17va conversación
A Kurotsuchi le llenaba de orgullo muchas de sus habilidades, había ganado el respeto de su abuelo sin mucho esfuerzo cuando era niña, siempre se habia sentido querida por todos en la aldea y el titulo de nieta del tercer tsuchikage habia ayudado.
No recordaba exactamente cuando había conocido a Deidara, siempre habia estado con ella desde que eran niños, la madre de Deidara quien era una amiga cercana a su abuelo habia enfermado y muerto cuando él solo tenia ocho años.
Junto a Akatsuchi, casi todos los días los tres planeaban alguna travesura para su abuelo, siendo Deidara el que inventaba las mejores en todas ella, Deidara robaba el sombrero y para Kurotsuchi esa era la mejor parte del día dónde subían a una de las colinas de rocas alrededor de la aldea donde el viento siempre soplaba más fuerte para evitar que los alcanzarán rápidamente y los castigaran.
Kurotsuchi siempre se moría de risa cuando Deidara se colocaba el sombrero e imitaba al viejo ōniki, llegaba un momento en el que Akatsuchi tenía que irse más temprano que ellos dos siendo el único de los tres que tenía padres vivos y una cena casera esperándolo siempre.
Ese era el momento en que veía la mirada de Deidara que se perdía observando la noche inundar la aldea, y la chica siempre miraba con una sonrisa sonrojándose ligeramente.
Recordó de las últimas veces en las que Deidara estaba a su lado.
El viento revoloteó el cabello de Deidara y él tomó el sombrero de la punta del frente para evitar que se volara y Kurotsuchi observó como el le sonrió junto con sus ojos de manera orgullosa al ver que ella se sonrojaba, ella abrió los ojos e hizo un puchero con la boca para después ocultar la mitad de su rostro entre sus rodillas flexionadas.
-Quita esa sonrisa de tu rostro o voy a pegarte tan fuerte que desaparecerá- ella cerró los ojos mientras hablaba irritada.
-Siempre tan delicada como toda una dama- Deidara borró su sonrisa mirando hacía arriba y haciendo una mueca irónica con la boca.
-Como sea, ¿terminaste sus esculturas experimentales?- Kurotsuchi observó la aldea aun entre sus rodillas- todo mundo habla de eso, una nueva de tus esculturas siempre causa admiración entre toda la aldea.
Cuando Deidara no respondió la chica lo miro de reojo para encontrarse con una mirada sería del chico.
-De que sirve la admiración al arte si cualquiera con mal gusto puede mirar- la chica observó la frialdad a la que estaba acostumbrada cuando Deidara hablaba de su pasión- no lo entienden, nunca lograrán comprenderlo.
-Tal vez deberías permitirles entender- la chica sonrió hacía él- ya sabes con el respeto que el abuelo tiene hacia ti podrías convencerlo de cualquier cosa, incluso de tener tus propios alumnos algún día.
-No quiero que arruinen mis creaciones simples niños aficionados- alzó las manos de manera aburrida.
-Quizas en uno de ellos puedas encontrar arte que tanto buscas- sonrió de manera divertida.
-Son muy especiales las personas que son arte puro Kurotsuchi encontrarlas es complicado y no creo que en una aldea tan aburrida como esta llena de aficionados pueda encontrarla- explicó con obviedad.
La chica guardó silencio por unos segundos antes de ocultar completamente su rostro entre sus rodillas y hablar.
-Deidara-nii...- Deidara la observó con atención al escuchar el tono de voz baja de la chica ya que estaba avergonzada- crees...¿crees que yo soy arte?
Cuando la risa de Deidara estalló Kurotsuchi levantó la mirada entrecerrando los ojos hacía el sumamente molesta.
Lo golpeó en el hombro con fuerza y el se quejó pero no paró de reír.
-Tú... ¿arte?... si claro- dijo entre risas burlándose- no claro que no, tu eres lo más lejano al arte que puede existir.
-Basta idiota, no tenías que ser tan cruel- volvió a soltarle un golpe pero esta vez Deidara tomó su muñeca y jaló todo su cuerpo junto con el de él, soprendiendo a la chica que finalmente sus rostros quedaron tan cerca el uno del otro, mientras ella observaba atónita él sonreía.
-No, no lo eres tonta, y jamás lo serás... pero no quisiera que lo fueras- empujó con una mano la cabeza de la chica hacia él robándole un corto beso en la boca después de que la dejó ir ella se separó sorprendida y con el rostro completamente rojo, él se levantó y de nuevo el aire hizo que su cabello se revolviera tomando el sombrero evitando que se volara, sonrió con diversión al ver que ella fruncía el ceño hacia él.
-Todos esperan mucho de ti- dejó de mirarla para ver hacía la aldea con seriedad- las esculturas que ellos admiran... no duran más que unos segundos de su atención, ojalá y pudiera corresponder a ellos pero no puedo ser lo que ellos quieren que sea, mi arte no es de la forma que ellos puedan comprenderla más allá de su admiración, yo no soy nada- se quitó el sombrero y la miró con una sonrisa, ella lo veía con atención escuchándolo- tú, eres todo lo contrario, eres la nieta del Tsuchikage y su admiración hacia a ti va más allá de unos pobres segundos... tú eres su próxima gobernante, ellos quieren que lo seas- avanzó hacia ella y le colocó el sombrero arrodillándose sonriendo cerrando los ojos- conviertete en lo que ellos más quieren que te conviertas, en lo que yo no puede haber sido... míralos desde arriba con orgullo y muestras que tu presencia vas allá que unos pocos segundos de admiración.
Deidara se separó de ella y bajó por la colina dejándola sola, ella tomó el sombrero de su abuelo y cubrió con el su rostro, aunque ella sabía que nadie la observaba trató de ocultar las lágrimas que salieron pocos segundos después.
Había amado a Deidara desde ese momento, incluso cuando ya era tarde para hacerlo.
La frustración en él creció y Kurotsuchi no hizo nada para detenerlo.
Un día le ayudó a infiltrarse a los archivos ocultos de la aldea, él buscó entre los jutsus prohibidos buscando la respuesta al propósito de las esculturas que realizaba.
-Aqui huele como el abuelo- la chica tapó la nariz con molestia al sentir el olor a humedad de los pergaminos viejos.
Vio a Deidara abriéndose campo entre las filas de pergaminos y buscando entre ellos, la chica tomó algunos cuántos y leyó algunos jutsus viejos.
Había una puerta en el fondo de la habitación, una puerta con un enorme candado en ella, Deidara observó con molestia.
-Ese maldito anciano- apretó los puños y Kurotsuchi lo observó con preocupación- sabía que vendría y por eso le puso candado.
-Deidara-nii deberíamos irnos...
-No- le habló con voz severa, estrelló su puño en la puerta de madera- estoy tan cerca Kurotsuchi... estoy tan cerca de mostrarles de lo que soy capaz...
La chica bajó su mirada y aunque al principio sabía que aquello podría resultar mal, sacó de su bolsillo algo y lo extendió hacía el rubio, Deidara observó sorprendido la llave en la mano de la chica.
-La tomé antes de venir aquí, estaba en el cajón de su escritorio, pensé que nos serviría- le sonrió cómplice y él le correspondió.
Cuando entraron vieron un enorme estante con pocos pergaminos en ellos y separados uno de otros con inscripciones debajo de ellos.
Los dos chicos tomaron al mismo tiempo uno diferente y lo leyeron.
-Que asqueroso- la chica hizo una mueca hacía el pergamino- bocas en las manos.
Deidara le arrebató el pergamino rápidamente.
-Oye ten más cuidado idiota- estaba a punto de golpearlo como siempre lo hacía pero se detuvo cuando vio el rostro de Deidara completamente atónito mientras leía de un lado a otro
-Dei...dara...
-Es el arte perfecto- sonrió y volvió a enrollar el pergamino y meterlo entre sus ropas.
-No deberíamos robarle al abuelo, si nos descubre no sabemos lo que hará.
- Tranquila Kurotsuchi- le dijo despreocupado- lo regresaremos, ahora mira toma este, hay una técnica de roca que te permite tener una armadura perfecta- le entregó el pergamino que él había tomado al principio y rebuscó más entre los pocos que había.
Kurotsuchi hizo lo mismo y entonces vió un pergamino con papel dorado que llamaba totalmente su la atención. Lo desenrolló y leyó en él.
-Jutsu prohibido del último susurro... revivir a alguien por minutos- dijo asombrada y algo asustada, Deidara se los arrebató de las manos y junto a los demás los colocó en una bolsa.
-¿Qué diablos haces?- cuestionó enojada.
-¿Qué te parece una última broma hacía el abuelo?- sonrió provocativo- vamos, los regresaremos te vi tu cara de curiosidad cuando leíste ese del susurro o algo así.
Le arrebató la bolsa de las manos de inmediato y seguía mirándolo molesto.
-Bien, los regresaremos en unos días
Deidara sonrió y después salieron del cuarto.
El día siguiente todo pasó en cámara lenta para ella, desde temprano había buscado a Deidara y no lo encontró, fue cuando la explosión en la torre del Tsuchikage ocurrió y vio a Deidara montado en una de sus creaciones irse con una sonrisa cruel y una mirada desinteresada a su aldea.
Poco después se enteró de la unión de Deidara a Akatsuki, entrenó para poder seguir el rastro de la organización y regresar a Deidara a casa así como el pergamino que había robado, mientras que los demás permanecían con ella.
Su abuelo había creído que todos los pergaminos habían sido robados por él y por temor a decepcionar a su abuelo ella escondió la verdad.
Por más que buscó nunca dio con él, antes de que él muriera en una de las tantas noches que pasó en su propia habitación sin dormir, escuchó una voz que creyó que había olvidado al principio pensó que era una alucinación cuando vio la sombra de Deidara en el marco de la ventana de su habitación.
-Como siempre haces difícil todo esto Kurotsuchi- mencionó con molestia- esperaba que a estas horas estuvieras dormida.
La chica de inmediato se puso a la defensiva y el rubio la miró sin interés.
-No voy a pelear contigo- declaró rodando los ojos fastidiado.
-Pues que lástima, todos los países te buscan como el criminal que eres- ella entrecerró la mirada furiosa- y aún así te atreves a regresar y no solo eso, viniste aquí a mi cuarto.
-Ah si eso- alzó las manos despreocupado y luego sonrió con provocación- sólo quería verte una última vez para pedirte un último favor.
-Grave error- lanzó el primer puñetazo hacía él pero lo burló fácilmente haciéndose a un lado, y tomó su brazo y lo dobló hacía atrás poniéndola detrás de ella, la otra mano fue detenida de igual manera y Kurotsuchi le sostuvo la mirada azul cielo eléctrico que la dejaba sin palabras desde que era niña.
Cuando sintió el beso en sus labios, algo dentro de ella no quiso apartarse.
- No me malinterpretes- le dijo mientras se separaba de ella y dejaba de aprisionarla- no vine a esta simple y aburrida aldea de nuevo solo por un simple favor tuyo, en realidad espero llevarte conmigo si quieres- extendió su mano hacia ella mirándola de manera seria- dame los pergaminos prohibidos.
-¿y convertirme en un criminal como tú?, largo de aquí o voy a...
-¿a qué?- le miró fastidiado- ¿contarle al abuelo el porque vine?, ¿explicarle el porque tienes en tu posesión los pergaminos que se supone yo me llevé?- la acercó a él y sonrió con crueldad- todos estos meses me di cuenta de algo, no estoy hecho para esta patética aldea y tú tampoco, somos diferentes Kurotsuchi, el arte existe yo vivo a alguien siendo arte, hay que convertirnos en arte igual que él inmortalizarnos.
-Deidara...- le tomó su mejilla viéndolo con dolor en su expresión, sabiendo lo mucho que él había cambiado debido a su obsesión- lo siento...
-Te volviste como ellos- le miró con asco y se separó de ella caminando hacia la ventana Kurotsuchi lo detuvo abrazándolo por detrás.
-No te vayas Deidara...
-Eres muy ingenua, ya no soy quién era así como ni tú tampoco- se soltó de su agarré y extendió su mano hacia ella- damelos Kurotsuchi.
- Te los daré con una condición-ella bajó la mirada triste- acompañame en al mismo lugar de siempre, quedate ahí por un tiempo conmigo y después...te los daré.
Él asintió y a media noche fueron a aquella colina dónde siempre terminaban los días.
Hablaron durante horas y Kurotsuchi supo que el Deidara que ella conocía estaba ahí todavía, habló de muchas cosas de la aldea y el habló de la organización criminal a la que pertenecía, los dos sabían que todo lo que se dijeran en ese momento ninguno de los dos lo usaría en contra del otro, así había sido siempre cuando estaban en aquella colina.
Cuando el amanecer se veía en el horizonte Kurotsuchi invocó con un jutsu la bolsa de pergaminos y se la entregó, antes de soltarla la sostuvo y habló con seriedad.
-Una guerra se aproxima Deidara, cuando nos volvamos a encontrar seré tu enemiga- le dio una mirada severa, y soltó la bolsa.
Deidara tronó los dedos y un ave de arcilla gigante voló sobre ellos.
Kurotsuchi sonrió sabiendo que le había dado pergaminos falsos.
Meses después de la guerra se dio cuenta de que los reales habían desaparecido de su habitación.
Y ahora estaba ahí llegando con su abuelo a la reunión de Kages, dónde liberaría a un criminal con tal de recuperar lo que Deidara le había robado.
Cuando sonó la explosión inofensiva del otro lado de la aldea que sirvió como distractor de la seguridad de Konoha, Kurotsuchi se deslizó entre las sombras para llevar su plan acabó.
-Kuro-chan- Akatsuchi mencionó tembloroso y con preocupación- ¿estás segura de todo esto?
Ella asintió sonriéndole decidida mientras él realizó un clon de ella hecho de roca y pudo escabullirse entre el escándalo de protección a los Kages por alguna amenaza de ataque.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top