Capítulo 8

Thranduil se despertó de su sueño poco profundo por el gemido de su hijo. Se enderezó en la gran silla que estaba al lado de la cama y miró al joven elfo. Legolas dormía, pero con inquietud. Tenía las mejillas sonrojadas y la frente sudorosa.

El rey tocó la piel de su hijo y se sobresaltó. ¡Está ardiendo! Creí que estaba mejorando. ¿Cuál ha sido la causa de esto? Enseguida revisó a su hijo por completo y, para su preocupación, se dio cuenta de que la herida de la pierna de Legolas estaba infectada otra vez. ¡Valar! ¡No está curándose como debería! ¡Algo está mal!

El rey le pasó un paño húmedo por la cara y la frente ardiente. Tras quitarle a Legolas la ropa de dormir, Thranduil humedeció más paños y los pasó por su piel enfebrecida mientras le susurraba palabras tranquilizadoras cuando Legolas se retorcía y gemía en sus brazos.

"Pa... dre..." –susurró Legolas de repente.

"Estoy aquí, hijo. No pasa nada. Estarás bien" –respondió el rey, refrescándole el pecho y los hombros.

"Demasiado calor..."

"Lo sé, pequeño. Pero aguanta un poco. Haré que disminuya."

"Duele... mi pierna... por favor... haz que pare..."

Thranduil casi estalló en lágrimas, con el corazón roto en pedazos, al ver a su hijo sufrir así. Acariciándole el cabello con cuidado, dijo:

"La herida de tu pierna ha vuelto a infectarse. Iré a llamar a Aragorn. Él sabrá qué hacer."

Pero cuando el rey hizo el amago de levantarse de la cama, Legolas protestó.

"No me dejes..."

"No tardaré, hijo. Volveré, lo prometo."

A Thranduil le costó un esfuerzo increíble avanzar hacia la puerta, reticente a dejar a su hijo incluso tan poco tiempo. Le hizo señas al guardia que vigilaba a unos metros de la habitación y el hombre se acercó corriendo.

"¿Sí, mi señor?"

"Vete a buscar al Rey Elessar. Y rápido. Dile que mi hijo necesita su atención inmediata."

El guardia parpadeó, inseguro.

"Pero, mi señor, es tarde y seguro que el Rey Elessar ya se ha ido a dormir..."

"¡Haz lo que te ordeno! ¡¿La vida de mi hijo pende de un hilo y quieres que espere hasta mañana?!" –casi gritó Thranduil, con los puños apretados.

Tras tragar saliva con nerviosismo, el guardia se inclinó ante la mirada del rey del Bosque Negro.

"Perdóname, mi señor. I... Informaré al rey ahora mismo."

Thranduil lo observó hasta que lo perdió de vista y luego volvió con su hijo.

Aragorn llegó corriendo poco después, atándose la bata de dormir. Para entonces, la temperatura de Legolas había subido todavía más. Thranduil alzó la mirada, con el pánico brillando en sus ojos.

"No sé qué ocurre. Estaba bien esta mañana. Es la herida de su pierna. Vuelve a estar infectada."

El rey humano se arrodilló y examinó la herida de su amigo. Sangre y pus salían del orificio y Legolas dio un gemido cuando Aragorn lo tocó.

"Es como dices, mi señor –dijo Aragorn, preocupado-. La herida ha vuelto a abrirse, pero creo que eso no es todo. Algo impide que se cure del todo."

Thranduil cerró los ojos al recordar la escena de ese día.

"Se cayó esta mañana. Intentaba que no lo dejáramos solo."

Aragorn se había enterado del incidente gracias a Faramir. Su senescal había entrado tras él al enterarse de la alarmante condición de Legolas. El rey vio la culpa en los ojos del elfo mayor cuando Thranduil alzó la mirada, pero no hizo comentarios al respecto. En su lugar, dijo:

"Necesito que sostengas a tu hijo, mi señor. Tengo que extraer la sangre infectada de la herida. También tengo que comprobar que no queden trozos de metal en su pierna."

Inclinándose hacia adelante para ver mejor, Faramir dijo con suavidad.

"La infección se extiende. Tenemos que detenerla antes de que pierda el uso de la pierna, y hay que hacerlo deprisa. No tenemos más remedio que cauterizar la herida."

Thranduil se horrorizó.

"¿C... cauterizarla?" –abrazó a su hijo con más fuerza, a sabiendas de la agonía que le causaría el procedimiento a Legolas.

"Perdónanos, mi señor. Pero tenemos que hacerlo" –Aragorn hizo una mueca mientras hablaba. No quería hacerle más daño a Legolas, pero no tenían otra opción. La infección podía hacer que Legolas no solo perdiera la pierna, sino también su vida.

Finalmente, Thranduil asintió débilmente.

"Entonces hazlo. Pero rápido. No debemos prolongar su sufrimiento."

Faramir y Aragorn se miraron y luego se pusieron en marcha. Aragorn ordenó que trajeran más agua caliente y paños. Faramir consiguió una daga limpia y la dejó al fuego de la chimenea.

Después, mientras Thranduil tranquilizaba a su hijo con palabras, Aragorn comenzó con el doloroso proceso de purgar la sangre y el pus de la herida. El rey del Bosque Negro tuvo que desviar la mirada, pero no pudo evitar escuchar los gemidos de Legolas. Sus gemidos se volvieron gritos de agonía cuando Aragorn buscó en la herida restos de metal.

"Aguanta, hijo, aguanta. Ya queda poco" –repetía Thranduil una y otra vez al oído de su hijo.

"¡Lo tengo!" –exclamó Aragorn de repente, con un pedazo de metal en la mano que solo podía proceder de Mordor.

"Parece que nos dejamos ese. Ya sabemos por qué la herida no sanaba con normalidad" –dijo Faramir, con una mirada de culpa.

"Yo casi no lo vi tampoco, Faramir. Estaba muy profundo, oculto tras el hueso –contestó Aragorn, lanzando el pedazo a la basura. Tras limpiar la sangre de la herida, preguntó-: ¿Está la daga preparada?"

"Sí, mi señor" –Faramir sacó la daga del fuego tras cubrirse la mano con un trapo.

Thranduil palideció al ver el brillo azulado de la hoja, tan caliente que el calor emanaba de ella.

"Pa... dre..." –Legolas tembló de miedo al notar el calor.

Acariciando la cabeza de su hijo, Thranduil se dirigió a los dos hombres.

"No... no creo que él pueda soportar esto."

Aragorn lo miró, apenado.

"Lo sé, mi señor. Pero tiene que hacerlo –el rey de Gondor miró a su alrededor-. Busca algo para que lo muerda. Una toalla, por ejemplo."

"Ten, hijo. Muerde esto" –le dijo Thranduil al príncipe. Aragorn y Faramir abrieron los ojos como platos al ver que el rey llevaba su mano a la boca de Legolas.

"¡No, mi señor! Podemos usar otra..."

"¡Quiero compartir su dolor! –exclamó Thranduil-. Es lo menos que puedo hacer por él ahora mismo –suavizando el tono, continuó-: Muerde mi mano, pequeño. Déjame sentir tu dolor."

Con los labios temblorosos, Legolas colocó los dientes en la mano de su padre, se preparó y esperó.

A Faramir le dolió el corazón al ver la escena. Ese fuerte amor y devoción entre padre e hijo era algo que habría querido tener con Denethor, pero nunca lo recibió. Sintió un poco de envidia, pero a la vez tristeza y empatía por los dos elfos. Si mi padre hubiera hecho eso por mí, ¡no me habría importado ser quemado cientos de veces!, pensó al acercar la hoja a la herida.

"¿Preparados?" –preguntó Faramir.

Los otros dos asintieron. Aragorn sostuvo las piernas de Legolas, y entonces Faramir movió la daga.

La reacción de Legolas fue instantánea. Intentó alejarse de golpe, casi quitándose a Thranduil y Aragorn de encima. Al gritar, mordió la mano de Thranduil y éste gimió de dolor.

Faramir dejó la hoja unos segundos más en la herida mientras Legolas se retorcía desesperadamente, intentando alejarse de la causa de su agonía. Thranduil y Aragorn lo sostenían, haciendo muecas por el olor a carne quemada y el grito del príncipe. Poco después, Legolas cayó inerte en sus brazos.

"Se ha desmayado" –dijo Thranduil, preocupado, al notar que la mandíbula de Legolas se relajaba alrededor de su mano. Aragorn no pudo responder, con un nudo en la garganta.

Faramir alejó finalmente la daga.

"Ya está."

Asintiendo débilmente, Aragorn cogió vendajes limpios y el agua fría que habían traído los sirvientes.

"Entonces tenemos que vendarle la herida y bajarle la fiebre."

Thranduil había sacado la mano de la boca de Legolas y miraba a su hijo inconsciente con tristeza. Aragorn se fijó en la mordedura.

"¿Mi señor? ¿Puedo?" –preguntó, señalándole la mano.

El rey miró hacia abajo y pareció sorprenderse al ver las marcas. Sin palabras, dejó que Aragorn le cogiera la mano.

"Su dolor fue grande" –dijo Thranduil mientras que con la otra mano acariciaba la mejilla pálida de Legolas.

"Al igual que el tuyo, mi señor" –afirmó Faramir mientras refrescaba al príncipe con un paño.

Thranduil alzó la mirada.

"Ni comparación, Faramir. Solo sentí una mínima parte de su sufrimiento. Me gustaría estar en su lugar."

Aragorn se echó a reír mientras le vendaba la mano.

"No creo que tu hijo esté de acuerdo con eso, mi señor. ¡Temería su temperamento si eso ocurriera!"

Thranduil sonrió.

"Oh, sí. Su volátil temperamento. ¿Cómo podría olvidarlo? Creo que lo han soportado mientras yo no estaba, ¿verdad?"

Faramir y Aragorn se miraron e hicieron una mueca al recordar los objetos y maldiciones que Legolas les había lanzado. La sonrisa de Thranduil se desvaneció.

"Me encantaría que la piedra manyan siguiera con nosotros. Legolas la necesita ahora."

Faramir se quedó confundido. Miró a Aragorn en busca de una explicación, pero el rey de Gondor se había quedado sumido en sus pensamientos.

La mención de la piedra manyan hizo que Aragorn recordara tiempos pasados. Sabía que Legolas había nacido como manyan, un sanador místico capaz de sanar todo tipo de heridas y enfermedades solo con su toque. Pero esa habilidad le había sido arrebatada hacía cientos de años cuando una bruja se la había sacado del cuello. La piedra era el origen de su poder, así que sin ella, Legolas ya no era capaz de sanar, pero la piedra todavía podía usarse al sumergirse en agua. Sin embargo, hacía un siglo, el poder de la piedra había llegado a su fin y habían tenido que lanzarla al mar para que no destruyera a su portador.

La piedra manyan acababa de darle una idea a Aragorn, pero no quería hablarle de ella a los demás hasta estar seguro. El hombre cogió la mano de Legolas e hizo una promesa en silencio. Al igual que tú nos has curado a todos alguna vez, encontraré la forma de sanarte a ti ahora, hermano. Lo juro por mi nuevo reino, la Casa Telcontar.


Bueno, espero que les haya gustado el capítulo. No creo actualizar antes del 25 otra vez, así que aprovecho para desearles ¡Feliz Navidad! Espero que se lo pasen bien y nos vemos en unos días =D

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