Capítulo 9
Bar Harbor.
05:00am
Narra Nina:
Mi tía había dicho que se acercaba el amanecer, pero nadie lo habría dicho: todo estaba más oscuro, frío y nevado que nunca. Hace rato que Bianca había estado hablando con su hermano Nico; la expresión sombría del chico me decía que de seguro Bianca ya le había explicado su decisión de unirse a la Cacería. Thalía y Grover fueron a hablar con Percy.
Por otro lado, las cazadoras desmontaban el campamento y mi tía escudriñaba el horizonte por el este.
Yo por mi parte estaba particularmente nerviosa, ya que hoy vería por primera vez a mi padre: Apolo.
Cuando empezó a clarear por fin, supe que mi padre se acercaba. La pequeña conversación de mi tía y Percy me lo aclaró:
-Ya era hora. ¡Es tan perezoso en invierno!-murmuró la diosa-
-¿Estás esperando, eh... la salida del sol?-preguntó Percy, en serio... este chico debe tener no sólo algas en el cerebro, sino el océano completo-
-Sí, a mi hermano.
La cara de confusión de Percy era épica.
-No es exactamente lo tú crees-le explicó mi tía
-Ah bueno. Entonces no es que vaya a llegar...
Hubo un gran destello repentino en el horizonte y enseguida una gran ráfaga de calor.
-No miren-advirtió Artemisa- Hasta que haya aparcado.
Yo sabía a lo que se refería mi tía con lo de "aparcar", después de todo estamos hablando del Carro del Sol. Aparté la vista, al igual que los demás. La luz y el calor se intensificaron tanto que hasta pensé que mi ropa se derretiría. Cuando se apagó la intensa luz me giré para ver el carro del sol.
Al ver el auto... bueno no podría describir fácilmente la emoción al ver un Mustang amarillo Caterpillar. Era simplemente impresionante, ¡el auto de mis sueños! Y eso que yo sé de autos de lujo... pero este... no tenía palabras para describir lo genial que era para mí verlo.
Estaba absorta viendo el auto que no me di cuenta que la nieve se había derretido y ahora mojaba mis zapatos.
El conductor bajó sonriendo, parecía tener 17 ó 18 años. Tenía el cabello rubio-rojizo, aspecto saludable y deportivo, y una sonrisa juguetona. Iba con tejanos, mocasines y una camiseta sin mangas; como si no pudiera decidir si ir a la playa o al centro comercial.
-Guau-comentó Thalía entre dientes- Qué calor irradia este tipo.
-Es el dios del sol-dijo Percy como si fuera obvio-
-No me refería a eso- y cualquier chica que tenga dos dedos de frente y no sea una Cazadora, sabría a que se refiere Thalía: al atractivo de mi padre.
-¡Hermanita!-gritó mi padre. Y si hubiese tenido los dientes un poco, solo un poco más blancos, nos habría cegado a todos-¿Qué tal? Nunca llamas ni me escribes. Ya empezaba a preocuparme.
Artemisa suspiró. -Estoy bien, Apolo. Y no soy tu hermanita-se quejó mi tía-
-¡Eh, que yo nací primero!
-¡Somos gemelos! ¿Cuántos milenios habremos de seguir discutiendo...?-la mini pelea de mi padre y mi tía me sacó una pequeñísima risa-
-Bueno, ¿qué pasa?-la interrumpió- Tienes a todas las chicas contigo, por lo que veo. ¿Necesitas unas clase de arco?
Artemisa apretó los dientes antes de contestar: -Necesito un favor. He de salir de cacería. Sola. Y quiero que lleves a mis compañeras al Campamento Mestizo.-explicó brevemente-
-¡Claro, cielo!...-¿de verdad mi padre le coquetea a todo el mundo?- Un momento...-levantó una mano en plan "todo el mundo quieto"- Siento que me llega un haiku-con la misma mano hizo un ademán similar al que se hace cuando quieres que te llegue más el aroma de la comida-
Las cazadoras refunfuñaron, por lo visto no era la primera vez que mi padre hacia algo parecido. Se aclaró la garganta y recitó con grandes aspavientos:
Hierba en la nieve.
Me necesita Artemisa.
Yo soy muy guay.
Nos sonrío de oreja a oreja. Sin duda esperaba un aplauso. Ya veo de dónde sacamos el elevado ego mis hermanos y yo.
-El último verso solo tiene cuatro sílabas-molestó mi tía-
-¿De veras?-frunció el ceño-
-Sí. ¿Qué tal: "Yo soy muy engreído"?
-No, no. Tiene seis. Hmm...-se quedó pensativo un rato-
La explicación de Zoë tenía sentido. Pero lo que más me gusto fue cuando dijo "¡Al menos un haiku solo tiene tres versos!"
-¡Ya lo tengo!-anunció mi padre- "Soy fe-no-me-nal" ¡Cinco sílabas!-hizo una reverencia, muy satisfecho de sí mismo-Y ahora, querida... ¿un transporte para las cazadoras, dices? Muy oportuno. Iba a salir a dar una vuelta.
-También tendrías que llevar a estos semidioses-precisó mi tía, señalándonos- Son campistas de Quirón.
-No hay problema-nos echó un vistazo, cuando su mirada se posó en mi, me sentí especialmente nerviosa. Por suerte, se fijó primero en Thalía-Veamos... Tú eres Thalía, ¿verdad? Lo sé todo sobre ti.
-Hola, señor Apolo.-dijo totalmente sonrojada la hija de Zeus-
-Hija de Zeus, ¿no? Entonces somos medio hermanos.-yo rodé los ojos- Eras un árbol, ¿cierto?-a estas alturas ya quería gritarle que se dejara de imprudencias- Me alegra que ya no. No soporto ver a las chicas guapas convertidas en árboles. Recuerdo una vez...-me dio la impresión de que iba a hablar de Daphne, quien se había convertido en un árbol de laurel. Por suerte mi tía le interrumpió-
-Hermano-lo atajó la diosa- Debes ponerte en marcha.
-Ah, sí-miró Percy- ¿Percy Jackson?
-Aja. Digo... sí, señor.-mi padre lo miro detenidamente, mas no dijo nada. Luego me miró a mí, y sus ojos se abrieron como platos-
-¡Cómo pude ser tan distraído!-se acercó a mí y me abrazo fuertemente- ¡Mi preciosa hija! ¡Qué grande estás ya!-se separó un poco para poder verme a los ojos, me sonrió y vi que mis ojos eran tan azules como los de él-La última vez que te vi en persona eras tan solo una bebé...-su voz se quebró un poco, pero se recompuso de inmediato- ¡Me alegro tanto de que por fin puedo verte de nuevo!-me volvió a abrazar-
Me costó responder el abrazo, y aún más hablar, pero logré encontrar mi voz y pude responder: Y-yo... también estoy muy feliz; padre-me sentía rara diciéndole así en persona finalmente- Y más que eso, estoy sorprendida...-me separé de él, y me di cuenta de que había soltado un par de lagrimas (¿es en serio? De todas las reacciones posibles...)-
-¿Por qué lloras, mi niña?-preguntó mi padre secando mis lagrimas-
-No... no estoy segura... Por todo y por nada...-al ver su cara de confusión añadí- Yo me entiendo, no debes preocuparte, estoy bien.-era verdad, estaba bien. Le sonreí-
Mi padre pareció acordarse repentinamente de que tenía que llevarnos a Long Island, hasta el Campamento Mestizo.
-¡Bueno!-dijo, manteniendo un brazo sobre mis hombros- Será mejor que subamos. Este cacharro solo viaja en una dirección, hacia el oeste. Si se te escapa, te quedas en tierra.
Mire el Mustang, pero algo me decía que no lucía así para todo el mundo. Además, allí cabían por lo menos cuatro personas, y éramos por lo menos veinte.
-Un carro impresionante-dijo Nico
-Gracias, chico-contestó mi padre-
-¿Cómo vamos a meternos todos allí?-preguntó Percy. (Hasta que Flaunder pregunta algo inteligente)-
-Ah bueno...-parecía disgustado de pronto- Está bien. No me gusta cambiarlo del modo "deportivo", pero si no hay más remedio...-me soltó mientras revisaba sus bolsillos y sacaba las llaves-
Presionó el botón de la alarma, y el auto se convirtió en un autobús escolar.
-Venga. Todos arriba.-urgió mi padre-
Zoë le ordenó a las cazadoras que subieran. Iba a recoger su mochila, cuando Apolo le dijo:
-Dame, cariño. Déjamela a mí.
La mirando de Zoë me hizo pensar que aquí ocurriría el Apocalipsis en cualquier momento.
-Hermanito-lo reprendió mi tía- No pretendas echarles una mano a mis cazadoras. No las mires, no les hables, no coquetees con ellas. Y sobre todo, no las llames "cariño"-dijo a lo que yo reí y mi padre me miro algo molesto-
-Perdón. -extendió las palmas en plan de "bueno, pero no te enojes"-Se me había olvidado. Oye... ¿y tú adónde vas?
-De cacería. No es cosa tuya.
-Ya me enteraré. Yo lo veo todo y lo sé todo.
Artemisa soltó un resoplido.
-Tú encárgate de llevarlos. ¡Sin perder el tiempo por ahí!-lo reprendió ella-
-Pero si nunca me entretengo por el camino...-dijo sin comprender muy bien a qué se refería su hermana-
-Por algo tengo varios hermanos, ¿no?-pregunté con una sonrisa de burla en el rostro-
-¡Oh vaya!-se dio cuenta de lo que hablaba Artemisa.
Artemisa puso los ojos en blanco; luego nos miró.
-Nos veremos para el solsticio de invierno. Zoë, te quedas al frente de las cazadoras. Actúa como yo lo haría.
Ella se irguió y contestó:-Sí, mi señora.
Artemisa se arrodilló y examinó el suelo, buscando un rastro. Cuando se puso de pie, lucía intranquila; pero su voz sonaba segura:-El peligro es enorme. Hay que dar con esa bestia.- echó a correr hacia el bosque y se disolvió entre la nieve y las sombras.
Apolo nos sonrío, haciendo tintinear las llaves.-Bueno-dijo-¿Quién quiere conducir?
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