CAPITULO 11
Las molestas clases finalizaron al menos por este tedioso día, Jul no paró de hablar en todo el camino de regreso, no entendía como era capaz de hacerlo sin una sola pausa, era algo que tenía que darle crédito. Brent se colocaba los audífonos y subía la música a todo volumen, de esta forma no la escuchaba.
-¿Y? –Julissa me fulminó con la mirada.
Me di cuenta que se dirigía a mí y me enderecé en el asiento.
-¿Y qué? –Pregunté tranquila, la verdad no puse cuidado a nada, mis pensamientos estaban en Ben. Una sombra oscura se cierne sobre él, sé que oculta algo. Hay una voz en mi subconsciente que me alerta que me mantenga alejada, pero seamos honestos, siempre hago lo contrario.
-No has puesto atención ¿Verdad?
–Sus ojos cafés me fulminan con resentimiento. Siento un poco de culpabilidad, pero es normal que me desconecte cuando parlotea sin cesar, es de verdad agobiante prestarle atención, ya que las conversaciones con Jul giran en torno a trivialidades que solo a ella le interesan.
-Oh sí, me estabas contando sobre.... –Busque ayuda en Brent pero él jugaba con su celular ajeno a mi situación. Llena de frustración golpee su rodilla con cierta rudeza. El aludido exclamó de dolor y si las miradas mataran, ya estuviera muerta.
-¿Qué ocurre contigo? –Me reclamó molesto.
-Eso te pasa por dejarme sola aguantando el constante canturreo de Jul, eso no es de amigos. –Me cruce de brazos.
-Mejor tú que yo. –Brent se encogió de hombros.
El auto se detuvo en seco, tanto que si no trajera el cinturón de seguridad puesto, de seguro paso atravesando el parabrisas.
-¡Qué estás loca! –Exclamó Brent sobándose la cabeza que había pegado en el asiento delantero.
-Fuera los dos. –Espetó con chispas saliendo de sus ojos.
-¿A qué te refieres? –Consulté sin entender.
-¿Qué a qué me refiero? –Gritó tan duro que lastimó mis tímpanos.
-Ustedes, que se hacen llamar mis amigos, hablan de mí como si yo no estuviera aquí. Si no les gusta lo que tengo que decir, caminen todos los días a la escuela o tomen el autobús.
-Estás enojada por algo que no lo amerita –Dije con total naturalidad. La mejor palabra es la que no se dice, Juli explotó como una olla de presión y su voz salió estruendosa: -Largo, los dos.
Volví a ver a Brent diciéndole con la mirada: -"Bien hecho". Él puso los ojos en blanco y sin más salió, dando un portazo.
-Nunca tuviste refrigerador, aprende a cerrar una maldita puerta. –Alega mi amiga con enfado.
-Todo es tu culpa. –Me reclama Brent al pasar a mi lado, asomándose por la ventana que traía abierta, y siguió caminando.
Los dedos de Julissa martilleaban el manubrio con impaciencia.
-Fuera. –Me señaló.
-Porque no te calmas y discutimos esto.
-Mañana cuando esté más tranquila quizás, por el momento. –Con su mano me señaló de nuevo afuera.
-Está bien, no se puede conversar contigo cuando te pones loquita.
-¿Quéeeeee? –Alargó la "e" más de lo necesario, y su voz resonó, haciendo que el vehículo retumbara.
Antes de darle un motivo más para sacarme ella misma, salí y me puse detrás de Brent. El carro nos pasó pronto por delante, dejando una estela de humo.
-Te odio en este momento. –Me aseveró mi mejor amigo, acomodando su mochila al hombro.
-No sé por qué, el día esta hermoso, no te quejes, es saludable caminar.
Veinte minutos después el cielo se oscureció y nubarrones cargados de agua se hicieron visibles. Fue cuando comenzó la rayería, no le tenía miedo a muchas cosas, pero a la rayería, en definitiva sí. Creo que el ver, cuando tenía cinco años, un documental donde presentaban las formas en que han muerto las personas por esta razón, no ayudó nada, me traumó de por vida.
-Brent espérame. –Me sujete de su brazo buscando refugio.
-Taba estás temblando. –Hizo la observación.
Una línea blanca y deforme castigó el cielo, y las pequeñas gotas se precipitaron. No se suponía que debiera llover, el otoño se abría paso descolorando las hojas de los árboles, pero el cambio climático causaba estragos de vez en cuando.
-Sabes que hay más probabilidades de que un rayo nos alcance si permanecemos juntos. –Me indicó Brent con la ceja arqueada.
Pero no me importaron sus suposiciones, me aferré tan fuerte a su brazo, que mis uñas se clavaron en su piel a través de la tela.
-Tabatha me lastimas. –Trató de zafarse de mi agarre, sin suerte. Ni una espátula me hubiera despegado de su lado.
Comenzó a llover como si el clima se riera de nosotros, en cuestión de segundos estuvimos empapados.
-¡Genial! –Expresó Brent mirando hacia arriba. –Espero que estés contenta.
-¿Me estás culpando? –Lo solté por un momento pero volví a poseer su brazo cuando las entrañas del cielo volvieron a resonar.
-Sí, directamente. –Seguimos avanzando. Pronto se formaron corrientes de agua que caían feroces por las alcantarillas y se formaron charcos prominentes. Un auto pasó muy cerca de nosotros y las llantas levantaron una enorme ola que nos cubrió por completo.
-Imbécil. –Le grité sacando mi dedo medio, lo hizo adrede el muy maldito.
-¡Grandioso Tabatha! Ahora pescaré un resfriado. –Se quejó mi amigo.
-Creo que seremos dos. –Afirmo sintiendo como el frío se extendía por mi piel como agujas. Tenía la esperanza que Julissa se arrepintiera y nos recogiera, pero era orgullosa al igual que yo, no daría el brazo a torcer, y sé que estaba lo suficiente enojada con nosotros como para seguir sin remordimientos.
Al fin llegué a mi casa, Brent no me habló en los últimos metros de trayecto. Perfecto mis dos mejores amigos estaban enfadados conmigo, ni siquiera se despidió, continuó como si nada. Corrí hasta la casa, al parecer mamá no estaba, así que aproveche para subir y darme un delicioso baño, la tibieza del agua de la ducha me relajó, estuve hasta que las yemas de los dedos de mis manos se arrugaron. Me envolví en la toalla, caminé hasta mi cómoda y saqué la secadora de una de sus gavetas, procedí a secar mi largo cabello, una vez terminada esta faena, me puse mi pijama con pantalones de lana, medias y una blusa blanca holgada.
Baje a la cocina porque tenía hambre pero soy terrible cocinando, me decidí por unas palomitas y como postre me comí varias galletas de nutella que mamá horneó. Todavía llovía a cantaros, y Ben continuaba atormentándome, no podía estar tranquila hasta descifrar el enigma. Me cambié de ropa, me calcé las botas de hule negras con gotitas grises metálicas, me puse la capa impermeable y armada con un paraguas me lancé a la calle.
Tengo que aceptar que literal corrí hasta llegar a la residencia de Brent. Toqué el timbre varias veces desesperada por entrar. Shaila la madre de Brent me abrió sorprendida de verme.
-Tabatha ¿Qué haces afuera con este clima? –Me ayudó a quitarme la capa y colocó mi paraguas en un recipiente rectangular. –Brent está en su dormitorio, está de muy mal humor, no vino Julissa a dejarlo como todos los días, creo que se pelearon, no ha querido contarme nada, ¿Sabes qué pasó?
-Sí, tuvimos un mal entendido con Jul, nada que no se resuelva mañana.
-Oh vaya, debió ser muy serio.
–Murmuro más para ella misma.
Unos delgados y frágiles brazos me rodearon por la cintura, haciendo que perdiera el equilibrio unos segundos.
-Tabi. –Denali sonreía a sus anchas feliz de verme.
-Hola pequeña. –Me incliné a su altura y la abracé con fuerza, para luego darle la vuelta al mundo, que consistía en tomarla del pecho y girarla varias veces.
-¿Te quedarás a cenar? –Me preguntó Shaila.
-No quiero molestar. –Contesté tratando de sonar respetuosa, pero la verdad era que moría por probar su comida.
-No seas tonta, pondré un plato más. –Sonrió y se me hizo la boca agua, adivinando qué habría hoy.
No toqué cuando entré a la habitación de Brent, estaba recostado sobre su cama con unos pantalones deportivos negros con una franja blanca horizontal y una camiseta azul con el retrato del grupo Nirvana. Escuchaba música con los ojos cerrados y movía sus manos en el aire como si tocara una batería.
La idea se desarrolló en mi mente y una perversa sonrisa se dibujó en mi cara. Con cautela me acerqué, me coloqué en frente de él, tomé sus pies y lo jalé, cayendo sentado sobre la alfombra. No podía parar de reírme mientras un adolorido Brent se acariciaba el trasero y se recuperaba del susto.
-Tienes un morboso sentido del humor Arlington. –Espetó poniéndose de pie y tirando los audífonos a un lado. Se sentó en la orilla de la cama y se cruzó de brazos. -¿Qué haces aquí? –Alego sin una gota de humor.
Me sequé las lágrimas mientras que los últimos residuos de risa desaparecían, respire varias veces y cuando estuve en completa calma hablé.
-¿Quiero que hagas un trabajo de investigación para mí?
-Porque tengo el presentimiento que será algo ilegal. –Sus ojos negros se clavaron en mí acusadores.
-¿Por qué siempre tienes que cuestionarme? –Lo miré indignada.
Brent se mantuvo en silencio arqueando su ceja, con una expresión impasible.
-¡Ay por Dios! –Exclamé. –Está bien, quiero que te metas en los registros de la antigua escuela de Ben y averigües si hay algo turbio, es todo.
Mi amigo puso los ojos en blanco y se levantó de golpe, colocando las manos a cada lado de su cadera.
-¿Cuál es tu obsesión con ese chico? –Me reclamó
-No es obsesión, es solo curiosidad sabes.
-Déjalo en paz, casi nos atrapan en la escuela cuando entramos a husmear en su expediente. –Gritó.
-Baja la voz ¿Qué te pasa? Quieres que tu madre escuche.
-Taba. –Cerró la boca y pareció meditar sus siguientes palabras.
-¿Cuál es tu rollo con ese muchacho? ¿Te gusta?
-No, no. –Repetí, tratando de convencerme.
-No sonaste muy convincente. ¿Por qué no haces como la gente normal y te haces su amiga? conócelo, una cosa lleva a la otra.
-"Hacerme su amiga". –Estuve a punto de soltar una carcajada. –Es un antisocial, grosero, prepotente y arrogante tipo que jamás he conocido.
-Pareces describir a tu pareja ideal. –Levanta ambas cejas y comprime sus labios para luego formar una línea.
Le di mi mirada más intimidante, pero no pareció que le importara.
-Dame una razón justificable de por qué hacerlo.
-Pues.... Ehhhhh. –Piensa Tabatha.
-Estás articulando palabras, esto significa que intentas inventar una excusa que suene convincente.
¡Maldita sea mi suerte! Me conoce demasiado bien.
-Pienso que es un delincuente.
–Dejé ir.
-"Delincuente". –Repite. - ¿Qué te hace pensar eso?
-Los chicos que mandó al hospital ¿Recuerdas?
-Sólo se defendía, yo mismo he fantaseado con romperle la cara a David alguna vez.
-Hay algo mal en él Brent, lo siento aquí. –Toco mi corazón. -¿Cuándo han fallado mis corazonadas? –Lo señalo con el dedo índice.
-Es de mala educación señalar a las personas. –Me baja la mano.
-Ayúdame, hasta que no resuelva el misterio no estaré tranquila, y sabes cómo me pongo con estas cosas.
-Como una maldita espina en el trasero. –Me contesta. –Si lo hago, dejaras el tema en paz.
-Lo prometo. –Crucé mis dedos en mi espalda, era algo que no podía cumplir.
-Bien. –Encendió su portátil, Brent quebró la seguridad del sistema de su antiguo centro académico en cuestión de dos minutos, debería de dedicarse a ser hacker, ganaría una fortuna. –Aquí está. –Me llamó, apuntando a la pantalla.
Mis ojos bailaron danzarines sobre la información, ambos nos quedamos viendo al terminar de leer.
-Vaya que tenías razón, varias detenciones por disturbios en la escuela, fue expulsado al agredir a dos de sus compañeros sin ninguna razón aparente. Según el reporte del psicólogo que llevaba su caso, Ben es inestable emocionalmente, con cuadros de bipolaridad y violencia, y hay más. Rayos Taba, mantente alejada de él, este tipo es en serio peligroso.
Mi cerebro analizaba lo averiguado pero por alguna razón, había más, estaba segura de eso.
-¿Es todo? –Inquirí.
-¡Estás demente! ¿Querías más? Lo que no entiendo es ¿Por qué no aparecen sus antecedentes en el expediente escolar?
-Quizás tuvieron cuidado de encubrirlo, no lo aceptarían en cualquier lugar de no ser así.
-Se acabó me oyes. –Brent me miraba desde la silla del escritorio.
-Brent, Brent, esto apenas comienza.
-¡Lo prometiste! –Exclamó molesto
-Crucé los dedos, eso anula la promesa.
-Tabatha. –Su tono es autoritario.
-Ni al caso. –Pongo los ojos en blanco.
En ese momento Shaila ingresa.
-Hola, la cena está lista.
-Bien, muero de hambre.
Antes de que Brent dijera algo más, ya me dirigía al comedor. Durante la cena mi amigo me acusaba con su mirada pero lo ignoré, habíamos descubierto una pequeña pieza del gran rompecabezas que era Ben Johnson. Debía excavar más profundo, estaba cerca, o al menos más que antes. Este acertijo no se quedaría sin resolver, me encargaría de unir los cabos.
*******
Creo que Tabatha no dejará de meterse en problemas. Es muy decidida cuando se lo propone.
Hasta el próximo capítulo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top