Capítulo 9
La fiebre de Legolas desapareció al día siguiente por la tarde. Cuando despertó, su padre seguía sentado al lado de la cama, cuidándolo. También pudo sentir la presencia de Aragorn, que los apoyaba en silencio.
"¿Padre?" –lo llamó, débilmente.
"Sí, hijo. Estoy aquí. ¿Te sientes mejor?"
Legolas sonrió.
"Eso creo."
Aragorn se acercó y le tocó la frente.
"Tu temperatura ha vuelto a la normalidad, gracias a los Valar."
Legolas se mordió el labio antes de decir:
"Es gracias a ti, Estel. Gracias. Y perdóname por..."
Aragorn sonrió.
"No necesitas disculparte, Legolas. Lo comprendo."
"Aun así me siento un idiota."
"Bueno, ¡me temo que sí que lo eres! –exclamó Thranduil-. ¿Qué te hizo pensar que tenías que enfrentarte a todo esto tú solo? ¡Todos te queremos, pero nos has tratado como a alimañas de Mordor!"
Legolas se encogió cuando la voz de su padre aumentó de volumen. Aragorn sonrió, divertido. Una de las famosas charlas de Thranduil acaba de empezar.
"¿Padre? –preguntó el príncipe con timidez-. ¿Estás enfadado conmigo?"
"¡Claro que sí!"
"¡Mi señor Thranduil! –se escuchó la voz de Éowyn de repente desde la puerta-. Perdóname por preguntar, ¿pero por qué le gritas a tu hijo? ¿No puedes esperar al menos a que haya comido?"
Thranduil se quedó boquiabierto. Aragorn no pudo evitarlo y se echó a reír. Hasta Legolas sonrió ampliamente.
"Tranquila, Éowyn –dijo el príncipe-. Hace eso cada vez que me meto en líos."
Éowyn asintió, pero no dejó de taladrar a Thranduil con la mirada.
"Entonces no pasa nada –dijo mientras dejaba la bandeja que llevaba en la mesa de noche-. Pero sugiero que se marche un rato, mi señor. Deja que tu hijo coma tranquilo."
"¡¿Qué?!"
Legolas no pudo evitar echarse a reír. Nadie más se atrevía a hablarle así al gran rey del Bosque Negro.
"Padre, creo que lo mejor es que hagas lo que dice –dijo, todavía sonriendo-. Además, necesitas descansar."
"Pero..."
"Lord Thranduil, ahora entiendo de dónde ha sacado Legolas su cabeza dura y su temperamento –Éowyn se estiró y besó al rey en la mejilla-. Por favor, cuida de ti mismo. Te ves cansado. Y no me digas lo contrario, porque lo veo en tus ojos."
Finalmente, Thranduil sonrió débilmente y asintió.
"Tus deseos son órdenes, mi señora –entonces se giró hacia su hijo y se inclinó para besarle la frente-. Volveré, hijo. Y termina la comida, ¿me oyes?"
"No te preocupes, padre. Lo haré –respondió Legolas-. ¡De repente tengo mucha hambre!"
Riéndose, el rey salió de la habitación con Aragorn, quien iba a mostrarle el camino a la habitación que le habían preparado. Éowyn se sentó en la cama para ayudar a Legolas a comer.
Poco después, tras haber acabado su plato de sopa de puerros, Legolas dijo:
"¿Éowyn?"
"¿Sí, Legolas?"
"Perdóname... por golpearte el otro día. Fui... un idiota."
Éowyn se rio suavemente y le acarició la sien.
"No lo fuiste, tonto. Estabas herido y dolorido. No necesitas disculparte. Además, no estoy hecha de cristal, ¿sabes?"
"¿Te hice mucho daño?"
"¿Vas a parar ya de preocuparte? –suspiró Éowyn, exasperada-. Vi las estrellas por el golpe, pero no fue nada serio. Como ya te dije, soy dura."
Legolas se echó a reír.
"Claro que lo eres, Éowyn. No puedo creer que te hayas infiltrado en el ejército de Rohan y que lucharas en los Campos de Pelennor. ¡Eres increíble, mujer!"
"Vaya, gracias, Legolas. ¡Qué bonito cumplido!"
Los dos se echaron a reír a la vez. Legolas no tenía hermanas, pero acababa de encontrar una en la dama de Rohan.
"Entonces, Éowyn, ¿cómo lo encontraste?" –preguntó Legolas de repente.
Éowyn se quedó helada.
"¿Encontrarlo? ¿A qué te refieres?"
"¡Aw, vamos, Éowyn! ¡No te hagas la despistada conmigo! ¡Puede que esté ciego, pero puedo notar cómo reaccionas ante cierto hombre de Gondor!"
Ella se ruborizó al oír eso. Legolas se rio.
"¿Te estás sonrojando, Éowyn?"
"¡Oh, cállate, demonio!" –exclamó, dándole un puñetazo en el hombro.
"¡Ouch! ¡Por favor, no me mates, oh bella dama! ¡Solo soy un pobre elfo ciego!" –bromeó, haciéndola reír.
"¡Legolas! ¡Para ya!"
Legolas la cogió de la mano y se puso serio.
"De verdad, Éowyn. ¿Qué sientes por él?"
Ella bajó la cabeza y miró sus manos entrelazadas.
"Creo... que es él. Me siento... diferente cuando estoy con él."
Legolas sonrió lentamente.
"Entonces me alegro. ¿Se lo has dicho?"
Ella se rio con nerviosismo.
"¡No! ¡No sé ni por dónde empezar! Pero nos... err... nos besamos."
La sonrisa de Legolas se ensanchó.
"¿De verdad? ¿Y lo disfrutaste?"
"¿Qué clase de pregunta es esa?" –chilló ella, en estado de shock.
"¿Sabes qué? ¡Esa fue exactamente mi reacción cuando Aragorn me hizo la misma pregunta después de besarnos en Édoras!"
Éowyn abrió los ojos como platos.
"¡¿Se lo dijiste a Aragorn?!"
"Claro, querida. No hay secretos entre nosotros."
Ella se cubrió el rostro con las manos.
"¡Señor, que vergonzoso! ¡¿Cómo voy a darle la cara ahora?!"
"Solo ignóralo. Además, ya le has visto muchas veces después de eso."
Éowyn gimió.
"¡Legolas, uno de estos días voy a matarte!"
"¿Éowyn? ¿Qué ocurre? ¿Por qué dices que vas a matar a Legolas?" –Faramir apareció de repente en el marco de la puerta. El senescal los miró con preocupación.
"¡No voy a matarlo, pero debería!" –contestó, lanzándole una mirada asesina al elfo.
"No te preocupes, Faramir. Nunca me mataría, sobre todo si le dices que no lo haga. Ella obedecería cualquier cosa que le digas" –dijo Legolas, molestándola aún más. Éowyn enrojeció todavía más.
Faramir también sonrió al comprender la situación. Miró a Éowyn y le guiñó un ojo.
"Tienes mi palabra, Legolas. La persuadiré de que no te mate."
Ella puso los ojos en blanco.
"En serio, Faramir. Nadie puede obligarme a hacer algo que yo no quiera... -Éowyn se detuvo cuando Faramir se inclinó y la besó apasionadamente. No se separaron hasta que se quedaron sin aire y Éowyn se quedó mirándolo, mareada-. ... excepto si haces eso" –dijo sin aliento.
Los dos se giraron para mirar a Legolas cuando el elfo se echó a reír. Antes de que pudieran decir nada, Legolas alzó las manos y dijo:
"¡No se preocupen! ¡No he visto nada!"
Éowyn y Faramir gimieron por el chiste malo.
"Pareces estar mejor hoy" –observó Faramir. El hombre se sentó al lado de Legolas, sonriendo al ver la alegría en el rostro del elfo.
El príncipe se echó a reír.
"Me siento mejor –dijo mientras sujetaba la mano de Éowyn-. ¿Cómo podría no hacerlo con toda la gente que cuida de mí?"
Faramir y Éowyn se miraron, dándole la razón al príncipe.
El amor lo conquista todo. Y es el amor el que vence todos los problemas.
"Ven, Éomer. Legolas nos ha invitado a que vayamos a verle" –le dijo Éowyn a su hermano.
El nuevo rey de Rohan se resistía a seguirla.
"¡No mientras esa bestia de pelo amarillo siga despierta! Valoro mi vida, ¿sabes?"
Faramir, que estaba a su lado, se rio mientras que Éowyn ponía los ojos en blanco.
"¡Dicha 'bestia' ha escondido las garras, idiota! ¡Vete a verlo por ti mismo!" –dijo ella, tirando de la mano de su hermano.
"Los hobbits y el enano ya están allí" –añadió Faramir.
Éomer abrió mucho los ojos.
"¿Entonces ya ha parado de lanzar cosas y maldiciones?"
"¡Sí! El viejo Legolas ha vuelto."
Éomer seguía sin creerlo del todo, pero dejó que su hermana lo arrastrara a la habitación de Legolas. Cuando vio la alegría en el rostro de Faramir, el joven rey preguntó de repente:
"¿Así que te has fijado en mi hermana, Faramir?"
Éowyn jadeó.
"¡Éomer!"
Faramir se echó a reír, pero al ver la mirada seria de Éomer lo imitó.
"Lo he hecho, mi señor. Creo que estoy enamorado de ella."
Éowyn volvió a jadear, con los ojos como platos al escuchar las palabras del hombre. La mirada de Éomer no se ablandó, como si intentara ver más allá del rostro sereno del senescal.
"¿Cómo voy a estar seguro de que no le romperás el corazón?"
"¡¡ÉOMER!!" –gritó Éowyn, indignada, y dándole un puñetazo en el hombro a su hermano que hizo que hiciera una mueca.
"No me atrevería a hacerlo, mi señor –contestó Faramir-. Ella es muy preciada para mí, lo mejor que me ha pasado en la vida. La protegeré con todo lo que tengo, lo juro."
A Éowyn se le habían empañado los ojos al escuchar la declaración de Faramir. Lo miró con amor, preguntándose si se trataba de un sueño. Su hermano asintió.
"Muy bien. Te creo. Te daré mi bendición... pero con varias condiciones."
"Éomer..." –la voz de Éowyn se volvió amenazante mientras miraba a su hermano.
Éomer continuó, ignorándola:
"Deja de dirigirte a mí como tu señor. Si vamos a ser hermanos quiero que me llames Éomer."
"Eso sería un honor... Éomer" –dijo Faramir, sonriendo.
"Bien. Y la otra condición es..." –entonces, Éomer hizo una pausa. Los otros se quedaron perplejos al verlo dudar.
"¿Sí, hermano? ¿Cuál es la otra? –Éowyn sentía curiosidad-. No me digas que esperas que te ofrezca cien caballos por mi mano. ¡Porque si lo haces te afeitaré la cabeza mientras duermes!"
Éomer frunció el ceño mientras que Faramir reprimía la risa.
"¡No, claro que no! –respondió Éomer, con el cuello sonrojado de vergüenza. Los otros dos estaban cada vez más desconcertados, hasta que Éomer se giró hacia Faramir y balbuceó-. La princesa Lothiriel es prima tuya, ¿verdad?"
"Sí. Su padre y mi madre son hermanos –entonces Faramir abrió los ojos como platos al comprender. Con una sonrisa enorme, continuó-: Te la presentaré adecuadamente, Éomer... con el permiso de mi tío, por supuesto."
Éomer asintió seriamente y carraspeó, nervioso.
"Por supuesto" –entonces le lanzó una mirada asesina a su hermana cuando ella empezó a reírse.
"¡Oh, esto no tiene precio! –jadeó Éowyn entre carcajadas-. ¡Mi hermano se ha enamorado de una bella señorita!"
"¡Silencio, pequeña arpía! O..." –Éomer se quedó en silencio cuando llegaron a la puerta abierta de la habitación de Legolas.
Los tres entraron y se encontraron con el príncipe, que se reía con los hobbits por un chiste que había contado Gimli. Aragorn estaba sentado al lado de Arwen, sonriendo por el comportamiento de sus amigos, mientras que Elladan y Elrohir hablaban con el rey Thranduil en una esquina.
Legolas giró la cabeza al oírlos entrar.
"¿Entonces están todos aquí ya?"
Todos se quedaron en silencio y escucharon al príncipe con atención.
"Bien –dijo Legolas. Permaneció en silencio un rato antes de continuar-: Quería que vinieran para decirles... que siento haberme comportado así estos días. Fui un idiota, y todavía lo soy según mi padre. Todos me trataron bien, pero... yo lo hice difícil para todos. Lo siento mucho."
Legolas no podía verlos, pero sintió cómo se miraban al escuchar sus palabras. Entonces sintió que dos personas se sentaban a cada lado suyo y luego lo abrazaban.
"Ya estás perdonado, Legolas" –dijo Éowyn, abrazándolo más fuerte.
"Solo no vuelvas a hacerlo, o no seré tan buena contigo" –dijo Arwen después.
"Aye. ¡Creo que Minas Tirith tiene una enorme fuente en la que podemos tirarte!" –exclamó Elrohir.
Los demás se rieron al escuchar a Elrohir y también lo amenazaron si volvía a comportarse como un oso furioso. Mientras esperaban la llamada a cenar, se entretuvieron con las historias que contaban los hobbits y los gemelos. La risa de todos resonaba por la ciudadela, llamando la atención de la gente.
"¡Tengo una adivinanza! –declaró Merry de repente-. ¿Cuáles son los pasos para meter a un orco en un armario?"
"¿En un armario? –exclamó Gimli con incredulidad-. ¿Estás loco?"
"¡Aw, vamos! ¡Es una adivinanza!"
"¡Yo lo sé! –Pippin alzó la mano apresuradamente, mientras que Frodo y Sam se reían ya a su lado-. Paso uno: abrir la puerta del armario. Paso dos: meter al orco. Paso tres: cerrar la puerta. ¡Fácil!"
Merry le lanzó una mirada asesina.
"¡Claro que lo sabes! ¡Si ya lo has oído! ¡Ahora cállate y déjame contar el siguiente! –Merry se giró hacia los demás-. Ahora la segunda adivinanza. ¿Cuáles son los cuatro pasos para meter a un olifante en un armario?"
"¡¿Un olifante?! ¡Eso es todavía más ridículo!" –exclamó Éomer con incredulidad. Los demás se rascaban las cabezas, pensando.
Legolas sonrió cuando entendió el chiste.
"Yo lo sé. Paso uno: abrir la puerta del armario. Paso dos: sacar al orco. Paso tres: meter al olifante. Y paso cuatro: cerrar la puerta. ¿Es así, Merry?"
Todos empezaron a reírse, mientras que Merry sacudía la cabeza.
"¿Cómo lo supiste?"
Legolas se encogió de hombros, divertido.
"Lo supuse."
"¡Brillante, Merry! ¡Qué buen chiste!" –dijeron Aragorn y los gemelos, todavía riéndose.
"¡Oh, pero aún hay más! –exclamó Pippin-. ¡Aquí va el siguiente chiste!"
Todos dejaron de reírse para prestarle atención.
"Aragorn, como nuevo rey de Gondor, quiere preparar un banquete para todos los animales de la Tierra Media."
El rey alzó una ceja.
"¿Qué tengo que ver yo con todo esto?"
"Espera. Luego lo descubrirás. Entonces Aragorn llama a todos los animales a Minas Tirith. Tras mucha fanfarria, todos llegan a los Campos de Pelennor. Vienen todos: las águilas, las aves, las serpientes, las ardillas, todos menos un animal. ¿Quién es?"
Todos volvieron a quedarse en silencio, pensando en la respuesta mientras el hobbit se divertía ante su confusión. Poco después, Legolas sonrió ampliamente y comenzó a reírse, seguido poco después por Thranduil y los gemelos.
"Hobbits listos" –Aragorn se rio al averiguar también la respuesta.
Gimli, Faramir, Éomer y Éowyn los miraban, confundidos.
"¿Saben qué animal es?"
"Es el olifante que está en el armario" –respondió Arwen, conteniendo su risa a duras penas.
Entonces un sirviente entró en la habitación.
"Mis señores, la cena está servida."
Los hobbits se pusieron en pie al instante y corrieron hacia la puerta. Éomer, Faramir y los gemelos palmearon los hombros de Legolas y también se fueron.
"Me alegro de que hayas vuelto, amigo" –dijo Gimli, dándole un apretón en el antebrazo.
"Yo también, Gimli. Gracias."
El enano asintió y se fue.
Thranduil apoyó una mano sobre la cabeza de Legolas y le dijo algo en Sindarin. El príncipe respondió en el mismo idioma, sonriendo. Mientras Éowyn y Arwen acompañaban al rey hasta la puerta, la primera dijo:
"Te enviaremos la comida en un momento, Legolas."
Arwen miró a Aragorn, pues el rey de Gondor no había hecho amago de salir.
"¿Estel? ¿No vienes?"
"Iré en un momento."
Arwen sonrió y cerró la puerta tras ellos. Aragorn se quedó a solas con el príncipe. Ahora o nunca, pensó Aragorn, acariciando el objeto redondeado que llevaba en el bolsillo de la túnica.
Legolas estaba desconcertado ante el largo silencio del hombre.
"¿Estel?"
"Legolas, eres mi mejor amigo, mi protector y mi hermano –dijo Aragorn finalmente-. Te debo mi vida un millón de veces."
"Al igual que yo te debo la mía, ¿pero qué estás...?"
"No me perdono el hecho de que estés así por protegerme. Prometo que te devolveré la vista –Aragorn apretó el hombro del elfo-. Y creo que he encontrado la manera."
¡Qué capítulo más largo XD! Genial para despedir el año. ¿Acertaron las adivinanzas?
¿Alguien tiene alguna teoría de lo que lleva Aragorn en el bolsillo?
Bueno, pues espero que les haya gustado. Este es el penúltimo capítulo de la historia.
Y ahora les deseo FELIZ AÑO NUEVO 2018. Ha sido un año fantástico gracias a todos ustedes. Muchas gracias por leer, comentar y votar :) Me encanta ver cómo siguen las historias. ¡Nos vemos el año que viene! ¡Besitoooos!
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