CAPITULO 9

Me levanté tarde, había perdido la noción del tiempo, era viernes, al menos me libré del castigo y no tuve que soportar a Nancy en detención, era lo único bueno, en esta maldita locura.

Me duché sintiendo los músculos relajarse, sería mentir que dormí, cuando cerraba los ojos, soñaba con Mildred y su padre o con mi perro. Apenas y había probado bocado, estaba sentada al borde de la ventana, mirando hacia afuera, dejando que una cálida brisa me refrescara, el otoño se asomaba con paso firme, alejándose el verano, mi mente se encontraba en blanco, concentrada en un viejo árbol que un rayo había quemado, dejando su armadura seca y sombría.

-Cariño. –Mamá se asomó por detrás de la puerta.

-Sí.-Contesté sin volver a ver.

-Tienes visitas, les puedo decir que vengan después, si quieres.

-¿Son Juli y Brent? –Consulté

-Sí, han estado llamando todos los días.

-Hazlos pasar.

-¿Segura?

-Sí. –Fue mi respuesta.

Pronto se escucharon voces que callaron al entrar, bajé de la ventana y me encontré con sus rostros cargados de preocupación.

-Hola. –Saludó Jul, movimiento la mano en el aire.

-Hola. –Respondí casi en un susurro.

-Lamentamos mucho lo de tu perro. –Añadió Brent, pasándose la mano sobre su espeso cabello negro.

-Gracias. –Una tímida sonrisa trató de formarse sin resultado.

Tomamos asiento sobre la cama, yo a los pies, Juli en el centro con las piernas cruzadas y Brent se acomodó a lo largo, recostándose sobre la cabecera.

-Te hemos extrañado en la escuela, no es lo mismo sin ti. –Julissa baja la cabeza y comienza a jugar con un hilo suelto del bordado de la colcha.

-Lo positivo es que hemos llegado temprano todos los días.
–Agrega Brent, quejándose de inmediato al sentir el codo de Jul hundiéndose en sus costillas.

-Mujer, deja de hacer eso. -Expresa molesto.

No pude evitar sonreír, amaba a este par, ellos también eran mi familia.

-Nancy está furiosa. –Continuó Julissa. –Alega que finges estar enferma para no ir a detención, deberías verla, su nariz está morada, con tonos verdes y amarillos, parece una mala imitación de un arcoíris.

Vuelvo a sonreír de solo imaginármelo.

-Y él preguntó por ti. –Juli analiza mi reacción.

-"Él" ¿Quién? –Arqueo una ceja.

-Ben, casi me da un cardiaco cuando se acercó a nuestra mesa en la hora del almuerzo y averiguó porque no habías venido a la escuela.

-Ese tipo me da miedo. –Apunta Brent jalando un cojín y abrazándolo. –Te mira de una forma siniestra, creo que es satánico, usa ropa oscura, solo le falta pintarse los ojos y la boca para que sea un emo.

-¿Tienes algo contra los emos? –Juli lo enfrenta

-No, cada quién se viste y actúa como quiere, solo hacía la comparación. Sí que eres odiosa.

-¿Me acabas de decir odiosa?
–Julissa frunce el ceño.

-Sí ¿Y?

La mano de mi amiga se desliza hacia el otro cojín y sonríe con morbosidad.

-¿Qué pretendes? –Pero es tarde, le acaba de atinar a Brent sobre la cabeza, tomándolo desprevenido y cayendo de espaldas fuera de la cama, quedando con los pies hacia arriba y la espalda sobre el mosaico.

Ambas soltamos la carcajada, tanto que el estómago me duele y se me escapa una que otra lágrima.

-Esto es guerra brujas. –Alude Brent incorporándose y lanzándose sobre nosotras.

-¿Cómo nos llamaste? –Decimos al mismo tiempo.

Pronto estamos corriendo por la habitación, tomo mi almohada y entre las dos atacamos a Brent.

-Dos contra uno, es trampa. –Alega el aludido que se esconde en el baño.

-Sal cobarde. –Lo insto dándole golpecitos a la puerta que se abrió levemente, sacando Brent la mano sosteniendo un clínex blanco, blandiéndolo en señal de paz.

-Lo haré si prometen no golpearme.

-Di que lo sientes, por llamarnos brujas. –Le advierte Jul.

-Sí, sí pero déjenme salir.

Nos hacemos a un lado y él asoma la cabeza lentamente, sale con precaución, no ve venir cuando le lanzamos al mismo tiempo los almohadones.

-¿Ya se sienten mejor? –Alega Brent sobándose la nariz.

Tanto Juli como yo movemos la cabeza en afirmación.

-Creo que me fracturaron la nariz.

-No exageres. –Julissa procede a levantar los cojines y la almohada y los acomoda en la cama.

-Debo contarles algo. –Mi rostro pierde la sonrisa adquirida minutos antes.

Brent y mi amiga se miran y luego toman asiento a la orilla de la cama, yo me quedo de pie con los brazos cruzados.

-Ustedes son mis mejores amigos, y una vez prometimos nunca mentirnos ni ocultarnos nada.

Aún recuerdo ese día, teníamos diez años, luego de hacer el juramento escupimos en la palma de la mano, fue asqueroso pero así sellamos lo prometido.

-No he estado enferma, no del todo. Me está pasando algo que no entiendo.

-¿A qué te refieres? Tiene que ver con el desmayo en la escuela.

-Sí Juli, tiene que ver con eso precisamente. ¿Ya saben lo de Mildred?

-Sí, nos dieron permiso de ir al funeral de su papá, al menos a los que compartimos alguna clase con ella, muy lamentable.

-Yo lo vi.

-¿Qué viste? –Jul arquea una ceja.

-Ustedes no estaban porque no llevan Historia conmigo, pero, Ben y yo hablábamos sobre el proyecto de laboratorio (O al menos intentaba dialogar con él, le dije a mi fuero interno) y –Continué. -Me encontraba en el campo de Mildred, cuando empezó la clase, el profesor me pidió regresar a mi lugar, así que cuando lo hacía, choque con ella y vi a su padre morir, minutos después la subdirectora vino a buscarla, y me di cuenta, que pereció tal y como yo lo había visto.

Los dos guardaron silencio, su atención estaba por completo en mí. Terminé de narrar los hechos, incluyendo mi experiencia en el cementerio y la visión de la muerte de Pulgoso.

-Wow. –Dijo Juli sorprendida. –Eso es paradójico. –Dejó ir un suspiro contenido.

-¿Me creen verdad? No estoy loca.

-Nadie está diciendo que lo estés.
–Pronuncia Jul, mirando a Brent que permanecía en silencio.

-En mi cultura, creemos en el Moksha, es la liberación del espíritu, quizás tú tienes la habilidad de ver y sentir cosas que otros no. –Se encoje de hombros.

-Si eso fuera cierto, y no digo que lo sea, por qué ahora, hace cuatro días, era una chica normal, con los problemas normales de la adolescencia, ahora resulta que tengo premoniciones y veo gente muerta, me siento como si fuera la protagonista principal de la secuela del "Sexto Sentido".

-Bueno ahí tienes un buen ejemplo. –Brent toca su barbilla analizando sus palabras. –Hay personas que son receptoras, canalizadoras, por eso pueden ver lo que otros no, es un don.

-Un don. –Repito. –Es una maldita pesadilla y no quiero que se vuelva a repetir. –Me cruzo de brazos.
–Prométanme que no dirán nada.

-Claro que no. –Expresó Juli poniéndose de pie. –Es escalofriante lo que te está pasando, pero te apoyamos, aunque seas rarita.

-¿Me acabas de llamar rarita?
–Entrecierro los ojos y coloco mis manos en cada lado de mi cadera.

-Ehhhh sí.

Brent me lanza un cojín

-Tú maldito traidor.-Julissa señala a Brent. Lo lanzo con fuerza en su dirección, pero ella es hábil, se agacha justo a tiempo y el cojín le pasa por arriba.

-Aja, la venganza es dulce. –Lo levanta y se lanza sobre mí, tomo a Brent como escudo, y él recibe los constantes ataques de mi amiga. Las risas inundan la estancia, me alegro que vinieran a verme, contarles me liberó, y el hecho de que lo entiendan, o al menos lo intenten, sin juzgarme o verme mal, me hace sentir mejor.

********

Brent y Julissa se quedaron conmigo el resto de la tarde, me pasaron sus apuntes sobre la materia vista en clases, o al menos las que llevaba con ellos, y me ayudaron con los deberes, cenaron aquí y se fueron cerca de las 9:00 p.m.

Dormí bien, sin pesadillas atormentándome, me desperté pero era sábado, me acurruqué entre las cobijas tratando de seguir durmiendo cuando tocaron a la puerta.

-Tabatha. –La voz de mamá se escuchó al otro lado.

Fastidiada me levanté y abrí la puerta de golpe, la encontré mirándome algo confundida.

-¿Sucede algo? –Inquirí malhumorada.

-Te buscan. –Contestó en un susurro.

-¿Quién me busca? ¿Los chicos? ¿Y porque susurras?

-Es un joven. –Murmuró tratando de que solo yo escuchara.

-Un joven. –Me rasqué la cabeza y fue cuando recordé lo discutido con Ben, pero no podía ser él ¿O sí? Volví a ver la hora, eran las 2:00 p.m. ¡demonios que había dormido!

-¡Oh por Dios! ¿No lo dejes entrar? –Expresé entrando en pánico.

-Está abajo, trae unos libros, dice que es tu compañero de laboratorio y quedaron en hacer un trabajo hoy.

-Lo olvidé. –Me di con la palma de la mano abierta en mi frente.

-¿Es cierto? –Mamá arquea una ceja.

-Sí, pero no quedamos en nada, no creí que de verdad viniera.

-Es atractivo, aunque un poco serio.

Miré a mamá sorprendida por el cumplido hacia Ben, a pesar de su edad, al menos todavía reconocía a un tipo lindo cuando lo veía.

-Dile que bajaré en un minuto.

-Está bien. –La veo alejarse.

Me voy al baño, me lavo los dientes, me ducho a la velocidad de la luz, en cinco minutos estoy afuera. Me recojo mi enmarañado cabello en un moño improvisado, me pongo la ropa interior, desechó la idea de las bragas con corazones, y me coloco las de encaje rosa, escojo unos pantalones negros ajustados, unos botines cafés, una blusa beige manga codo, y estoy lista.

Brillo labial natural, me encrespo un poco las pestañas, me veo en el espejo, luzco casual, no llamativa pero sí bonita. El corazón se dispara, no lo veo desde hace días, ¿Por qué diantres me siento así? Él no me interesa, al menos no en ese plano, sí Tabatha, a quién engañas.

Cuando llegué a la sala de estar, sostenía un vaso con limonada, me hace un sondeo completo y veo sus labios curvarse en un remedo de sonrisa.

-¿Qué es lo gracioso? Si se puede saber.

-Tú. –Deja el vaso sobre la mesita de centro y se coloca de pie, anda una camiseta gris de punto, unos pantalones que hacen juego con los míos, una sudadera azul oscuro con gorro y unas converse que no sé si son grises o alguna vez fueron negras.

-¿Y eso por qué? –Trato de sonar neutral pero me ha enfadado su comentario.

-No vas a clases porque estás enferma. –Hace comillas en el aire al decir "enferma". –Pero por el contrario, te veo muy saludable, buena táctica para evitar el castigo de retención, lo que me extraña es que tus padres te lo permitieran.

La furia me recorrió como un incendio forestal, pronto sentí mi cara arder, pensando la forma de contraatacar.

-Si viniste aquí para cuestionarme, te puedes ir. –Me cruzo de brazos.

-Lo haré, en cuanto nos pongamos al día con el proyecto, como has estado "enferma". –Hace las comillas de nuevo. –Me imagino que no has adelantado nada.

Bufo aún más enojada, pero me contengo, lo quiera o no, él tiene la razón en gran parte de lo que ha dicho, bueno en realidad solo en la parte de la tarea.

-Así que, ¿Lo haremos aquí, o en otro lugar? –Una sonrisa morbosa se cruza en sus labios, no sé porque siento que lo ha dicho con doble sentido.

-En la mesa del comedor. –Sugiero, ni loca lo llevaré a mi habitación, ni estaré a solas con él. –Sígueme.
–Lo hace. –Voy por mis cosas, no me tardo.

Subo las escaleras y recojo lo que necesito, cuando me volteo casi me da un infarto al verlo recostado en el marco de la puerta.

-Linda habitación. –Pronuncia con las manos metidas en su chaqueta.

-¿Qué haces aquí? Te dije que esperaras abajo.

-Sí pero te tardabas. ¿Tienes mascota? –Señala las cajas de arena de Pulgoso, con todo lo ocurrido me había olvidado de sacarlas. Un dolor se clava en mi interior, al recordar a mi perro.

-Él murió. –Me senté en la orilla de la cama, apretando los libros contra mi pecho sin dejar de mirar hacia las cajas.

-Lo lamento. –Su voz sonó sincera.

-Todos somos de la muerte ¿Verdad? –Razoné tratando de no pensar en eso.

-Sí. –Contestó, cuando levanté la vista estaba en frente de mí, ¿Cómo demonios se movió sin que me diera cuenta? Se puso de cuclillas hasta que nuestros rostros quedaron a la misma altura, me llego un olor como a bosque, era extraño, pero juro que olía a naturaleza, a pino, no lo sé con seguridad.

-Yo tuve un perro cuando era niño. –Empezó a hablar. –Se llamaba Terry, era un pastor alemán, todas las mañanas me acompañaba a la escuela y me esperaba a la salida, era mi mejor amigo, hacíamos todo juntos, aunque él murió por viejo, el día que lo enterramos lloré mucho, lo extrañé y dolió su partida, pero pasó, nunca lo olvidaré, pero supe que debía continuar, él lo hubiera deseado así, aunque suene loco. –Sonrió y me derretí por un momento, era lo más dulce que había salido de su boca, de esos labios que deseaba besar, aunque me negara a aceptarlo.

-Ummm, será mejor ponernos a trabajar. –Ambos nos enderezamos al mismo tiempo, quedando a escasos centímetros uno del otro, se hizo a un lado, y con la mano me indicó que pasara: -Primero las damas.

-Que caballero. –Resoplé en voz baja, escuché una sonrisa de su parte apenas audible.

-Oh ahí están. –Apuntó mamá con un plato de galletas de vainilla con chispas de chocolate. -¿Dónde van a estudiar? –Preguntó.

-En la mesa del comedor. –Añadí de inmediato.

–En su cuarto. –Replicó Ben.

Mamá frunció el ceño y me apresuré a decir: -En la mesa del comedor. –Fulminé a Ben con la mirada quién sonrió divertido.

-Está bien. –Ella se dirigió al sitio y colocó las galletas sobre la mesa, vi un vaso con leche, que supe era mío, ya que el de limonada reposaba en el lugar donde Ben puso su mochila.

En silencio empezamos a trabajar, abrí mi laptop y él se acercó más para poder ver lo que digitaba.

-Déjame hacerlo a mí, a tu paso acabaremos a media noche. –Puso los ojos en blanco y me quitó la computadora.

-Eyyy ¿Qué haces? –Escupo molesta.

-No te ofendas, pero un perezoso digita más rápido que tú.

-¿Qué? Tú, tú.... –Me quede atascada tratando de ver cómo le recriminaba, pero decía la maldita verdad.

-¿Tú qué? –Me miró juguetón.

-Muérete. –Me cruzo de brazos.

Me ignoró y me pasó los apuntes.
–Díctame quieres.

Con el rabo entre las patas, me comí mi orgullo e hice lo que me pidió, sus dedos se deslizaban con agilidad sobre el teclado, sentí una punzada de envidia.

-Listo, ahora solo falta agregar las imágenes. Conseguí algunas ¿Quieres verlas?

Asentí con la cabeza y me las mostró. -¿Estás de acuerdo en que las incluyamos?

-Sí, son buenas.

-Bien. –Siguió concentrado en lo que hacía.

-¿Por qué me atacaste en la escuela? –No sé de donde saqué valor para preguntar.

-No sé de qué hablas. –Su mirada continuó en el ordenador.

-No sabes. –Indico con tono acusador. –Quieres que te lo recuerde.

Cerró la laptop con algo de rudeza, me asustó de momento, tanto que me hizo brincar en la silla.

-Oye, ten cuidado. –Expresé alterada, pero callé al notar la forma en que me miraba, parecía tratar de controlarse, como cuando un animal tiene acorralada a su presa y estudia la manera de sorprenderla.

-Concluí por hoy. –Comienza a recoger sus cosas.

-¿A dónde crees que vas? –Me levanto encarándolo.

-A casa, ya hice técnicamente todo el trabajo, al menos dedícate a hacer tu parte.

-¿Qué significa eso? –La furia otra vez hacía su aparición.

-Adiós Tabatha. –Su voz salió fría y amenazante.

-No vas a ningún lugar. –Lo sujeté del brazo.

-Te recomiendo que me sueltes.
–Parecía más una advertencia que una solicitud. Algo en sus ojos me hizo hacerle caso, estaban negros, cuando sabía que eran grises.

Sin más se empezó a alejar, escuché el portazo cuando salió, me quedé de pie paralizada, asimilando lo ocurrido.

-¿Ya se fue tu compañero? –Mamá llegó y recogió los vasos. –Taba.
–Me llamó.

-Sí, finalizamos por hoy. –Me vi contestando.

-No me agrada ese chico, promete que lo mantendrás alejado. Hay algo en él que me pone la piel de gallina.

Sabía perfectamente a que se refería, yo también podía percibirlo. Como podía ser tan lindo en un instante y un patán al siguiente ¿Sería bipolar? Solté el aire retenido, al menos mañana era domingo. Otro pensamiento llegó como un balde de agua fría, nunca le dije donde vivía ¿Cómo supo entonces mi dirección? ¿Será que le pregunto a algunos de los chicos? Fui corriendo a mi habitación en busca de mi celular, le preguntaría a Juli y Brent, y si me decían que no, creo que era hora de empezar a preocuparme. Mi sentido común me gritaba que me alejara de él, pero mi subconsciente, aquel temerario y audaz, me incitaba a resolver este misterio, algo oscuro se cernía sobre Ben Johnson, de eso no me cabía la menor duda, y yo Tabatha Arlington, no me detendría hasta descubrirlo.

*******

Nuestro Ben es temperalmente en definitiva, y Tabatha se está metiendo en la cueva del lobo. Veremos cómo les va a este par.

Espero les haya gustado el capítulo. 😘

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