CASO 2: SERVICIOS ESPECIALES

Narra: Nuria Alarcón

"Ignoremos las reglas. Deshazte de todos esos detalles por esta noche. Te deseé desde que te vi por primera vez, y sé que tú también me deseaste".

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Ser detective tiene sus beneficios y riesgos (cómo todo trabajo) pero en los últimos dos años mi oficio se ha vuelto cómo más atractivo, y es que desde que mi amigo y compañero, Óscar Cáceres me llamó para ser parte de esta agencia aquí todo riesgo tenía su recompensa.

Mi nombre es Nuria Alarcón, actualmente estoy por los 28 años de edad, soy detective privado. Gozo de un físico espectacular ya que tengo el cuerpazo, ¡Sí. EL CUERPAZO! entreno tanto como me lo permite mi trabajo. Soy alta, con piel blanca tirando un poco a la palidez, hoy tengo el cabello teñido de rojo, mañana puedo volver a mi castaño oscuro o al rubio, mis ojos son verdes oscuros y a veces con la luz cambian de tonalidad, tengo unos pechos bastantes hermosos, firmes y redonditos con un trasero del cual me siento orgullosa. ¡Hagan muchas sentadillas, chicos!

Era mediados de noviembre y ya se estaba sintiendo el frío por las calles de mi bella ciudad Valencia, acababa de cerrar un caso de estafa telefónica de un empleado hacia su empresa con éxito y me disponía a tomarme unos días de descanso cuando sonó mi celular, —Nuria Alarcón, detective privado, ¿Quién habla? — respondí. En esta oportunidad mis posibles clientes era un matrimonio que rondaban por los 55 años, la pareja había tenido una única hija, Vanesa de 22 años (Actualmente), hace 2 años habían tenido una discusión y la chica se fue de casa repentinamente, a los pocos días llamó por teléfono y dejó un mensaje en el contestador diciendo que estaba bien y que no se preocuparan por ella, desde entonces la pareja le ha perdido el rastro a su hija.

Los padres colocaron una denuncia, pero hasta ahora la policía no tenía pistas y descartaban cualquier secuestro porque el matrimonio no era económicamente potencial, cosa que yo estaba de acuerdo, parecía un caso simple de abandono de hogar, no obstante, acepté el caso para intentar conseguir al menos noticias sobre su paradero.

El matrimonio me entregó su último audio, fotos de Vanesa e información sobre sus estudios y conocimientos. Observé las fotos, era una chica delgada, de unos 50 kilos, metro sesenta y ocho aprox. Cabello castaño, cara alargada, era muy linda y por algunas fotos que vi en traje de baño tenía un cuerpazo. Sus estudios eran básicos, había trabajado en tiendas de ropa y tenía un carácter fuerte e independiente, según sus padres. Unas de las primeras cosas por hacer era ponerme en contacto con la compañía telefónica e intentar averiguar desde donde se produjo la llamada...era una llamada desde Caracas y al escuchar la grabación de la contestadora percibí ruidos de fondo como una estación del metro, acto seguido me di un viaje a la ciudad capital, fui a varias estaciones del metro enseñando las fotos a la gente que caminaba, algunos de la policía y taquilleros, también con un contacto amigo del metro tuve acceso a las cámaras de seguridad y ¡Bingo! Vanesa aparecía en unas de las grabaciones comprando un boleto para ir a otra estación para finalizar en el terminal de pasajeros, ya con esa información tuve que volver a empezar con mis indagaciones, la chica había comprado boleto para ir a la ciudad de Barquisimeto, viajando hasta esa ciudad y hablando con un taxista de esa terminal me enteré que él (el taxista) la había llevado a una calle en concreto y por una generosa cantidad también me llevo a mí.

La calle en cuestión era muy ruidosa, logré visualizar un par de pensiones y un bar, empecé a mostrar fotos de la chica y nadie la reconocía por lo que me tocaba vigilar las 24h. Alquilé una habitación con vista hacia la calle, me instalé en esa ventana a vigilar, las primeras horas fueron en vano, no veía a la chica, después bajé a la calle estuve otro rato y nada, di una vuelta y era inútil, hasta que volví a la habitación porque estaba oscureciendo y esa misma noche, alrededor de las 10:30 pm vi a Vanesa cómo salir de un portal y tomar un taxi, se veía tranquila y no parecía pasar nada, a simple vista, si fuera por mí con eso bastaría para cerrar el caso e informar a sus padre porque según y mi experiencia era abandono de hogar y Vanesa era mayor de edad y si había decidido independizarse pues muy bien...pero, sentía una especial atracción por este caso y por esa chica, así que me dispuse a llegar un poco más lejos.

Al día siguiente por la noche y a la misma hora salió la chica de su residencia, esta vez ya estaba preparada ya que previamente estaba esperando dentro de otro taxi para seguirla, con el chofer la seguimos hasta una calle céntrica donde se bajó y entró por la puerta de un establecimiento en cuyo cartel en Neon decía "Salón de Masajes Beatriz". El taxista me explicó que era una Salón donde los masajes solían ser con final feliz, y que era muy conocido por el buen nivel de masajistas que tenían y por sus precios no aptos para cualquier persona del lugar. Pues le pagué al taxista y me bajé.

Al entrar a recepción era todo un derroche de lujo, espejos biselados, plantas exóticas, muebles estilos minimalistas, me recibió una señorita muy maquillada, con grandes pendientes, rubia, bastante atractiva y con una sonrisa encantadora.

—¡Hola! Buenas noches, señorita. ¿En qué le puedo servir? — me dijo muy amable la chica.

—Buenas noches, pues vera— le conteste, —Estaría interesada en una relajación, no sé, ¿Qué ofrecen ustedes?

—Bueno, tenemos lo que llamamos un especial que consiste en un baño de burbujas tonificante, luego media hora de sauna y después un masaje muy relajante y placentero—

Esto último me lo dijo haciendo una mueca muy sensual.

—Ok. Podría interesarme, lo único que me gustaría saber es ¿En manos de quién me pongo? Comprenderá que...

—¡No se preocupe! — me interrumpió, —Tenemos unos masajistas muy profesionales y muy cariñosos que se portaran divinamente con usted.

—Sí, bueno, el caso, es que me gustaría que fuera una mujer quien hiciera este servicio— le respondí.

La cara de la recepcionista se le dibujó una sonrisa picarona y mirándome me dijo.

—¡Claro! Por supuesto, no faltaría más. Además, personalmente se lo aconsejo ¿Quiere ver las fotos de las chicas? — preguntó.

 —Estaría genial. Me gustaría— le contesté.

Seguidamente la chica me entregó un álbum con la foto de cada uno de los masajistas que trabajaban en el lugar, busqué con calma la foto de la muchacha en cuestión y la conseguí.

—Está— señalando con el dedo, —Me gusta esta, tiene cara de niña dulce.

La recepcionista me miró, —¡Ah! Si, Andrea. Es preciosa— al escuchar ese nombre me quedé en silencio ya que sabía que su nombre no era Andrea, pero supongo que es un sobre nombre para los clientes y como no quiero que sospechen, entonces, guarde silencio y esperé que llegará.

—Lo único es que es novata y todavía no ha hecho ningún servicio a mujeres ¿Tal vez quiera otra con más experiencia? — me preguntó.

—No, ella es perfecta...me quedo con Andrea— le aseguré mi elección.

—Está bien. De acuerdo. Pues le informo que el precio del masaje especial es de 400$ que tiene que pagar ahora mismo y en unos minutos vendrá Andrea y la llevará hacia su sala donde iniciarán el baño de burbujas.

"¡400$¡La verdad es que con esos precios imaginó que serán muy buenos", Pensé...Pero como los gastos corrían a cuenta del cliente...¡Pues vamos!

Después de pagar en efectivo...la recepcionista me llevó a una sala donde me dijo que esperara unos minutos a mi masajista particular. La sala estaba llena de cuadros en blanco y negro de chicas y chicos de fotografías de desnudos artísticos, revistas con contenido erótico y un bar con bebidas al servicio del cliente. La hermosa recepcionista me sirvió un cóctel el cual me dijo que tenía propiedades afrodisíacas, lo acepté gustosamente.

A los pocos minutos apareció Vanesa, o como era conocida para los clientes, Andrea, llevaba una bata blanca de seda, atado a la cintura con una cinta, muy corto, acababa antes justo de tapar su trasero, por lo que podía adivinaba la tanga también blanca que llevaba debajo, tenía el cabello recogido templado, su preciosa cara y su voz se tornó dulce y algo nerviosa:

—¿Srta. Nuria? Mi nombre es Andrea y soy su masajista en este servicio, ante todo quiero decirle que si en algún momento no está conforme con mis resultados puede cambiar automáticamente de masajista, así mismo le digo que es la primera vez que voy a hacer este servicio a una mujer por lo tanto también le rogaría me dijera exactamente lo que espera de mi.

—Muy bien Andrea, no te preocupes, lo único que quiero es que me trates igual como te gustaría que te trataran a ti, ya lo demás llega solo, ¿Ok? — mi voz fue muy suave y gentil, quería que se sintiera en confianza para que hiciera su trabajo bien. Acto seguido me tomó de la mano y nos fuimos a través de un pasillo hasta un cuarto de baño enorme, todo de mármol gris, en el medio una bañera grandísima empotrada a ras del suelo donde las burbujas del hidromasaje tocaban una melodía singular. Al lado de la bañera, gel, sales de baño de todos los colores, al fondo una camilla especial de masajes y en un lado una puerta de madera con cristal que sin lugar a dudas conducía a la sauna.

—¿Es de su gusto la sala? — me preguntó la chica.

—Es perfecta. Muy sugerente y acogedora— le contesté sonriendo un poco.

Andrea (Vanesa) se puso delante de mí y se despojó suavemente de su bata, dejando a la vista un cuerpo joven, con una piel tostada sin duda por los ultravioletas, sus senos eran firmes, redondos...apetecibles, a la derecha del ombligo y aproximándose a su pelvis un tatuaje de una rosa abierta y una tanga blanca que tapaba lo justo. Se acercó a mí y empezó a desabrocharme muy despacio la blusa, después suavemente, casi con miedo la deslizó sobre mis hombros y me la quitó, poniéndola después en un gancho y meterla en un armario cercano, yo esperaba de pie, tranquila. Continuo con mi pantalón bajo el cierre y la deslizo hacia abajo agachándose dejando su cara próxima a mi sexo. Después se dio la vuelta sobre mí y desabrocho mi sujetador, sentí alivio al dejar libres mis pechos, luego otra vez delante mío se agacho, y suavemente bajo mis braguitas, pero sus ojos no se despegaron de mi mientras lo hacía.

—¿Se siente bien, Srta. Nuria? — me preguntó atenta ante cualquier sugerencia de mi parte.

—Sí, tranquila. Todo está bien— le respondí con mi mano en su cara.

Luego me agarró de la mano y me ayudó a bajar las escaleras de la bañera, me senté y dejé que las burbujas hicieran cosquillas con mi piel. Andrea, empezó a echar sales de baño en el agua y después con una esponja empezó a frotar mi espalda, con movimientos circulares y suaves, recorrió mi cuello, mis hombros, mi abdomen, mis senos. Yo esperaba a percibir el placer, con la esponja froto mis piernas, pies, muslos y mi vagina... ¡Mmmmm!

—¿Le gusta así, Srta? 

—Muuucho, Andrea, y por favor tutéame, ¿Si? — le respondí con mis ojos cerrados disfrutando del baño.

Mi cuerpo estaba en stand by, esperando algo más impactante...más fuerte. La chica se comportó como una profesional, no intentó en ningún momento darme algo más, pero esa sugerencia a lo que se avecinaba me excitaba todavía más.

Durante la media hora que duró el sauna, mis sentidos estaban disparados, estaba deseando que llegara la hora del masaje, mi cuerpo sudaba y las gotas se deslizaban desde mis hombros, pasando por mis senos y mojando mis pezones que estaban hinchados de excitación.

Cuando Andrea me rescató de aquel baño, me quitó las toallas y me tumbo boca abajo en la camilla, giré la cabeza y vi como ella se despojó de su tanga dejando ver una vagina depilada y una rajita que invitaba a ser motivo de pensamientos muy excitantes.

Noté como echaba aceite sobre mi espalda, desde la nuca hasta la raja de mi trasero, y luego sentí como sus manos empezaban a mover mis hombros, apretando para que mis músculos se destensaran, yo estaba disfrutando solo con el tacto que me producían sus manos suaves. Luego empezó a bajar hacia mis nalgas, las cuales empezó a masajear en círculos con cada mano, echaba más aceite que notaba como penetraba por mi trasero, luego sus dedos se abrían paso entre mis nalgas, recorriendo de arriba abajo la raja y rozando mi agujerito.

—¡Uhhh! —Gemía cada vez que sus dedos tocaban ahí.

Entonces Andrea comenzó a meter uno de sus dedos por mi trasero, el aceite permitía que esto fuera totalmente fluido, suave e indoloro.

—¡Ahhh! Siii, como me gusta— decía, —Méteme otro Andrea, por favor— Imploré.

Escuchaba la respiración de ella también estaba agitada, sacó su dedo para automáticamente meterme dos, los metió bien dentro y yo notaba que me iba a correr en cualquier momento. La chica sin duda era toda una máster en este oficio, metía y sacaba los dedos a la vez que los giraba y yo subía mi trasero y lo bajaba al ritmo de sus embestidas.

—Siii, sigue, me corrrooooo— sentí como mis jugos vaginales invadían mi sexo y como Andrea sacaba lentamente sus dedos, me dio vuelta, estaba realmente excitada deseando que siguiera su trabajo.

Subiendo a la camilla y encima de mí, puso sus piernas entre mi cuerpo y apretándose los senos, comenzó a masajearme con ellas...empezó juntándolas con mis propios pechos, aplastándose unos contra otros restregándose el aceite, nuestros pezones se rozaban erizados entre ellos, su respiración jadeante cerca de mi cara hacia que yo perdiera la razón, fue entonces cuando de repente bajo de la camilla dejándome sobreexcitada, yo movía mi cuerpo y me arqueaba necesitaba más y justo cuando iba a pedírselo, escuché una especie de ruido, como una vibración mecanizada, ella apareció con un vibrador rosado en su mano de tamaño considerable y como adivinando mis anhelos comenzó a acariciarme los pies con el, sentía la vibración como movía mis músculos, poco a poco lo fue subiendo por mis muslos despacio, siguiendo por mis caderas hasta mis tetas y allí se perdió entre ellas, me lo introdujo en la boca y yo saboree ese falso mecánico... luego cambió el consolador por sus labios, Andrea me besó apasionadamente introduciendo su lengua hasta en los rincones más recónditos de mi boca, encontró mi clítoris y lo masturbo con el aparato haciéndome gozar como una loca, ahogando mis gritos de placer con su boca, cuando estaba a punto de desmayarme de gusto, introdujo el consolador por mi vagina y empezó a cogerme metiéndolo, sacándolo y girándolo.

—¡Mmmm! Me gusta, siiii, sigue, no pares— mis espasmos eran incontrolables

Andrea bajó hasta mis tetas y empezó a devorarlas con ansia a la vez que no paraba de meter y sacar el consolador, yo abrí mis piernas todo lo que pude para dejar que aquello trabajara en toda su longitud...sentí que no podía más, era inminente mi orgasmo.

—Me corro Andrea, no puedo másssss... ¡Ahhh! —

Todo se nublo en un momento, fue entonces cuando Andrea muy delicadamente, sacó el vibrador, lo apago después y con una toallita húmeda limpio todo mi cuerpo por cada rincón.

—¿Estás satisfecha Nuria? ¿Ha sido de su agrado? — preguntó.

—¡Oh! Por Dios, ha sido genial— respondí con gran algarabía, —¿Seguro que era la primera vez que se lo hacías a una mujer?

—Sí, lo fue. Pero seguí su consejo, he hecho lo que me gustaría me hicieran a mí.

Andrea me ayudó a vestirme y mientras lo hacía le conté quién era yo en realidad y que estaba allí por encargo de sus padres que querían saber su paradero y sus actividades.

—¡Por favor, Nuria! No les digas lo que hago, se llevarían una gran decepción— me imploró.

—¿A ti te gusta esto que haces? — le pregunté muy tajante.

—Si, a mi si, pagan bien y además es muy placentero y más si los clientes son como tú.

Ya con lo que me dijo no tenía más nada que hacer, me despedí de Vanesa con un beso dulce, prometiéndole contar a sus padres una versión totalmente diferente a la realidad que estaba viviendo, así mismo me hizo jurar que cuando volviera a Barquisimeto pasara a verla y me obsequiaría otro masaje tan especial.

Pues, a sus padres les dije que Vanesa estaba bien, que trabajaba en una empresa de cosméticos y que había prometido llamarles todas las semanas. No hubo problemas excepto por una cosa...

—Srta. Nuria—me dijo el padre asombrado, —Este cargo de 400$ en su factura, ¿A qué se debe? me parece un poco exagerado.

—¡Ehhh! esto...Señor Castillo, es que para poder acercarme a la empresa donde trabaja su hija tuve que comprar algunos de sus artículos, ya sabe, cremas, gel, sales de baño, maquillajes—

—¿Pero no es mucho?

—Noooo Sr. en absoluto. Créame, lo que pague valió la pena. 

                                                                                 

                                                                                          ****FIN****

Nota: Próximo CASO 3: El Robo de un Dalí (Narrador Óscar Cáceres)

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