CASO 3: EL ROBO DE UN DALÍ
Narra: Óscar Cáceres
"Quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero".
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Unos de los casos menos habituales que me ha tocado fue el caso del Sr. Efraín Contreras, un afamado médico y coleccionista de obras de Artes, caso que no dejaba de ser interesante por las circunstancias que como siempre me llevaron a una aventura erótica sin precedentes.
Todo comenzaría hace 2 meses, cuando recibí la visita de una persona mayor, de unos 70 años, era un señor muy elegante, con un porte bastante impactante para su edad, venía con un maletín negro y con un sombrero que me recordaba sin duda a las películas de cine en blanco y negro, le ofrecí sentarse, un café y me relató el motivo de su visita.
—Buenos días, Sr. Óscar, ante todo me presento, tome mi tarjeta, mi nombre es Efraín Contreras., el motivo de mi visita es porque necesito que una persona sagaz, valiente y listo como es usted me ayude a recuperar algo que me pertenece. Ante todo, le diré que soy viudo y que gozo de una situación económica confortable— escuchaba atentamente.
— Le explicó, hace cinco años mi hijo, Julián, que ahora tiene unos 39 años se casó con una con una mujer que ahora rondará los 25 o 26 años, no más, al principio parecía simpática, muy hermosa, hasta la fecha, pero con el tiempo descubrí que era una mala persona, egoísta, egocéntrica, engaño a mi hijo y le puso contra mí, solo quiere el dinero fácil y quedarse con todo lo mío. Mi hijo y yo tuvimos una fuerte discusión y justo un día después de esa discusión desapareció de mi galería un cuadro muy caro pintado por el mismo Dalí— seguía con mis anotaciones.
—Estoy con la plena seguridad que ellos lo tienen— deje de apuntar para preguntar.
—Sr. Contreras, cuando me dice, ellos lo tienen... ¿A quién se refiere? — espere su respuesta.
—Me refiero a mi hijo y a su esposa, ellos se lo llevaron, él seducido por su mujer a sabiendas de que la obra es valiosísima con un costó incalculable y la verdad es que no me importó hasta que me he enterado que lo van a vender, por eso quiero que usted lo robe para mí, para donarlo a un museo antes de que esa arpía se lleve el beneficio de esa obra— no podía creer lo que al final acababa de escuchar.
—¡Perdón! Pero usted quiere que yo robe un cuadro... ¿Por qué no lo denuncia a la policía? Es más fácil y coherente. ¿No lo cree?
—Sr. Óscar, no quiero que mi hijo vaya a la cárcel. Solo quiero recuperar esa valiosa obra, yo se lo he pedido, le he ofrecido mucho dinero, él estaría dispuesto pero esa mujer no quiere— me dijo.
La verdad el caso ya me había atrapado, pero quería estar seguro antes de tomar una decisión.
—Sr. Contreras, ¿Tendrá un documento legal dónde me demuestre que ese cuadro es de su propiedad y de verdad que es esa pintura es original? — pregunté.
—Pues claro, mire— mostrándome unos documentos con selló húmedo y firma notariada del Ministerio de la Cultura. —Aquí tengo los papeles que demuestran que el cuadro es mío y planos de la casa de mi hijo. Así como recortes de periódicos y revistas que hablan de él y de su mujer, ya que son bastante conocidos en la vida pública— me seguía mostrando fotos. —Y para que se haga una idea de cómo sobre todo es ella.
Deje toda la documentación y lo miré fijamente a la cara, captando a detalle lo que su lenguaje corporal me decía.
—¿Y por qué no contratar a un ladrón profesional, en vez de un detective? — le pregunté.
—Es muy fácil. Sé que usted hará el trabajo correctamente, un ladrón fácilmente podría tener la tentación de robar el cuadro y venderlo al mejor postor. Por favor hágalo usted... Sabré agradecerle muy bien— haciendo un gesto con su mano derecha sobre dinero.
—Hagamos una cosa. Déjeme la documentación, la revisó con calma y mañana lo estaré llamándolo . ¿Le parece? — el hombre asintió y salió de mi oficina.
Esa noche en mi casa revisé nuevamente todo, comprobé lo que el señor Efraín me había contado. Ciertamente era muy rico, el cuadro efectivamente era de su propiedad, en cuanto a su hijo no parecía un mal chico, en cambio su mujer era toda una leyenda, su nombre era Mónica, la busqué y tenía una cuenta de Instagram pública, contaba con 245 mil seguidores y en su biografía colocaba, Luxury lifestyle & Fashion, es una mujer muy guapa, sin hijos todavía, un cuerpo cuidado, sin duda con ayuda de alguno que otro tratamiento estético, cebello rubio y largo, ojos verdes, prominentes pechos, curvas marcadas, con una vida activa social, algunas entrevista en periódicos y revistas, su carácter era fuerte y egoísta, en un artículo en particular arremetía contra los hombres, haciéndonos ver cómo seres despreciable y sin valor alguno. Solo por eso me cayó mal desde antes de conocerla.
Pues sí, acepté el caso, para prepararme bien tuve que obtener información de algún conocido de este mundo de la delincuencia, estudié a fondo el sitió dónde vivían, sus sistemas de alarmas, la ubicación del cuadro y el sistema de seguridad que lo protegía. Pero antes, decidí pasarme por la casa haciéndome pasar por periodista y poder observar todo más cerca, por mediación de una Periodista amiga de una revista me concertó la cita con Mónica para esta misma tarde, así me fui bien preparado con mis preguntas.
Al llegar comprobé la entrada a la gran casa que tenía, era muy lujosa, había un gran jardín, dos perros lo custodiaban, en la puerta de entrada había una cámara de video, en el recibidor algún volumétrico de movimiento y en el salón en la pared encima de una falsa chimenea estaba el cuadro robado, protegido por un cristal y por un sistema de láser cruzado que en ese momento estaba desactivado.
La criada con quién hice la travesía me llevó hasta el jardín a esperar a Mónica, mientras esperaba visualice que el marido de Mónica, Julián el hijo del Sr. Efraín se montaba en su carro deportivo para dejar la casa, a los pocos minutos llegó Mónica. Era una mujer realmente guapa y esbelta, sus facciones eran extremadamente anglosajonas, con cejas finas y largas, parecía más bien americana.
—¡Hola! Buenas tardes. Tomé asiento— me dijo secamente y estrechó su mano.
—¡Hola! Mi nombre es Óscar, trabajo para la revista InStyle, queremos hacerle una entrevista ya que usted es una mujer triunfadora en la vida y queremos plasmar sus ideas sobre asuntos concretos.
—¡Ja! Un hombre en esa revista, interesante— me dijo con prepotencia, —Pregunte y yo responderé, tiene media hora.
—Si hombre— respondí mientras me preparaba, —¿Tiene algún problema con eso?
—Se le acaba el tiempo— me dijo haciéndome señas con su reloj.
Me dediqué a preguntar sobre estupideces de la moda, decoración, negocios, sus respuestas eran siempre prepotentes y creída, a la vez observaba el cuadro y tomaba nota en la libreta de todo, posición de los muebles, adornos etc. Ella siempre me miraba por encima del hombro, hasta que decidí preguntarle por otro asunto:
—Sra. Mónica, ¿Qué piensa sobre el hombre y su rol en la sociedad?
—Ese es un asunto que solo de pensarlo se me pone la piel de gallina, nunca entenderé como le dieran tanto poder a los hombres y por años denigraron a las mujeres.
—Pero usted está generalizando, todos los hombres no denigran a las mujeres. ¿No cree que este movimiento feminista está exagerando un poco la situación?
Su cara se tornó molesta y mirándose el reloj se levantó y dijo:
—Esta entrevista se ha acabado, gracias por su visita. y ahora haga el favor de marcharse.
Me marché de esa casa con un mal sabor de boca al conocer a una mujer de esas que no hacen nada en la vida y juzgan a los demás por hobby, definitivamente iba a ser un verdadero placer robarle el cuadro y lo iba a hacer esa misma noche.
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Esa tarde y como lo había decidido me preparé con todo el equipo necesario, me puse para estar más cómodo, un traje de malla elástica totalmente negro, la elasticidad del traje marcaba el cuerpo tonificado que tenía, me coloqué un pasamontaña negro que tapaba toda mi cara, solo dejaba espacio para mis ojos y unas pequeñas perforaciones para respirar. En el morral tenía: Una linterna, un spray de pintura, un botede humo, un botecito de cloroformo, varios trozos de espejo, un diamante de cortar cristal, destornilladores, un pegamento rápido y dos buenos filetes de carne jugosos con algo de somnífero. Me dirigí en un carro alquilado hasta las proximidades de la mansión y esperé pacientemente a que fueran las dos de la madrugada. Salí del carro y me aproximé a la entrada, mi traje y la oscuridad me amparaban, pronto los dos perros se aproximaron ladrando, lancé los dos filetes por encima de la reja y esperé solo unos minutos, pronto los dos sabuesos devoraron la carne y cayeron dormidos, tendría un par de horas hasta que el efecto del somnífero pasara y despertaran, salté la valla y siempre escondiéndome entre árboles y matas del jardín llegué hasta la casa. Me dirigí hacia la puerta de entrada, y me coloqué debajo de una cámara que estaba pegada a la pared, saqué mi spray de pintura y rocié el objetivo tapándole para evitar que se registrara más grabación. Después observé las ventanas y vi como en una que salía de un balcón había algo de luz, decidí investigar antes de entrar, con bastante agilidad escalé hasta esa terraza y agachándome vislumbre lo que en el interior estaba pasando.
Nuestra pareja tenía montado su fiestecita íntima, Mónica se encontraba en la cama boca arriba, totalmente desnuda y dejando ver un cuerpo realmente impresionante y para ser más explícito, sus manos estaban atadas con unos pañuelos al cabecero de la cama, al parecer al matrimonio les gustaba jugar estos Juegos eróticos, tenía también una venda de color oscuro en sus ojos tapándole totalmente la visión y también sus piernas estaban atadas a la altura de los tobillos a la parte posterior de la cama, mientras su marido también desnudo le restregaba su pene entre sus impresionantes senos, la habitación estaba alumbrada entre penumbras, solo eran unos candelabros con tres velas cada uno en cada mesilla, la mujer se contorsionaba levantando su vagina totalmente depilada y dejando observar una raja con unos labios rosados e inflamados. La escena unida al apretamiento de mi traje sobre mi cuerpo me excitó un poco... me recordó a las chicas, Alejandra y Dalma (Ver Caso 1) "Pero Óscar concéntrate, nos has venido a eso", pensé.
Volví a bajar hasta la entrada, con ayuda de una herramienta y mi habilidad, abrí la puerta. Por suerte para mí, la alarma no estaba conectada si no hubiera tenido un verdadero problema, sigilosamente y agachado fui hasta el salón con la ayuda de mi linterna, enfoqué al cuadro y me acerqué a él, saqué mi botecito de humo y lo destapé, el humo me dejo ver hasta cinco rayos láser que cruzaban por delante del cristal del cuadro, saqué la pega, algo parecido a la goma de los chicles y los pegué.
Lo siguiente, aunque lo explico brevemente me llevó casi quince minutos, consistía en hacer coincidir muy despacio los rayos vislumbrados a través del humo con los espejitos adosados a la pared por la goma de pegar de forma que fueran en otra dirección...me costó concentrarme ya que se oían continuamente los jadeos y los gritos de nuestra parejita en la planta de arriba. Cuando conseguí mi objetivo corte el cristal con el diamante y saqué el cuadro, ¡Oh! Por Dios esto es como estar en la película Misión Imposible, pensé emocionado. Lo desarmé y solo cogí la lámina la cual protegí con papel transparente y la enrollé, atándola con una cinta. Me disponía a irme cuando en la oscuridad tropecé con una silla que no debía estar ahí según mis planos y el ruido fue secó y consistente, me quedé inmóvil casi sin respirar, automáticamente dejé de escuchar los gemidos y luego la luz de la escalera de bajada se encendió... ¡Mierda, escucharon! me escondí tras la puerta del salón con el cloroformo en la mano y un pañuelo, vi una sombra que se aproximaba, era Julián, iba a entrar a la salón dónde estaba y cuando lo hizo no lo pensé dos veces...desde atrás apliqué el pañuelo a su boca subiéndome casi encima de él, haciendo presión en su nariz, este forcejeo e intentó tirarme pero el efecto del cloroformo hizo que fuera perdiendo fuerza hasta que cayó., comprobé que estuviera dormido y espere atentamente a ver si escuchaba otro ruido más, así que me animé a subir a ver qué pasaba con Mónica, tal vez si escuchó el ruido le avisaría a la policía.
Cuando subí a la habitación, ella seguía desnuda y atada a la cama, con los ojos vendados, se le veía hermosa y vulnerable. Por más que casi caminaba por el aire ella se percató que había alguien en la habitación.
—¿Julián eres tú?, ¿Qué fue ese ruido?, ¿Todo está bien? — preguntaba desesperadamente.
Me limité a hacer un ruido con la garganta en forma de afirmación...para que creyera que seguía siendo su marido, me aproximé a ella, me acordé de lo que piensa de los hombres y de lo que dijo de la forma más despectiva posible entonces pensé en darle una lección. Me quité el pasamontaña y casi sin rozarla aproximé mi boca a su vagina rasurada, mi lengua hizo contacto con sus labios vaginales y Mónica pegó un pequeño salto.
—¿Qué ha...haces Julián?, ¿Que te pasa? Anda desátame, ya no quiero jugar.
Mi lengua empezó a abrir su raja, saboreándola de arriba a abajo, buscando sus partes más sensibles y penetrándola poco a poco, noté como luchaba con lo que quería y en lo que en realidad estaba sintiendo, empezó a menearse suavemente y acompañar mis lamidas con un movimiento rítmico... Al final cedió.
—¡Ohhh! Qué bien, Julián, así me gusta— se le notaba el placer, —Para esto es lo único que sirven ustedes, para dar placer— "Que comentario tan hijo de puta", pensé.
Seguí lamiendo, extrayendo jugos de su sexo succionando con mi boca sus labios y excitando su clítoris con la punta de mi lengua, poco a poco Mónica iba poniéndose muy caliente, yo por mi parte metí mi mano por una abertura de la malla hasta tocar mi pene que ya estaba bien duro y empecé a masturbarme mientras me comía la vagina de la distinguida Sr. Mónica.
—¡Ajá!, siiii, Julián, nunca me lo habías hecho tan bien...sigueeeee, por Dios— me decía, como lo estaba disfrutando.
Me reincorporé y admiré sus hermosos senos a la luz de las velas, ella seguía moviéndose terriblemente excitada. Cogí una de las velas y la coloqué encima de uno de sus pechos, inclinpé la vela y la cera caliente y liquida cayó sobre sus senos dejando manchas blancas sobre ellas.
—¡Ayyyyy! Pero qué haces animal, eso quema... estate quiet...
Antes de que siguiera hablando. Seguí derramando la cera por sus aureolas, sus pezones cada vez que la cera caía ella pegaba un pequeño brinco y se mordía los labios, la derramé por su abdominales aquello le estaba gustando mucho, luego la cera llego hasta su depilada vagina...soplé y apagué la vela, me quedaba todavía unos quince centímetros de vela y era de un grueso parecido al de un palo de escoba... le quité la mecha y la lamí para humedecerla bien , la aproximé hasta su raja bajando desde sus pechos en zigzag para irla poniendo en sobre aviso...yo mientras estaba mojando mi pene, realmente si me llegaba a correr no sé cómo carajo iba a hacer para no exteriorizarlo.
Llegué a su culo y comencé a introducirle la vela suavemente sacándola un poquito y volviéndola a meter un poco más. Qué lástima que no sea mi miembro quién se meta en ese culito.
—Julián...oohhh, ¿Qué te pasa hoy? estás maravilloso..sigue, por favor.
Me imploraba, —No conocía estas tendencias tuyas hacia estos Juegos pero sea lo que sea, métemelo hasta dentro, hazlo...Siiii, ahhhh masss, sigueeee.
La metí casi completa y empecé a follarla con la vela, sacándola y metiéndola en toda su longitud y moviéndola de mil formas dentro de ella... Mónica se arqueaba de placer, yo hacía grandes esfuerzos por no gemir y que no escuchara mi voz, pero cada vez me era más difícil. Mi erección ya no podía más sentís que iba a explotar en cualquier momento.
Cuando ya sentí que se venía, aceleré el ritmo de mi mano con la masturbación
—Me corro Julián. ¡Me corrooooo!, siguee, Ahhhhh— dijo.
Y fue entonces como ambos nos corrimos, en ella todito el flujo salió de ella empapando toda su entrepierna, la vela y mi mano enguantada, mi otra mano recibiendo mi semen espeso que había caído, saqué la vela tan lubricada y la bajé buscando su culito, intenté continuar, pero ya tenía poco tiempo, entonces me acomode silenciosamente, pero por más silencio que hice ella se transformó al notar algo raro.
—Tienes guantes— dijo ya que hubo un roce entre nosotros.
—Julián, ¿Desde cuándo tienes guantes? Desátame, maldito infeliz.
Estaba histérica, iba a marcharme, pero algo en mi interior me hizo reaccionar de forma diferente, tenía rabia hacia esa mujer así que le quité la venda dejándome ver esos bellos ojos azules, pero estaban, los mismos que eran un maremoto y yo me quité mi pasamontaña para que viera mi cara.
—Pero...tú no eres Julián. ¡Auxilio! Juliánnnnn— comenzó a gritar, pero me acerqué a ella tratando de callarle, pero nada podía hacer hasta que la callé con un beso bien apasionado, por un momento se me resistió hasta que la domé por completo sentí como se estremecía ante mis besos y caricias, la desaté... Si, un acto de mi parte muy arriesgado, pero me abrazo con desespero y lujuria pronto Mónica empezó a ceder un poco más a la excitación que mis roces, mis besos, mis lamidas y la masturbación a la que la estaba sometiendo ya que tenía mi mano metida en su vagina moviéndose placenteramente. No emitimos ni una palabra solo nos concentramos en darnos placer, ella busco la manera de meterme también la mano y buscar poner duro mi pene otra vez, estaba preocupado por el tiempo sabía que en cualquier momento Julián despertaría así que aceleré el paso y noté como tanto a ella como a mí nos sobrevenía un nuevo orgasmo. Ella se arqueo tensa dejando que sus jugos volvieran a salir, me estremecía y me escondía en su cuello, hasta que Mónica rompió el silencio.
—¡Oh por Dios! ¿Qué fue esto? no puedo creerlo...— la pobre mujer no salía del asombró. —Salté de mi cama infeliz.
Me limité a mirarla, pensando como aun habiendo tenido el mejor y mayor orgasmo de su vida seguía siendo una falsa y una cínica ...me levanté, cogí el cloroformo y la dormí... la volví a atar a la cama y le vende los ojos, me alisté de nuevo, agarré mis cosas y me fui tranquilamente por donde había venido, crucé el jardín, los perros ya empezaban a despertarse. Salté la puerta y fui hasta el carro con el cuadro en mi poder.
Al día siguiente y tal como supuse, ni los periódicos ni las noticias decían nada...al fin y al cabo, no había nada que denunciar. Lo que les había robado no les pertenecía y en cuanto a mi aventura con Mónica, una mujer con ese orgullo no iba a denunciar que un ladrón había entrado en su casa, había dejado fuera de combate a su marido y para colmo se había divertido a sus anchas con ella...aunque debo de reconocer que las entrevistas posteriores que leí de ella noté un cambio con respecto a los hombres.
El Sr. Efraín Contreras me pagó hasta más de lo que yo le había cobrado, fue muy generoso, suficiente para tomarme un descanso y salir a unas buenas vacaciones.
Incluso me pidió un último favor. Que llevara el cuadro hasta un famoso museo de la ciudad capital ya que solo se fiaba de mí.
****FIN****
Nota: Póximo CASO 4: Prisionaeras (Narrador Nuria Alarcón)
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