CAPITULO 13
Al día siguiente me dolía desde el último de mis cabellos hasta la punta de los dedos de los pies. Tanto era la situación que cuando mamá llegó a despertarme yo ya me encontraba en la ducha. Ella me asistió con la curación de mis heridas, no quería ponerme nada ya que todo rozaba mis raspones y no hacía más que incrementar mi suplicio y agonía.
-Tabatha, no irás a la escuela y sin discusión. Esperaré a Julissa y le pediré que entregue tu tarea. –Se cruzó de brazos y me miró de esa forma que sin palabras entendía a la perfección.
-La verdad mamá, en otro momento hubiera discutido contigo, pero temo que tienes razón, me siento mal, papá tendrá otro analgésico.
-Ayyy hija mira tu cara.
Hasta ese momento no me había tomado la molestia de observarme en un espejo, cuando me asomé ahogué un grito, parecía un monstruo, mi cara se inflamó, y la sentía dormida, como si estuviera anestesiada. Me toqué por encima pero desistí porque el contacto no era grato.
-Deberíamos llevarte al hospital.
–Recomendó.
-No, para qué, no tengo nada roto, ninguna hemorragia, o algo que suturar.
-Esperaremos a que tu padre se levante para que él de su diagnóstico.
-Eso me parece más sensato.
-Te subiré el desayuno para que no tengas que bajar, no puedes tomar ninguna pastilla con el estómago vacío.
-Gracias mamá.
Me dejó sola y renqueando volví a acostarme, parecía que un tractor me hubiera pasado por encima, abollando el chasis de mi cuerpo hasta lo más profundo de mi existencia.
Pasé todo el día reposando, no me quejo, no hice más que dormir y comer, y mamá me cuidó como si fuera una nena, por lo que, después de todo, mi incidente no fue del todo malo. Mis amigos pasaron por la tarde para ver cómo seguía, me pusieron al día con mis deberes escolares y Julissa me contó que Ben preguntó por mí.
-¿Estás segura? –Meto la cuchara llena de helado a mi boca.
-Sí, se acercó a nuestra mesa, Yenuen casi se atraganta con su bebida, todo el comedor quedó en silencio, te lo perdiste, justo como la otra vez.
-¿Y qué quería? –Traté de no lucir ansiosa pero a quién engaño.
-Pues nada, llegó y dijo: ¿Dónde está Tabatha? Ni buenos días, o un hola como están, sus modales brillaron por su ausencia.
-Bueno pero y qué. –Bufé impaciente.
-Y nada, le comentamos que estabas enferma y ya. Nos dio la espalda y se fue, si no fuera tan guapo lo odiaría.
-¿Y es todo? –Mencioné decepcionada.
-Oh sí, casi lo olvido, también me pidió tu número de celular y me dijo que quería invitarte a salir.
-¿En serio? –Los ojos se me abrieron como platos.
Julissa soltó la carcajada, y Brent la siguió, me había tomado el pelo y yo caí redondita.
-Ja-ja, muy graciosa. –Expresé fulminándola con la mirada.
-¡Ups mira la hora! –Exclama Juli poniéndose de pie. -¿Nos vamos Brent?
-Sí, cuídate y nos más carreras maratónicas. -Me advierte mi amigo.
-Lo prometo. –Añado viendo como salían de mi habitación, eran cerca de las 6:00 p.m.
Mamá me preparó un delicioso filet de pescado frito, con puré de papa, terminaba de comer, cuando ella ingresó para llevarse el plato.
-Hija, te buscan. –Me indicó susurrando.
-¿Y porque hablas en voz baja? ¿Quién me busca?
-El chico raro, el del otro día, se vino detrás de mí cuando lo dejé entrar, está afuera.
-¿Con afuera te refieres de mi recámara?
Ella asiente y casi me voy de espaldas.
-¿Por qué lo dejaste entrar? –Le reclamo.
-¿Y qué querías que hiciera? se invitó solo.
Mi cuarto estaba hecho un desastre, como si un terremoto de 8.2 en la escala de Richter y un huracán categoría cinco, hubieran afectado la estancia.
-No puedo recibirlo, haz que se vaya.
-Lo he intentado pero insiste en verte.
-Pues imponte, eres la máxima autoridad de este hogar en ausencia de papá.
-Interrumpo. –Ben se encontraba recostado en el borde de la puerta.
De inmediato me ruboricé, andaba unos pantalones cortos, demasiado cortos, de punto que decían por detrás: "Kiss me" y una blusa llena de agujeros por el uso que utilizaba para dormir, a parte de mi horrible apariencia, sin omitir el olor a pescado por todos lados.
-Demasiado tarde. –Murmuró mamá más para ella que para mí. Intentó dejarnos solos y la sostuve del brazo, no le dije nada pero mis ojos saltones y mi boca comprimida eran una súplica silenciosa de que no se fuera. Dónde había quedado aquel "este chico me pone la piel de gallina" y que le daba mala espina. Aun así me abandona a mi suerte, la muy cobarde huye.
-Taba, tengo cosas que hacer.
–Agregó a la vez que se soltaba de mi agarre. –No más de media hora. –Le advirtió a Ben, esperaba que de verdad viniera a sacarlo cuando transcurriera el tiempo.
-Tú mamá es muy sobreprotectora. –Pronuncia él cerrando la puerta, ¿Por qué demonios cerró la puerta?
-¿Qué haces aquí? –Consulté con los brazos cruzados.
-Dijeron que estabas enferma no que tuviste un accidente.
-Eso no te importa, no has contestado a mi pregunta.
-En una semana hay que entregar el trabajo de Laboratorio.
-Lo sé, tú tampoco has sido muy participativo que digamos. ¿Cómo se supone que lo tengamos listo si te niegas a hacerlo conmigo y siempre estás quejándote de todo?
-Yo no me quejo de todo. –Frunce el ceño y se ve adorable.
-Cómo no. Tabatha eres una tortuga digitando. –Imito su tono de voz. –Tu presencia me irrita.
–Continuo, para mi frustración lo veo sonreír. -Yo creí que yo era complicada, pero mijito como diría mi abuela, tú me ganas y por mucho.
-No me conoces para afirmar que soy complicado.
-Te conozco lo suficiente para sostenerlo.
-Ahora eres toda una experta en lo que a mí se refiere. –Se cruza de brazos y procede a tocarse el mentón.
-No soy una experta en nada, tú me confundes, estás de buen humor y al minuto siguiente eres un ogro.
Hace un sondeo por el cuarto, me coloco en medio como si mi menuda figura impidiera ver el desorden que yacía a mis anchas.
-La otra vez que estuve aquí tu habitación lucia más presentable.
-Sí bueno, no he tenido tiempo de ordenar.
-Y esos shorts te quedan muy bien. –Su mirada socarrona me sonroja y de repente me siento desnuda, trato de cubrirme con las manos.
-No sabía que iba a tener visitas inesperadas.
-Sí, disculpa por eso, debí avisar, pero no tengo tu número.
Una señal de alerta se encendió en mi interior ¿Acaso me estaba pidiendo mi número de celular?
-Como sea. –Me aclaré la garganta. -¿Quieres que nos reunamos para finiquitar de una vez ese trabajo?
-No es necesario, ya lo hice, aunque sería recomendable si lo revisas, quizás quieras agregarle algo.
Saca de su mochila una carpeta y me la entrega.
-Espero que te recuperes pronto, te ves horrible.
-Gracias, ya lo sé. –Escupo con enojo, esperando que se largue o que mi madre ingrese con el reloj en la mano para indicarnos que se le acabó el tiempo.
-Tabatha. –Me llamó.
-Sí.
-Aceptas un consejo de mi parte.
-Depende del consejo.
-No soy buena compañía para ti, la única razón por la que estoy aquí es por ese proyecto, de lo contrario no me tomaría la molestia de hablarte. Quiero que te quede claro que no me interesa ser tu amigo, lo más recomendable es que te mantengas alejada de mí.
Una furia se apoderó de cada parte de mi ser, se fue acrecentado como un diluvio, sentí como la cara se me ponía roja de la rabia, y mis manos se convirtieron en puño.
-Fuera de mi casa. –Dejé ir controlándome. –No quiero que vuelvas a poner un pie aquí, llévate tus estúpidas observaciones. –Le tiré el folder y las hojas se desparramaron por el suelo. –Prefiero únicamente entregar mi parte y tener la mitad de la nota que trabajar en equipo contigo.
Ben miró las hojas pero no las recogió, su semblante perdió la serenidad, vi como los músculos de su cuello se contraían, chasqueó sus dientes y cerró los ojos. Al igual que yo hizo de sus manos un puño, con la diferencia que pude notar sangre a través de sus dedos. Sin decir nada, abrió la puerta y escuché que corría bajando las escaleras, cuando me acerqué a la perilla estaba manchada de carmesí ¡Qué demonios! Me apresuré a coger un kleenex y la limpié, luego lo metí en una bolsa plástica, haría que papá examinara su sangre, quizás fuera un problema de drogas, no encontraba otra explicación a sus constantes cambios de temperamento.
Me agaché con dificultad y levanté cada papel, me senté sobre la cama y empecé a leerlos, las páginas estaban enumeradas así que las ubiqué en su respectivo lugar. La tarea estaba perfecta, sentí una punzada de celos, porque ni en un millón de años, me hubiera quedado igual de haberlo realizado sola.
-¿Todo bien por acá? –Mamá se asoma.
-Sí que oportuna, vienes cuando él se retiró hace diez minutos. Tuvo oportunidad de violarme y luego matarme, incluso desaparecer mi cuerpo, cortarlo en cuadritos y tú ni al caso. –Acentúo con sarcasmo.
-Deja el drama para las películas.
–Pone los ojos en blanco. -¿Qué quería? –Indagó.
-Vino a dejarme el proyecto de Laboratorio que debemos entregar la otra semana.
-Muy considerado ¿No lo crees?
-Oh sí, le darán un premio por cordialidad.
-Sé lo que dije la última vez que vino, pero parece un chico muy solitario.
-Uffff, no tienes idea. –Manifiesto arqueando una ceja.
Mamá sonríe sin ganas para agregar: -Descansa, mañana llevaré una carta a la escuela para justificar tus ausencias, no puedes ir a clases en ese estado tan deplorable.
-Tú si sabes cómo infundir ánimos. –Nótese la ironía.
Ben Johnson no lo sabía, pero se estaba convirtiendo en mi propio proyecto de investigación, ya que Brent se negó rotundamente a seguir indagando sobre él, le pediré a Julissa que me acompañe para espiarlo en su casa, memoricé la dirección, de una forma u otra, averiguaré cuál es su secreto, entre cielo y tierra no hay nada oculto.
******
Tabatha no se da por vencida, esperemos que no se meta en líos por su testarudez. 😉
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top