CHANTAJE TROPICAL 2/2

Al día siguiente el plan empezó, me presenté en el hotel con Julia y escogimos una habitación con una cama matrimonial, le di un nombre falso y rellené la ficha. Desde el primer momento di generosas propinas e hice alarde del despilfarro. Julia se comportó extraordinariamente bien, me tomaba de la mano, del brazo, hablaba de forma muy escandalosa y nombraba con descaro a mi supuesta esposa. Yo le compraba ropa, pulseras, nos reíamos con desfachatez y descaro continuamente damos la impresión de que éramos amantes.

El Sr. Julio estaba haciendo su parte del trato, él se encargó de correr la voz de que era un hombre millonario, casado y con hijos, como era de esperarse eso levantó muchas miradas sobre todo la de dos de los sospechosos en mi lista.

El primero era unos de los chóferes del hotel, Juan Domínguez, un nativo con gran musculatura, sospechaba de él porque en su ficha había poca información de sus anteriores trabajos, llevaba año y medio, justo el tiempo que empezaron los chantajes, dormía en las habitaciones del servicio del hotel y tenía una moto importada de gran cilindrada, y un carro deportivo, algo ostentoso para el sueldo de un chófer. La otra sospechosa era una chica de la lavandería, Leyla, una joven de unos 20 años que llevaba desde los 19 en el hotel, muy amiga de Juan, tenía llave maestra de todas las habitaciones, ¿Por qué una chica de lavandería tiene que tener ese acceso a las habitaciones? Sospechoso... y otra cosa qué llamo mi  atención es que en su currículum constaba de un curso de fotografía y video por correspondencia enviado desde una empresa de Miami.

Estaba casi seguro que eran los chantajistas, pero tenía que comprobarlo. En ningún momento los vi con ninguna cámara, pero si observaba que hablaban mucho entre ellos. Durante varios días Julia y yo nos dábamos demostraciones de afecto, pero de una forma exagerada y les confieso que había veces que la cercanía de esta chica, Julia, me ponía bastante caliente, pero disimulaba sobre todo en beneficio de la investigación, por las noches ella y yo dormíamos en la misma habitación, pero su padre hizo instalar una cámara supletoria que escondíamos debajo de la principal.

A la semana después de una cena rica en marisco, algo de vino y muchas risas, Julia y yo fuimos a la habitación, por precaución yo había puesto en la puerta un trozo de papel celofán en un lugar escondido para saber si la puerta era abierta mientras no íbamos a estar esa noche así que estaba despegado. Antes de entrar hablé con la chica.

—¡Oye! Julia, es posible que hayan escondido una cámara, así que tenemos que fingir dentro. Nos llamaremos con palabras como cariño y amor y nos acostaremos en la misma cama, con eso les daremos motivos suficientes para chantajearnos, ¿Ok? — le dije.

—Está bien, lo haremos, tranquilo— me respondió picándome el ojo derecho, el cual, ese gesto me desestabilizó.

Entramos y desde el primer momento, disimulando localicé el emplazamiento de la cámara, estaba en un respiradero en la pared, detrás de una rejilla, apenas se veía, pero estaba muy bien ubicada porque tomaba gran parte de la habitación, Julia y yo reíamos y nos llamábamos continuamente cariño, amor, y algún beso en las mejillas. Entonces ella me dijo que tenía que entrar al baño un momento, yo me quede asombrado la chica se veía muy segura de su misma, salió del baño y fue hasta donde estaba y me levantó el camisón y me lo quitó por encima de la cabeza, —Julia, ¿Pero qué haces?— le pregunté en forma de susurro casi con mi boca pegada a su oreja

—Simplemente...haciendo mi trabajo Detective Óscar— me besó el cuello, —Ellos quieren ver acción, entonces démosles a los chantajistas un buen motivo para chantajearnos. ¿No crees? — dijo muy bajito con su voz dulce y seductora.

Luego y como toda una experta en manejar situaciones me tumbó en la cama y ella a mi lado, sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo mientras besaba mi cuello, pasando sus manos por mi pecho desnudo, bajando y pasando por mi abdomen hasta llevar a mi bóxer y situarse en mi miembro que ya se estaba empezando a endurecer, —¡Wow! Detective su amigo está más que listo— susurró de una forma pícara. Solté una pequeña risa y la tomé para ponerla boca arriba y besarla por completo. Ella agarraba mis brazos y los masajeaba, rápidamente me fui hasta abajo y llegar a su entrepierna y besarle su intimidad por encima de la tanga diminuta que llevaba quitándosela de un solo movimiento para después hacerle sexy oral, mis dedos viajaban de arriba a abajo de su raja ya súper húmeda, movía los dedos en círculos sobre su vagina y excitaba su clítoris con suaves masajes sobre el, —Así, así, qué rico dame más— me decía con la respiración entrecortada, así fue hasta que sentí que en cualquier momento se podía venir y cómo si estuviésemos sincronizados, ella detuvo la acción —No me quiero correr tan rápido— me dijo mientras subía a ahorcada de mi haciendo movimientos circulares sobre mi bulto que estaba más que listo para entrar en acción. —Ok, dame chance para buscar un condón— le dije dándole un beso en la boca y parándome a la gaveta donde tenía una caja, me lo coloqué en el acto.

Me volví a acostar en la cama boca arriba y nuevamente retomamos la posición anterior, ella sobre mí, tomó mi pene lo masturbó por unos segundos y se lo fue metiendo lentamente, —Mmmmm que delicia— como disfrutaba de la vista que tenía, pronto empezó a cabalgar y sus senos saltaban eran todo un espectáculo, su sexo estaban tremendamente mojado e inflamado de deseo, aquello se convirtió en una especie de a ver quién le daba más placer al otro, yo aceleré el ritmo con unas embestidas más fuertes, los dos empezamos a movernos, nos volvimos locos de placer.

—Sigue mi amor... mmmm, ahhhh, me gusta qué rico— me decía.

—Me vuelves loco, Julia— dije.

Hasta que llegó el orgasmo, espectacular y para mi asombro llegamos juntos, ella prácticamente se desmayó en mi cuerpo, pasé mis manos por su espalda y noté que estaba sudada. Sin darle tregua me acosté en encima de ella y empecé a besarla por el cuello y bajé hasta sus bellos y redondos senos me detuve para darles especial atención a ellos los manoseaba y besaba veía como se retorcía de placer, —Mmmmm, detective, pero usted sabe tratar a una mujer— me decía con visible excitación. Luego baje un mano y la llevé hasta su intimidad y pase mis dedos por todos sus labios vaginales el cual estaban húmedos, fue cuando me dijo que quería sentirme dentro, así que me paré y estiré mi brazo izquierdo a la mesa de noche y saqué otro condón de la caja y me lo coloqué, después me sitúe entre sus piernas y fui metiendo con fluidez mi pene sentía como se estremecía Julia.

—¡Ahhhh! Cariño métemelo, así me gusta— me susurró.

—¿Te gusta? — le pregunté.

—Me encanta—

Hasta que empecé a embestir con suavidad, ella gemía y yo estaba encantado de oírla, la miraba a los ojos y veía deseo y lujuria, continué sacando y metiendo más y más, ya aumentaba ritmo, pero todo era por Julia ya que a medida que ellas gemía yo me excitaba más y aceleraba, de pronto sentí sus manos en mis nalgas y me atraía más a ella, —Así, así más duro Óscar— me decía en tono se urgencia, mis caderas parecían que tenía vida propia porque le estaba dando duro, como ella quería. —Ah, ahhhh, Julia me enloqueces mami— le dije

—¡Ay! Óscar creo que me voy a correr, daleee más.

Así que aceleré el ritmo mientras ella se corría y después lo volvía a hacer yo, sus fluidos salían en catarata, —¡Oh! Diosssss— dije en su cuerpo, esta vez fui yo quien cayó rendido ante ella, después saqué mi pene y me acomodé al lado de ella.

—¡Wow! Eres exquisita Julia— dije con gran entusiasmo.

—¡Gracias! Por la parte que me toca— dijo dándome un beso, —Y no te quedas atrás— dijo mientras se paraba de la cama para ir directo al baño.

Me imagino que la cámara estaba registrando aquella sesión de sexo paso a paso, cosa que por otro lado también me daba morbo. Cuando Julia salió del baño envuelta en un albornoz preguntó, —¿Crees que habrá sido convincente? — me dio risa ese comentario.

—Creo que sí— risas, le di un beso y esta vez me metí al baño a ducharme.

Pedimos algo de comer a la habitación y después nos fuimos a dormir, el cansancio nos venció... ¡Claro! Qué el descanso no duró mucho, porque no sé si fue a las dos o tres horas, yo dormía boca abajo, pero en mitad del sueño noté otra vez como una suave mano recorría mi espalda y bajaba a través de mis nalgas y es que Julia todavía tenía cuerda para más, yo no podía ni moverme del cansancio y el sueño, así que deje que ella trabajara otra vez sobre mí, me voltee y empezó a masturbarme una vez más con suavidad y destreza llevándome nuevamente a otro orgasmo.

                                                        ******************************************* 

Al día siguiente salimos todo el día para dar tiempo a nuestros sospechosos a recuperar la cámara. Cosa que debió hacer Leyla ya que se supone que es la única que entró en la habitación, esa misma noche en recepción me esperaba una carta, escrita a computadora donde se me invitaba en una playa cercana al día siguiente, obedecí y a la hora indicada, cerca de una roca encontré una cámara de video donde estaba grabado parte de lo que la noche anterior había pasado entre Julia y yo, también había una nota en la que me decía que si quería que se eliminará la evidencia original tenía que depositar en una bolsa de basura 5 mil dólares y dejarla en una dirección que figuraba más abajo dentro de dos días y recibirá las pruebas de su desaparición.

Y pues el momento había llegado. La operación para atrapar a nuestros estafadores estaba en marcha, preparé una bolsa con dinero falso, lógicamente, avisé al comisario de policía del Estado y vino con un destacamento, se escondieron en un lugar cercano a donde debía dejar el dinero, que no era otro que una papelera en un paseo marítimo de la ciudad. Así lo hice el día y a la hora señalada y luego nos retiramos a vigilar desde cerca esperando ver quien recogía la bolsa de basura.

Después de esperar una media hora, una moto la cual reconocí como la de Juan se aproximó hacia la papelera del paseo marítimo, su piloto que ocultaba su identidad con el casco, metió la mano en ella, tomó la bolsa y se alejó a toda velocidad, acto seguido, la policía y yo nos montamos en un 4x4 y seguimos al motociclista el cual se dio rumbo al hotel, mientras le seguíamos yo empecé a ordenar un poco mentalmente toda la información que tenía, había algo que todavía no me encajaba del todo, esto parecía muy fácil, aquí había algo más, me daba la impresión de que en vez de controlar la situación, eran los acontecimientos los que me controlaban a mi... Y efectivamente, el hombre llegó al hotel, bajó de su moto y se dirigió hacia la recepción portando la bolsa con el falso dinero, después fue hasta el despacho del director, el Sr. Julio, llamó a su puerta y entró.

La policía y yo entramos al despacho, nos encontramos a Juan vaciando lo que había dentro de la bolsa sobre la mesa del director el cual tenía cara de sorprendido.

—Detengan a estos dos hombres y leales sus derechos— Ordenó el comisario.

—Pero, ¡Qué carajos! Se volvieron todos locos, yo no he hecho nada— Gritó el Sr. Romero.

Toda mi cabeza estaba hecha bolas, tenía una mezcla de sentimientos entre rabia y decepción. En ese momento apareció Julia que empezó a llorar al ver cómo detenían a su padre, también trajeron a Leyla, habían registrado su habitación, encontrando material fotográfico, todo pasaba delante mí como una puta película, estaba muy confuso, "Pero como no me di cuenta", pensé. Hasta que observando más detenidamente a Leyla, todo empezó a verse más claro.

—No, no. Esperen un momento— dije —Estamos cometiendo un error. el Sr. Julio, es inocente, él no es el cabeza de todo este chantaje— El comisario me miró con cara de estupor. "Y la verdad yo hubiera hecho lo mismo".

—¿Pero si lo hemos visto claramente? Le han traído a el dinero, por Dios— dijo todo desencajado.

—Sí, es verdad. Pero es una trampa, quieren que parezca que él es el culpable, ¿No entienden? — dije convencido.

—Ok. Entonces, ¿Quién es? — preguntó el Comisario.

Mi visita fue a dar a Julia, la cual había cambiado su carita angelical por una de circunstancia.

—Es Julia, ella es quién ha estado chantajeando a clientes del hotel y le ha tendido la trampa a su padre con ayuda de estas dos marionetas.

—¿Qué? ¿Cómo? ¡Eso no es posible! está usted equivocado— grito el Sr. Romero.

—Lamentablemente no, Sr. Julio, de hecho, ahora veo todo con claridad de ahí la facilidad con que se ha desarrollado todo esto, siempre sospeche que tanto Juan como Leyla eran demasiado básicos, simples para llevar a cabo con éxito los chantajes, la moto de Juan es demasiado ostentosa para su poder adquisitivo, y sin decir que es importada, seguro es un pago por sus servicios y si investigamos su procedencia seguro que su hija está detrás de ello— dirigí mi mira a la hija del Sr. Romero, —¿No es así Julia? Al igual que el curso de fotografía y video por correspondencia que hizo Leyla expedido por una empresa de Míchigan dónde su hija ha estado estudiando, la facilidad con que su hija se ha prestado a hacerse pasar por mi amante, incluso excediéndose en su papel— esto último lo dije con molestia, sin dudarlo esta chica me había herido en todo mi orgullo.

—El hecho de que se me chantajeara aquí y no esperar a que estuviera en mi ciudad como se hizo con las otras víctimas— y a medida que exponía el caso seguía dándome cuenta de cosas, —Pero lo que me ha convencido del todo es la pulsera que lleva en el tobillo Leyla, fíjense— me dirigí a la chica y me agache para mostrar, —Es de perlas griegas, pequeñas amarillentas muy escasas y sobretodo caras exactamente igual que las perlas que lleva Julia en su collar del cuello, seguramente otro regalito de la Señorita Romero hacia su amiga de fechorías.

—Pero lo que no entiendo, entonces ¿Por qué Juan se descubre a sí solo trayendo el dinero al Sr. Romero? — preguntó el comisario.

—Sencillo, dando a entender que el Sr. Romero era el culpable, él podía alegar que cumplía órdenes de su superior, simplemente recogía algo para él.

El Sr. Julio se dirigió a su hija la cual ya estaba siendo esposada por la policía. Y mientras veía esta escena algo en mi interior se estremecía.

—Hija mírame a los ojos y dime la verdad. ¿Has sido tú? — le preguntaba su padre buscando una mínima esperanza que de ella desmintiera el hecho, pero lo que yo veía en Julia era rabia y odio.

—Sí, he sido yo, papito— escuchar esa respuesta el Sr. Julio fue como si le clavaron una estaca en el corazón.

—He querido vengarme de ti, por haber matado a mi madre en ese accidente de auto. ¡Tú la mataste Julio Romero! Cuando no eras más que un patético alcohólico, ¡Tú tenías de haber muerto, tú y no ella! Te odio y desde entonces solo he buscado tu ruina— Julia se quebró al final en llanto.

—Bueno, ¡Ya basta! En comisaría prestara la declaración correspondiente. ¡Vamos! — Ordenó el comisario.

Pero antes de salir Julia me miró y pidió decirme algo.

—¡Vaya! No contaba con que fueras tan listo Óscar, pero algún día saldré y te buscaré, créeme no seré tan cariñosa como la otra noche... ¡Cariño! — dijo.

—Te estaré esperando, Julia... Y, por cierto, cuídate mucho en la cárcel, que con ese cuerpo creo que vas a ser el plato favorito diario de alguna machorra— Esa sería mi último encuentro con ella.

Al día siguiente preparé mi equipaje para irme rumbo a mi ciudad, antes de abandonar el hotel fui a hablar con el Señor Romero, estaba desconsolado, triste y abatido, la verdad no era para menos.

—(...) Sr. Julio, lo siento mucho. Usted me contrató para hacer mi trabajo y descubrir a los chantajistas y eso hice, siento que su hija estaba metida en esto.

—No, no se preocupe, Sr. Óscar, usted ha hecho muy bien, ha cumplido con lo acordado, aquí tiene el sobre con el dinero y olvídese de la cuenta del hotel, la verdad es que me lo tengo merecido, es cierto que mi mujer murió por mi culpa. Hace cuatro años volvíamos de una fiesta, yo estaba ebrio y se me fue el carro entonces... — el hombre empezó a llorar.

—Ya, no se torture más. Usted cometió un error, pero su hija no debió comportarse así. Cuídese mucho Sr. Julio— le estreché la mano y le di un abrazo.

Me fui con la sensación amarga, no pensé que este caso me iba a golpear en cierta forma. A veces me pregunto ¿Por qué elegí ser detective? Creo que lo único que me llevaba gratificante como recuerdo de mis vacaciones era un vídeo de tres horas ymás con una experiencia sexual que jamás podré olvidar. ¿Será que me enamoré de un espejismo de mujer?

****FIN**** 

Nota: Próximo CASO 6: LA VENGANZA (Narrador: Nuria Alarcón) 

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