CAPITULO 27

Eran cerca de las 11:00 p.m. cuando Sam decidió que era hora de regresar. Pasamos dejando a Brent a su casa, el corazón se me oprimió al alejarme de ellos de nuevo. Ambos han compartido todo este proceso de cambio conmigo; cualquier persona en su sano juicio hubiera corrido lo más lejos posible de mí al enterarse de lo que soy, pero por el contrario, se mantuvieron leales y a mi lado, lo que corrobora, que son mis amigos de verdad.

-Vas muy pensativa –Me dice Sam mirándome con el rabillo del ojo.

Dejo ir un pronunciado suspiro para luego embozar una sonrisa amarga, como mi paladar en este momento, debido a mi situación actual.

-Medito en el silencio de mis pensamientos, esta odisea que me ha tocado sobrellevar. –Contesto perdiéndose mi mirada por la ventana del vehículo.

-Wow, eso ha sido muy filosófico Arlington. –Sonríe dejando al descubierto sus traviesos camanances.

-Sí, que te diré, estoy madurando.

Intercambiamos una mirada y los dos soltamos sonora carcajada, al menos la risa libera un poco la tensión entre nosotros. Siento desfallecer al pasar al frente de mi antiguo hogar, pero algo me alerta, algunas luces están encendidas.

-Sam detente. –Le pido.

-¿Qué sucede? –El aludido baja la velocidad.

Señalo hacia la casa y su ceño se frunce. Detiene el coche y observa, se quita el cinturón de seguridad y abandona el carro, lo imito.

-¿Qué haces? Regresa al coche. –Me regaña.

-No, iré contigo.

-Arlington no discutas conmigo.
–Pone los ojos en blanco.

Lo ignoro y me adelanto, sintiéndolo a mis espaldas, lanzando improperios al aire. Me toma del brazo y me retuerce los ojos, entiendo el mensaje de inmediato "espera". Rodeamos la residencia, la luz de la cocina está encendida y se escuchan voces adentro.

Juro que el corazón se me salió por la boca y regresó a su lugar cuando las reconocí. Antes de que pudiera entrar, Sam me detuvo y un ¿Qué haces? Salió en un murmullo.

-Son mis padres. –Susurré.

-Primero tenemos que investigar, pueden ser Sombras en los cuerpos de tus papás, no seas impulsiva, no has aprendido nada.

Analicé lo escuchado y supe que tenía razón, la palabra "Trampa" me vino a la mente, pero y si no era así, y sí en realidad eran ellos, pero ¿Cómo escaparon?

Sam colocó su mano sobre la cerradura de la puerta de atrás y un clic hizo que se abriera. Entramos con cautela, nos asomamos para ver a papá con su uniforme de hospital tomando café y a mamá sirviéndose un vaso con leche. Hasta ahí la situación es por completo normal.

-Estoy muerto. –Papá sorbe su café, para luego suspirar con cansancio.

-El doctor Casper debería de disminuir tus horas de trabajo, no es saludable trabajar tantas horas seguidas. –Le indica mamá poniendo miel a su leche.

-Estamos escasos de personal, Berta se incapacitó por maternidad, y Alen pidió vacaciones, así que emergencias es una zona de combate y sin personal.

-Tú deberías de solicitar vacaciones también, no nos haría mal ir a Hawái por ejemplo.

-Sí lo pensaré cuando mis colegas se incorporen.

Tanto Sam como yo intercambiamos una mirada de "¿Qué demonios ocurre aquí?

No lo resistí, antes de que Sam reaccionara me encontraba en frente de ellos. Ambos me miraron, mamá se levantó aprisa de la silla, retrocediendo unos pasos y papá tensó su cuerpo.

-¿Quién eres? ¿Cómo entraste?
–Inquirió molesto.

-¿Qué? –Apenas salió de mi boca audible.

-Llamaremos a la policía. –Me amenaza, sacando su celular.

-Papá ¿Qué ocurre?

-Papá.-Repite él extrañado.

-Soy yo, Tabatha, tu hija.

-¿Qué timo es este? –Expresa papá marcando el 911.

-Mamá. –Ahora me dirijo a ella, pero es como si yo fuera una intrusa.

-Sí, por favor envíen un oficial, tenemos allanamiento de morada.

-Taba vámonos. –Sam se deja ver.

-¡Son dos! –Exclama mamá alterada.

-Señor Arlington, por favor no llame a nadie, ya nos retiramos.

Sam me hala del brazo pero yo sigo sin reaccionar, mientras que los lagrimales me arden, sin entender un comino.

Abandonamos aquella residencia con el corazón despedazado ¿Qué ocurrió ahí adentro? Mis propios padres no me reconocieron. Subimos al coche y Sam arrancó de inmediato.

-¿Dime qué pasó? –Las lágrimas ya recorrían mis mejillas, implacables.

-No lo sé, estoy tan confundido como tú, no tiene sentido.

-Es como si yo fuera una extraña, no sabían quién era.

-Les hicieron algo, de eso estoy seguro. Puede que borraran su memoria con respecto a ti.

-Es imposible, todos los vecinos me conocen, y mis amigos, la escuela, ¡Santo cielo! Esto es una locura.

-No conoces los límites de la magia. –Agrega Sam.

-Entonces están recibiendo ayuda de alguien más, quizás otro hechicero.

-Tal vez, pero míralo por el lado positivo, ya no tendremos que ir por ellos. Aunque sé que te duele, están bien.

-Pero... -Sollozo con un dolor clavado en mis entrañas.

-Taba. –Sam me mira con tristeza y comprensión.

El motor del auto comienza a hacer ruidos, pronto nos quedamos varados en medio de la carretera.

-¡Genial! –Exclama Sam golpeando el manubrio enojado.

Sale del coche y al levantar la tapa, denso humo negro sobresale, advirtiendo que algo no está bien. Me coloqué a su lado, observando como revisaba el desperfecto.

-Es el radiador. –Manifiesta rodeando el carro hacia la cajuela. Lo escucho lanzar improperios al aire, al parecer no encontró lo que buscaba. –No hay agua, olvidé llenar el galón.

-Quizás podamos llamar una grúa. –Aconsejo.

-¿Y que nos lleven a dónde?, a la nada. –Pronuncia hastiado.

-Hey no te desquites conmigo. –Me cruzo de brazos.

De repente un frío me recorre la columna, reconozco esa sensación, no son buenas noticias.

-Sam. –Lo llamo.

-¿Qué? –Contesta el aludido sumergido en el motor.

-Ya vienen. –Le comunico.

-Ummm. –Me mira con el entrecejo fruncido.

-Las Sombras, puedo sentirlos.

-¿Estás segura?

-Mucho. –Mi vista se dirige a los alrededores.

Sam cierra la tapa, atento a cualquier señal de ellos, la respiración se me acelera al ver uno, su cuerpo flota, lleva puesto una capucha negra, de las mangas sobresalen unas huesudas manos, pero es todo, no tiene rostro, solo oscuridad.

-Sam. –Lo señalo aterrada.

-¿Qué? ¿Los ves?

Asiento con la cabeza. Aquel ser se acerca, seguido por dos más que salieron de la nada.

-Tabatha no puedo verlos.

Un contacto frío me envuelve, al percatarme, mis pies no tocan el suelo, una cuarta criatura me sujeta a la altura del pecho y me eleva.

-Sam ayúdame. –Grito asustada.

-Taba. –Él intenta bajarme pero los otros lo sujetan, al tocarlo San comienza a gritar del dolor.

-Suéltame. –Forcejeo, un portal se abre y comprendo sus intenciones, llevarme a su mundo.

Un aullido lastima la noche, los Sombras, quedan atentos aquel lamento, emiten una clase de sonido gutural, creo que se están comunicando. El que me sostiene se aproxima al portal, pero antes de poder atravesarlo su atención se desvía al recién llegado.

Me quedé atónita, enmudezco, el ruido de cadenas arrastrándose me pone la piel de gallina. Una bestia los encara, se yergue mostrando su altura, al menos dos metros, me viene a la mente las películas de licántropos que he visto, no es para nada un hombre convertido en lobo, es una mezcla de ambos.

Gruñe, mostrando sus afilados dientes, observo las garras, las uñas como navajas, el pelaje de un café oscuro, pero sus ojos me son familiares, conozco ese grisáceo, su mirada se suaviza al reconocerme.

Sam yace inconsciente sobre el pavimento, tres de los Sombras atacan a Ben, pero él puede verlos, se defiende y para mi sorpresa, los lastima, sus garras se clavan en sus flotantes ropas. Eliminó a uno que se desvaneció dejando una estela blanca. El que me tiene sujeta intenta cruzar pero Ben se interpone, con las cadenas que guindan de sus manos, las hace girar y usándolas como armas, golpea al Sombra que me suelta.

En cuanto me libero corro hacia Sam, reviso sus signos vitales, está muy pálido pero bien. Los otros dos huyen por el portal, pero el tercero es interceptado por el hombre lobo que al igual que al anterior, logra eliminar con facilidad.

Cuando pasó todo, Ben se acercó a nosotros, la cabeza de Sam reposaba en mi regazo. Debería sentir miedo pero no es así, su presencia me infunde confianza y seguridad.

-Gracias. –Dejo ir aun asimilando lo ocurrido.

Él ladea su cabeza como poniendo atención a mis palabras, observa la luna que brillaba a plenitud, aúlla varias veces para luego, correr lejos de mí.

-Sam, Sam. –Lo llamo.

Él empieza a abrir los ojos despacio para mi alivio.

-¡Dios! Anotaste la placa del camión que me atropelló.

-Por un momento pensé que estabas muerto.

Lo ayudo a ponerse de pie.

-La muerte suena tentadora en comparación a lo que me hicieron. ¿Te deshiciste de ellos? –Frunce el ceño.

-No fui yo, recibimos ayuda.

-¿De quién?

-Johnson.

-Bromeas. –Achica sus ojos en clara reacción de duda.

-No, era él lo sé, a menos que haya por esta zona un licántropo de dos metros, creí que cuando se convertía, era en un lobito, no en, ni siquiera puede describirlo, se parece más al estilo de un Lobo Americano en Londres.

-¿Y no te lastimó?

-Nop, él solito se encargó de dos Sombras.

-¿Cómo es eso posible? ¿Y cómo se enteró que estábamos aquí?

-No sé, quizás por la conexión guardián-protegida, solo divago.

-Tiene sentido. –Toca su cabeza.

-¿Te duele? –Consulté

-Sí, y me da vueltas como un carrusel.

-Deberíamos irnos.

Un taxi dobló la esquina y chiflé tan duro como mis pulmones me lo permitieron, el taxista paro en frente de nosotros. Subimos al vehículo y nos pusimos en marcha a la casa de Penélope. Una vez ahí esperamos que el taxista se alejara para poder entrar.

-Estoy muerta, me voy a dormir.

-Descansa.

-Mañana quiero ir a ver a Ben.

El semblante de Sam se descompuso, pensé que trataría de hacerme cambiar de opinión, pero por el contrario, asintió con la cabeza. Me urgía hablar con él. Sonreí como una tonta, tenía mi propio hombre lobo a mi disposición, mordí mi labio inferior recordando el beso compartido, me vi tocando mis labios en respuesta.

Me cambié a la velocidad de la luz, cepillé mis dientes con los ojos cerrados, caí estampada en la cama y me dormí al instante.

*******

Hello, Ben Johnson al rescate. Feliz inicio de semana terrícolas, un abrazo de oso a la distancia.

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