Capítulo 11 : Tragedia en el baile 2/2

Alen

"Y es que otra vez se apagaran las luces si te vuelvo a perder, te esperaré en silencio por si quieres volver"

Estaba con Victoria al lado, presentándole a todos los vampiros Reales que habian viajado deade muy lejos y también amigos mios que casi no veia hace decadas por asuntos del reino. La miré de reojo y un momento a otro veo que estaba mirando a Marcus de una manera que no se podia distinguir si estaba confundida o algo nerviosa. Era obvio que el maldito iba venir por ella, pero me llamaba la atención de que se dejase ver tan facil por mi y por los demas.

Pero dejé que siguiera así, por otra parte la mirada de Marcus era de asesino serial, que veia mi brazo envuelto en la cintura de Victoria con firmeza, se veia a simple vista que estaba celoso por el acercamiento que estaba haciendo con ella, asi que la atraje más a mi lado para provocar a Marcus y hacer que Victoria dejara de mirarlo.

No soportaba que mirara a otro hombre que no sea yo, no, celoso no. Era más bien posesivo porque ella sera mia aun que lo único que quiero de ella es verla sufrir, porque deseos de matarla ya no habia. Queria que sufra como lo hice yo. Me acerqué al oido de Victoria y mi respiración chocó contra su oreja para hacerla estremecer y ruborizarse, Creo que me divertia hacerlo, era como un pasatiempo que se volvería costumbre a lo largo de nuestra convivencia juntos.

---- No lo mires ---- Le susurré para luego ver su expresión de asombro, podia decirse que estaba siendo algo zafado. Me aleje de su oído porque venia alguien que conocia  y no veia hace años. Miré al frente y les sonreí, lo cuál ellos me devolvieron el mismo gestó.

---- Victoria, ellos son unos amigos mios - Informé presentandolos ---- Ella es Christine y él Peter - Le presenté a una mujer alta de pelo negro y a un hombre rubio, alto. De ojos oscuros.

---- Un gusto ----  Dijo tímida haciendo una zalema, siempre tan tímida Victoria que me divertía ver su lado sumiso y callado.

---- Ella es mi prometida, Victoria princesa de Rumanía y futura reina ----- Repliqué con voz ronca para luego ver que ella elevaba sus ojos a mi y luego hacerles una sonrisa forzada a las personas al frente nuestro.

Ellos la saludaron amablemente para luego marcharse y dejarme solo con ella. Aunque me hubiera gustado que se hayan quedado un rato más conversando. Habia pasado varios años desde que no los veia.

A Christine hace unos siglos atrás,  la conocia por que ella es mi amiga desde que tengo memoria. Nos conocimos un dia en el valle de los frutos del destino. Digamos que en un tiempo nuestros padres nos quisieron casar pero con mucho esfuerzo impedimos que eso pasara.

Estábamos enamorados de distintas personas, ella de Peter y yo de Irina en aquel tiempo. Fue un amor complicado el de ellos, por ser él un Aragón y ella una Impura de la realeza. Nos llaman asi por no estar en un Clan determinado o tener sangre como los Aragonés o los Oscuros. Los Aragonés eran como los Oscuros, nunca perdonaban y tenías que seguir sus leyes si no querías morir. Pero con el tiempo todas sus leyes de casarse con vampiros de sus mismo Clan y otras cosas cambiaron gracias a que Peter es ahora el nuevo gobertante.

Pero los Oscuros a pesar de que no perdonaban a nadie. Tenian y siguen teniendo sus leyes miserables pero,  hay tres importantes que nunca nadie a podido modificar y jamás lo harán si Sirius sigue como el gobertante . El más temido, el más respetado de su Clan y uno de los más poderoso del mundo, controlando mentes y borrando memorias como también manipulando sentimientos.

1_ Matar a cualquiera que sea un peligro para el ciclo de la vida.

2_ Esta prohibido estar con uno de ellos, si no eres uno de ellos.

3_ Nunca desafiar o intentar cambiar algo que ellos no quieren.

Sus leyes son claras y faciles de entender, nunca nadie los desafío o más bien si, hace tiempo atrás. Nunca se merecieron eso ellos,pero la vida sigue con su camino, habria querido que nunca haya pasado nada, realmente los queria. Pero con el paso de los años aprendí que amar son para los débiles y si lo eres caes perdiendo. Y eso mismo pasó también conmigo, desafortunadamente.

El amor me hizo débil, el amor que sentia y sigo sintiendo por Irina me hizo débil, más lo que creía y por eso me refugie en el dolor que hacía en sentir a las personas que me traicionaron y más el sufrimiento de Victoria, que de cierta forma extraña me duele a mi también.

Habria sido amable con Victoria para que los demas crean que lo nuestro de casarnos no es de mentira, era algo que daba vueltas en mi mente, nuestro compromiso. Pero eso se esfumó al escuchar la música clásica a nuestro alrededor, diciendo que era el baile que la mayoría esperaba.

Victoria

Miré de reojo a Alen, se veia pensativo y a la vez tranquilo, pero en sus ojos verdes demostraba que estaba triste. Sin esperarme a que me mirara lo hizo y se acercó más a mi, abrió sus labios que antes estaban cerrados en una línea recta y habló:

---- Creo que es hora de bailar ---- Dijo Alen con su tipico tono mandon, me tomó de las manos con cuidado y dejé eso a un lado, pero luego al ver en que me estaba arrastrando a la pista de baile intenté salir de sus manos pero fue en vano.

¿Qué queria? ¡Que bailara esté!, apenas sabia caminar con tacones queria que bailara con ellos.Tomó mis brazos llevándolos a su cuello y luego agarró mi cintura delicadamente.

Creo que esta es la noche seria más que una sorpresa, habia visto a Marcus y Alen tratandome de los más dulce posible. El mundo estaba al reves parecía, o capaz pasó algo que yo no me entero todavia por estar cautiva en un lugar sin poder salir, como una prisionera.

---- Alen, espera ---- Le ordené a Alen antes de empezar a bailar para no hacer el ridículo al frente de una multitud de vampiros.

---- ¿Qué pasa? ---- Preguntó confundido, sin poder entenderme. No sabia cómo decirle que no sé bailar, temía a que pasara algo malo y por eso, no encontraba las palabras pero me decidi en encontrarlas y decirlas:

---- No se bailar ---- Afirmé agachando mi cabeza para ver mis pies cubiertos por los zapatos altos, él soltó una mano de mi cintura tanto como un suspiro y agarró mi mentón -- Delicadamente, algo raro -- para que lo mirará fijamente.

---- No importa, déjate llevar. Además ¿Quién se reirá de la mujer del Rey? ----  Explicó él mientras me sonrió mostrándo sus dientes blancos. Me impacte, sentí algo que se removió en mi ser al escuchar esas palabras inesperadas de su parte.

Quería pegarle por ser tan cínico, pero a la vez seguir de esta manera. Al poco tiempo el sonido de los instrumentos de viento y cuerda empezó a sonar en donde estabamos, me dio paz aquello y también alivio. La música de Frederick Chopin apareció para envolverme el corazón con nostalgia.

Esa era la misma canción que mi mamá me cantaba cuándo estaba triste o cuándo me iba a dormir. La extrañaba y me hacía falta, gracias a ella mi amor por todos esos músicos de música clásico me dieron un poco de vida. Alen, de nuevo puso su mano en mi cintura mientras se acercaba a mi cuello a una distancia peligrosa.

Empezamos con pasos cortos y simples, que por cierto también los invitados se sumaban. Luego de que ya me sentia más segura fueros fluyentes. Yo le pisaba en gran parte del baile los pies a Alen, pero eso no nos detenia, en cambio, sonreia cada vez que lo hacia y las personas cada vez iban metiéndose en la pista. Yo me sentia algo culpable por hacerlo sufrir pero a quién miento, se sintió bien aquella balada con él.

---- Perdón por haberte pegado la otra vez---- Dijo en mi oido en un susurro, yo lo miré extrañada y antes de que hablara,  la música paró y Alen me llevó a unas escaleras color caoba para luego subirnos, habia un balcón. Lo cual él me indicó que entrara para después hacerlo él. Miré a mi costado hacia abajo y me di cuenta que estabamos a unos cuantos metros del suelo.

Me removi y di dos pasos hacía atrás ya que me dio miedo aquella altura. Alen me tomó del antebrazo con cuidado para estar más cerca de él y poder mirar a los invitados.
No sé, pero no me acostumbraba a los ojos rojos, podia ser porque le tengo cierto asco a la sangre, me enfermaba.

---- Queridas damas y caballeros ---- Habló Alen mientras miraba al público ---- Muchas gracias por haber venido está noche ---- Fijó sus ojos en dónde esta Marcus quien estaba a punto de romper con sus manos la copa de vino o sangre que todavia seguia teniendo ---- Hoy les queria anunciar que me casare ... con la princesa de Rumanía, Victoria Alice Mercer Valhebell ---- Yo di unos pasos adelante para que me vieran mejor.

El público aplaudió mientras, algunos hacian que lloraban y otros sonreían. Me sentía nerviosa y algo inquieta por aquella atención hacia mi. Miré a Helena y ella se fue con su mirada venenosa, resonando sus tacos por el gran salón. Podia escuchar aquello tan claro qué no sabía la razón, algo en mi me decía que la transformación de mi verdadera identidad se acercaba.

Y no faltaba mucho, en unos seis meses mi mundo cambiaría, pero no quería seguir atormentado a mi misma porque si no me enfermería por dentro. Dejé de pensar ya que algo muy peculiar me habia llamado la atención cuándo eleve mi vista.

Habia algo que me llamaba la atención, dos hombres que nos miraban fijamente pero no se vislumbraba bien y lo dejé de lado para seguir mirando al público. Yo por dentro sentia melancolía y algo de vacio por muchas cosas y una era el sentimiento de Impotencia de no poder ver a Thom junto a mi.

Cuando estábamos por irnos,  ya que Alen dejó de dar su discurso de esto y de aquello. Senti algo en mi cuello clavarse, como una aguja, y también un horrible dolor que sentia por todo mi cuello. Lo toqué cuidadosamente porque dolia y vi mi mano que estaba cubierta por sangre. Luego una puntada en mi testa que, haciendo que apriete mis dientes con rudeza. Una sensación rara recorría mi cuerpo para luego dejar de sentir algunas partes del mismo. Escuché una voz en mi cabeza que hablaban en latín diciendo:

__"Numquan in coeden "__

No escuché nada más que eso y al poco tiempo de eso me desplome, escuché gritar a Marcus preocupado. Alen agarrandome para que no callera al precipicio y los invitados mirando y otros también gritando del susto.

Cerré mis ojos y me dejé atrapar por la oscuridad que tan familiar se me hacia, tanta oscuridad que ya no le tenia miedo a morir, sólo el miedo de estar sola. Esa soledad tan triste y vacía que no la soportaría.

El miedo a la soledad.

Belén Ramírez

(

Castillo de Alen en múltimedia)

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