CASO 9: PRINCESAS DEL INFRAMUNDO
Narrador: Nuria Alarcón.
"Tú eres una tentación y yo soy el pecado en persona ¿Nos vamos al infierno juntos?"
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Un viernes a las 11 de la mañana conducía por la autopista con destino a la ciudad capital de mi país, llevaba ya, hora y media de viaje y si no fuera por el aire acondicionado del carro aquello podría haber sido un infierno ya que había un calor infernal. En el maletero llevaba metido en un cilindro de metal la lámina del maestro Dalí, fue un caso en el que mi compañero Óscar había trabajado y resuelto (Leer CASO 3) pero tenía que llevar la obra a un importante museo de la ciudad y no podía asistir por compromisos laborales, así que en unas de nuestras charlas me pidió el favor y aquí estoy con el encargo, además lo tomo como mi último "caso" por resolver. La hora putada para recibir el donativo era a las dos de la tarde y después mis planes eran disfrutar de la capital el fin de semana. A la hora indicada y tras las oportunas comprobaciones entregué la lámina y después de comer con representantes del museo me dirigí a mi hotel a descansar.
Me di un baño relajante, dormí unas horas y al despertar decidí salir esa noche a divertirme un poco, llevaba tiempo sin disfrutar de una noche de rumba. Elegí ponerme unas braguitas pequeñas pero cómodas y para salir de mi atuendo habitual me puse un vestido rojo de tirantes con un escote bastante sugerente, también me maquille un poco y pinte mis labios con un tono morado pasión. Después de cenar en el propio restaurante del hotel, pregunté en recepción por una discoteca que estuviera en tendencia y que hubiera mucho ambiente, así que pronto me encontré en un taxi rumbo a ella. La discoteca era gigante, de esas que tienen varios niveles, la música estaba alta y el ambiente cargado, demasiada gente para mi gusto. Fui a la barra y pedí una mezcla de whisky, ginebra y ron y en mayor cantidad granadina, yo lo llamaba "un caliente" por los efectos que producía en mí cuando llevaba dos o tres. Como era de esperar los moscones se aproximaban a mí, algunos que, si quería bailar, otros que sí tenía fuego, en fin...pero al final lograba quitármelos o quitármelas, la verdad no estaba buscando ligar, solo quería pasar un rato.
Me puse a observar la pista, apoyada de espaldas a la barra y siguiendo el ritmo de la música cuando noté que alguien me tocaba el hombro a mi derecha, giré la cabeza y vi a una chica que me impacto, era blanca pálida, su pelo era muy fino y caía con suavidad hasta sus hombros, su cara era perfecta, una nariz fina y sugerente, unos ojos negros intensos, un poco dark para mi gusto, pero tenía que reconocer que era bonita, su mirada era penetrante, unas pestañas y unas cejas de envidia. Llevaba una camiseta de manga corta en tono azul que partía por encima de su ombligo, a través de ella se dibujaban dos pechos firmes y se apreciaban sus casi erectos pezones, unos pantalones negros ceñidos que dejaban adivinar un cuerpo apetitoso. Las uñas de sus manos eran largas pintadas de negro y su voz me pareció muy sensual.
—Disculpa que te moleste, ¿Me puedes decir que estás bebiendo? Es que me parece bueno y estoy indecisa— preguntó señalando mi copa. Yo le contesté lo que era y le ofrecí probarlo, no me di cuenta que mi vaso estaba manchado por mi labial hasta que ella lo giró y mirándome con una mirada extremadamente sugerente hizo coincidir sus labios con la marca de los míos al beber, para después relamerse. Le sonreí, aquel gesto me gusto porque dejaba ver sus intenciones, había algo en esa chica que me atraía, como un imán, no sabría decir qué era, pero lo era.
—Mi nombre es Nuria, ¿Y tú?
—Un placer— me extendió su mano —Me llamó Mariam, pero llámame Mari. No eres de aquí, ¿Verdad?
Le expliqué el motivo de mi viaje y a que me dedicaba, cosa que le pareció curiosa, ella a su vez me dijo que trabajaba de asistente y que estaba de vacaciones, que vivía sola, hablamos de muchos temas durante ese tiempo, de moda, de música...Mientras hablaba con ella no podía dejar de mirarla, cada vez me fascinaba más, jamás me había sentido tan atraída por alguien, bueno, excepto mi amiga la doctora, Rosa que todo en ella parecía perfecto. Pero volviendo Mariam me gustaba su forma de expresarse, su forma de mover los labios, estaba tan confusa y aturdida que necesitaba moverme.
—¿Te parece si bailamos un poco? — le pregunté.
—Sí, ¿Por qué no? ¡Vamos!
En la pista de baile ninguna de las dos nos cohibimos, ya sabíamos a lo que íbamos y lo convertimos en un baile súper sensual, nos agarramos y nos contoneábamos, todo el ambiente era propicio para ello, y ella era una criatura maravillosa, me encantaba ver su cabello moviéndose. Ella no paraba de mirarme, notaba como me desnudaba con la mirada y eso me estaba poniendo muy caliente.
—¿Quieres venir a mi casa? Tengo el carro afuera— Me gritó en la pista de baile ya que la música techno no dejaba otra opción. Era lo que estaba deseando escuchar hace rato y después de recuperar nuestros bolsos en la entrada, nos fuimos hasta su carro, allí no aguante más, en cuanto estuvimos sentadas mi boca busco la suya y nos fundimos en un beso apasionado que nos inició en una sucesión de tocamientos y excitaciones besos durante el ajetreado viaje a su casa. La estaba deseando con todas mis fuerzas, me parecía tan perfecta que no me canse de susurrárselo durante el recorrido.
No vivía muy lejos, así que llegamos en poco tiempo a lo que era su ático. En el ascensor mientras subíamos nuestra excitación crecía, mientras la besaba ella me atraía hacia sí apretando mi trasero, su boca sabía a infierno, pero transpiraba como frío, su piel estaba fría, tampoco percibía sudor en ella, era muy raro, si no fuera porque la tenía delante me hubiera parecido de otro mundo. No la dejaba ni a sol ni a sombra, sobre la puerta de entrada de su casa seguía besándola con ansia, ella la abrió tanteando la cerradura y una vez dentro el camino a su habitación duró segundos, no sin antes desprendernos de nuestros calzados.
Cuándo estábamos en el borde de su cama, le quité la camisa quedando unos senos libres y deliciosos, así que comencé a chupárselos tenía una piel divina, sus pezones ya erectos fueron un manjar para mí, los succioné con fuerza y después los mordí con ganas. Mariam gemía cada vez más alto y eso hacía que mi excitación aumentara, baje por su ombligo devorándolo, también bajé hasta el contorno de sus braguitas y sentir de cerca la humedad de su vagina. Me levanté de repente, agarré sus braguitas y tire de ellas con fuerza para que se metieran dentro de su raja, Mariam lanzo un pequeño quejido al sentir la tela rozándola, después la empuje hacia la cama desgarrando la tela y dejándola desnuda para mí, la deje caer y comencé a desnudarme sensualmente, acariciando mis pechos antes de bajar los tirantes de mi vestido rojo también me quite mis pequeñas bragas y me abalancé sobre ella, comencé a besarla apasionadamente mientras nuestros pezones hacían contacto, mis manos empezaron a acariciar aquella maravillosa piel, seguí recorriendo su cuerpo, acaricie su escaso vello en su vagina el cual simulaba un camino y comencé a acariciarla buscando su clítoris para estimularlo, ella a su vez me arañaba la espalda, sus uñas se clavaban en mi piel y producían una excitación indescriptible, comencé a gemir mientras mis dedos entraban en ella, gemía como una loca y se movía sin parar.
—Sigue, sigue Núria no pares ahora, por favor. ¡Voy a correrme! — decía.
Continué masturbándola, ella se arqueaba como pretendiendo que mis dedos llegaran más allá, comencé a morderle los senos su piel sabía a néctar; esta mujer era una criatura tan maravillosa, desee probarla y sin dejar de cogerlas con mis dedos bajé mi lengua hasta su sexo y comencé a chuparlo como si jamás lo hubiera hecho. Mariam convulsionaba de placer, notaba que de un momento a otro iba a correrse en mi boca.
—¡Me corro! Siiii, siiiiii. Ahhhh.
Y así fue, todos sus jugos deliciosos llegaron a mi garganta. Y antes de que pudiera hacer nada más, la mujer se incorporó y me tumbo, comenzó a sobarme mis senos y los pezones con un ansia inusual, su boca lamía todo mi cuerpo buscando mi vagina desesperadamente de repente me levantó desde el trasero, de forma que mis piernas estaban sobre sus hombros y mi coño quedaba a la altura de su boca, yo me apoyaba sobre mis codos para facilitar la postura, y empezó a chuparme como nunca me habían devorado, succionando mis labios, lamiendo toda mi sexo, metiendo la lengua que parecía más grande de lo que en realidad era. Penetraba en mí y se movía a su gusto, con mucha ansia y desesperación, como si en ello se le fuera la vida.
Me corrí de una forma brutal y a la vez que sentía un mareo que nunca antes había sentido junto con un cansancio extenuante, Mariam no dejaba de absorberme los jugos, y antes de que mi vista se nublara del todo, vi cómo me soltaba, sus ojos tenían un brillo y una mirada fría, en su boca chorreaba todavía mi flujo y ella alzaba la cabeza y abría los brazos como una fiera que acaba de cazar una presa. Victoriosa, saboreando el momento, después todo se hizo oscuro. ¡Muy oscuro!
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Cuando abrí mis ojos una luz justo encima de mí me deslumbró, parecía unas lámparas extensibles de esas que se pueden bajar hasta el suelo, estaba en algo duro intenté moverme, pero mis manos y pies estaban atados, oía voces cuando mi vista iba enfocando me di cuenta que estaba sobre una mesa de billar, desnuda y atada, a mi lado veía varias mujeres algunas desnudas, otras con túnicas blancas transparentes y por lo que conté había no menos quince, todas eran guapas y bien formadas. Tenían ese aire que caracterizaba a Mariam, de piel blanca pálida.
—¿Dónde estoy?, ¿Qué significa esto?, ¿Por qué me ataron?, ¿Mariam? — Estaba desesperada. Vi a Mariam acercarse con una mujer extremadamente hermosa, llevaba un vestido blanco transparente, el cabello de aspecto húmedo y lo que dijo a continuación me sonó tan raro que me dio escalofríos y me volvía a pregunta, esta vez con miedo, —¿En dónde he caído?
—Hermanas del linaje femme sexual, hoy las he hecho venir para disfrutar entre nosotras de nuestras experiencias y de algunas recién llegadas. Pronto las van a conocer porque ya están entre nosotras, algunas son de aquí y otras han venido de más lejos. Las más antiguas les informarán de las reglas que deben seguir y de no cumplirlas, cuáles serían sus consecuencias.
Por mi parte tengo el deber de informarles que existe un grupo de femme sexual renegadas, son hermanas de Legión que han optado por el lado más oscuro de nuestra raza, ellas prefieren alimentarse de una hembra o de un varón por la fuerza sin utilizar la seducción ni la disciplina, son sadofemme y deben evitar cualquier contacto con ellas ya que intentan por todos los medios crear adeptas entre nosotras.
—¿Y cómo las distinguiremos? — preguntó una de ellas entre la multitud.
—Fácil—respondió la que imagino era la líder. —Las distinguirán porque en su brazo derecho tienen una marca hecho a hierro caliente con la letra SF. No se dejen engañar por ellas.
El otro motivo por el cuál estoy aquí es referente a la raza humana, deben evitar contacto con humanos relacionados con la ley o la religión, una de nuestras hermanas, Mariam, sin saberlo ha caído en ese error y ha traído hasta nosotras una detective, no podemos hacerla de las nuestras y por supuesto no vamos a hacerle nada malo, ya que eso está en contra de nuestros principios y ley; pero no podemos dejar que se vaya sabiendo lo que ha visto. Hay una forma de dejarla ir y que nuestro secreto quede a salvo.
—¿Cuál es hermana? — preguntó otra mujer de su raza.
—Sí, dínoslo. ¿Qué tenemos que hacer? — preguntaban al unísono.
La tal líder continuó su exposición.
—Debemos agotarla entre todas para que al perder fuerza vital se produzca en ella un borrado parcial de sus recuerdos más recientes, de tal forma que olvide lo acontecido en las últimas horas, para ser más específicas... ¡Ah! Y la próxima vez tengan más cuidado. Ahora hagan uso de la detective, llévenla hasta lo más inimaginable— Acto seguido la mujer salió del sitio con Mariam.
Intenté entender que aquello era como una secta de mujeres vampiras, suena loco, pero era real lo que pasaba. Mi presencia allí no les gustaba, antes de que me diera cuenta más de ocho o nueve mujeres se abalanzaron sobre mí, sentí una lengua en mi boca, manos por mi cuerpo, labios sobre mis senos, aquello sobrepasaba mis límites. Fue inevitable no sentir una excitación paranormal, tal era mi gozo que sentía como desmayos, así que intenté utilizar un viejo método que aprendí en mis clases de judo, consistía en concentrar todo lo que estaba sucediendo paso a paso y memorizarlo en digamos en un apartado de mi cerebro, no quería olvidar lo que estaba pasando.
Cada vez me sentía más débil y mareada. Intentaba recordar, pero me costaba, la excitación crecía y crecía, me era imposible concentrarme en tantas cosas, sentía que en cualquier momento me iba a correr.
—¡Ahh! Basta, por favor. Déjenme... Ya me voy a correr— fue lo último que dije Jadeando.
Mis flujos salieron y eso las volvió locas, se peleaban por tomarlos, notaba las lenguas bebiéndome, yo no podía más, el agotamiento era increíble, "Esto no era normal", pensé. Luego otra vez se hizo la oscuridad.
Al despertar lo hice en una cama estaba desorientada pero poco a poco me fui ubicando y fue que reconocí el sitio era el cuarto del hotel. No sabía si era de noche o de día o cuantas horas habían pasado. Pero lo mejor ¡Que recordaba todo! Mi método oriental que había aplicado para manejar mi mente funcionó, quise levantarme y me costó mucho, estaba sumamente agotada. Cómo pude me levanté y llegué hasta el baño, me dejé caer en la bañera, creo que por lo menos estuve dos horas relajándome.
Pensé en que sería mejor no investigar sobre el asunto de anoche. Al parecer estas criaturas de la noche no parecían peligrosas, pero tampoco podía fiarme. Con esto último cerraría un ciclo de mi vida, creo que ya había tenido demasiada emoción con estos casos de investigación, tenía buen dinero ya que muchos de ellos me habían pagado bien. A veces el ser humanos debe saber cuándo es conveniente retirarse de algún sitio, dejar una relación amorosa, un trabajo, en fin... Como dicen, saber retirarte a tiempo. Opté por llamar a mi buena y cariñosa amiga la doctora Rosa e irnos juntas a alguna playa, arena, cócteles, lindas chicas...aunque me iba ser muy difícil olvidar a alguien como Mariam, una diosa femme sexual.
***FIN***
Sí llegaste hasta aquí. Gracias por leer y acompañarme. Espero que les haya gustado, tanto como a mi escribirla.
Nos leemos pronto. Abrazos 💛
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