Capítulo 13. Memorias

Damien Westermann

A primera hora de la mañana había soñado con Katherine, sabía que no se trataba de un sueño si no de un recuerdo, uno de los muchos que estaban saliendo a flote, era tan vivido que era como si yo mismo lo estuviera viendo a través de mis ojos y no en tercera persona, era yo mismo, tenía control de mi cuerpo, de todo. Estaba con Katherine en mi departamento de Nueva York, le acariciaba la mejilla con dulzura y ella me sonreía inocente, tierna y sumamente enamorada, sentía el latir de mi corazón por unos segundos y se detuvieron cuando ella se paró de puntillas para besarme, el beso revivió mis latidos y los disparó a una velocidad increíble, luego frenaron cuando dejó de besarme y la contemple, me asusté cuando comencé a sentir una clase de incomodidad muy potente pero cuando ella no dejó de regalarme esa sonrisa angelical logré tragarme esa incomodidad en mí para remplazarla por una amabilidad que luché por mantener un largo tiempo más.

Después de aquel recuerdo me di cuenta que era cuando recién salía con ella, a cuando tuvimos una relación en secreto, imágenes de muchos recuerdos estaban acumulándose en grandes y largas filas donde no pude ver con detalle ninguna de ellas, pasaban tan rápido, a ese estilo de flashback donde no puedes distinguir más que rostros borrosos. Me esforcé en detener aunque fuera solo uno y cuando lo traté de repente un recuerdo apareció para quedarse, me paralizó de repente, pues al saber de qué iba aquel recuerdo no pude reaccionar, resultaba difícil intentar hacer algo. Éramos Katherine y yo teniendo sexo, distinguí otra vez mi departamento en Nueva York, o más bien una de las habitaciones, estábamos en mi cama, nos besábamos con pasión, frenesí, efusión absoluta, ella jadeaba y de vez en cuando susurraba mi nombre en gloria y satisfacción, le acariciaba el rostro, las piernas, los pechos, lo que estuviera a mi alcance, estaba encantado, cautivado por su belleza, me volvía loco, lo sabía porque nadie en mi vida me había hecho sentir aquel poder, esta plenitud y deleite. Me sentía otro, el rey del mundo a su lado cuando teníamos intimidad.

Y de repente el recuerdo se volvió un remolino, desapareciendo en la corriente de más recuerdos frustrados. Desperté exaltado, bañado en sudor, estaba solo en mi habitación oscura y silenciosa, mis jadeos era el único sonido que se lograba escuchar entre tanta paz y tranquilidad, más que sorprendido estaba asustado, el mareo que experimente luego de despertarme me distrajo de lo que en verdad había pasado. 

Iba a procesarlo cuando alguien tocó a mi puerta, fueron más de cuatro golpazos.

—¿Damien? ¿Estás despierto? —reconocí la voz de Nina. Tocó una vez más y al no responder decidió entrar de todas formas.

Estaba todavía aterrado por lo que había pasado que al entrar ella se quedó parada con una expresión inquieta.

—¿Estás bien? —preguntó, acercándose paso a paso con lentitud, me escudriñaba entre la imposible oscuridad de la habitación.

Un poco recuperado encendí la lámpara de noche para verla mejor, al verme sus ojos se dilataron y casi corrió hacia la cama, se paró frente a ella y analizó lo más que pudo toda la escena para sacar sus conclusiones.

—¿Qué ha pasado? ¿Por qué estás sudando? ¿Acaso no dormiste en toda la noche?

Carraspee para aclarar mi voz rasposa.

—Acabo de despertarme —me quité lo más que pude el sudor de la cara he hice mis respiraciones para calmarme —Tuve un mal sueño, eso es todo.

—¿Un mal sueño? —preguntó con poca convicción. —¿De que se trató?

Negué con cabeza para quitarme lo último que recordaba de aquel recuerdo para ver si así podía recuperarme.

—Fue un recuerdo muy borroso y corto, no se si fue un sueño o recuerdo, todo es confuso. —en un intento de cambiar de tema hice como si no fuera nada importante y me acomodé para volver a dormir pero vi que no tenía intención de irse —¿Puedo saber porque estás aquí?

Señaló con la barbilla mi reloj digital justo alado de la lámpara.

—Ya es de mañana, vine para ayudarte, ya sabes qué día es hoy. ¿O lo olvidaste?

Lo había olvidado por completo, no recordaba que hoy era el día en donde ellos me llevarían al reclusorio,  ni siquiera entendía porque razón lo había borrado de mi cabeza, a estas alturas no sé qué pasaba conmigo, no podía organizar nada de este desastre. Solté un resoplido, miré el reloj, eran las seis de la mañana, todo seguía oscuro porque no había recorrido las cortinas de las ventanas por eso no pude notar la diferencia de horario.

—No recordé que era hoy. Lo olvide —me pasé la mano por el cabello, era increíble que no lo hubiera recordado.

Nina ignoró mi confusión y fue a recorrer las cortinas, la luz del sol irrumpió en la habitación desintegrando con rapidez la oscuridad, me molestó tanto que parpadee para acostumbrarme a la alta iluminación.

—Deberías cambiarte antes de que lleguen los agentes, dijeron que vendrían a las siete, tienes una hora para arreglarte. —me informó de manera mecánica —Necesito que lo hagas rápido porque estamos todos esperándote, aun hay cosas que debes revisar.

Iba a levantarme cuando de pronto lo sentí entre mis piernas, ese bulto, dios, el recuerdo que había tenido me había provocado una erección y no iba a poder hacer nada si Nina no se iba de la habitación, me frustré demasiado cuando ella se sentó en una silla y revisó unos papeles que estaban sobre una mesita, no iba a irse era seguro.

—¿Vas a quedarte aquí? —le pregunté en tono apremiante, quería que se fuera.

Se volvió hacia mi con cara de pocos amigos.

—Te estoy dando la espalda, ni siquiera te estoy viendo, ¿O acaso te molesta?

Hice una mueca con los labios para intentar refutar, hubo un momento de miradas intensas en donde nos estuvimos desafiando uno al otro hasta que terminó por darme la privacidad que necesitaba.

—Como sea —hizo un ademán, refunfuñó y camino acelerada hacia la puerta.

Cerró la puerta y en cuanto dejó la habitación me levanté y me cambie de ropa lo más rápido que pude, fui al baño para lavarme los dientes y echarme un poco de agua para quitar el residuo de sudor que estaba todavía pegada en mi frente. Todavía permanecían los fragmentos de aquel sueño en mi cabeza, a veces me distraían de lo que debía hacer, no pude resolverlo por lo que dejé que siguiera torturándome lo que tuviera que durar.

(...)

Me reuní con mis abogados en la sala principal de la casa, era una de las pocas veces en las que me había sentado con todos ellos a discutir de los problemas legales pues la mayoría del tiempo Nina me explicaba todo más fácil y me recomendaba que era lo mejor que podía hacer. Estuvimos hablando de todo, cada detalle, no hubo ninguno que se descartara, cuanto tiempo estaría en aquella celda, los permisos que tenía, el reglamento, el juicio, los alegatos, me explicaron y también me advirtieron de cada cosa.

—¿No se puede evitar quien puede estar presenciando el juicio? No quiero que haya gente que solo busca sacar la nota —admití, con los dientes apretados, podía hacerme una escena de aquel día, lleno de gente que pedía a fuerza entrar y presenciarlo todo. —No quiero periodistas.

Nina con el ceño fruncido trataba de convencerme que no todo iba a poder hacerse a mi manera.

—Habrá algunos, de eso no podemos ser responsables, estoy segura de que habrá solo los necesarios. Necesito que te aprendas esto —sacó de una carpeta tres hojas y me las entregó sin mirarme, señalaba cada párrafo con cuidado —Es tu caso resumido para que puedas entenderlo, luego están los cargos por los que se te acusan, esto que vez aquí con rojo es lo que dirás ahí cuando llegue el día en el juzgado, está escrito por orden numérico, no puede haber margen de error, son los hechos puestos cronológicamente ordenados desde el momento en que conociste a Katherine.

—¿Es por si ella llega a equivocarse con alguna fecha?

—Sí, solo así  nosotros podemos refutar.

—Espera...—la detuve antes de que volviera a hablar —¿Cómo has sacado todo esto si no recuerdo las fechas exactas de cuando conocí a Katherine?

Por un instante ella también parecía confundida y luego parpadeo para quitarse de encima ese acto reflejo y volvió a su postura normal.

—Investigue lo necesario para poder ordenarlo, solo completé el trabajo que mi padre ya había hecho, busque en periódicos y me junté con algunos periodistas, solo los que tienen una reputación honorable, no charlatanes.

—Eso quiere decir... ¿Qué tienes contactos que saben todo de Katherine?

Se comportó un poco inquieta, no supo que decirme así que desvió la mirada de la mía por unos cuantos segundos en los que seguramente podía inventarse alguna mentira convincente.

—No realmente, solo hablé con las personas que pudieron tener una conversación con ella. Es todo —afirmó con despreocupación, de todas formas identifique el matiz de su voz un poco temblorosa, evidenciando la mentira.

Mantuve mis ojos en ella, intimidándola, quiso volver a darme órdenes y cuando trató de hacerlo lució algo nerviosa. Al final ella se molestó muchísimo y me encaró con desagrado.

—¿Quieres dejar de hacer eso? —me exigió con la poca paciencia que tenía siendo expulsada en un resoplido.

No dije nada, seguí haciéndolo de todas formas.

—Deja de mirarme así, quieres intimidarme pero solo estás distrayéndome. Es molesto, necesito estar concentrada y tu también y de una vez te digo que no me vas a obligar a hablar de lo que platique con esos periodistas.

—Estás mintiéndome —reconocí, siguiendo con esa mirada intensa en su rostro, ella estaba ya sacando chispas.

La calma de hace unos segundos desapareció y discutió frente a los demás sin importar que causara una escena.

—¿¡Y qué!? Estoy tratando de asesorarte en esto pero si solo te enfocas en Katherine será mejor que me vaya. Ese es tu problema, nunca puedes dejar tu cabeza libre de Katherine un día, ni un maldito día. ¡Hago lo mejor que puedo para ti! Y ni siquiera pretendes poner atención —se levantó de un movimiento y le entregó las hojas a uno de los abogados que estaba más cerca de nosotros —Jack, dale las indicaciones a Damien, espero que pueda escucharte a ti porque parece que a mi no me presta atención o tal vez no me comprende.

Jack al igual que todos nos dedicamos a ver como Nina se alejaba de la habitación resonando el tacón sobre el mármol con estruendo. Quería ir detrás de ella, en verdad lo desee pero pensé en lo que ella dijo, esto era más importante, debía concentrarme en este problema y dejar que las cosas personales se arreglaran después. Dejé que Jack me terminara de explicar lo que Nina había dejado, me esforcé en no volver a cometer el error y poner mis pensamientos en esto, no fue fácil ni tampoco podría decir que resultó del todo pero al menos pude controlarme.

—No se preocupe por esto, señor Westermann, de todas maneras uno de nosotros iremos a explicarle de nuevo lo que necesita aprenderse una vez que lo lleven a su celda. Tenemos permitido ir y comunicarle las cosas como deben ser.

No pude apréndelo todo en unos minutos, de verdad necesitaba más asesoramiento pero por suerte tenía cuatro buenos abogados que al final estaban haciendo todo por mí y resultaba más fácil y menos estresante todo esto.

—De acuerdo, porque realmente necesito seguir estudiando  la lista. ¿Algo más que necesite saber?

—No que yo sepa, esto era lo primordial.

—¿Crees que ella sepa algo más? Algo de lo que necesite saber

Solo se ruborizó y se acomodó el moño de la corbata.

—Probablemente. ¿Quiere que la vaya a buscar?

—No —lo frené en seco —Iré yo.

Me levanté y camine casi en silencio hacia la dirección a donde ella había ido, suponiendo debía estar en la cocina, fui hasta allá y en efecto la encontré ahí texteando en el celular, se dio cuenta de mi presencia, no supe si se había dado cuenta que era yo así que levantó la mirada un poco y volvió al teléfono cuando confirmó de quien se trataba.

—¿Ya terminaste? —preguntó con poco interés, continuando con el mensaje de texto.

Quise acortar la gran distancia que nos separaba e ir a romper el teléfono móvil que tenía sujetado con las dos manos, obligarla a mirarme y exigirle una explicación, pensaba en como podía hacerlo pero lo mejor que pude hacer era acortar más mi distancia para no caer en la tentación.

—Sí, me lo han explicado todo, quería saber si hay algo más de lo que deba estar informado.

—No por ahora —contestó con rapidez, sin mirarme otra vez, tratando de ignorarme —Quizá después.

Podía sentir las marcas de mis venas al apretarme tan fuerte las manos, tenía mis puños debajo de la barra de la cocina, la misma que nos dividía, moría por dar un puñetazo contra el granito y ver si era capaz de agrietarlo o romper el borde.

Entre el silencio a medias porque estaba el ruido de las teclas de su celular haciendo un poco de ruido pude hablar más fuerte y hacerla entrar en razón

—¿Qué es esto? ¿Una jodida puesta en escena? ¿Un berrinche? —espeté con brusquedad, ya casi iracundo —¿Con quién te estás mensajeando? Estoy hablando contigo, mantén un poco de respeto, mierda, eres mi abogada, hace unos días te morías de miedo porque creíste que iba a despedirte, ahora veo que no estás tan preocupada por tu reputación.

Se apretó los labios tan fuerte y cerró el celular, lo dejó a un lado haciendo escandalo a propósito, por primera vez alzó la vista y se encontró con mis ojos persuasivos sin importarle el peligro al que podía estar expuesta.

—¿Te molesta que esté mandando mensajes de texto? Hace un momento estaba haciendo mi trabajo pero a ti es a quien no le importa, puedo venir a darme el descanso que quiera después de estar trabajando casi trece horas sin parar, no puedes negarme esto, trabajo para ti demasiado duro y ni siquiera puedes apreciarlo. No tienes suficiente humanidad para notarlo.

—Por supuesto que lo hago —replique a prisa, a punto de acortar la distancia que tenía entre los dos —Si no fuera considerado te hubiera despedido en el jodido momento en que me besaste pero aquí estás, conservando el trabajo que te está dando más reconocimiento que ninguno de los que has tenido te ha dado.

La mandíbula le cayó en seco, pude ver el golpe que le provocaron mis palabras pero también el coraje que hizo nacer dentro de ella.

—¿Eso crees? ¿Y porque no dejo que simplemente alguien más te ayude en esto? Que alguien esté dispuesto de verdad en ayudarte porque a final de cuentas en pocos meses estarás en bancarrota y es posible que no puedas pagar a alguien que quiera solucionar este jodido desastre. ¿De verdad quieres eso? ¿Te interesa? —preguntó en voz enfadada, con un agrio sarcasmo. Al ver que no tenía intención en responder siguió hablando —Me necesitas, Damien, lo sabes, no quieres que me vaya y yo tampoco quiero irme pero esto ya no está funcionando.

Nos mantuvimos en silencio en lo que yo soportaba la sensación deprimente que reducía a mi corazón, dejándome paralizado,  fue impresionante la manera en la que mi estado de ánimo cambio, hace unos segundos estaba seguro de que podría romper el granito de la barra de la cocina y justo ahora aquellas fuerzas bajaban hasta el suelo.

—¿De que estás hablando? —insinué desentendido, sabía lo que quería decir pero me negaba a aceptarlo. Lo decía en serio porque su rostro estaba neutro, tan callado.

—Sabes a lo que me refiero —aceptó cortante.

Entonces hice frente a la verdad

—¿Quieres irte? ¿Vas a dejarme?

Se mordió el labio con fuerza, puso una expresión imposible, mostrando un estado relajado pero luciendo molesta, irritada, sabía que no estaba enfadada conmigo si no con ella misma. Le dirigí una mirada llena de pánico, emergiendo un verdadero miedo en mi interior que no sabía como ahuyentar. El celular vibró, ella apenas y le echó un vistazo al aparato que saltaba por la vibración de la notificación, lo agarró con enojo para callarlo y verificó el número.

—Hablaremos de esto después. —susurró con discreción, apretando el celular a su costado y mirándome con timidez al pasar a un lado mío.

No, esto no sucedería después, lo haría ahora, dejé que mi primer impulsó se apoderara de mí y agarré su brazo para frenarla y llevarla hacia a mí, ella gimió de dolor, lanzándome unos ojos frívolos.

—Suéltame ahora, Damien —me advirtió, forcejeando conmigo —Ya estás empeorando bastante las cosas.

—¿Quién te está mandando mensajes? ¿Qué es lo que te tiene tan distraída? —masculle con rudeza. —¿Qué está pasando contigo?

Su boca se abrió en sorpresa y parpadeo perpleja al darse cuenta de que el problema fueron los mensajes, que gracias a ello su atención no era para mí.

—¿Ahora te va a importar con quien me comunico? ¿Con quién estoy hablando? ¿Por qué? Que más te da lo que me pase, no te intereso.

Apreté más mi mano en su brazo, sintiendo como las marcas se iban dibujando en su piel.

—Me interesa solo porque necesito tenerte concentrada en esto.

—No parece ser tu caso —remarcó en tono mordaz, acercando su rostro al mío con una sonrisa rígida y ojos arrogantes —El único que no parece estar concentrado eres tú, no vas a echarme la culpa a mí y si también vas a querer dominar mi vida privada es mejor que no trabajemos juntos.

Ella gimió más fuerte cuando mi agarre se salió de control, esta vez ella me dio golpes en el pecho para que la soltara y aunque le estuviera causando dolor ella no quitó su expresión enfadada, hasta pareció ser un intensivo que la estuviera lastimando para ponerse más rabiosa.

—¿Vas a dejarme? ¿De verdad vas a hacerlo? —le pregunté con gesto de sospecha, mezclado con miedo, la acerque a mi rostro para leer en sus ojos la verdad y eso endureció mi expresión.

Ella se contorsionaba pero no iba a dejarla ir, su enfado iba disminuyendo al esperar la respuesta, estaba cansándose y de un momento a otro dejo de forcejear conmigo.

—No quiero y lo sabes —respondió con voz lastimosa, no sabía si se trataba del dolor por su brazo o si la idea también la hería por dentro. —Pero...no puedo seguir así, me hieres con tu indiferencia, lo he soportado lo más que he podido pero es suficiente.

—No quiero que te vayas —susurré con debilidad, sintiendo que mi cuerpo se desconectaba de mi cabeza, de la realidad—No me dejes.

Quiso irse otra vez pero no iba a dejarla, lo decía en serio. Repentinamente la tomé más fuerte y antes de que gritara todavía más por el dolor atraje su rostro al mío y la bese para callar su alarido, por un segundo pude percibir en su cuerpo la relajación absoluta como también la impresión de mi beso. Me empujó para quitarme de encima y con histeria quiso soltarse.

—¡No vuelvas a besarme! ¡¿Me oíste?! No vas a jugar conmigo, Damien. No vas a convencerme de quedarme con solo besarme, no funciona así. ¡Y suéltame de una maldita vez!

Esta vez la tomé con ambas manos, sujetándola bien fuerte y poniéndola de frente a mí, estaba furioso al igual que ella, la rabia, la impotencia, no eran por nada más que por su rechazo, por la mezcla de sentimientos que me estaban envenenando, por los celos.

—Quise besarte, quiero besarte, me está matando Nina, no lo sabes pero justo ahora me estás matando y quiero que lo sepas. Quiero tenerte, no quiero que me dejes, no pretendo engañarte, es la verdad, no soportaría dejarte ir. Quédate.

Su cuerpo que ahora vibraba suelto y alegre se acercó al mío y en seguida ella atrapó mi boca con la suya en un solo segundo. La solté finalmente y ceñí su cintura con mis brazos, atrayéndola todavía más a mí, ella lanzó sus brazos a mi nuca y las apretó a mi cuello para mantener nuestros rostros aprisionados en el beso desenfrenado que nos consumía a los dos. Pude saborear el momento en el que se entregó por completo, dejándose caer a mis órdenes, a mi control. Acaricie su espalda y ella aferró sus dedos a mi cabello en un intento de mantener todavía más cerca nuestros rostros.

Su cuerpo estaba ardiente, envuelto en una adoración codiciosa, se comía mis labios, mi aliento, su rudeza era deliciosa, no sabía el gran favor que me hacía pues desde hace tiempo necesitaba que alguien calmara esta sed de pasión, deseo, ella fue la salvación entre tanta tortura, mi libertad en esta esclavitud.

—No me dejes —jadee por encima de sus labios, manteniendo bien firme mis brazos alrededor de su cintura.

Seguía besándome, robándose mi aliento, grabando sus caricias en mi rostro y en mi cuello.

—Nunca, Damien, nunca —repitió entrecortadamente, imposible de mantener su voz fuerte, clara y calmada, todo lo que me decía era inaudible por su respiración jadeante. —Nunca...

De pronto sentí que me dirigía a la dirección correcta, la misma que me llevaba  hacia la salida que tanto estaba buscando, sus palabras me hicieron olvidar el tiempo cruel e inhumano por el que estaba pasando, dándome la oportunidad de regresarme la fe que había estado perdiendo lentamente.


Esto ya se está poniendo intenso :O 

No me maten chicas pero deben saber que estás cosas deben pasar en la trama para que muchas cosas se aclaren.

Justo en este momento deben salir a la defensiva las fans de Nina jajajaja, por favor alguien ayudenme a defenderla xD porque muchas ya la quieren matar. Sean razonables, Damien también necesita amor <3 Chicas este es el capítulo más largo que he escrito de la historia y lo más extraño es que no me tarde tanto en acabarlo jajaja como son las cosas. 

Las amo chicas, siempre se los diré y no me cansaré de hacerlo, gracias por el apoyo y les mando un besote enorme desde donde me estén leyendo

Nos leemos hermosas. 


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top