CAPÍTULO 38
Por petición mía, mantuvimos a Julissa fuera de este embrollo; sé que no me lo perdonará, pero es lo mejor, ya perdí a Sam, su partida me dejó hueca, como si algo me faltara en mi interior.
Extrañaba a Brent, a mis padres, añoraba mi vida anterior, cuando lo que más me preocupaba era estudiar y ganar el curso.
-¿Lista? -La puerta se abre e ingresa Camile.
-Mira mis manos. -Le indiqué, temblaban.
-Taba, puedes quedarte aquí, lo sabes.
-No, de ninguna manera.
-Convierto mis manos en puño.
Mi tío me miró con comprensión, sonrió para luego besarme en la cabeza.
-Jamie y yo fuimos asignados para cuidarte, no te dejaremos sola. Aunque me preocupa Ben, su conexión contigo no está finiquitada, mientras que esto sea así, es vulnerable a las Banshees.
-Lo sé, si no lo hubiera seguido, estuviera muerto.
-Veremos que sucede.
Nos reunimos con Jamie y Ben, abro el portal hacia Cantabria, al cruzarlo nos recibió una colmena de tiendas de campaña, hechiceros, sombras y Banshees, unidos con un solo propósito, restaurar la paz en su pueblo.
Algunos me observaban con curiosidad, ¿Qué pensarán de mí? ¿Su salvadora acaso? ¿Y si no lo logro?
Ben se acercó a mí y tomó mi mano entre la suya, me llevó a las afueras de aquel improvisado campamento.
-Taba, todo estará bien. –Me dice al tiempo que acuna mi rostro entre sus manos. Su mirada grisácea me envuelve.
-No quiero que nadie más muera.
–Contesto cabizbaja.
-Lo sé, pero es inevitable.
-¿Ben? –Veo como ladea su cabeza hacia el bosque.
-Me pareció oír.... Ahí está de nuevo ¿Lo escuchas?
Pongo atención pero no tengo un agudo oído como él. De la nada, cayó una red sobre nosotros, brillaba y entre más intentábamos salir, las cuerdas apretaban, encogiéndose.
-Les recomiendo que no se resistan, si continúan, los filamentos los aprisionaran hasta sofocarlos.
Una mujer de cabellos negros y ojos ámbar, se encontraba al frente de nosotros, acompañada de otras seis banshees, levantó su mano, y la red se elevó, abrió un portal. Pude apreciar como mi tío, Jamie y Soria, corrían en nuestra dirección, pero sus esfuerzos han sido en vano, atravesamos el umbral, para aparecer en una planicie, rodeada de altas montañas.
En el momento en que tocamos suelo, la refulgente red, desapareció.
-Bienvenida a casa Seline.
Ben gruñó y se puso de pie, lo imité, estábamos rodeados, escapar resultaría un suicidio.
-¿Quién eres? –Quise saber.
La mujer de cabellera oscura apaciguó mis dudas.
-Te pareces mucho a Rabana, tu madre, permíteme presentarme, me llamo Magala, gobernante del Reino de las Banshees.
-Tú mataste a mis padres. –Escupo con dolor.
-Sí, y ahora eres mi prisionera. Dile a tu perro faldero que se calme, de lo contrario tomaré medias extremas. Sepárenlos. –Ordena.
-No. –Se resiste Ben, atacando a Magala, pero ésta chilla haciendo eco en aquel espacio rocoso, y cae de rodillas, tapando sus oídos.
-Mátenlo. –Da la instrucción.
Tres banshees se focalizan en él, y su agudo grito lo embisten, si no hacía algo, lo perdería.
-¡Basta! –Exclamo, pero mis palabras no son atendidas. –He dicho basta. –De repente las mujeres que me sostenían empezaron a secarse, su piel se marchitó hasta quedar los huesos expuestos, para finalmente, convertirse en polvo.
-El toque de la muerte. –Expresó Magala aturdida, retrocediendo unos pasos.
Aproveché la confusión, me enfoqué es unas enormes piedras en la cima de la montaña y mi grito vibró estridente haciendo que sus cimientos se desprendieran, formando una lluvia de rocas, mientras ellas se resguardaban, ayudé a Ben a ponerse de pie, pero no avanzamos mucho, Sombras aparecieron de la nada, cerrándonos el paso.
-Tengo que admitir que a pesar de ser una niña, tu poder se fortalece. Lo que le hiciste a mis súbditas, se llama el toque de la muerte, cuando un Sombra te toca, tu cuerpo se desintegra.
-Sé que deseas mi muerte, hazlo de una vez. -Añado fastidiada.
-Oh no mi niña. –Me toca la mejilla, retiro mi cara de su desagradable contacto. –Los enviaré a La Tierra de los Lamentos, te darás cuenta porqué se llama así. Nadie sobrevive, así que suerte.
Magala movió su mano en el aire, y un agujero negro se abrió bajo nuestros pies, cayendo en picada. Al abrir los ojos, estábamos tendidos sobre arenas doradas, el sol de un color blanco opaco, el cielo relampagueaba. No sería mi opción para vacacionar.
-Ben. –El aludido estaba sentado con la cabeza gacha. -¿Estás bien?
-¿Qué clase de guardián resulté ser? –Levanto su mirada y noté la angustia y la decepción. –Debiste escuchar a Soria, por mi culpa estamos aquí.
-No, no digas eso, no es así.
-No te pude proteger, vete, busca una salida, déjame atrás.
-Jamás, me oyes, lo haremos juntos. –Me hinqué y con el dedo índice levanté su rostro hasta tenerlo a la altura del mío.
-Prefiero al Ben bipolar. –Sonrío.
–Aquel que me intimidaba, pero a la vez me resultaba tan intrigante. Aquel espontáneo, incluso con sus explosiones repentinas de carácter ¿Dónde está ese Johnson altanero?
-Ya no sé quién soy.
-Eres Ben Johnson, la magia te eligió como mi guardián, y la magia nunca se equivoca. Yo creo en ti, que tan difícil es que tú lo hagas.
Nuestras miradas se encontraron, Ben me besó, sus labios temblaban bajo los míos, y lo supe, no se rendiría, saldríamos de aquí, la unión hace la fuerza.
-Te amo Arlington. –Confesó, y sentí esa característica sensación en mis extrañas.
-También te amo.
Sellando esa declaración, nos volvimos a besar. No sé dónde estamos, esto lo complica todo, pero tengo un presentimiento, que estaremos bien, sexto sentido quizás.
-¿Por qué no tratas de abrir un portal? –Me sugiere.
Asiento con la cabeza y me concentro, pero nada ocurre. Después de tres intentos fallidos, nos damos cuenta que no va a ser tan sencillo.
-Será mejor movilizarnos, por el momento busquemos un refugio.
Me sonríe, y sin estar seguros hacia dónde ir, nos ponemos en camino, sin rumbo fijo.
**********
Narra Ben:
Taba va adelante, ella no entiende lo impotente que me siento. Yo fui el que la alejó del resto, por mí estamos aquí. Y el hecho que no pasara la prueba, me hace débil ante las banshees. ¡Grandioso protector resulte ser!
-Ben, veo algo por allá. –La sigo con la mirada, es cierto, una luz, muy leve pero pronunciada.
Apresuramos el paso, aunque parece estar cerca, es como si se tratara de un engaño óptico, avanzamos sin lograr si quiera aproximarnos.
-¿De qué se trata? –Taba se inclina, colocando las manos sobre sus rodillas.
-No lo sé. –Estoy tan abrumado como ella.
-Tengo sed. –Me dice, pasando saliva.
-Yo también, debemos continuar.
-¿Hacia dónde? –Consulta exaltada.
Agudizo mi vista, enfocándola donde a lo lejos, la luz centellea, cambio mis ojos a mi forma lobuna, y para mi sorpresa, no hay nada.
-¡Qué demonios! –Exclamo sin entender un ápice.
-¿Qué? ¿Qué es lo que ves?
-Nada, solo desierto.
-Pero y la luz.
-Un espejismo tal vez, como humano también la veo.
-Estoy cansada, siento que hemos caminado por horas.
El sol se oculta detrás de nosotros, y una densa oscuridad nos abriga, un cielo sin estrellas, con mi visión lobuna puedo ver los alrededores, sé que Tabatha no cuenta con tanta suerte.
-Ben, ¿Dónde estás? ¡Dios es como si estuviera a ciegas!
-Tranquila, aquí esto. –La sujeto del brazo y la atraigo hacia mí.
-No me gusta este lugar. –Responde abrazándome.
Mi oído capta un sonido, profundo, como si viniera de las entrañas de la tierra. Cada vez se hace más nítido, la arena comienza a moverse, el piso a nuestros pies a temblar.
-Ben. –Puedo oler el miedo de Tabatha.
Unos brazos emergen de las arenas, toman a Taba de la pierna e intentan llevársela. Es succionada como si se tratase de arenas movedizas.
-Ben ayúdame. –Grita aterrorizada.
La sujeto pero más brazos emergen, su piel pegada a los huesos, de un color cobrizo y largas uñas. La halo con todas mis fuerzas, tanto que logro sacarla pero ambos nos vamos de espalda, ella cae sobre mí. Siento unas uñas clavarse en mis brazos y piernas.
No puedo liberarme, veo a una de estas criaturas salir, no tienen rostro, solo dos hoyos donde se supone debe ir la nariz, se guían por el olfato, supongo. Una captura a Taba, al saber que ella está en peligro, mi organismo responde, la adrenalina se dispara, y sucede, sufro el cambio.
Lanzo un prominente aullido, me levanto trayendo conmigo a dos de ellos, aún sujetos a mí, logro quitármelos, tirándolos como si se tratasen de muñecos de trapo. De un zarpazo arranco la cabeza del que sostiene a mi chica, ella está aturdida, cae de rodillas.
Uno a uno los voy sacando, su sangre es negra y el olor a podredumbre. Me deshago de todos ellos. Me acerco a Tabatha, nuestras miradas se encuentran, ella, con la mano temblorosa, toca mi mejilla.
-Gracias. –Pronuncia en voz baja.
La levanto entre mis brazos, huelo el ambiente en busca de algún indicio de civilización, logro detectar olor a humedad, es suficiente para mí y corro en su dirección, como hombre lobo, soy más veloz.
Llegamos a un pantano, sus aguas rojizas, gorgoteaban azufre, comencé a avanzar con cuidado por las orillas. Un volcán cuyo cráter expulsaba lava, se visualizaba al otro lado.
La respiración de Tabatha se relajó, al determinarla, me di cuenta que se quedó dormida. Llegué a las faldas del volcán, coloqué a Taba en el suelo y volví a mi condición humana, puse su cabeza sobre mi pierna. La examiné notando unos puntos negros sobre su piel, justo donde las uñas de esos seres es incrustaron. Una ramificación de venas del mismo color se extendían, esto no es bueno, solo un milagro podía salvarnos de este horrible lugar.
******
Capi subido, feliz fin de semana.
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