CAPÍTULO 6

-No, no y no.-Brent se cruzó de brazos, mientras continuaba negando con su cabeza.

-Ni siquiera te he dicho lo que es.
–Puse los ojos en blanco.

-Conozco esa mirada, y sobre todo, te conozco a ti. –Me señala.

-Sólo te dije que si deseabas ser partícipe de una aventura. –Agrego con tono inocente.

-Lo que es equivalente a problemas.

¡Rayos que bien me conoce! y cuando le comente de lo que se trata, menos va a aceptar.

-Escucha, no seas melodramático.

-Escúpelo. –Paró el vídeo juego y obtuve su completa atención. Nos encontrábamos en su recámara.

-Solo quiero entrar a la escuela en la noche y escudriñar el expediente de Ben Johnson para ver que oculta, nada más. –Las palabras salieron de mi boca con total naturalidad.

-¿Qué? –Su grito retumbo por toda la casa, tanta que su mamá se asomó para preguntar si todo estaba bien.

-Sí señora Nehru. –Contesté cayendo de espaldas sobre la cama de mi amigo. –Brent vio una araña y gritó como una nena.

El aludido me fulminó con la mirada pero le saqué la lengua, algo muy particular en mí, ella sonrió aliviada, cerrando la puerta al paso.

-"Una araña".-Repitió. -¿En serio?
–Frunció el ceño.

Me encogí de hombros y me estiré como una manguera, la colcha olía a bebé, sabía que era el detergente líquido que usaba la mamá de Brent, daban ganas de enrollarse y entregarme al sueño. Ya se me estaban cerrando los ojos cuando mi estúpido amigo se sentó de golpe sobre la cama y me llamó sin delicadeza.

-No estoy sorda ¿Sabes? –Le reclamé.

-No cuentes conmigo y se acabó.

Sonreí a mis anchas porque sabía que lo terminaría convenciendo, siempre lo hacía.

******

Eran cerca de las 11:00 p.m. y nos encontrábamos dentro de los límites de la escuela. Con ropa negra y sudaderas con gorro que llevábamos cubriéndonos la cabeza.

-Esto es una maldita mala idea, no sé cómo me dejé convencer.
–Canturreaba Brent una y otra vez, recostado a la pared que daba a la parte de atrás del centro educativo, por dónde pensábamos ingresar.

-Me tienes mareada, ya cambia de estación ¿Quieres?

-¿Sabes lo que nos harán si nos descubren? nos expulsarán, eso es lo que nos espera.

-No me lo digas ahora, debiste pensarlo antes de venir conmigo.

-Todavía puedo arrepentirme. –Me aseveró tratando de irse, lo sujeté por la parte de atrás del gorro y lo jalé, casi lo estrangulo, lo supe al escuchar esforzarse por respirar.

-¿Qué demonios haces? ¿Matarme? –Me recrimina.

-No puedes irte, ya estamos aquí.

-Sólo obsérvame. –Hizo un segundo intento pero mi pierna rodeo la suya haciéndolo que cayera sobre el césped, tapando su boca para evitar que su grito de exclamación le informara a Ramón, el guarda nocturno, que estábamos ahí. Me senté sobre él, aun tapando su boca. Brent intentaba hablar al tiempo que tanteaba levantarse pero lo prensé de tal forma, que no podría hacerlo.

-Quitaré mi mano si me prometes tranquilizarte. Si nos descubren nos jodemos, ¿Comprendes eso?

Asintió con la cabeza y retiré muy despacio mi mano.

-Quieres quitarte de encima, no eres exactamente peso pluma, tu trasero me está aplastando.

-Lo haré si te quedas y terminamos nuestra misión.

-"Nuestra" dirás tuya.

-Como sea, por favor, hazlo por tu amiga. –Hago ojitos del gato de Shrek.

Puso los ojos en blanco y supe que lo haría. Lo liberé y lo ayudé a ponerse de pie. Caminamos pegados a la pared hasta llegar al lugar donde se supone entraríamos. Una pequeña ventana que daba al sótano, en donde guardaban las banderas, artefactos musicales y otras cosas, fue fácil violar la cerradura. Unos pasos nos alertaron y la luz de una linterna nos puso sobre aviso que alguien venía.

-¡Maldición es Ramón! –Susurró Brent entrando en pánico.

-Métete rápido.

Se introdujo, apenas vi sus pies dentro, me lancé yo, cayendo en algo blando.

-Auchh. –Exclamó Brent cuando le caí encima. De nuevo tapé su boca, la ventana quedó abierta, maldita sea, me levanté a una velocidad que yo misma me sorprendí y la cerré, sosteniéndola con una varilla para que no se abriera. Cuando la luz de la linterna iluminó los alrededores, nos quedamos estáticos y sin respirar, expulsé todo el aire contenido cuando lo escuchamos alejarse.

-Creo que me acabo de hacer en los pantalones. –Expresó Brent.

-No seas ridículo. –Pronuncié exasperada.

Saqué el foco que tenía guardado en mi chaqueta subimos los escalones para llegar a una puerta que daba a los pasillos que lucían de verdad escalofriantes de noche. De puntillas continuamos, hasta la oficina del director, cerramos con cuidado.

-Vigila. –Le ordené a mi amigo.

-Apresúrate, entre más pronto salgamos de aquí, mejor.

Llegué donde estaban en fila los archivos, ubiqué los de nuestro año y de ahí por orden alfabético hasta encontrarlo. Mi corazón comenzó a latir con desenfreno, ¿Por qué estaba tan emocionada? Me sentía como Ethan Hunt en Misión Imposible. Todo ese asunto del espionaje me encantaba. Me senté en una mesa y lo abrí, había una pequeña lámpara que procedí a encender.

¡Oh por Dios! me pregunto si me podré llevar la foto de su expediente sin que lo noten. Está serio y con su expresión de niño malo, no me doy cuenta en que momento la arranco y la meto en la bolsa de mi jeans. Leí el contenido de principio a fin y para mi decepción no había nada extraño o fuera de lugar, esto no tenía sentido. Miré su dirección, encontré una libreta, arranqué una hoja y tomé un lápiz de una de las gavetas de la mesa y anoté todo lo que me pareció útil, metí el papel en la bolsa de mi abrigo y volví a colocar el expediente en su lugar.

-Brent. –Le toqué el hombro. Pegó un salto olímpico que hizo cimbrar la puerta que sostenía.

-¡Maldita sea Taba! No vuelvas a hacer eso, te salvas que no padezco del corazón.

Puse los ojos en blanco, pero con aquella oscuridad que nos cubría de seguro ni se dio cuenta.

-¿Ya tienes lo que querías?
–Consultó.

-Sí, vámonos.

Suspiró aliviado y regresamos sobre nuestros pasos, hasta estar en la ventana del sótano.

-¿Cómo se supone que subiremos? Está alto por si no te diste cuenta.
–Resopló histérico.

-Ayúdame a subir, impúlsame con las manos.

-Sí claro, ¿Y yo genio?

-Mira. –señalé una caja de madera.

La colocamos y procedí a subir en esta.

-Empújame. –Le indiqué.

Sentí sus manos sobre mi trasero y me lanzó con tanta fuerza que salí expulsada raspándome la palma de las manos.

-¿Estás bien? –Preguntó desde abajo donde apenas y lo visualizaba.

-Eres un bruto, pudiste tener más cuidado.

-Si ya déja de quejarte, dame una mano.

-No puedo, me lastimaste.

-Deja de llorar. –Como es más alto que yo salió con facilidad, limpiando sus ropas.

-¿Quién anda ahí? –Advirtió Ramón.

Brent y yo nos miramos y salimos corriendo como alma que lleva el diablo.

-Alto. –Ramón nos perseguía soplando el silbato que colgaba de su cuello.

Al salir a la acera corrimos más rápido y lo dejamos atrás, nos detuvimos dos cuadras después. Nos recostamos a un árbol que se encontraba a la orilla de la calle recuperando el aliento.

-¡Eres una maldita loca! –Dijo mi amigo tomando grandes bocanadas de aire.

-¿Y quién es más loco? ¿El loco en sí, o el que lo sigue? -Me defendí.

-Que patética. –Se enderezó con rumbo hacia su casa.

-Espera. –Lo tomé del brazo.
-¿Estás molesto conmigo?

-No Tabatha, si estoy encantando contigo.- Alegó con ironía.

-Pero no nos atraparon. –Añado haciendo ver que todo salió bien.

-Tú. –Se devolvió señalándome con el dedo índice. –Sabes qué, son las 12:30 de la madrugada, tengo sueño y estoy cansado, por ahora no tengo fuerzas para discutir contigo, Ah y hago la observación que mañana es día de escuela.

Me dio la espalda pero no lo detuve, dejé que se marchara, quizás el dormir le quitara lo malhumorado.

************

-¿Qué hicieron qué? –Julissa se atragantó con el agua que estaba tomando, devolviéndosele y pringando la mesa, estábamos almorzando.

Brent no me hablaba desde la mañana, ni se dignaba a mirarme. Le había pedido disculpas unas cincuenta veces pero nada parecía alegrarlo, o que al menos me diera indicio que se le pasaría el enojo, lo conocía, podía durar horas así.

-No puedes dejar de hablarme de por vida ¿Sabes? –Lo encaré uniendo mis ojos y entrecerrándolos.

Siguió comiendo su emparedado sin siquiera volverme a ver.

-Uyyyy. –Expresé exasperada.
–Eres, eres...

Tanto Julissa como Brent se quedaron con la boca abierta, yo estaba de espaldas a ellos y me sorprendió que el bullicio del comedor se detuviera.

-¿Qué mosco les picó? –Pregunté sin entender.

Juli señaló algo, por lo cual me voltee despacio para quedar igual de anonadada que ellos, nada más y nada menos que Ben Johnson parado junto a mí.

-¿Qué se te ofrece? –Consulté de mal genio.

-Te veo en la biblioteca a la salida de la escuela. –Me dijo y salió disparado del comedor.

-Bien. –Respondí poniendo los ojos en blanco, encontrándome con la mirada de asombro de mis amigos. -¿Qué? –Estaba cansada que cada vez que me veían con él, la gente se comportara como idiota.

-Nada. –Julissa sorbió otro trago de agua y Brent terminó su emparedado.

Las conversaciones volvieron a animar el ambiente, todo parecía volver a la normalidad hasta que sentí que me tocaron el hombro, pensando que era él me di vuelta con fastidio.

-¿Se te olvidó decirme algo? –Me quedé paralizada al ver a Nancy de brazos cruzados y con su estúpido uniforme de porrista.

-¿Qué hay entre Ben y tú? –Me reclamó.

-Perdón. –No sabía si escuché bien.

-Lo que escuchaste. –Me sostuvo.

Me puse de pie, era un poco más alta que ella y la encare.

-Te recomiendo algo Shirley Temple. –Refiriéndome a ella, por su ridículas coletas que caían en rizos. –Primero, mi vida privada no te incumbe, segundo, no te tengo que dar ninguna explicación, y tercero, mueve tu bonito trasero de aquí si no quieres que te borre esa sonrisa de retrasada mental que tienes.

-Cómo te atreves. –Me gritó al tiempo que me abofeteaba. "Me abofeteó" otro enorme silencio se hizo presente, esta muñeca barby mal lograda, no sabía con quién se estaba metiendo, cerré mi mano en un puño y lo dejé ir contra su respingada nariz, se fue de bruces y cayó sentada. Las carcajadas no se hicieron esperar, resonando como un eco por toda la estancia.

Nancy se levantó como un elástico, mientras que su blusita de juguete se llenaba de sangre. ¡Demonios se me paso la mano! ¿Le abre roto la nariz?

-Esto no se quedará así, te reportaré. –Salió corriendo de seguro con dirección a la oficina del director.

-Haz lo que quieras. –Le grité antes de que doblara la esquina.

-Alguien está en problemas. –Brent sonreía.

-Ahora sí te dignas a hablarme eh. –Me crucé de brazos.

Brent se encogió de hombros, pero tenía razón, de esta no me salvaba, maldita mi suerte y maldita Nancy Hamilton, espero que la nariz le quede deforme y ni con cirugía plástica puedan arreglársela.

**************

-Otra vez señorita Arlington, puede hacerlo mejor que eso. –Me imploraba con las manos juntas la profesora Davis.

Lo volví a intentar pero las tonadas salieron mal trechas, como un sonido lastimero que dejaría sordo a cualquiera.

-Siga practicando. –Añadió con resignación alejándose de mí. Me extrañó no ver a Nancy en clase, ¿Será que la mandé al hospital? La puerta se abrió de golpe y apareció
la subdirectora, poniendo sus ojos de una vez en mí.

-Profesora Davis, el director desea conversar con la señorita Arlington.

-Por supuesto. –Contestó la aludida, mientras me colocaba de pie y miraba a mis amigos cuyas facciones no me ayudaban en lo absoluto, tenían cara de preocupación, y la verdad yo debería también de estarlo. Caminamos por los ahora vacíos pasillos, hasta entrar en aquella oficina que tan solo unas horas antes había invadido.

Me señaló la puerta del rector y la abrí despacio asomando mi cabeza, no me sorprendió ver a Nancy ahí, sentada frente a él.

-Tome asiento señorita Arlington.
–El señor Trent no se veía contento.

Vi de reojo a Nancy con la nariz atravesada por banditas y unos rollos de lo que supuse era algodón metidos dentro de sus fosas nasales. Lucia cómica, tuve que controlarme para no soltar la carcajada.

–Bien, teniéndolas a ambas aquí y luego de haber escuchado lo sucedido en boca de la señorita Hamilton he tomado una decisión con respecto a este lamentable evento. -Tiene las manos sobre su escritorio con sus dedos entrelazados.

-Un momento director Trent, solo escuchó su versión. –La señalé.
–No puede basarse en lo que ella haya dicho sin antes oír lo que tengo que decir al respecto.

-No es necesario ya que en el comedor hay cámaras, como bien sabe, y captaron perfectamente lo acontecido. Sé que usted no empezó, pero tampoco era necesario que actuara de esa forma. Pero no debería de sorprenderme su actuar, después de todo, no es la primera vez que pasa por esta dirección por un caso similar.

Las dos bajamos la cabeza como perrito regañado, al menos el director tenía evidencia de cómo se dieron los hechos, un punto a mi favor, eso creo.

-Esto amerita que sean suspendidas. -Pude notar a Nancy brincar desde su silla. –Pero.
–Continuó. –Pero voy a omitir este pequeño incidente. –Suspiré aliviada y sabía que Nancy pensaba igual que yo. –Sin embargo. –Siguió y eso me desmotivó.-Como castigo y lección, por lo que queda de esta semana irán a detención.

-¿Qué, eso no? –Casi gritó Nancy.
–Tengo práctica de porristas al final de clases, hay partido de fútbol la próxima semana, yo soy la capitana, no puedo ausentarme.

-Eso debió de pensarlo antes de provocar a la señorita Arlington por un problema de hombres.

Nancy lo miró interrogante.

-Sí señorita Hamilton, hice mi tarea, investigué el por qué se dieron las cosas y no es exactamente por lo que me comentó, por lo cual, además me mintió. Todo este rollo tiene relación con un cierto chico que también es un poco problemático. –Masajeo su sien y cerró los ojos por unos segundos. –Ahora váyanse, la detención inicia hoy, y me reportaran si no asisten, si deciden faltar, entonces sí las suspenderé, ahora por favor retírense.

Nancy y yo intercambiamos una mirada asesina, al salir por la puerta intentamos hacerlo al mismo tiempo y nos quedamos pegadas, hombro contra hombro.

-Tú primero. –Le sonreí con toda la hipocresía que era capaz de mostrar.

Ella ni me volvió a ver, salió disparada con los pliegues de su diminuta enagua balanceándose a los lados, mostrando el bóxer negro que usaba bajo la falda.

Por primera vez no me sentía contenta por que terminaran las clases, sabía que tendría que aguantarme a esa perra por una hora, por tres días. Le conté a mis amigos y trataron de consolarme al decirme que pudo ser peor. Con tanto alboroto, se me olvidó por completo, un pequeño-gran detalle: "que quede de verme con Ben Johnson en la biblioteca" no me acordé hasta que estuve en mi casa, me desperté a mitad de la noche, con un solo pensamiento "Oh rayos".

***********

Oh-oh alguien va a estar en problemas ¿No lo creen? ¿Qué hará Ben por haber sido palntado? Bien, lo sabremos en el próximo capítulo.

Como me han pedido que actualice con todo gusto lo hago. Próxima públicación este jueves si Dios lo permite. 😊

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