CAPITULO 19

La estadía en el hospital comenzaba a ponerme algo histérica, más de lo normal. Me sentía bien pero papá insistía en hacerme exámenes para según él, confirmar que mi estado es estable. Lo único que lo ha hecho soportable es Sam, viene a verme todos los días, charlamos largo y tendido, poniéndonos al tanto de todo lo sucedido durante nuestra separación.

Cinco días después, al fin me dieron la salida, no cabía de la felicidad, aunque me iría en la tarde, desde la mañana comencé con los preparativos de mi mudanza a casa. El brazo enyesado me picaba como un demonio, Brent me trajo un palillo chino que insertaba en la pequeña cavidad para darme algo de alivio, no veía el día en que me retiraran este estorbo.

Me duché temprano, ansiosa por irme de este sitio, repito, odio los hospitales, ¿Por qué? buena pregunta, creo que es una fobia natural, aquí solo hay enfermos y muerte, lo que es de verdad deprimente.

Me pongo la ropa que me dejó mamá el día anterior, me deshago de la desagradable bata celeste, y me dedico a ver televisión o más bien a hacer zapping, ya que la programación es un asco, no tienen cable, es decir, absolutamente nada bueno que ver.

La puerta de mi habitación está abierta, me da un escalofrío y mi vista viaja afuera donde un niño me observa. Quizás unos siete años, cabello rubio y ojos negros, su palidez me sobrecoge, su mirada de tristeza absoluta. La habitación se enfría y un vaho sale de mi boca ¡Qué diablos sucede!

El niño comienza a caminar, lo sigo, nadie parece percatarse de su presencia, me voy alejando hasta llegar a un pabellón, en la entrada decía "Área de pediatría". Se detiene frente a una puerta y sus ojos se encuentran con los míos.

-Despejen. –Gritó alguien mientras que un sonido extraño resuena como un impacto. Siento curiosidad y me asomo ya que la puerta se encuentra entre abierta.

-Otra vez. –Solicita el doctor, dos enfermeras están con él.
–Despejen. –Repite y me doy cuenta que están usando un desfibrilador y que las personas ahí adentro, intentan revivir a alguien.

Me quedo estática observando aquel aterrador panorama, el médico desiste y coloca las paletas de regreso en la máquina. Se ve afligido, el aparato que define su ritmo cardiaco está en una sola línea, el paciente ha fallecido.

-Hora de la muerte, 9:30 a.m.

Una enfermera anota el dato en una libreta, cuando puedo ver el cuerpo, me doy cuenta que se trata de un niño, lo reconozco y mi corazón se acelera. Miro a mi alrededor pero no hay nadie, retrocedo hasta pegar contra la pared a mis espaldas. Salgo corriendo sin rumbo fijo, abro la puerta de emergencias y subo las gradas hasta llegar a la azotea, me recibe el aire frío de otoño. Mis manos están temblando, y sin razón alguna lloro con desconsuelo, una presión se incrusta en mis pulmones, y es cuando sucede, un grito agudo sale de mí, lastimando la quietud de aquel lugar.

Otra vez aquel frío que cala en mis huesos me envuelve, a mi derecha se encuentra el niño. Quiero moverme pero no puedo, estoy conmocionada, mi respiración se torna irregular.

-Tengo miedo. –Me dice sin palabras.

El temor poco a poco va desapareciendo y me doy cuenta que me necesita, lo miro con infinita ternura y me acerco a él, colocándome de cuclillas, sonriéndole.

Una intensa luz blanca aparece de la nada, puedo distinguir como una silueta alta y brillante extiende su mano hacia él, que se resguarda detrás de mí, sus manos abrazan mi pierna.

-¿Cómo te llamas? –Le pregunto.

-David. –Contesta apenas audible.

-Hola David, soy Tabatha.

-Él quiere que vaya, me está llamando.

-Es normal que estés asustado, pero tu tiempo aquí terminó.

-Pero y mi mamá.

-Hablaré con ella ¿Quieres que le diga algo de tu parte?

Movió su cabeza en afirmación y me agaché mientras me susurraba al oído.

-Lo haré, lo prometo. –Contesté con un nudo en la garganta.

Tomados de la mano, nos dirigimos a la luz, me sonrío llegando al lado de la silueta, en segundos, ambos se desvanecieron. Me quedé unos minutos tratando de asimilar lo ocurrido, ¿Qué me está pasando? Desearía soñar con aquella mujer para obtener respuestas.

Me devolví sobre mis pasos, al pasar por Pediatría sacaban a David en una camilla, una mujer lloraba sosteniéndole la mano, al tiempo que con la otra le acariciaba el cabello, se me partió el corazón, sentía su dolor, no entiendo como es eso posible. Me acerqué a ella, me miró con los ojos hinchados de llanto, esperaban en el pasillo al doctor para llevar el cuerpo al forense.

- No me conoce. - Comencé a hablar. -He estado internada varios días, conocí a su hijo. -Mentí. - Una tarde conversaba con él y, me dijo cuánto la amaba y que creía que pronto la iba a dejar, pero que no sufriera, siempre la observaría desde el cielo como una estrella.

La mujer comenzó a sollozar tapando con ambas manos su boca.

-Cuando murió su padre, le dije que él lo cuidaba desde el cielo, como la estrella mas brillante en el firmamento. Gracias. - Me sonrió sorprendiéndome con un abrazo.

Abandoné aquella madre, sintiéndome satisfecha de entregar el mensaje pero triste por su pérdida. De regreso en mi habitación, me sorprendió ver quién me esperaba, no lo veía desde hace varios días.

-Vaya, vaya. –Pronuncio arqueando una ceja.

El aludido me vuelve a ver y me sonríe, mostrando aquellos cautivadores camanances.

-Ummm yo, ya sabes... -Se queda meditando qué más agregar.

-Te comió la lengua el gato. –Indico divertida al verlo tan nervioso, no era común en él esa actitud.

Suspiro y sus ojos grises viajaron a los míos.

-Me alegro que estés mejor, solo quise corroborar que te encuentras bien, es todo, ya me voy.

Intenta escabullirse pero le cierro el camino, dándo un paso a la izquierda.

-Así que Mildred eh. –Por qué demonios dije eso, no lo sé, por impulso supongo.

-Perdón. –Ben arquea una ceja.

-Me voy un tiempo de la escuela y ahora andas con Mildred, que son novios o qué.

Ben vuelve a sonreír aproximándose a mí.

-En primera instancia, no te debo explicaciones de con quién me relaciono, pero no, para tu tranquilidad solo somos amigos.

-Para mi tranquilidad. –Repito. -¿A qué te refieres? –Mis ojos forman una línea y lo miran con acusación.

-Es obvio que estas celosa Tabatha, no resistes la idea que te cambie por otra ¿O me equivoco?

La ira fluyó a través de mi organismo, este chico sabía cómo hacerme enojar.

-Tú. –Lo señalé, pero no pude gritarle todos los improperios que se acomodaban en mis cuerdas vocales, listos para ser expulsados, Ben me rodeó con sus brazos y antes de poder reaccionar, sus labios acariciaban los míos. Apenas nuestras bocas se sellaron, las ganas de forcejear desaparecieron, me vi correspondiéndole. Me estorbaba un poco el cabestrillo que sujetaba mi brazo, pero eso no impidió que saboreara sus labios. Odio reconocerlo pero fantasee con esto un par de veces.

Cuando nuestras lenguas se rozaron, el estómago me estalló como si miles de mariposas revoletearan en mi interior, por un breve instante, solo fuimos nosotros dos. Cuando él se separó, nuestras miradas se encontraron.

-Perdóname. –Se disculpó y sin mayores explicaciones se retiró aprisa.

Toqué mis labios anhelando los suyos de nuevo, me han besado en el pasado, pero lo que sentí cuando él lo hizo, es otro nivel.

-Taba. –La voz de mamá me sacó de mi fantasía.

-Ah. –Me voltee con una estúpida sonrisa.

-Lista para irnos. –Me indica.

-Qué no era en la tarde.

-Sí, pero logré convencer a tu padre de dejarte ir antes.

-Te he dicho cuánto te amo.
–Expresé extasiada de felicidad.

-No últimamente. –Me besa en la frente. –Recoge todo nos vamos.

-Como si hubiera mucho que llevarme. –Pongo los ojos en blanco.

Cuando salimos de aquel hospital di gracias al cielo, se sintió excelente respirar la libertad. No hablamos durante el recorrido, mamá estaba concentrada en la carretera y yo en Ben. Aún no puedo creer que me besara, y lo peor es, que no entiendo por qué le correspondí.

No puede gustarme, me niego a admitirlo, es arrogante, pretensioso y altanero; que cosas, me estoy describiendo a mí misma, con razón mis amigos piensan que somos la pareja perfecta. Sonrío ante la idea. Ya basta Tabatha, me reprendo, que un beso no te haga caer bajo sus encantos.

**********

Narra Ben:

¡Demonios! ¡Demonios! Por qué la besaste, maldito estúpido. Cruzo la calle sin fijarme en el semáforo, solo necesito alejarme de ahí. La bocina de un coche me hizo voltear, frenó quedando a escasos centímetros de mí.

-¡Quieres morir! –Me gritó el señor bajando el vidrio.

Reaccioné y presuroso llegué al otro lado, sigo movilizándome hasta llegar a una parada de autobús. Lo arruinaste, solo debías mantenerte alejado de ella, ¡Qué tan difícil puede ser!

-Disculpe joven. –Una voz cansada se dirigió a mí; es una anciana, con largos cabellos blancos recogidos en un moño, rostro surcado de arrugas pero amable, y unos pícaros ojos verdes, no recuerdo que estuviera aquí, ¿De dónde salió?

-¿Me habla a mí? –Inquiero, aunque la pregunta es obvia, solo yo estoy con ella.

-Sí, eres Ben Johnson ¿Verdad?

La miré sin entender ¿Cómo sabía mi nombre?

-Lo soy. –La miro con precaución.

-Quiero charlar contigo, pero no aquí.

-¿La conozco? –Frunzo el ceño.

-No hemos tenido el gusto, soy Penélope, pero puedes decirme Peni.

-Disculpe. –No salgo de mi asombro.

-Podemos ir a mi casa, no queda muy lejos.

-¿Por qué iría con usted? –La analicé no parecía una amenaza, sí Johnson, una abuelita de ochenta y tantos años, te puede atacar.

-Por favor, prometo explicarte todo con detalle. Aquí es peligroso, nos observan.

Debe de estar loca, pero me invade la curiosidad, ella claramente me conoce, me voy caminando a su lado, pronto estuvimos en frente de una casa pequeña de color ocre.

-Adelante. –Me indicó al abrir la puerta.

Un penetrante olor a humedad atravesó mis fosas nasales, y gatos, muchos gatos, conté alrededor de diez en pocos segundos. Apenas me vieron se erizaron y no se mostraron amistosos, gruñí por lo bajo, y cada uno de ellos huyó en dirección opuesta a la mía.

-Toma asiento. –Me ofrece.

La tela del sillón de color verde olivo, se hunde a mi contacto, me cambié de lugar.

-¿Quieres té? –Me sonríe

-No gracias. –El aroma a fetidez lastima mi agudo olfato.

-Perdona por los gatos, pero ellos les temen, los mantiene alejados, por un rato al menos.

-Ellos. –Repito.

-Ben sé lo que eres.

Ante esta afirmación mi cuerpo se tensó.

-No te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo.

Cerré las manos en puño, las garras querían salir pero intenté controlarme.

-Tranquilízate, soy tu amiga.

-Mi amiga, es una desconocida.
–Me pongo de pie con la intención de marcharme.

-No por favor, dame cinco minutos, es lo que requiero.

Sus suplicantes ojos verdes terminan convenciéndome, pero me mantengo de pie. Ella acomoda su canoso cabello detrás de la oreja, humedece sus labios con la lengua y su vista se pierde unos segundos en la pared de fondo. Estar aquí me inquieta ¿Quién es esta mujer? ¿Por qué me conoce? ¿Qué es lo que tiene que decirme? ya pronto lo sabre.

*******
Hola terrícolas, perdón por actualizar tan tarde, pretendía subir 3 capis, pero se me dificultó.

Como expliqué en Almas Gemelas por motivo del estudio, se me está haciendo complicado escribir, repito, estoy con la tesis y debo darle prioridad, lamento los inconvenientes.

El lunes trataré de subir dos capis más; les cuento que estoy analizando la idea de suspender esta historia, pero aun no me decido.

Feliz fin de semana, y ruego encarecidamente su comprensión.

Besitos. 😘😘

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