PRISIONERAS 2/2

La semana pasó sin grandes novedades, tuve la visita del que supuestamente era mi abogado, pero no tenía mucho para decirle, la doctora y un policía dentro del recinto, se encargaron de que me molestaran poco, Yamileth me prometió conseguirme el contacto para traer la droga. Tenía como dije pocas cosas, pero todo se precipitó al décimo día. Estábamos en las duchas, yo estaba dejando que el agua rodará sobre mi cuerpo, frotándome entera con la esponja, tenía los ojos cerrados cuando de repente me di cuenta que estaba sola, no había el ruido de hace minutos atrás, abrí los ojos y vi que todo el mundo había desaparecido de repente cerré el agua, me enrollé con la toalla alrededor del cuerpo y salí de la ducha al vestuario, allí me esperaban cuatro mujeres, estaban con pantalones cortos y top de color naranja "eran Las Tomboys" sus cuerpos brillaban por el sudor y sus músculos estaban tensos y marcados, sin duda venían de hacer pesas y habían echado a todas las reclusas del vestuario. Enseguida reconocí a Brayana, se acercó a mí y sus compañeras me rodearon.

—Pero miren a quién tenemos aquí... A la Barbie nueva— Me dijo mientras ponía un dedo en mi boca y lo movía alrededor de mis labios. No podía reaccionar como mi Instinto me lo dictará, tenía que mantener la calma.

—Creo que lo vamos a pasar muy bien todas juntas. ¿Por qué no eres buena y le das un besito a Brayana? —Ella se aproximó a mi intentando besarme, pero yo aparte la cara, entonces sin darme tiempo a reaccionar, Brayana bajo su mano de golpe y de un jalón me despojo de la toalla dejándome desnuda, sus amigas me sujetaron de los brazos y levantándome como si fuera una pluma me tumbaron sobre los bancos de madera, ¡Demasiado fuertes para mí! Intentaba quitármelas de encima mientras dos de ellas sujetaban mis brazos, otra abrió una de mis piernas y enseguida note como una lengua intentaba penetrar en mi sexo.

—¡Déjame en paz! — Imploré.

Esto sobrepasaba mis límites, me conocía era muy caliente para aguantar con estas cuatro bestias sobre mí, cuando casi solté un gemido de placer, una voz fuerte y grave resonó en el vestuario.

—¡Basta! Suéltala de una vez— Era la directora y algunas celadoras. Las Tomboys me soltaron y yo empecé a llorar mientras me tapaba con la toalla, lógicamente estaba disimulando. Pero gracias al cielo llegó porque de lo contrario otra historia sería.

—¡Llévenlas a sus celdas!, menos a la reclusa 2022— Ordenó la directora.

La directora se acercó a mí colocando su mano en mi hombro derecho y empezó a consolarme. —Tranquila bebé, no ha sido nada, no llores, ven conmigo, te daré algo que te tranquilizara— Me coloqué mi uniforme y fui con la directora hasta su despacho, cuando me senté en la silla, vi un sobre la mesa un sobre abierto con un poco de polvo blanco derramado sobre la mesa, un poco más allá había un látigo de cuero bastante largo.

—Esto es lo que querías, ¿Verdad? — preguntó, —Tu compañera de celda me dijo.

"¡Bingo!", pensé ya tenía a la suministradora de droga en la prisión, la propia directora y obviamente, tenía que seguir su juego.

—¡Oh! Si, ¿Puede conseguirme más? — pregunté en un tono de urgencia.

—¡Claro! Por supuesto bella. Pero ¿Cómo me la vas a pagar? — preguntó tocándome las mejillas, — ¿Tienes dinero? 

—No— movía mi cabeza negativamente, —Pero haré lo que usted quiera de mi— utilicé un tono sumiso.

—¿Ah, sí?... Vamos a comprobarlo— La directora rápidamente se quitó su chaqueta, su camisa y el top, dejando al aire unos senos firmes y esplendorosos, después continuo con los pantalones y se bajó las bragas dejándose solamente unos ligeros de color negro con encajes, se sentó en el borde de la mesa y abrió bien sus piernas.

—Ahora arrodíllate y ven aquí. Quiero que me comas toda mi vagina— ordenó —¡Vamos! 

Si quería llegar a resolver el caso tenía que seguir con el juego, ya había llegado a la que suministraba la droga, todavía tenía un largo camino, me puse de rodillas y comencé a lamer esos labios vaginales húmedos por la excitación que le provocaba, ¡Pobre! No la culpaba. Le hice un buen sexo oral a la directora tanto que no duró mucho en correrse con mi mamada.

Después de estabilizarse me dijo —Anda, quítate el uniforme.

Me quité todas las pendas y seguí devorando su coño, empezaba a marearme por el efecto de las drogas... ¡Ah! Se me olvidada, tuve que inhalar todo el contenido del sobre... era una sensación de desorientación y de placer, era una locura todo lo que sentía, veía colores y formas y no podía parar de chupárselo. Cuando de repente, sentí un dolor intenso en mis nalgas.

—¡Ahhhh! — grité.

—Sigueeee, no pares ahora— Gritó la directora mientras me volvía a azotar mis nalgas con el látigo que previamente había visto.

Este sadomasoquismo me estaba llevando al éxtasis, entre el flujo, y los azotes. Mis sentidos se dispararon y empecé a correrme como una loca, como estaba de rodillas, me alcé un poco y me metí yo misma los dedos en mi coño y me acariciaba el clítoris, mientras oía cada vez más lejano zumbido del látigo estrellándose en mi piel. Mis nalgas estaban ardiendo y mi boca llena de líquido, estaba pérdida entre la excitación, colores, formas, escuchando gemidos, jadeos.

¡ZAS!!!, ZAS! Otro latigazo. De repente se hizo el silencio y no supe más de mí...creo que me desmayé.

Me desperté en una posición muy rara, no tenía conocimiento dónde estaba, note que estaba boca abajo, sobre una camilla, desnuda, mi cabeza palpitaba de dolor, sentí algo de ardor en mis nalgas, giré la cabeza y logré visualizar a la doctora Torres con unas gasas y una pomada curando mi marcado mis nalgas.

—¡Maldita! Satánica vieja zorra... casi me mata— vociferé con dolor.

—¡Hola! Bella durmiente. Creo que ayer tuviste un encuentro muy movidito con nuestra directora, suerte que el látigo que utilizo no deja marcas, solo que no podrás sentarte bien en un par de días... ¿Descubriste algo? — preguntó la doctora.

Traté de moverme, pero Rosa me lo impidió, —Siiii, la zorra de la directora es la que proporciona la droga a cambio de favores especiales como puedes comprobar y creo que también está detrás de la prostitución de reclusas. Te lo puedo asegurar— respiré profundo, el ardor era fuerte. —Pronto lo averiguaré, mientras podrás informar al juzgado para que venga mi abogado.

—Al parecer usted es muy apasionada con su trabajo, cosa que la hace ser eficiente... aunque corra peligro su vida— dijo la doctora con cierta picardía en su tono.

—Es mi trabajo Doc, además dos casos que me descomponen son las drogas y la prostitución— dije.

—Entiendo, pero debes tener cuidado, te expones mucho al peligro— expresó.

—Ummm. Me encanta la doctora Torres se está preocupando por mí.

—No... igual lo haría por quién estuviese en tu lugar— aunque lo negara, si se preocupaba por mí y saber eso me hacia feliz. 

—Te estás acercando mucho, creo que "Las Tomboys" trabajan para la directora y lo de ayer fue una trampa para hacerte entrar en el juego de la prostitución, la directora ha dicho que quería verte cuando te recuperaras...Ahora sí, voltéate quiero volverte a revisar, ayer fue imposible— Me di la vuelta con dificultad ya que tenía mucho dolor en mis nalgas y también el cuerpo, Torres comenzó con sus dos manos a tantear mi cuerpo, en busca de posibles fracturas, mientras lo hacía con extrema delicadeza me fijé en lo guapa que era, tenía una boca muy sensual y una dentadura perfecta que armonizaba su sonrisa, ella se dio cuenta de mi mirada y se puso un poco tensa, cuando tanteo mis senos, mis pezones reaccionaron de inmediato, la doctora se apartó de repente. ¿Nerviosa?

—Bueno, al parecer estás bien, sólo algunas contusiones, será mejor que te vistas y vayas a ver a la directora— me dijo

Me puse mi uniforme penitenciario y cuando me disponía a salir la doctora me agarró de la mano y con voz suave me dijo. —Ten mucho cuidado Nuria, la directora es una mujer peligrosa— nos quedamos viendo a los ojos mutuamente.

—¿Sabe qué doctora? — Hubo un segundo de silencio, —Cuándo todo esto termine que le parece si quedamos un día y cenamos para conocernos mejor. ¿Acepta? 

—Por supuesto, me encantaría— contestó con una sonrisa que me fulminó.

Como tenía que ser,  aquí estaba nuevamente en la oficina de la directora, ella tan entera como siempre, con su cabello agarrado con una cola de caballo y su porte imponente, me entregó una pequeña bolsita y me dijo que si quería más lo único que tenía que hacer era un par de favores a unos amigos. Les contesté afirmativamente y me dijo que el viernes por la noche vendrían a buscarme a mi celda, saldríamos de la prisión a un sitio donde nos esperaría y por supuesto, no faltó la amenaza, —¡Oye! Niña. Si le cuentas a alguien podrías tener un lamentable accidente— me dijo tomando violentamente mis mejillas, —La droga en exceso es mata— me susurro al oído derecho.

Luego concerté una cita con mi falso abogado y le informé a él y a la doctora Torres, que estuvieran el viernes preparados para seguir al carro donde yo saliera, que junto con un equipo de policías y en una emboscada los detendríamos. 

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Era viernes por la noche, cuando todo estaba tranquilo, las dos celadoras que me dieron la bienvenida vivieron a buscarme tal como había dicho la directora, me llevaron a un cuarto y me dijeron que me pusiera un conjunto de lencería sexy que tenían preparado y un vestido rojo ceñido, con amplio escote y falda corta, me hicieron maquillar y me esposaron las manos tapándome los ojos con una venda, sentí como me subían a un carro y durante el viaje las celadoras se encargaron de irme calentando sobando mis senos y mi sexo por encima de la ropa. Yo confiaba en que estuvieran siguiéndonos la policía de cerca, cuando el carro paró, me sacaron y me iban llevando, asumí que sería el lugar dónde me esperaban, me sentaron y me quitaron la venda de los ojos y vi un enorme salón, sin duda de un gran chalet, en el sofá había dos hombres de edad mediana y de pie a mi lado estaba la directora de la cárcel.

—Aquí la tienen. ¿Qué les parece? es toda una belleza, ¿verdad? — Les preguntó la directora mientras me paró y subía el vestido un poco para dejar entrever mi lencería.

—Está buenísima— Dijo uno de los hombres. —Será un placer cogérsela— dijo otro de los hombres.

Cuando estaban dispuestos a empezar su labor conmigo, sonó un golpe seco procedente de la puerta, antes de que nadie reaccionara aquello se llenó de policías y de agentes portando armas y placa.

—¡Quietos, policía, quedan todos detenidos! — dijo una voz de la autoridad.

La policía detuvo a todos los de aquella habitación, leyéndoles sus derechos, se preocuparon por mi estado y luego procedieron a detener a más gente en la prisión.

Las siguientes semanas fue toda una locura en el juzgado por declaraciones. Se logró desmantelar una red de droga y prostitución montada por la directora, junto con algunas celadoras y reclusas de la prisión. El grupo de "Las Tomboys" vieron ampliada su condena y separadas cada una a prisión diferente.

Recibí felicitaciones de casi todas las entidades judiciales por mi trabajo y un jugoso pago económico. El último día de juicio coincidí a la salida con la hermosa doctora Rosa Torres.

—¿Se acuerda que me debe una invitación a cenar? Le pregunté, —Además quería agradecerle todas sus atenciones en la prisión y fue por su valentía que se logró que todo esto saliera a la luz.

—Un placer, Detective Nuria Alarcón, una mujer como tú, se las hubiese arreglado perfectamente sola...Y claro que aceptó esa invitación.

Esa misma noche Rosa fue a mi apartamento, cenamos y nos reímos, pero lo mejor de todo fue el chequeo médico que me hizo a fondo. 

                                                                                        ****FIN****



Nota: Próximo CASO 5CHANTAJE TROPICAL (Narrdor: Óscar Cáceres)

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