaban su nombre, el dolor también y el único remedio a la agonía y la crueldad era volverla a ver.
¿Sorprendidas? Sí, no están soñando, subí dos capítulos, así que este fin de semana a leer guapas jajaja.
Espero les haya gustado el maratón y espero poder traerles más maratones, si es que el tiempo me da la oportunidad de hacerlo.
¿Que opinian de Nina? pobrecita, chicas no la odien ella también quiere amor, no sean malas, tal vez Damien le de lo que necesite.
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