All the living are dead

Yuto, después de alejarse de una distancia prudente de los otros dos, señaló al elefante de la habitación.

—¿Qué pasó con Dennis, Yuri? —preguntó directo. El aludido, un par de centímetros caminando a su lado, lo miró por unos instantes antes de suspirar—. Ha pasado un tiempo y no has dicho nada.

—Ya decía yo que era demasiado irreal que quisieras recolectar fresas conmigo —dijo algo decepcionado, miró un poco el empaque de plástico que tenía.

—Yuri... —le presionó un poco Yuto.

—No me arruines mi paseo, ¿quieres? Ya que no tienes interés en recolectar al menos eso puedes hacer, ¿no? —Yuri suspiró suavemente, con delicadeza, con detenimiento. De un gesto algo brusco también le entregó el recipiente de plástico a Yuto—También lleva esto, yo soy en qué recolecta después de todo.

—Bien —dijo apenas y lo sostuvo en sus manos. No reclamó por el comportamiento de su compañero. Sabía que se lo merecía por hacerlo hablar de cosas que en definitiva no quería—, recolectemos fresas para tu mermelada.

Yuri no respondió.

Se adentraron un poco en el bosque, por caminos que Yuri guiaba. Parecía saber perfectamente donde estaba, como si su mente fuera una parte de ese lugar. Yuto solo podía adivinarlo por lo distraído que parecía. Yuto sabía que había tocado un tema de cuidado, uno que nadie había querido tocar en un tiempo. Las semanas habían pasado, las cosas se habían dejado atrás, sí, pero Yuri no parecía estar del todo con ellos. Dennis le había hecho algo que parecía afectarlo a ratos. Era muy extraño verlo así, porque normalmente tenía una actitud máscara, que lo ocultaba de todo. Yugo no lo había notado, Yuya había intentado algo, pero sin resultado alguno. Solo quedaba él, quién parecía seguir teniendo ciertos problemas con los sonidos fuertes y repentinos, y que no podía comer demasiado porque sentiría que no estaría ahorrando comida. Era el candidato perfecto para esas cuestiones.

Por fin, unos varios metros más adentro, Yuri habló.

—¿Alguna vez pensaste en algo en especial para tu primer beso? —Yuto casi se detiene en seco, en cambió arrugó la cara para recordar. Quizá le serviría de algo si no había preguntas y solo lo dejaba ser.

—En realidad —soltó después de unos momentos de búsqueda en su mente—, todo eso pasó a segundo plano con la invasión de Academia a Heartland. No me acuerdo realmente de que solía pensar al respecto.

—Yo también soy idiota, ¿sabes? —dijo sin mirar al otro—Le reclamo a Yugo eso todo el tiempo, pero la verdad es que yo también tengo algo de esa estupidez —se tomó una pausa—. Así que terminé creyendo, cuando era niño, que el tema de las parejitas era algo especial —se aclaró un poco la garganta—. Que el primer beso que diera sería... especial, también.

Yuto estaba más pendiente del camino que el otro.

—Eso no tiene porque que ser malo —negó Yuto—, no es algo que le haga daño a nadie.

—¿Cómo ser bueno en los duelos no le hizo daño a nadie más que a mi mismo? —Yuri sonrió con algo de amargura—Y a Azuka, nunca deberíamos olvidar a Asuka o a... el amigo de Yuya, ese azulito fastidioso —bufó suavemente. Yuto alzó un poco una de sus cejas.

—¿Sora? —preguntó Yuto.

—Ese mismo —suspiró—, esa sabandija hasta en la propia Academia era un pesado. Siempre pidiendo que le dieran misiones importantes, tratado de compararse conmigo, ¡incluso creó un maldito Deck que no era permitido! Sólo porque quiso —Yuri se cruzó de brazos—, que bueno que no lo conocía más que de pasillo. Creo que no lo hubiera soportado, no lo soporto aún —Yuri miró al otro que lo escuchaba pacientemente. Tomó aire—. En fin. Pensar en algo así, como los temas de parejitas, no es normal para mí, un torcido de miércoles —tomó una pausa pequeña—, o para los chicos de Academia. Creo que poco o nada importaba el amor allí. Por eso no había parejitas ni nada, todos eran como si se les hubieran quemado las hormonas de un día para otro.

—... ¿De verdad? —preguntó Yuto algo asombrado. Quería abstenerse de hacer comentarios, pero eso le impresionó—Ni en medio de una guerra mis compañeros dejaron de tener hormonas alborotadas.

—Tu no eras de esos —afirmó. El de ojos grises pensó un momento, Yuri tomó esa pausa como una vacilación. Quizá tenía demasiada esperanza con él—, ¿o no?

—No, la verdad es que no —Yuto seguía atento al camino y a las plantas que aparecían en el camino—. Espera, ¿ese no es el arbusto de fresas?

Yuri paró casi en seco y suspiró.

—Ese es el arbusto —dijo mirándolo por encima. Yuto sonrió suavemente. Sabía que si Yugo le hubiera hecho una observación le hubiera sacado cualquier excusa posible para seguir derecho y no darle la razón. El de ojos fucsias caminó hacia el arbusto y se agachó a mirar las fresas disponibles. Estaban rojas, lindamente puestas por la naturaleza. Yuto sonrió de nuevo, le recordaban un poco al cabello rojo de Yuya—. Tenía ilusión por mi primer beso, ¿sabes? Es idiota, lo sé, pero al menos esperaba que una criatura como yo pudiera tener esa felicidad —el de ojos grises se agachó con él—. Me gusta el sufrimiento de los demás, sobre todo en los duelos, tengo que admitirlo. Pero no ha sido suficiente nunca, siempre sentí que me faltaba algo en todo esto —se tomó un silencio, miró al otro—. Tenemos mucho que recoger.

—Y... —acercó un poco el empaque de plástico—, ¿Dennis lo arruinó?

—Captas bien las cosas —dijo Yuri sonriendo mientras agarraba la primera fruta y la olía. La arrancó y la puso en el envase.

—Solo digo lo que creo —dijo mientras arrugaba un poco el rostro. No esperaba que realmente fuera verdad.

Yuri tomó aire antes de hablar.

—Yo lo dejé entrar, así que el que lo arruinó fui yo —agarró otra fruta, sin siquiera mirarla dos veces—, el idiota soy yo. Así que cuando estaba tratando de convencerme de que volviera a la ciudad, que nos habían perdonado todo y que tenía una vida por delante en la ciudad, me dijo que tenía sentimientos hacia mi —suspiró, agarró más fruta y la metió dentro del empaque, se le fue una pasada de madura. Yuto, con los pocos conocimientos que tenía, la tiró disimuladamente.

—¿Y te molestó eso? ¿Qué tuviera sentimientos hacia ti y que lo dijera a manera de chantaje?

—No, no me molesta eso, Porque él no sabe hacer nada más, yo lo sé. Es un chico que sabe como engañar y actuar para caer bien a los demás, pero no sabe hacer más —suspiró suavemente—. Me obligó a besarlo, eso es todo lo que me molesta en realidad—Yuto se puso a mirar unas bayas en un arbusto que estaba a su lado. Yuri siguió concentrado en el que tenía en frente—. No me gustó en lo absoluto, y ahora tendré que recordar eso por toda mi vida. ¿Qué haces? —preguntó. Yuto se volvió al otro.

—Eh... ¿ayudo?

Yuri le arrebata el pequeño racimo que Yuto había logrado coger, lo acercó a su nariz y lo olió.

—Son venenosas —declaró. El de ojos grises se sintió un poco encogido—, entiendo que a veces me paso una u otra pasada, pero eso no te hace experto en frutas silvestres.

—Mejor no agarro nada —dijo simplemente. Yuri rodó los ojos. Yuto era una persona que realmente no buscaba conflicto, casi por ninguna parte. A veces, cuando tenía que enfrentar no decía nada. Como si su mente no quisiera contradecir a nadie o pelear algo, algo que tuviera que ver con él—. Entonces, supongo que ya no puedes tener lo que quieres. Y por eso estás molesto.

—No es como si se pudiera repetir, ¿sabes? —suspiró con suavidad—Digo, ya es todo.

—Y... —Yuri arrugó un poco su ceño. Yuto no vacilaba—¿Tienes alguna ilusión aún? —el de ojos fucsias se detuvo y lo miró del todo—¿Con alguien en especial?

Yuri soltó una risa. No era burlona, era simplemente de que no podía creerlo. Yuto se quedó callado, tanto para esa reacción a su comentario, como para lo siguiente que dijo.

—No puedo creer lo que acabas de hacer —se tapó la cara con una mano. Ocultando su semblante ligeramente burlón—, me estás coqueteando, ¿verdad?

Y como se dijo, Yuto no dijo nada. Solo mantuvo el silencio unos instantes antes de actuar y dejarse ir por sus impulsos.

El de ojos grises no era agresivo. Prefería hacer las cosas suavemente, como si temiera romper algo si no lo tocaba con suficiente tranquilidad. Ese era uno de los pocos estragos de guerra que le gustaba tener. Solo que Yuri, a quien estaba besando en ese momento, no le agradaba demasiado.

—¿Podrías dejarte de juegos? —bufó sobre los labios del otro. Yuto sonrió suavemente. Creía lo que acababa de hacer, y no se arrepentía—No soy princesa.

Yuto solo pudo sonreír más.

—Está bien, me dejaré de juegos —estaba reído, un poco con los ojos brillosos, los mismos ojos que tenía cuando besó a Yuya. Y con la misma sensación en su estómago. Algo de felicidad para él era como un fuerte respiro a su ser—, ahora solo recogeremos fresas para hacer mermelada o sirope.

—Te equivocas —Yuri lo agarró del cuello de la camiseta y lo volvió a besar—, yo recolectaré fresas —remarcó la primera palabra mirándolo algo desafiante. Yuto volvió a ser serio, más o menos, aún tenía cierta sonrisa de felicidad.

—Solo las fresas —Yuri bufó suavemente, se volvió a la fruta. No pudo engañar a Yuto, tenía una sonrisa que se le escapaba de los labios también—. Supongo que estuvo bien para tu primer beso que sí querías.

—No te subas tanto, ¿quieres?

—No, solo digo lo que pienso —agarró el mentón de Yuri y lo besó suavemente.

—Te dije que te dejarás de juegos.

—Como digas —Yuto solo siguió mirando al de ojos fucsia, encantado—, pero ¿cómo sería sin juegos? Según tú.

Y después de eso, la recolecta de fresas fue remplazada por una actividad algo más interesante.

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Yugo llevaba ya un rato mirando con detenimiento la espalda del otro. Preguntándose cual sería una buena manera de tocarla con alguna excusa válida. Tenía cero buenas excusas, a decir verdad. Desde hacía un par de días tenía ganas de tocar el cuerpo de Yuya. No por nada, simplemente tenía bastante curiosidad. No lo había tocado mucho después de todo así que pensó que sería una buena idea aprovechar algún momento que tuvieran juntos y solos. Porque sentía que incomodaría a Yuto si estuvieran en frente y Yuri... Yuri ni los dejaría, se inventaría cualquier cosa para evitar que pasase. Así que ahora eran ellos, solos. Y el muy bendito no tenía ni la más remota idea de que excusa sacar. Sabía que no sería capaz siquiera de acercársele de manera natural y relajada. No, no, necesitaba un pretexto. Cualquiera.

Lo miraba desde una roca que hacía un par de minutos había alardeado de que podía subir sin esfuerzo alguno. Acción que Yuri ignoró, Yuto sorpresivamente también y Yuya apenas le sonrió. Como quien no quiere admitir que sí, pero de todos modos dice que sí. Yugo había hecho un puchero entonces, lo había entendido casi perfectamente, no era una gran hazaña, y no era como si alguno de ellos fuese como los niños del orfanato, que le aplaudían por todo. De todos modos, se había quedado allí, esperando. El tiempo había pasado, Yuto y Yuri se habían retirado a buscar fresas para hacer mermelada. Y pensando en como hacer para que Yuya le prestara algo de atención y pudiera aprovechar. Miró el sol un momento, cuando sintió que le molestaba la nuca. Y por fin, después de tanto quemar neuronas, se le ocurrió una idea.

—Oe, Yuya —le llamó con una enorme sonrisa. El chico, que arreglaba un poco las cosas que habían traído, no se volvió para responder.

—Yo —Yugo bajó de la roca, entusiasmado.

—¿Ya te aplicaste bloqueador en la espalda? —Yuya siguió como si nada mientras Yugo se acercaba con una enorme sonrisa en el rostro—Yo puedo ayudarte si quieres —era radiante en ese momento, como un sol.

—Ah, no hace falta —el de ojos rojos se volvió a medias al otro para sonreírle dulcemente. —, yo uso manga larga para el sol —hubo un pequeño silencio. Yuya no lo oía, pero el corazón de Yugo se rompía por la ilusión diluida—. Ya me puse en la nuca por su te lo preguntas —sonrió con algo de pena—. Yuto me ayudó antes de que se saliéramos —el de ojos esmeraldas tenía un puchero. Maldecía internamente algunas de las costumbres de Yuya—. ¿Tu no te has puesto?

Hubo un corto silencio.

—Me da algo de pereza —admitió—, nunca me he aplicado bien, es difícil solo...

Yuya entonces, cual rayo, agarró su bloqueador y lo miró. Yuya, al venir de una ciudad costera, sabía las terribles consecuencias de no estar bien protegido del sol. Su madre, en sus arranques de responsabilidad, le daba toda una charla de los peligros. Él, cuando quería, prestaba atención y entendía. O su madre lo hacía entender a la fuerza.

—¡Yo lo hago! —dijo sonriendo. Yugo tenía la boca ligeramente abierta. Pero, como si fuera un buen perrito, se acercó casi con velocidad—Quítate la camiseta —Yugo lo hizo, fue una acción inmediata, casi sin vacilar. Yuya rio suavemente, besó al otro en los labios con suavidad—. Muéstrame la espalda.

Las cosas desde ese punto fueron bastante tranquilas. Yuya se tomó con mucha calma su deber, como si tuvieran todo el tiempo del mundo y más. Yuto y Yuri se estaban demorando un poco, pero ellos solo estaban allí. Disfrutando un poco del momento. Después de un rato, Yuya abrazó a Yugo por la espalda, haciendo que este se sonrojara suavemente sin quererlo. Y, sin saber muy bien cómo, acabaron besándose. El de ojos rojos tenía sus manos en el cuello del otro, se rozaban los labios con lentitud y deseo, no era como si pudieran evitar sentir que tenían mucho tiempo. Tenían todo el tiempo del mundo para explorarse el uno al otro. Como si el tiempo no pudiera envejecerlos y se quedarán allí para siempre, uno con otro.

Gracias a eso, podían quedarse allí, sin pensar realmente que su tiempo se iba a acabar.

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El golpe seco sobre el escritorio de Reiji Akaba se escuchó. Reira se asustó por lo repentino del golpe, tragó saliva y apretó los labios. Uno de los asistentes de la oficina se limitó a acomodarse sus gafas de sol, tratar de ponerse algo más firme y preguntarse si al pequeño Sora no le había solido aquel golpe.

—¡No podemos desistir! —dijo determinado—Ellos siguen allí afuera, en alguna parte, solo tenemos que buscar mejor —el de ojos morados suspiró. Esta iba a ser su última charla con el de pelos celestes respecto a Yuya, Yuto y Yugo. Estaba determinado a dejar el tema por las buenas, antes de que la situación se volviera una total pérdida de tiempo.

—Llevamos meses, varias investigaciones —juntó ambas manos entrelazando sus dedos—. No hay rastros, ni en la ciudad, ni en el pueblo donde se encuentra Yuri —tomó un poco más de aire—. No puedo sacarle a alguien la información a la fuerza, por más que quieras. Dennis ya demostró que no quiere a nadie a su alrededor. Así que no podemos hacer nada. Entre más nos acerquemos a él, peor nos irá.

—Dennis es un imbécil —replicó, con enojo—. No podemos dejar todo esto atrás únicamente porque él no lo haya logrado.

—No hay otro modo —recontó su mentón en sus dedos entrelazados—. No puedo permitirme invertir más tiempo y energías en personas que no quieren ser encontradas —tocaron la puerca con algo de timidez. Sus empleados sabían que no debían interrumpir en esas reuniones—. Es una lástima que alguien como Yuya esté perdido, lo sé, era amigo de muchos aquí y su partida nos duele, pero no puedo hacer más.

—Señor —dijo su subordinado.

—Discúlpame, Sora —dijo mientras dirigía su atención a su asistente.

—Ruri ha venido a las instalaciones y exige una visita con usted. Dice que será rápido y que no le tomará más de 10 minutos —informa con formalidad. Reiji no arrugó el gesto y asintió, pero Sora sí. Ruri no exigía las cosas, las pedía con amabilidad y jamás vendría a la oficina sin avisar al menos con un día de antelación.

—Déjenla pasar —dijo Reiji al final. Volvió a prestar atención a Sora, que negó con la cabeza y volvió a mirar al de cabello gris.

—Yo puedo seguir buscando, no me importa que no me paguen, solo necesito que me ayudes a hacer los viajes dimensionales —puso ambas manos sobre el escritorio—. Yo solo quiero encontrar a Yuya, solo él me importa.

—Deberías dejarlo ir —Sora hizo un gesto de molestia—, lo poco que sabemos de sus paraderos no nos sirve de nada —suspiró suavemente—. Todo lo que hemos intentado no ha servido de nada.

—¡Yuya nunca dejó de creer en mí! Aun cuando yo me había ido a Academia, él jamás dejó de creer que había algo bueno en mí —apretó los puños—. Es por eso mismo que no puedo dejarlo ir, él no pudo irse nada más porque sí. Tiene que haber otro motivo, ¡algo que podamos solucionar de alguna forma! —Reiji solo niega suavemente—Bien, yo seguiré buscando. Algo le pasó a Yuya y a los demás, yo lo sé y no me rendiré hasta que pueda saber que es y lo traiga de vuelta.

—No vas a encontrarlos —sentenció Reiji. Sora arrugó la cara.

En esos momentos, la puerta principal de abrió, dejando ver a Rin entrando, tenía su típico traje, sin embargo, sus gestos eran algo cansados y las manos estaban llenas de negro. Y si se veía bien en traje, este también estaba algo sucio. El de ojos verdes abrió sus ojos suavemente a modo de sorpresa, después suspiró suavemente.

—Hasta ellos se confunden...

—Rin, buenos días.

—Eh, hola —se aclaró la garganta, algo incómoda por la presencia de tantos guardaespaldas en la habitación—. Yo, yo lamento haber venido sin avisar y no haber venido antes, mi economía no me permite viajar entre dimensiones regularmente —se aclaró la garganta—. Vine porque, creí que había algo que deberían saber.

—¿Se trata de los chicos? —preguntó de Sora sin cuidado—¿De Yuya?

—Sí, tiene que ver con ellos —Rin tomó algo de aire y Sora miró con toda la atención a la chica—. Sé que no es mi asunto, no he tenido mucha relación con ustedes con todo este tema y que no me he interesado mucho. Pero si he estado algo angustiada con este tema y agradezco el cuidado que han tenido.

—No veo a donde llegar con esto —Sora estaba algo impaciente. Cosa que Reiji no le gustaba en nada.

—Es solo que... creo que es la última vez que nos veremos —tomó algo de aire—. Así que quería agradecerles. Yo, hace unas semanas, vi a los tres chicos que están buscando en City.

—¿Qué? —soltó abriendo un poco los ojos—¿Dónde están? ¿Están bien? ¿Solo los viste?

—Yugo vino a hablar conmigo —explicó, aun teniendo algo de paciencia—, se despidió de mí, me dijo que los otros dos estaba bien y todo estaban juntos. No me encontré con Yuya, solo lo vi de lejos. Incluso me saludó.

—Entonces debemos ir a buscarlos en Syncro...

—No, no deberían —miró a ambos, primero a Sora, luego a Reiji.

—Sora, no saltes a conclusiones —Reiji lo reganó. El aludido apretó los dientes.

—Ellos decidieron alejarse de todos porque creyeron que eran peligrosos, o que lo podían llegar a ser, por eso se fueron —Sora negó suave.

—Eso se puede solucionar, de alguna forma —dijo casi en un susurro.

—Ellos no están seguros de que va a suceder con ellos, pero que prefieren no estar cerca por si algo malo ocurre —Rin se tomó una pausa—. Dijo que no deberían arriesgarse de esa manera.

—No va a ocurrir nada —murmuró el menor de todos.

—Creo que esa es la mejor manera, digo, no comprendo bien todo este asunto, pero si creo que es... una decisión acertada —dijo Rin sin oír al chico.

—Podemos hacer como estaban antes, cada uno en su dimensión, cada uno alejado del otro. Como Yuri, en fusión —miró a Reiji—, eso lo podemos hacer, ¿no? Yuri lo decidió por cuenta propia, si ellos quieren que todos estemos a salvo podemos hacer que todos vuelvan y se queden cada uno en sus dimensiones, ¿no? —el aludido no respondió en nada. Reira, ya sin poder entender porque seguía allí, se encogió un poco más en su silla. Si quería ver a Yuya otra vez, era alguien preciado para él, pero no podía obligarlo—Reiji, Reiji no puedes estar aceptando esto. ¡Las cosas no pueden terminar así!

—Debes aceptarlo Sora.

—¡No! ¡No, no y no! —hizo un poco de berrinche, bufando y casi pegándole al piso con sus piernas. Rin apretó los dientes y miró al chico, comprendía en parte su dolor, se había imaginado que esa sería su actitud si no hubiera aceptado hace algún tiempo que Yugo se había ido. En parte por eso mismo no había estado al pendiente de esas situaciones en Standard y por lo que se había quedado en su dimensión sin hacer mucho (eso y su situación económica era algo mala). Pudo entonces pensar que Yuya no había venido a despedirse y que por eso el chico estaba así—¡Nunca me rendiré ante ningún amigo! Él ha sido de los pocos que me ha querido, vengo de un lugar en el que nadie quiere a nadie a no ser que le quiera un beneficio, Yuya nunca quiso nada a cambio de mi amistad. Valoro mucho eso, ¡no puedo perderlo solo porque sí!

—Sora, si sigues de esta manera no llegarás a ningún lado —le advirtió Reiji.

—¿Y tu que sabes? No aprecias ni vez a Yuya como yo lo veo, si lo hicieras seguirías en esto y no me dejarías por mi cuenta —se volteó hacia Rin, que no sabía cómo mirarlo, ella tenía en claro que no era su asunto, meter sus narices sería algo tonto de su parte. Se quedó callada—. Gracias por venir de todos modos y darme una pista de donde buscar.

—Pero ellos no quieren...

—Lo voy a encontrar —comenzó a caminar hacia la salida—, lo voy a buscar hasta en el último rincón de las dimensiones.

Sora salió del lugar. Reiji miró al suelo y suspiró.

—Discúlpalo, no se ha tomado las cosas bien desde que Yuya desapareció —Reiji cerró los ojos—. Es muy terco en este tema como puedes ver.

—Lamento ser la mensajera de malas noticias —Rin se inclina un poco.

—No, no es tu culpa —asiente y se levante. Reira por fin se movió un poco para mirar a su hermano. Ya sentía las cosas un poco más calmadas—. Muchas gracias por tus esfuerzos en venir. Te ayudaré a volver a tu dimensión. Y entenderé lo que los chicos te dijeron, de mi parte no volveré a buscarlos.

—No hace falta que me ayude, ahorré para el viaje de ida y de vuelta. Así que hace falta que se lie —dijo ella. Reiji negó.

—No, no deberías haberte gastado en este viaje, te compensaré y te ayudaré a volver a tu dimensión —dijo mientras oprimía un par de botones en su computador—. Además, te debo lo que te hayas gastado al venir. No deberías haber tomado esta molestia, pero lo hiciste, me parece justo devolverte el favor.

Rin lo intentaría un par de veces más, pero no podría hacer ceder a Reiji Akaba.

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—¡Llegué! —gritó Sora al llegar. Yoko asomó su cabeza desde la cocina y lo saludó amablemente con su mano mientras el chico se quitaba sus zapatos.

—Bienvenido a casa —le dijo. Se volvió su atención a cocinar. Sora se mordió la mejilla y se acercó a la cocina—. Llegas a buena hora, está casi todo listo. ¿Me ayudas a colocar la mesa?

—Claro —sonríe él suavemente—, ¿viene alguien más?

—No, solo somos tu y yo, los de siempre —sonríe amenamente. Concentrada en lo suyo. Sora sintió, fue a buscar los cubiertos y platos en otra parte de la cocina. La televisión sonaba algo lejana, dejada en un canal que daba documentales sobre la vida animal. Estaba prendida únicamente para que la casa tuviera algo de sonido. El más joven no se le pasó por la mente apagarla. La verdad era que el silencio era lo que menos quería en esos momentos—. ¿Cómo te fue? ¿Lograste hablar con Reiji?

—¡Sí! —dijo desde el comedor—Hablamos un rato.

—Qué bueno —sonrió. Sin embargo, cual cobarde, no preguntó en específico que le había dicho—. ¿Sabes? Hoy me puse a pensar en que quizá deberíamos hacer un cambio en la casa, hay algo en la acomodación que no me gusta.

—¿De nuevo? —Sora hizo un mal gesto algo exagerado—Pero si cambiamos hace solo dos semanas...

—¡Podemos hacer otro cambio! —saltó ella, apagó el fuego de la estufa y con sus dos manos cargó la olla—Nos vendría bien.

—¡Sí Yoko-san! —dijo Sora mientras terminaba de poner todo. La adulta llegó con la olla y la puso sobre un soporte en la mesa. Sora fue por lo que quedaba en la cocina, el arroz—. Listo.

—Creo que podríamos poner el televisor en diagonal al sofá y que el perchero quedara un poco más cerca a la puerta principal —dijo mientras empezaba a servir un poco de comida en su plato—. También podríamos cambiar el lugar de los floreros... donde están los gatos lo pueden tirar fácilmente —terminó de servirse. Agarró el plato del otro, que apenas se había movido desde que Yoko se había puesto a hablar—. También quiero cambiar el lugar de los platos de comida...

—¿Deberíamos cambiar también el comedor? —Yoko se tomó un momento para pensarlo.

—Oh, sí, sí, tienes buenas ideas —soltó sonriente—, ¿tienes algo para hacer esta tarde? Podemos empezar hoy —le sugirió mientras le pasaba su plato lleno. Sora recibió y esperó pacientemente a la otra. La mujer se sentó solo poco tiempo después—, si quieres, claro.

—Por supuesto, ayudaré a Yoko-san en lo que pueda —le sonrió. Se sintió algo mal de que se tuviera que ir tan pronto de nuevo. Nada le aseguraba el éxito, pero al menos intentar era mejor que desistir—. Gracias por la comida —dijo haciendo el gesto característico y agarrando uno de los cubiertos—. Por cierto, Yoko-san...

—Gracias por la comida —la mujer agarró una cuchara, un poco perdida. De repente y sin que Sora lo viera venir, Yoko se puso con ese semblante nostálgico—Falta algo de tiempo para su cumpleaños, ¿sabes? —el chico de inmediato supo que no iba a poder decir nada de lo que quería. Ella era, de hecho, sensible cuando empezaba a hablar de su hijo—. Ya casi falta un mes —miró al calendario que tenían en el fondo de la sala, estaba puesto en el mes de mayo, Sora lo había cambiado hacía unos días atrás, también había limpiado la sala y los muebles ese día—. Es lindo, recuerdo que el año pasado celebramos su cumpleaños en la escuela de duelos, fue una fiesta sorpresa, éramos solo nosotros, Yuzu, Gongenzaka, Shuzo y yo. No invitamos a nadie más. Y comimos pastel, helado e hicieron algunos duelos amistosos. Fue un alinda tarde para todos —Yoko se mordió la lengua, dejó la cuchara sobre la comida.

—Yoko-san, no tiene porque... —pero ella negó.

—En ese entonces pensé que lo había hecho bien, lo vi reírse y disfrutar con sus amigos, no es el más brillante ni el más fuerte, pero es mi niño —sonrió, se puso una mano en el cuello mientras trataba contenerse—. Amo a mi niño, y cuando él simplemente terminó de divertirse, se acercó a mi y me abrazó. Creo que es de las pocas veces que me ha dicho te amo tan... tan naturalmente. Me sentí feliz ese día —se tomó una pausa para respirar—, pensé que lo había hecho bien. No había podido darle un padre durante esos años, pero allí estaba él, estaba feliz. No parecía que necesitara nada más para ser feliz. Solo era él, con nosotros, riéndonos y pasándola bien juntos. No hemos vuelto a reunirnos así en un tiempo.

—Yoko-san...

—Es por esta clase de cosas por las que me pregunto, ¿hice algo mal? —Yoko miraba al infinito—¿Qué es lo que le di de mal para que hiciera esto? ¿Dije algo malo? ¿Lo hice sentir mal? Pienso en eso todos los días, repaso todo lo que hice y le dije, una y otra vez. Pero nunca encuentro una respuesta, nunca hay nada que me diga, "esto fue". Me siento culpable. Siento que Yuya volvería sin dudarlo si tuviera un buen lugar a donde regresar, pero... supongo que... —apretó un poco los puños—Supongo que este no es un buen lugar después de todo.

—Yoko-san, eso no es verdad —Sora se levantó para ir al lado de la mujer—, ¡este es el mejor hogar que he conocido jamás! Usted no hizo nada malo con Yuya, él solo debe de estar... confundido o perdido. No hay forma de que usted tenga la culpa.

—No soy suficiente para mi hijo, nunca lo fui —Yoko se tapó los ojos con una de sus manos—. Solo estuve distraída intentando evitar mi propio dolor que no fui capaz de notar el de mi propio niño —tomó algo de aire—. Estaba tan segura de que quería seguir los pasos de su padre, lo guie por ese camino todo el tiempo, pero resulta que realmente eso no le gustaba, dejó su disco de duelo con el primero que encontró y tomó ira contra su padre. ¿Cómo se supone que eso va a ser algo bueno? Tenía que haberlo notado, yo lo conozco mejor que nadie y no noté algo tan evidente... debí de haberlo visto.

—No Yoko-san —Sora no sabía ya que debía hacer con ella.

—Él debió de irse por eso, porque yo no fui capaz de entenderlo, tal y como pasó con Yusho, yo no supe entender lo que el quería hacer, por eso él también se fue.

—Yoko-san...

—¿Cuándo voy a poder ver los errores que cometo? ¿A cuanta más gente voy a tener que perder?

Sora apretó sus labios. Abrazó a la mujer con cariño y esta lo abrazó de vuelta con una fuerza casi sobre humana. Murmuraba por su bebe todo el tiempo, sin tener ganas de soltarse en lo absoluto del chico tan amigo de Yuya. Este último solo pudo quedarse allí, sintiendo como se humedecía su hombro y sus ganas se seguir buscando a su amigo se volvía en una sensación agridulce. Decidió quedarse un poco más, solo un poco más. Yoko se lo iba a agradecer.

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—¡Ustedes dos deberían conseguirse una habitación! —gritó Yuri una vez llegaron a una distancia en la que podían ver claramente a los dos tortolos comerse el uno al otro. Yuto se mostró suavemente sorprendido por los pequeños extremos a los que habían llegado en tan poco tiempo. Él no había ido a tanto con Yuya, ni mucho menos con Yuri, pero ese par, encima uno del otro, parecía que querían escalar demasiado pronto para llegar a la cima. Eso mismo lo hizo preguntarse si era Yugo o Yuya el que daba pie a esas cosas—Y preferiblemente no la habitación que compartimos, si no les molesta.

Para Yuya fue un acto instantáneo levantarse, casi del susto. Miró a los dos recién llegados que los examinaban desde la lejanía, con los labios algo hinchados, el cabello algo despelucado y el envase a explotar de fruta. Tragó algo de saliva y se tapó el rostro, volviéndose rojo casi en su totalidad. Yugo reaccionó con algo de fastidio en su rostro. No le había gustado que los interrumpieran. Yuto, que solo miraba la situación, sonrió solo de ver el rostro de ambos.

—Será mejor que organicemos, ya empieza a dar hambre aquí —comentó mientras se acercaba a la canasta que habían dejado mi hermosamente sobre una pequeña roca—, tenemos que meternos al agua antes de que se haga tarde.

—No me mires con esa cara, no quiero que estén en medio del cuarto que compartimos haciendo quien sabe que —Yuya se levantó del lugar y se dirigió a duras penas hacia la canasta al lado de Yuto—. Lo hago por nuestra salud mental.

—¿De verdad crees que...?

—De ti me espero cualquier cosa ya —dijo avanzando también hacia la canasta. Yugo rodó los ojos y se lamentó—, es lo bueno de ti, bebe.

—¡Que me dejes de llamar bebe! —bufó suavemente.

Prepararon las cosas como si fuera algo mundano. No les interesó hacer mucho más que esperar a que la vergüenza de Yuya bajara y Yugo dejara de estar tirando humo. Ninguno se dignó a comentar algo sobre la situación en concreto, de hecho, prácticamente nadie estaba incómodo con que se besaran unos a otros, o que Yuya estuviera a veces del lado de Yuto o del lado de Yugo. No eran temas de interés, de hecho, no había tema amoroso alguno de interés. Yuri o iba a mencionar a Dennis por ninguna parte y Yuto tenía tantas ganas de tocar el amor como de volver a alguna guerra. Simplemente, no era tema para hablar. Podían comentar sobre bobadas, como las cosas se habían relajado, ciertas anécdotas de su pasado graciosas. Todo mientras comían sándwiches que Yugo no se cansaba de alardear de haberlos hecho. Sin embargo, para Yuto, que apenas había podido terminar con la primera ronda, tenía ya su paladar lleno.

—Oye, Yuya —llamó la atención del chico que estaba ya por la tercera ronda de sándwiches. El chico de ojos rojos lo miró—, ¿quieres más?

—Ah, sí —dijo asintiendo y tomando el sándwich. Yuto seguía con esa costumbre de no comer demasiado, no le daba el apetito a veces—. ¿Crees que ellos dejarán de pelearse alguna vez?

—No creo —dijo Yuto tranquilo—, ya es un poco parte de ellos.

—Sí, aunque no sé porque dicen que se llevan bien —dijo alzando una ceja. Yuto lo miró, se acercó un poco al otro, y aprovechando un poco el desorden, puso su mano sobre las caderas de Yuya y lo acercó un poco—. Digo, parece que solo discuten.

—Concuerdo, pero bueno —Yuto besó en la mejilla a Yuya con cariño—, si así se relacionan. Además, no discuten en la noche, eso es algo bueno.

—S-Sí —Yuya se sonrojó un poco por el beso. Yuto sonrió suavemente y lo besó de nuevo, solamente porque quiso y ya.

—Oigan —dijo Yugo de la nada. Así como si se le hubiera iluminado la bombilla de la nada. Dejó la discusión con Yuri a medias, haciendo que este rodara los ojos y volviera a tomar su jugo de naranja—, ¿qué día es hoy?

—Al menos termina una conversación conmigo, bebe —dijo entre sorbo y sorbo. Pero lo dijo tan suavemente y tan para sí, que ninguno de ellos le prestó demasiada atención.

—Nunca había pensado en eso —Yuto dijo a medias arrugando un poco el rostro.

—Es lunes, llevo la cuenta de los días —dijo Yuri cuando terminó su jugo.

—No, me refiero al día y al mes —Yugo miró al de ojos fucsias—, ¿lo sabes? —el aludido arrugó un poco sus cejas.

—Si no estoy mal, es 7 de mayo —dijo después de un momento.

—Vaya, el tiempo pasa rápido —dijo Yuya, sonrió suave, pero entonces, y sin que nadie lo notara, se acordó de algo. Un escalofrío se le pasó por toda la espalda y bajó la mirada a su sándwich.

—¿7 de mayo? —preguntó Yuto algo sorprendido—No estamos lejos de mi cumpleaños.

—Ustedes pasaron del mío —dijo Yugo —, fue el mes pasado. A principios.

—Ah, no avisaste —dijo Yuri sirviéndose otro vaso de jugo—. No vamos a saber mágicamente la fecha de tu cumpleaños por si no te has dado cuenta.

—Oh, mi cumpleaños es en casi un mes —dijo Yuya por comentar algo, quizá para hacer notar que todavía estaba en ese lugar. Tenía que mantener las apariencias, no quería arruinar la tarde por algo tan banal como lo que pasaba por su mente—, podríamos... celebrar los de ustedes pronto, ¿Cuándo es el tuyo, Yuto?

—El 25.

—Está algo lejos... —dijo Yuya inflando una mejilla—Quizá podemos celebrar el de Yugo y esperar al de Yuto. Esto, ¿cuándo cumples Yuri?

—Ja, algo lejos de sus fechas —dijo removiendo un poco su jugo—, está algunos meses más adelante —Yuya anotó mentalmente la aproximación.

—Entonces, celebremos el de Yugo y, ¿y quisieras celebrar el nuestro juntos, Yuto? —le dijo con una suave sonrisa. El aludido también le sonrió suave.

—Me gusta la idea —dije el de ojos grises. Yuya, solo por la cercanía, le besó en la mejilla. Casi a manera de agradecimiento.

—Podríamos traer un pastel o hacerlo nosotros —sugirió—. No debe de ser muy difícil hacerlo.

—Yo ayudo —se ofreció Yuya, Yuto, algo embragado en felicidad, le besó con insistencia la mejilla y cruzó sin timidez los límites del cuello—, será divertido cocinar —sentía ligeras cosquillas por lo que Yuto le hacía.

—¡Yo quiero de chocolate! —dijo Yugo emocionado. Yuri le dirigió una mirada de reproche—Sí se puede —dijo para tratar de arreglar lo que había dicho. El de ojos fucsias solo rodó los ojos.

—Por supuesto que puedes, solo no te ahogues en diabetes —le soltó. Después miró a los otros dos—. En fin, solo hace falta que consigamos un molde para tortas. Y todo listo, podemos realizarle la fiesta de cumpleaños que este niño necesita para que nunca más nos vuelva a molestar.

Yugo infló una mejilla, golpeó a Yuri amistosamente. Yuya sonrió, eran lindos ellos dos juntos, se preguntó también, si desde otro punto de vista, ellos también estarían lindo en su último día antes de que sucediera todo. 

So, quiero que sepan un casa hermosa. Voy a hacer una expansión de esta historia. Sep, me volví oficialmente loca. La cosa es, claro, que será un poco extraño lo que voy a hacer. Pero que sepan que todo es para mejor uvu. Un par de cosas, la primera es que parte de esta desición se la debo a Gapriel, así que las dos vamos en este hermoso barco. Esperamos que no vayamos a ser la únicas en esta situación, jaja. En fin, les digo que como tal, este es el último cap de esta parte de la historia, queda el epílogo y después hay que ir a la segunda parte, que voy a poner en otro libro. Yo le estoy poniendo mucho amor a esto, espero que todo salga de maravillas. el epílogo será algo más corto de lo que losa tengo acostumbrados en estos caps, y si me da todo sale hoy mismo. Así que, nada, anuncio el nombre de la segunda parte.

De antemano les agradezco que sigan leyendo este desmadre de historia. Es un gran alivio para mi saber que hay algo de mi trabajo que les gusta y que hay más de una/o que le gusta un poco el Dimensionalshipping. No está completo, lo sé, pero para eso hay segunda parte. Así que, ¿hay alguien dispuesta a irse en este barco conmigo y con Gapriel? Los esperamos.

Ah, una curiosidad por si quieren saber. Todos los títulos puestos en inglés son netamente frases de canciones. Diversas de ellas que me inspiraron para esta historia. Si alguno tiene curiosidad, no dude en preguntar ;).

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