Nuestra unión

Después de unos minutos de sentirse frio, logró despertar. Estaba solo en la habitación. Yuto no parecía estar por ningún lado, pero estaba tan adormecido que no lo notó al principio. Con gran dificultad, se sentó encima de la cama con pereza, más no dejó el lugar, no podía caminar y mucho menos se atrevía tan siquiera a tocar el suelo con los pies, no después de todo lo que Yugo le había dicho sobre cuidarse el pie. Lo que menos quería era desobedecer al chico que parecía saber de lo que hablaba. Había seguido y hecho todas y cada una de las cosas que él dijo que debía de hacer. Y ahora por ello estaba mejor.

Se estiró suavemente sobre la cama y se dedicó a hacer un poco de pereza. Su mente estaba en blanco y ya ninguna de sus pesadillas estaba presente en si mente. Su un momento agradable, uno de los primeros que tuvo sólo. Se sentía en paz, armonía y sobre todo en calma. Su mente aún tenía miedos y demás, pero la sola calma que emanaba el lugar le tranquilizaba. Se preguntó por cómo estarían todos, si ya estarían despiertos, si estuviesen haciendo algo importante, Yuya sabía que Yuto estaba despierto en alguna parte y quizás estaba merodeando en sus pensamientos como él. Yugo y Yuri quizás seguirían dormidos o quizás estarían discutiendo. El de ojos rojos soltó una risita. Eso era lo que más hacían. Se alegraba de que tuviesen algo de contacto, a decir verdad, eso era mejor que nada.

Se quedó un instante en silencio y lo escuchó. Un murmuro que venía desde afuera llamó su atención. Agudizó un poco el oído mientras se acercaba al borde de la cama que más se acercaba a la puerta. Un par de palabras ininteligibles se oyeron, pero un par de pasos más le alertaron un poco. Y Yuri empezó a sentirse cerca.

—¡Ya te lo dije idiota!—dijo con fastidio, cómo si no fuese la primera vez que lo dijese. Paró justo en frente de la cama de Yuya, en el umbral que hacía de puerta mirando hacia la dirección donde venía—Yo me haré cargo de él hoy. Y no necesito tú...—se había vuelto en el momento exacto antes de soltar algún otro grito de ira o de lo que fuese—Yuya... Um, hola, buenos días Yuya.

—B-Buenos días Yuri—su garganta estaba seca. El de ojos fucsias se sintió ligeramente nervioso—... ¿cómo t-te encuentras?

—Bien...—dijo con las manos algo temblantes por los nervios. No sabía como pero ahora estaba muy temeroso de quedar mal con Yuya—¿Tú? ¿Cómo va tu pie?

—Me duele un poco menos y...—tuvo algo de miedo de pronunciar aquellas palabras—Creo que hoy quiero intentar...

—¡De ninguna manera!—dijeron al tiempo los dos chicos con peor relación en el grupo.

—Todavía tienes que descansar, no caminarás por un tiempo, no sé hasta cuando se sanará el tobillo, quizás pase algún tiempo antes de ello—divagó Yugo mientras que Yuri asentía simplemente de manera automática. Yuya se había estañado de la aparición del de cabellos azules tan repentina. Sospechaba que venía detrás del de cabellos morados y fucsias, pero en definitiva no se espera aquello.

—P-Pero yo de verdad quiero intentar—dijo con un puchero, la mirada de determinación de Yugo se volvió un poco en añicos, pero por suerte el otro le respaldó.

—No, todavía no sabemos qué puede pasar con tu condición—se cruzó de brazos mientras adquiría una repentina confianza—, no soy un experto en estas cosas, pero sé que tienes que descansar. Estas cosas no se sanan en poco tiempo, y menos en las condiciones en las que te encontramos—argumentó. Durante aquello, fue el turno de Yugo de asentir sin saber que decir realmente.

Yuya trató de convencerlos durante un rato más, pero les fue imposible, realmente no pudo hacer nada. Ni Yugo ni Yuri lo dejaron hacer lo que quería, aunque casi que lo consigue en varias ocasiones. Finalmente, se dio por vencido y se quedó con una expresión de frustración ligeramente infantil en el rostro. El de ojos esmeraldas estuvo a punto de caer nuevamente, pero el de ojos fucsia dijo que era un idiota, desviándolo así de la conversación y llevándolos a que empezaran a discutir por cuestiones menores. El de ojos rojos tuvo que intervenir para que no se terminaran moliendo a golpes.

Yuto llegó poco después de terminar la discusión, cuando las cosas en vez de estar tensas, parecían más bien estarlo pero sin esa sensación de fragilidad. Los dos que no se encargarían principalmente de Yuya en ese día, se pusieron a organizar las cosas de lo que iban a comer de desayuno, que aunque no era demasiado, era suficiente para ellos. En el trascurso de las cosas, tanto Yuya como Yuri se habían ido a una sección diferente de las instalaciones. El primero estaba ligeramente curioso por lo que tenía este lugar para ofrecerle, aunque más bien parecía que tenía la necesidad de ocupar su mente en algo.

Incluso si ese algo era Academia.

—¿Por qué no...—formuló encima de un viejo escritorio ante la mirada algo avergonzada de Yuri—crearon otra fuente de energía? Sé que no sabrás demasiado pero... la energía vital es... un ser vivo. Y obtenerla es casi como un asesinato.

—Lo sé, de hecho lo es, o al menos lo era—miró su disco de duelo por unos instantes—. No había otras maneras de tener tanta... energía en poco tiempo. El profesor quería cumplir con su objetivo, cualquiera que haya sido, y usó todos los medios a su alcance para hacerlo—suspiró por la nariz y miró a Yuya. Apretó un poco sus dientes y los puños—. Terminó todo en un gran desastre—miró a otro lado—. Es casi un genocidio.

—¿Casi?—Yuya arrugó el rostro. Yuri se movió un poco hacia su dirección pero no hizo contacto visual.

—"Aquellos sacrificados, volverán a renacer en el nuevo mundo"—recitó—. Eso dijo el profesor cuando me di cuenta de que estaba matando a personas al convertirlas en cartas, o al menos eso recuerdo—cerró los ojos. Esperaba por aquello inevitable.

—¿¡El nuevo mundo?!—Gritó por un momento sin poder creérselo—¿Eso quiere decir que el Revival Zero...?

—Sí, no matábamos exactamente—y puso las comillas en una sola de sus manos—. Hacíamos una recolección para ayudar a la transición, en los dos sentidos, para nosotros y para ellos—dijo esperando a que él entendiese y pudiera dejar de hablar de aquello, sólo por si acaso dedicó un par de palabras más—. Ellos al despertar después de la transición, y nosotras dando el impulso para que se realizase.

—Vaya... eso...—Yuya arrugó el rostro mirando a otra parte—quiere decir un poco que Leo no era... tan malo—Yuri chasqueó su lengua en la boca con fastidio, no contra Yuya, pero sí contra el pasado.

—A mi parecer el hecho de que trate de suavizar las cosas no quiere decir que haya tomado una decisión correcta—espetó. Yuya se mordió el labio, había dicho algo mal, y esas eran las consecuencias—. Sigue siendo un gran mentiroso y el destructor de casi toda una ciudad—tomó aire para tratar de tranquilizarse—. Además, él no es alguien que haga las cosas por el bien de otros—bufó—, él era oportunista.

—Yuri, yo... no debí...

—Está bien—suspira y se vuelve a mirarlo con una expresión relajada—. Además... creo que es mejor dejarlo todo aquí, no es donde empezó todo pero... es un comienzo... supongo.

Ojalá él también tuviese un lugar donde dejar salir las cosas.

Quizás sí tenía ese lugar, pero en realidad, él creía que era mejor que nadie lo escuchase.

Por ello mismo, el pecho de cualquiera de ellos 3 no contaba.

.-.-.-.-

—Y eso sería todo, ¿cuánto... le debemos?—preguntó Yugo a la señora que les había ayudado desde hacía más de una hora a escoger algunas prendas de ropa y a deshacerse de las anteriores. La señora sonrió al chico amablemente quizás sin entender porque aquel chico en frente suyo había escogido tantas cosas y de una variedad tan grande como la que tenía entre manos. Eso o se extrañó de que se pusiera a sí mismo en plural.

—Me tienes que pasar primero las cosas para pasarlas por caja—explicó sin perder la compostura y aún calmada. El chico se sorprendió y se llevó un poco de vergüenza. Más sin embargo, llevó todas las prendas para que la señora las pasara tranquilamente mientras era observado desde el exterior.

Yuya lo miraba con una gotita en el rostro sentado en una banca de parque. Esperaba a Yuri que se había ido a comprar algo que no recordaba que era, a Yugo y a Yuto, que estaba comprando calzado. Estaba bajo su capucha para evitar cualquier confusión o problema. Las chicas aún podrían estar merodeando a pesar de que estaban ya muy alejados de la zona más urbana y se acercaban poco a poco hasta llegar a la parte rural, donde Yuri tenía un plan, llevarlos a una casa de su infancia que aún se mantendría en pie debido a que era bastante escondida. Era perfecta. Y cuando lo contó a todos en el desayuno, estuvieron de acuerdo y no hubo objeciones. Pronto todos acomodarían las cosas que pudieran dentro de las maletas y para llevárselas consigo. El de ojos rojos sabía que pronto tendría que estar sentado durante mucho tiempo en un bus esperando a que llegaran a su destino, un destino incierto que sólo el de ojos Fucsias conocía.

Y eso le hacían entusiasmarse de sobremanera.

—Buf—dijo apenas llegó con muchas bolsas de compra entre manos. Yuya le sonrió al de ojos esmeraldas y sacó el maletín que tenían preparado para aquello.

—Te ayudaré a doblar, quizás así terminemos más rápido—propuso mientras la maleta grande caía sobre el suelo. Yugo asintió y le pasó un par de bolsas de compra. Empezaron con su labor mientras los demás se tomaban su tiempo en lo demás.

—Esto se me hace familiar...—comentó al aire casi sin pensarlo. Yuya quiso abstenerse a preguntar, pero su curiosidad fue más fuerte.

—¿Familiar?

—También solía organizar cosas en el orfanato, tenía que ayudar a Martha—metió la primera camiseta y se puso con un pantalón—. Ella era la encargada de nosotros, casi es como mi madre, después una de nosotras tuvo que tomar su lugar—dijo con una sonrisa algo triste. Guardó la prenda que tenía entre manos y se puso con otra. Yuya a aparte del relato, estaba sorprendido por la velocidad del chico, él apenas terminaba con su primera prenda—. Realmente ella y la chica que estaba allí han sido lo más cercano que tengo a familia... Y Rin claro—paró un momento mirando al infinito con la mirada algo perdida—. Los extrañaré... mucho a decir verdad...—se mordió el interior de las mejillas para evitar llorar o cualquier cosa, no quería agobiar al otro, no quería agobiar a nadie. Hay era suficiente para todos los demás. No podía seguir diciendo cosas, tanto Yuya como Yuto tenían la cabeza llena de sus propios sentimientos y problemas. No iba a agobiarlos más, no quería hacerlo. Suspiró y miró hacia Yuya que lo miraba algo preocupado—No es nada, de seguro... lo dejaré de pensar pronto y quizás el agobio se vaya y...

—No lo hagas...—pidió casi en un susurro.

—¿Qué?

—No lo hagas... No... No pienses que las cosas se resolverán así—su mirada estaba algo perdida—. Te podrías ahogar en tus propios pensamientos y... puedes explotar por suprimirlos tanto...—argumentó y le dirigió una rápida mirada—T-Te lo digo por experiencia...

—Yuya

—C-Cuentas conmigo... con nosotros quiero decir...—negó un poco—No tienes porque... sufrir solo...

Yugo sonrió, unos minutos más tarde, todo estaba saliendo de su boca como si no hubiese un mañana. Lo que pasaba con City, las ganas que tenía de ir y por fin ver el lugar que tanto deseó, un poco el enojo y la rabia que tenía por la situación; y la confusión que tenía por lo acontecido en Academia. Realmente, no podía entender muchas de las cosas que pasaban, el haber estado encerrado. Esa sensación de hacer algo injusto, de destrucción y más que nada de cosas que pasaban por su cabeza pero que no parecían tener sentido alguno. Yuya lo escuchó con atención tratando de responder con él algunas dudas, pero cuando llegó a la parte de lo acontecido en la isla, lo único que obtuvo fueron más dudas.

—Quizás... eran la manifestación de nuestros deseos más oscuros—propuso Yugo. Yuya negó.

—No tiene tanto sentido, nosotros no somos tan importantes—dijo mientras arreglaba otra camiseta y la guardaba—, ¿qué nos haría diferentes? Somos sólo unos chicos de 14 años, y bueno, al menos yo sólo soy hijo de un artista de entretenimiento, Yuto es alguien que vivió la guerra, Yuri era parte de Academia y tú... tú eres un huérfano de City... pero eso no nos hace distintos de los demás... o al menos no tanto.

—Recuerdo vagamente que todos decíamos que nos queríamos volver uno—Se encargó de doblar un pantalón mientras pensaba—. Quizás... en el pasado fuéramos todos partes de un mismo ser.

—Eso explicaría porque somos tan parecidos...—divagó. Miró de un lado a otro mientras pensaba—¿Y si... nosotros somos el origen de la separación de las dimensiones?

—¿A qué te refieres?

—Akaba Leo quería unir las dimensiones una vez más—miró a Yugo—. Nos tomaba a nosotros como enemigos. Entonces... quizás el ser que formamos todos fue el responsable de la separación de las dimensiones.

—Pero eso no explica lo de las chicas, ellas también tienen un mismo rostro entre sí—preguntó Yugo pasándose una mano por la nuca—. ¿Ellas también serían parte de ese ser?

—No creo... Leo utilizó a Yuri por ser parte del demonio, pero a Serena... a Serena la mantuvo, si ella escapó u odiaba a Leo era lo por lo que ella sabía de él y por los hechos acontecidos en otras dimensiones—divagó—Serena escapó de Academia por que la sobreprotegían, además... jamás mandó enemigos para que le hicieran daño, simplemente a que la capturaran.

—¿Y por qué no a nosotros?—preguntó Yugo parando de doblar ropa y mirando a Yuya con una enorme duda en la cabeza—Si nosotros éramos parte del ser que separó las dimensiones y aún podíamos formarlo, ¿por qué no hizo nada en nuestra contra?

—Pues... yo me encontré a varios Obelisk Force que querían hacerme carta—dijo con duda.

—¿Te mandaron personal directamente a ti?

—No, no, eran...—y se dio cuenta—eran soldados que me topaba...

—¿Crees que a Yuto también lo hayan atacado directamente?

—No, atacaron a su ciudad, pero que yo sepa nunca atacaron a Yuto directamente...

—No—interrumpió otra voz conocida a los otros dos—, nunca me buscaron específicamente a mí.

Los dos aludidos miraron al recién llegado con pena, estaban hablando de él a sus espaldas.

—Y-Yuto...

—¡Lo siento!—se disculpó directamente con las manos a la altura de su cuello mientras las agitaba un poco de lado a lado—No quería ofenderte.

—No lo has hecho, pero si agradecería que me pusieran un poco en situación

—Ah—Yugo se desconcertó. Yuya habló casi como si se lo hubiera pedido.

—Estamos pensado un poco en lo sucedido en Academia y... pensamos que quizás nosotros cuatro éramos el origen de la separación de las dimensiones—explicó con seriedad.

—Bueno... tiene sentido, además cada uno de nosotros tiene un método de invocación distinta—divagó—. Cada dimensión también la tiene, además, nuestros dragones...

—Cada uno tenía el nombre de su invocación correspondiente—dijo Yuya pensativo—. Además... ellos parecían llamarse cada vez que se encontraban.

—Cómo si se necesitasen cerca para... unirse—completó Yugo—. Eso explicaría porque esa noche en City después de encontrarme con Yuri quería... unirme.

—Ese día los cuatro dragones estaban en el campo—objetó Yuya. Yuto asintió—. Se llamaban entre sí, no soportaban tenerse cerca. No recuerdo mucho más, sólo que después de eso... hubo un flash de luz y todo desapareció.

—Sí, lo recuerdo, aparecí en la dimensión Fusión después de eso—dijo con algo de fastidio Yugo.

—Fue el Brazalete de Yuzu—dijo Yuto, los dos asintieron de acuerdo.

—La función de ese Brazalete era separarnos cada vez que estábamos juntos—Dijo Yuya—podría ser que... ¿Las chicas sean el ser que nos separó?

—Tiene sentido, Ruri tenía uno y Serena también.

—Rin igual—aportó Yugo con una mano en su barbilla—. Todas tienen el mismo rostro entonces...—guardó otra prenda, el montoncito estaba bajado poco a poco—¿Todas también formaron un mismo ser en el pasado?

—Es lo más probable—dijo Yuto—. Eso quizás explicaría porque nosotros y ellas estamos separados—se tomó una ligera pausa—. Cuando ellas eran una... tal vez nuestro...—arrugó el rostro un momento—"Ser Original" estaba causando demasiados problemas y por lo poderoso que era tuvieron que dividirlo en las diferentes dimensiones para que no pudiese atacar ni hacer más daño.

—Entonces ellas hicieron algo para separarnos y terminaron deformando la realidad—completó Yuya—. Debimos... ser muy poderosos...

—No lo creo—negó Yugo mirando al otro—. Ninguno de nosotros tiene la culpa, no somos ese ser que solíamos ser en el caso de que toda esta teoría fuera cierta—suspiró—. No somos esa bestia o lo que sea, somos pedazos de él, pero no somos él. Nosotros no destruimos nada a propósito, ¿verdad? Nosotros nunca quisimos hacerle daño a na...—se detuvo se mordió un poco el labio—Ahora no queremos hacerle daño a nadie. Y si lo que pasó en Academia fue nuestra culpa... no quisimos hacerlo.

—Pero lo hicimos, destruimos ese lugar—dijo Yuto y mostró una mueca—. No importa si esa no fue nuestra intención, lo hicimos.

—No es cómo si hubiese forma de evitarlo, no sabíamos lo que podíamos hacer—argumentó el otro. Yuya estaba con su boca cerrada, no quería decir nada.

—Tienes razón—dijo después de un suspiro—, no sabemos ni siquiera qué somos o qué fuimos. Sólo sabemos que somos un peligro—Yuto bufó algo molesto. Yuya lo miró con ganas de consolarlo, pero no sabía cómo.

—El ser que alguna vez fuimos...—dijo Yuya en voz baja—Yo... yo lo he visto...

—¡¿Qué?—dijeron los tres al unísono. Pero pronto los dos de Syncro y XYZ se volvieron hacia el originario de esa dimensión. Había llegado de la nada.

—¿Dónde lo has visto?—preguntó ignorando las miradas algo desconcertadas de los otros dos.

—E-En un... s-sueño—Yuya tragó saliva—A-Antes del incidente... cuando d-destruimos todo—dijo tratando de no calar hondo en los sentimientos de los otros—Y-Yo lo vi y...

—Oye, ¿tú cuando llegaste?—preguntó Yugo desconcertado—¿Y cómo estás tan al corriente?

—Eso no importa ahora, Yugo

—¡Claro que sí!

—Sólo lo escuché, ¿contento?—bufó Yuri sin ganas de discutir. Yugo abrió la boca para responder pero la volvió a cerrar. Nada podía decir.

—Cuando lo vi—continuó Yuya para evitar cualquier otra pelea. Desviar la atención sonaba bien—me habló de ustedes y de mí, como... cómo si nos conociese de toda la vida.

—Esto es... raro...—divagó Yuto—¿Y sólo te hablo de nosotros sin más?

—Me dijo algo sobre... habitaciones mentales y un poco de sus vidas, pero nada más allá—explicó y guardó una de las últimas prendas, todos los demás que estaban parados se sorprendieron un poco y de inmediato se pusieron a hacer lo mismo con las cosas que tenían a la mano: el calzado que tenía Yuto lo sacaron de las cajas y lo pusieron en otro maletín; y la comida que tenía Yuri que lograron organizarla en un par de bolsas hechas de tela—Él fue el que me convenció de creerte Yuto—el aludido arrugó un poco el rostro y miró al chico—, él me convenció de creer que mi padre no era nada bueno para mí, que solo era un reflejo y de que no tenía nada con lo que identificarme. Qué había crecido como un simple molde creado a su antojo.

—Tú no eres eso—dijo suavemente—, tú eres Yuya, ya no tienes nada de Yusho. Tú eres tú. Y nadie puede negarlo—le sonrió.

—Y si lo hace le convertiré en carta—amenazó Yuri. Los de Syncro y XYZ le miraron algo mal, pero Yuya sonrió ante aquello además de soltar una risita, le había parecido un lindo chiste. Yuri sonrió satisfecho. Claro que sería capaz de transformar en Carta a alguien por Yuya y su sonrisa, pero no podía hacerlo. Materialmente hablando claro está.

—Yuri—lo acusó Yuto sin entender exactamente el pequeño chiste que había hecho.

—Él... ¿ha vuelto a aparecer?—preguntó Yugo haciendo que todos se volviesen a la conversación original—Durante el tiempo que hemos estado juntos quiero decir.

—Sí, o no...—Yuya arrugó un poco el rostro—No lo sé—se pone una mano en la nuca—, mis sueños son confusos y parece que si lo veo pero... no sé si sea Zarc—ninguno preguntó por el nombre—. Siempre parece que me persigue y... no quiere dejarme en paz... es complejo.

—Tranquilo, está bien—dijo Yuri antes que cualquiera de los otros dos—. Si no quieres recordarlo, está bien—Yuya asintió. Antes de que alguno pudiese decir algo, escucharon unas voces ajenas a su conversación, pero que los alertaron.

—¿Y los están buscando por todas partes?—dijo una señora a otra mientras caminaban cerca a los chicos que no dudaron en ocultarse un poco más en sus capuchas mientras Yuya bajaba un poco la cabeza tratando de que no entrara en su cabeza el pensamiento de lo adorables que se veían todos por tener la misma capa de lluvia.

—Sí, pronto esos desgraciados llegarán a perturbar a este pequeño pueblo buscando a sus amigos o lo que sea—dijo la otra mujer con fastidio—. ¿Cómo pueden perderse de cuatro chicos a la vez?

—No lo sé, dicen que ellos huyeron pero todo es muy raro, tenemos que estar atentos por si aparecen—aconsejó—tal vez así nos evitemos la interrupción.

—¡Estoy jóvenes! Huyendo de casa—suspiró con fastidio—, si supieran lo que un hogar puede...—y dejaron de escucharlo por la lejanía en la que se encontraban. Todos se miraron unos a otros sin saber que más hacer.

—Será mejor que nos vayamos—sugirió Yuto a lo que el originario de fusión asintió.

-.-.-.-.-

—¡A Utras!—gritó un hombre en las escaleras de entrada a un bus.

—¡A la ladera del Lobo! ¡Pasen! ¡Pasen!—gritó otro de otro bus—¡Los puestos se nos acaban!

—¡A Milla 180! ¡El 180!—todos se acercaron al bus algo mal gastado pero vacío. Apenas lo oyó, Yuri guio a los otros a donde había dicho el señor.

Llevaron todas sus cosas consigo sin soltarlas. Yuri llevaba a Yuya en su espalda y los demás llevaban el resto de las cosas. Se subieron y sentaron al final del bus donde sólo había cuatro asientos. Primero se encargaron de repartirse un poco el equipaje y después Yuri fue a pagar. Cuando volvió se sentó con el resto diciendo que ya era todo y que estaban casi listos para irse.

El inicio del viaje no se hizo esperar, el bus no se llenó demasiado y las personas que llegaban se hacían un poco delante de ellos así que no muchas personas les escucharían o les pondrían cuidado si hablaban. Empezaron a andar por un largo llano mientras miraban como podían a la ventana haciéndose idea de donde estaban más o menos. No tuvieron una visión completa de la ciudad costera hasta que comenzaron a alejarse verdaderamente, todos contemplaron el hermoso plano que había con ella y se fascinaron por ello. No hubo mucha charla durante gran parte del trayecto. Nadie tenía ánimos de hablar sobre Zarc o sobre lo que fuese en esos instantes. Además, hablar de aquello podría ser algo peligroso, no sabían que personas tenían y hacer aquello quizás crearía malos rumores sobre ellos y al final quizás terminasen en malas experiencias. Prefirieron callar y dejarse llevar por el tiempo. Al fin y al cabo era un largo viaje.

—Vaya...—dijo Yuri para sí en un susurro pensando que podía despertar a sus compañeros homólogos que dormían con calma a su lado—Nada ha cambiado...

—¿De verdad?—susurró el chico de ojos rojos en un susurro también mientras lo miraba expectante.

—Yuya...—dijo todavía murmurando. Se había asombrado ligeramente—¿No estás cómodo?

—¿Ah?

—Para dormir, quiero decir—aclara con tranquilidad pero en su interior temblaba ligeramente.

—Sí, no—negó rápidamente—, ¿sólo un poco?

—¿Seguro?

—Sí—dijo de manera automática, Yuri le acosó un poco con la mirada—. No... No me siento... tranquilo. Creo que tiene que ver con... Z-Zarc

—¿Tus pesadillas?

—Sí... yo no quiero... tener alguna otra y... bueno...

—Oh... Eh... ¿Quieres hablar entonces?

—P-Pues... sí—acepto sin saber que más hacer—supongo que sí...—se quedaron en silencio. Yuri aún le miraba de la misma manera, solo que esta vez parecía que estaba esperando alguna señal o lo que fuera—Ah... ¿Tú has estado en el lugar al que vamos?—Yuri asintió a pesar de que esa pregunta no venía exactamente al caso—Tú... ¿puedes contarme algo?—Yuri alzó una ceja—De... como se ve y esas cosas...

—Oh... bueno, es... una casa en medio de... ¿bambú?—Yuri realmente ni sabía de qué estaba hablando—Es un poco... ¿tradicional?

—Ah...—Yuya alzó una ceja mientras seguía sonriendo—¿Japonés tradicional?

—Sí—respondió no demasiado convencido. Yuya entonces supo que para él no debían de ser habituales las conversaciones, así que prefirió ponerlo en una posición algo más fácil.

—Um... ¿Vivías allí antes de Academia?—preguntó. Yuri pareció dejar de tensarse por unos instantes.

—Sí, allí vivieron mis padres, o al menos eso es lo que cuanta Nana—Yuya no hizo preguntas, quiso imaginarse quién era Nana—. No teníamos vecinos aparte de Nana y su familia, mis padres estuvieron conmigo hasta que tuve 2, 3 años, de allí no supe nada de eso y Nana me cuidó.

—¿De verdad?

—Sí, mis padres jamás supe que pasó con ellos así que supongo que te entiendo un poco—suspira y se regaña mentalmente, eso no venía al caso—. Nana es... como mi madre creo, gracias a ella soy parte de lo que soy. El resto vino con Academia y eso.

—¿Era... muy diferente?—se avergonzó en decir Yuya.

—Sí, eran dos cosas distintas—dijo sin ganas de decir nada más.

—Vaya... ¿tú viviste tu infancia entonces en las zonas rurales?

—Toda mi infancia hasta que cumplí 10—dijo sin demasiado orgullo, parecía más bien neutral.

—Yo viví toda mi vida en la ciudad de Miami—comentó sintiendo un poco como cambiaba de a poco la conversación—. Realmente no conozco mucho de ese tipo de cosas...

—Bueno, no es para tanto, no es tanto cambio—le restó importancia. Yuya se acercó un poco interesado en escucharle hablar.

—Y... ¿Cómo terminaste en Academia si naciste tan lejos?—preguntó tranquilo.

Yuri le sonrió con una nostalgia presente en sus ojos dispuesto a contarle todo.

—Viví en el campo, cuando era pequeño mis padres me abandonaron en la casa y se fueron para nunca tener que volver—comenzó tomándose las cosas con más calma. Yuya tuvo un momento en el que no supo realmente que decir, lo había dicho con mucha naturalidad, casi como si no le afectara—. De alguna manera, yo logré salir de casa y toparme con la vecina, con Nana. Ella me acogió en su hogar, pero sus hijos y algunos de sus primos no me querían mucho, me maltrataban haciéndome bromas pesadas y diciéndome tonto. Siempre quise responder pero tenía que retractarme, a Nana no le gustaban demasiado esas cosas. Una vez llegaron a tirarme toda su comida encima y me empujaron al barro. Tuve que volver a mí otra casa después de aquello, pero Nana venía todos los días a visitarme—suspiró—. Tuvo que soportar bastante durante esa época porque casi siempre estaba algo cansada y muy desanimada cuando venía—se encogió de hombros repentinamente—. Me enseñó de todo un poco, de la cocina, del hogar y otras cosas que no recuerdo—divagó moviendo la mano en círculos—, quizás también un poco de los conocimientos básicos de la escuela. Allí le agarré gusto a las plantas y a Duel Monsters, era de lo poco que me entretenía, aunque jugaba conmigo mismo siempre.

«Cuando cumplí los 10, Nana me llevó a un pequeño concurso de Duel Monsters. Quería ganar ese torneo, y lo hice, realmente lo había hecho, en un principio derroté a todos mis oponentes con agresividad. Las personas que nos estaban observando quedaron muy admiradas por ello, supongo que algunas de ellas tenían contactos con la gran ciudad y allí se dio todo. Después de eso, me reclutaron para Academia. Y cómo toda la publicidad y el orgullo de hacer parte de ella estaba bastante fuertes en ese tiempo no podía negarme, hubo muchas cosas que me entusiasmaron de sobremanera. Nana me ayudó, creyó que podía ser bueno para mí irme a esa escuela y aprender sobre cómo ser un soldado—se tomó una pausa y suspiró por la nariz casi con cansancio y fastidio— y duelista. Así que me trasladé, allí las cosas comenzaron a cambiarme de a poco. Me comencé a volver un poco antipático por el poder y esas cosas. Nadie me quería por ser tan poderoso, todos pensaban que era peligroso. Me apartaron.»

—Yuri...

—Después de eso me convencí de que lo único que debía de aferrarme era al profesor. Era el único que no me despreciaba en ningún sentido. Lo seguí porque creyó en mí y en mi hambre de ganar—soltó una risa irónica—. La única razón por la que me mantuvo a su lado era porque temía que le fuese a hacer daño de alguna manera, que lo superase en algún momento. Vaya idea—soltó con gracia irónica—. Es sólo alguien que tenía tanto miedo de que le dañaran sus planes.

—Vaya...Este... ¿Yuri?

—Yuya

—Puedes... ¿repetirme la última parte?—preguntó con una sonrisa culposa—Es que... yo no entendí mucho...

—Está bien—Yuri se le hizo tierno tener que decir tantas veces lo mismo y en voz baja. Pero no tenía problema, con Yuya nunca tendría ningún problema. Hablar a susurros sobre una historia que nunca contó, decir cosas que no compartiría con nadie más, le era muy agradable.

El resto del trayecto se les fue en conversaciones y poco más. No tocaron muchos temas y entre ellos un poco de la estancia de Yuri en Academia o en XYZ, no comentaron nada de los secuestros de las chicas y mucho menos del pasado de Yuya. Conversaron trivialmente conociéndose un poco más. El de ojos rojos se enteró de a donde habían ido durante las dos últimas noches a lo que él otro se negó a comentar en un principio, pero al final respondió que estaban en duelos callejeros. El de cabellos de tomate se quedó sorprendido por aquello, pero no dijo realmente nada más. Entendía que si lo hacían era por necesidad, por mucho que le doliese, sabía lo bien que les iba a los buenos duelistas, y en ningún momento dudó de la capacidad de cualquiera de ellos 3, a pesar de no saber demasiado, lo podía sentir en cada uno de ellos. Yuri también comentó un poco como si nada que cuando se aburría escapaba de Academia para ir. Yuya se molestó un poco por ello. Pero no demasiado.

Después de más de cuatro horas de trayecto, llegaron a un pequeño pueblo donde se bajaron con las cosas que traían y con Yuya cargado sobre los hombros de Yuri empezaron el largo trayecto a la antigua casa del originario de Fusión. Sería un largo trayecto pero lo lograrían hacer si podían soportar durante lo que les quedaba del día. Hicieron las pausas necesarias, generalmente todas dirigidas por el único que no caminaba y tomaban algo de agua que habían comprado en el pueblo. Charlaban vagamente pero nunca de nada verdaderamente relevante y al poco rato volvían a caminar. Muchos troncos caídos, árboles, plantas exóticas y varias rocas. No hubo tantos mosquitos como cualquiera podría pensar y a pesar de haber algunos resbalones ninguno sufrió heridas. También algunos cambios de carga, Yuya pasaba de espalda en espalda mientras los otros hacían un esfuerzo por llevarlo de la mejor manera posible, por ello mismo, durante las pausas él se encargaba de atenderlos lo mejor que podía dándoles agua y alimentándolos de a poco. Cuando por fin llegaron a su destino, el sol se había ocultado casi totalmente.

No hubo nada más que silencio. Ninguno hizo algo más que ir directamente a algún lugar donde poder descargar sus cosas y otro donde su torturada alma pudiese morir por una noche. Todo les salió a pedir de boca

Yuya los miró a los tres que estaban durmiendo a su lado mientras se preguntaba como ellos tres habían podido ser tan fuertes a la adversidad que se les había avecinado. Sin embargo, se quedó dormido antes de tan siquiera poder crear una respuesta verdaderamente válida.

Nunca contó con que Zarc no pensaba parar en contra él. No hasta obtener venganza.


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