CAPITULO 5
Un mes transcurrió desde que el chico nuevo llegó. Era toda una celebridad, en el sentido, que en los pasillos murmuraban sobre él, lo esquivo que era con la gente, parecía como si tuviéramos lepra y no quisiera contagiarse. Hasta ese momento, no se le conocía un amigo, se sentaba en el comedor en una mesa solo, y nadie se atrevía a sentarse con él. Algún valiente lo intentó y terminó siendo fulminado con su feroz mirada, y digo feroz, porque nos veía con total desprecio, y ahuyentaba a las personas a su alrededor.
Nancy como era de saberlo, después de aquella humillación, se desquitó diciéndole a Jefferson, el capitán del equipo de fútbol americano y su ex novio-perrito faldero, que Ben intentó propasarse con ella, él y algunos de sus matones lo esperaron en la escuela después de clases para darle "su merecido", creo que ni Jefferson ni los otros, esperaron lo que aconteció. En resumen, mandó a dos al hospital, con huesos rotos, y a los demás, con heridas leves, pero el orgullo jamás lo recuperarían, ya que eran cuatro contra uno, y les pateó el trasero por igual.
Los padres de Jefferson y el resto, intentaron que lo expulsaran, pero hubo testimonios en los cuales alegaron que el aludido no empezó la contienda y que solo se defendió. Los estúpidos en lugar de hacerlo en privado, lo incitaron en el patio escolar, donde un numeroso grupo de alumnos eran testigos fieles y vieron aquel espectáculo tan denigrante, al César lo que es del César, ellos empezaron y los suspendieron por una semana.
Supe que a Ben lo amonestaron por escrito, que aunque no fue su culpa directa, tampoco era necesario tanta violencia por su parte, al desmontar la clavícula de uno de ellos y romper el brazo de otro. Desde ese momento se hizo fama de matón, y nadie en su sano juicio se cruzaba en su camino. La pinta de chico malo, no hizo más que hacer suspirar y dibujar corazoncitos en el aire a las más populares de la escuela, las escuchaba en el baño parlotear sobre lo guapo y sexy que era, y revelaban sus más oscuros deseos eróticos y fantasías mojadas, imaginándose como sería estar una noche con él. La mejor palabra que las describe empieza con P..., parece que no pueden controlar sus aceleradas hormonas.
La fastidiosa clase de Laboratorio era al siguiente, y sabía que lo vería. Teníamos que entregar un avance del proyecto, el cual había hecho sola, ya que después de la evasiva respuesta de mi compañero de cubículo, preferí no molestarlo más.
Todo este tiempo, se sentaba junto a mí, sin siquiera volverme a ver, cuando teníamos que hacer algún experimento, se limitaba a llevarlo a cabo ayudándome con algunas cosas, porque no le quedaba de otra, pero jamás intercambiamos una palabra, me sentía como si tuviera un mimo conmigo al cual tengo que adivinar sus gestos.
-Muy bien chicos, cada uno de ustedes va a venir a mi escritorio y me presentara lo que han hecho hasta ahora, empezaré con.... -Y comenzó a llamarlos por orden de mesa, cuando llegó a la nuestra, ambos nos levantamos y puse el documento frente a ella. Lo observó y frunció el ceño, seña que algo no estaba bien.
-¿Sólo esto han avanzado?
–Preguntó mirándonos de forma acusadora a través de sus graciosos lentes.
-Sí. –Contesté cortante.
-¿Y eso por qué? –Siguió con mirada inquisidora.
-Porque mi poco colaborativo compañero aquí presente, me dijo que no le interesaba hacer el proyecto conmigo. –Me crucé de brazos enfadada, toda la clase enmudeció, pero no me importaba, era la verdad, y tenía derecho a desahogarme.
-¿Es eso cierto señor Johnson?
Sus ojos grises se clavaron en mí, juro que si el lugar no estuviera lleno de gente, ahí mismo me mataría y lo disfrutaría, ese era el mensaje que me daba.
-Señor Johnson, le he hecho una pregunta.
Él se volteó hacia ella despacio, sus cejas juntas en una V, otra vez con aquella expresión de perro buldog, pero a ella no la intimidó, eso era de admirar, la señorita Rottenmayer tenía agallas.
-¿Sí o no señor Johnson?
-Es cierto. –Dejó ir después de unos eternos segundos.
-¿Y eso por qué? ¿No fui lo suficiente explícita al decir que era un trabajo en equipo?
-Sí señora. –Apenas movió su boca.
-¿Entonces? Si no tiene interés en hacer el proyecto con la señorita Arlington, dígame para ponerle una F de una vez.
-Puede hacerlo conmigo. –Chilló Nancy, levantando la mano. Ni Ben ni yo la volvimos a ver, pero me golpee la frente con la mano mentalmente, ante su comportamiento, esta chica no tenía escrúpulos.
-No, ya asigné a cada quién su pareja. ¿Entonces señor Johnson? ¿Qué decide?
Juro que lo escuché gruñir muy bajito, esta situación le molestaba, convirtió sus labios en una línea y titubeó: -Está bien.
-¿Qué? No le escuché. –Dijo la profesora, la verdad yo y apenas lo hice y eso que lo tenía al lado.
-Está bien. –Repitió un poco más fuerte y me paralicé, por alguna razón sentía que era mejor hacer el trabajo sola.
-No lo necesito profesora, puedo hacerlo por mi cuenta, en serio.
-No me diga. –Sonrió de medio lado. –Ya hace cuatro semanas que dejé este proyecto y no ha avanzado mucho que digamos, le puedo asegurar que sin ayuda no lo logrará, y si no quiere obtener una F también, le aconsejo que ya que el señor Johnson ha aceptado colaborar, acepte la ayuda.
Lo miré de reojo y sentí su penetrante mirada sobre mí, mordí mi labio inferior tan fuerte que sangré y no me di cuenta hasta que el dolor me sacó de mi burbuja de enojo. No quería perder el curso, no era que el estudio me fascinara, pero tampoco deseaba quedarme estancada, yo añoraba superarme y llegar a la universidad.
-Bien, pero que él se lo proponga de verdad y que no sean palabras que se lleve el viento.
Cuando me di cuenta apretaba sus manos en puños y sus nudillos se ponían blancos, ¡Santo Cielo! No le tenía miedo, pero entendía que con él debía andar con cuidado.
-Asunto arreglado, por favor siéntense, siguiente. –Gritó para continuar con el último grupo.
El timbre repiqueteó cantarín y todos salieron volviéndonos a ver, esto era incómodo y frustrante. No se movió, sus manos sobre la repisa, con los dedos entrelazados, guardé mis cosas en la mochila e intenté irme.
-Espera. –Me pidió. –Me quedé congelada, era una de las pocas veces que me hablaba, sinceramente no esperaba que cumpliera, me imaginé que lo aceptó para que la señorita Rottenmayer lo dejara en paz, le pensaba decir a Brent que me auxiliara, el hecho que me dijera "espera" no podía augurar nada bueno.
-¿Qué quieres? –Pregunté esquiva.
Un intento de sonrisa trato de formarse, pero no cumplió su cometido. Sin mirarme me dijo:
-He avanzado un poco en el proyecto, si quieres podemos vernos después de la escuela en la biblioteca y comparamos apuntes.
Me quedé con la boca abierta, ¿El imbécil hizo su parte de la investigación y no mencionó nada?
-Como quieras. –Contesté indiferente.
-Bien, te veo en la biblioteca.
–Tomó sus pertenencias y me dejó de pie con los brazos cruzados, con una mueca de sorpresa y sin entender un ápice.
*******
-¿De verdad te dijo eso? –Comentó Brent con la boca llena de hamburguesa, podía ver su comida moviéndose en su boca.
-Quieres cerrar la boca cuando comes. –Lo regaño. –Es asqueroso ver el alimento siendo triturado por tus dientes.
Se encogió de hombros y le dio otro mordisco, atiborrándose hasta que sus cachetes quedaron redondos y me sonrió. Puse los ojos en blanco y esta vez me dirigí a Juli.
-¿Qué piensas? ¿Tendrá antecedentes? ¿Habrá sido expulsado de la otra escuela y por eso está aquí?
-Ummm, no lo sé, su actuar en sí, es extraño. Es como si quisiera pasar desapercibido, lo cual no ha logrado, ya que es el centro de atención, pero mantiene su distancia. En realidad me da un poco de pena, solo él sabrá la procesión que lleva por dentro ¿No lo crees?
No me había puesto a pensar en eso, es cierto, en ocasiones las personas se comportaban de manera agresiva, por problemas en sus hogares, una niñez difícil, un evento traumático que marcó su vida, y fue cuando ese brillo se apoderó de mis ojos.
-Tabatha Arlington, sea lo que sea que estás planeando, descártalo.
–Me advirtió Julissa.
La volví a ver colocando mi mano en mi pecho con falsa indignación: -¿Quién? ¿Yo?
-Sí tú, te conozco lo suficientemente, y sé que te encanta meterte en problemas. Prométeme que te limitarás a hacer este trabajo con él sin meter tu nariz en sus asuntos.
-Palabra de scout. – Levanté mi mano en alto para finiquitar mi juramento.
Juli puso los ojos en blanco y siguió comiendo su ensalada. Era vegetariana, se convirtió en una, el día que le mandaron un vídeo donde presentaban la crueldad a la cual los animales eran expuestos para ser convertidos en embutidos y otros derivados, lloró durante una semana arrepentida de habérselos comido y desde entonces, la carne no es parte de su alimentación. Yo también lo vi, pero era una carnívora sin remedio, me conmovió de momento pero apenas mi madre me puso un bistec al frente, se me olvidó el sentimiento de solidaridad, le pedí perdón a todos los animalitos en el mundo y lo devoré sintiéndome terrible después, pero era inevitable, eran parte de la cadena alimenticia, la carne no podía salir de mi dieta.
Conforme avanzaba el tiempo y se acercaba el final del curso lectivo, un vacío en el estómago se acrecentaba y yo sabía que tenía nombre y apellido, "Ben Johnson". ¿Por qué me sentía así? No estoy segura. Traté de alejarlo de mis pensamientos pero fue imposible, y para variar ese día tenía dos clases con él, contando Historia, que por cierto, el señor Simmons nos dejó un ensayo de al menos cinco páginas sobre qué pensábamos del gobierno de Abraham Lincoln, que aunque era uno de mis presidentes favoritos, y debería de estar encantada de escribir sobre él, no era muy buena redactando y debía ser con nuestras propias palabras.
************
Me dirigí hacia la biblioteca con los pies en un temblor, me sudaban las manos, y el corazón desbocado como si fuera a un examen, al cual no he estudiado. Entré y lo busqué con la mirada, sentí un gran alivio al no verlo, pero lo vi aparecer de detrás de un estante con un libro en la mano. Había pocos alumnos ahí, los nerds, la bibliotecaria, Ben y yo. Me obligué a caminar hacia él y me paré a su lado.
-¿En dónde estás ubicado? –Le pregunté armándome de valor.
Sin verme, me señaló con la cabeza una mesa y reconocí su mochila. Asentí y en silencio tomé asiento y saqué mis notas, colocándolas sobre la plana superficie. Cuando Ben se sentó del otro lado, sentí como las miradas de los presentes se clavaron de inmediato en nosotros. Los fulminé con la mirada y volvieron a sus cosas, pero de vez en cuando, susurraban con sus compañeros y escaneaban cada uno de nuestros movimientos.
Sí, mañana toda la escuela sabría que Ben Johnson y yo, estuvimos juntos en la biblioteca, y de lugar de molestarme, por alguna estúpida razón, me gustaba la idea, quizás por el hecho de que él es inalcanzable, y lograr que aunque sea por compromiso, me dirigiera la palabra, me hacía sentir importante. Patético lo sé, yo misma lo reconozco.
-Acá está lo mío. –Empujé los papeles en su dirección. Él los cogió y sin decirme nada comenzó a leerlos. Después de dos minutos los dejó caer con brusquedad.
-¿Y eso? –Le pregunto abriendo los ojos y encarándolo.
-Es pésimo, con razón la profesora no lo aprobó. –Dejó ir con cizaña.
-"No lo aprobó". –Repito poniéndome de pie y apoyando mis manos en la mesa.
-Shhhh. –Se escucha a la bibliotecaria callarme.
-Ella dijo que esperaba ver más avance, en ningún momento mencionó su disconformidad.
-Si tú lo dices. –Se recostó a la silla que hizo hacia atrás, deseaba que se resbalara y se diera un merecido golpe en la cabeza. Sonreí al imaginármelo con los pies hacia arriba.
-¿Cuál es la gracia? –Me preguntó irritado.
-Tú. –Me crucé de brazos.
-Shhhh. –Volvió a callarnos la bibliotecaria.
-Tú, conmigo ahora. –Le indiqué señalando unos estantes y perdiéndome en estos. Al voltearme para ver si de verdad me había seguido, pegué con su duro pecho y reboté, lastimando mi nariz. ¿Cómo demonios se movió tan rápido sin siquiera oírlo aproximarse?
-Mira que eres torpe. –Pronuncio con voz aburrida.
-¿Cómo me has dicho? –Mis manos se convirtieron en puños.
-Y además sorda. –Escupió apoyándose del estante y mirando hacia el techo.
-Y tú eres un grosero, mal educado, antisocial, y repugnante criatura.
-Te faltó apuesto, sexy y varonil.
–Metió las manos en las bolsas de su jeans.
-¿Es enserio? –Bufé enfadada.
Me sonrió de manera divertida ¿Se estaba burlando de mí?
-Suficiente. –Traté de susurrar pero no lo estaba logrando. –Prefiero una F a hacer este proyecto contigo. –Quise alejarme pero él sostuvo mi brazo. -Perdona. –Miré su mano sosteniéndome.
-Sé que no quieres una F, aunque eso significa hacer el estúpido proyecto conmigo. No creas que esto me agrada más que a ti, ya es suficiente tortura tenerte en dos clases, para también trabajar juntos.
Es todo, oficialmente este idiota rebalsó mi paciencia, ahora sí conocería a una Tabatha muy, pero muy molesta.
-Tú. –Lo señalé. –No tienes ningún derecho de hablarme así, no sé cuál es tu maldito problema con las personas, pero a lo que mí se refiere te agradezco me respetes, y si de verdad quieres que terminemos este estúpido trabajo más te vale tratarme de una manera más afable. –En realidad quería mandarlo por un tubo y que se muriera, pero solo lo pensé, jamás llegaron a formarse las palabras en mi boca.
-Tabatha ¿Qué sucede? –Anna la bibliotecaria y mi amiga, me sorprendió pegando tremendo brinco que hizo que casi me diera un infarto.
-¡Por Dios Anna! –Exclamé. –Casi me matas del susto.
-Lo siento, pero están haciendo demasiado ruido, ahora, o se comportan o tendré que sacarlos a ambos, y hablo enserio Taba.
-Sí, lo entiendo. –Fulmino a Ben con la mirada que sonríe como si la situación la causara gracia.
-Los problemas de pareja se resuelven afuera. –Vuelve a agregar.
-¿Qué? –Abrí los ojos como platos, Anna estaba mal interpretando mi discusión con Ben. ¿Creía acaso que él y yo teníamos algo?
-No, no es lo que crees. –Traté de explicar, pero no me dejó terminar.
-Compórtense, primera y última llamada de atención.
Nos dejó solos y la vergüenza se apoderó de mis mejillas.
-Ves lo que hiciste. –Murmuré tratando de controlarme.
-Yo. –Se señaló así mismo. –Tú eres la loca que no para de gritar.
Respiré varias veces dejando que mis pulmones se oxigenaran, inhalando y exhalando como lo había aprendido en yoga, hasta que sentí que estaba más relajada.
-Voy a omitir lo que acabas de decir porque algo de lo que dijiste es cierto, no quiero perder este curso, pero si me provocas una vez más, es todo, finito.
-Eso es una amenaza. –Arqueó una ceja mientras que un remedo de sonrisa intentó posicionarse sobre sus carnosos labios.
-Tómalo como quieras. –Susurré.
Tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para hablar bajito, en cambio él, su voz era tan suave que se podía comparar con el canto de los ángeles. Sí, lo sé, es una extraña comparación, pero hasta su voz era sensual.
Me alejé sentándome de mala gana en nuestro sitio y cruzándome de brazos, mientras que lo miraba con desagrado. Se aproximó con paso lento, su cuerpo se movía como en un vals, en perfecta sincronía, me perdí en sus musculosos bíceps, en la camiseta que aunque no le quedaba ajustada, dejaba mostrar su torneado pecho. Me lo imaginé sin camisa y me vi mordiendo el labio, lamentándome luego, ya que se me había olvidado que lo lastimé antes.
-¿Te gusta lo que ves? –Preguntó.
–Te puedo hacer una pasarela para que me admires mejor. –Dijo sonriendo y sentándose, abriendo un libro y buscando en el índice.
-¿Oh que es lo que te cayó? fue tu modestia. –Contraataqué, pero en realidad fue una mala táctica.
-De verdad quiero terminar con esto, así que ¿Crees que podamos dedicarnos a lo que vinimos?
–Añadió con su vista perdida en una página que luego volteó hacia mí, señalando un párrafo.
Quise contestarle pero ya Anna nos miraba mal, no quería ser la causante que nos echaran. En silencio absoluto intercambiamos nuestros apuntes, me sorprendió ver que sacaba una laptop y lo rápido que era al teclear. Yo parecía un pollo comiendo maíz cuando digitaba, con mis dedos índices palabra por palabra, por eso duraba tanto cuando pasaba en limpio mis tareas, estoy analizando seriamente la idea de tomar clases de mecanografía. Podía matricularme en los cursos de verano, sí, eso haría.
Estuvimos dos horas ahí, me sorprendió ver lo bien que trabajábamos en equipo. Además lo vi sonreír, aunque fuera por algo que dije, Ben Johnson NUNCA sonreía. Y no nos habíamos insultado en los últimas horas, quizás eso sea un avance.
-Estoy cansada y hambrienta, ¿Podemos continuar otro día? –Mi cabeza rebosaba en mi brazo y me estaba durmiendo.
-Sí que eres floja. –Replicó.
-Como digas. –Me levanté y empecé a guardar todo en mi mochila.
–Finalicé por hoy.-Me coloqué el salveque en mi hombro y me dirigí a la salida. Cuando me di cuenta se encontraba a mi lado. ¿Cómo demonios guardó todo tan rápido?
Salimos juntos pero al estar afuera cada quién tomó rumbos diferentes sin decirnos una palabra. Sí, Ben Johnson es todo un misterio, y yo me encargaré de averiguar su pasado. Tengo muy claro lo que le sucedió a Pandora cuando abrió la caja, pero no me quedaré tranquila, no hasta saber el porqué de su agresivo comportamiento.
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Hello chic@s hasta aquí, qué tal les ha parecido la historia. Creanme que se pone mejor, muchas sorpresas están por venir.
Besitos.
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