[Prólogo]


┊ ┊ ┊ ┊ ┊┊ ┊ ✫ ˚♡ ⋆。 ❀┊ ☪︎⋆⊹┊ . ˚✧


—¿Seguro que no vienes con nosotras, Jimin? —preguntó una chica de brillante cabello purpura.

El chico de cabellera rubia y mejillas sonrosadas asintió levemente con la cabeza, tímido y retraído se dio media vuelta, llamándose tonto a si mismo. Claro que quería ir con Nayeon y sus amigas, pero nuevamente se había excusado con "había mucho que estudiar" cuando Jimin sabía que no era cierto, no tenían exámenes con fechas cercanas y tampoco había estado muy ocupado, era su timidez, y esa pequeña voz ansiosa que lo hacia temer a cada ruido y movimiento del exterior.

Era una tarde fría, y Park Jimin no hizo más que suspirar cuando observó a Nayeon y a sus amigas alejarse hasta que no pudo verlas más.

Desearía poder entablar una amistad con alguien, tenia algunos compañeros que eran amables con él, pero secretamente creía que era porque les daba lastima ver al pequeño mago tan solo.

Caminando a casa sólo pudo darse cuenta de lo rápido que oscurecía, Jimin apretó más su mochila a su pecho mientras hacia un leve puchero, en la clase de hoy se habían reído de él porque no había podido convocar un portal neutro, era tan simple, una pequeña táctica y sólo obtuvo una nube de polvo entre sus manos que se desvaneció en segundos.

Pudo recordar con asombro cuando el inteligente Kim Namjoon convocó un portal desde su banca, con una amable sonrisa tomó una manzana y rápidamente la mano de Namjoon apareció en la banca de otro compañero de clase, este último aplaudiendo con efusividad mientras la manzana aparecía frente a él. Rápidamente toda la clase alabó la sabiduría y buena práctica del joven mago.

Jimin esperaba algún día ser así de bueno. Con determinación entró a su pequeña casa mientras susurraba un "ya llegué" para el pequeño gato que lo esperaba paciente en la entrada. Acarició con cariño al felino y después hizo camino a la sala, en donde extendía su mochila, sacando sus libros y notas. Iba a estudiar lo que fuera, y mañana cuando volvieran a hacer la práctica, ninguno de sus compañeros volvería a reírse de él.

Y lo intentó.

Y fracasó.

Y lo volvió a intentar cuatro veces más, y volvió a fracasar, lloriqueando y cansado por usar tanta fuerza mental, se recostó sobre la suave alfombra, sus pequeños dedos jugando con los hilos dorados y los patrones circulares.

La soledad era un sentimiento al que estaba muy acostumbrado, pero siempre se sentía fuerte cuando observaba a otros reír y hablar acompañados. Su pequeño gatito se acercó maullando, echándose a un lado mientras lamia sus dedos y después procedió a lamer su pelaje en un baño improvisado.

Una pequeña risa salió de Jimin, provocando que una pequeña chispa de luz apareciera en el aire y después se esfumara en la nada.

—¿Viste eso, pastelito? —murmuró Jimin asombrado, tomó a su gato en brazos y este se apresuró a ronronear y lamer su nariz, el rubio volvió a reír y esta vez no fue consciente de una segunda y tercera chispa de luz.

Pastelito lamió su nariz de nuevo y mordisqueo sus dedos cuando Jimin intentó jugar con él, el chico riendo alegremente.

Cuando la luz fue potente y notable, Jimin parpadeó varias veces, dejando a pastelito en su regazo para sentarse en la alfombra y observar la chispa que se encontraba levitando, quieta y lucida.

Anonado y asombrado, levantó uno de sus dedos, con la punta tratando de tocar aquel pequeño punto de luz. Y cuando lo hizo, una ráfaga de aire inmensa atacó la sala, pastelito gruñó escondiéndose debajo del sofá mientras Jimin cubría su rostro con sus brazos, fuertes ventiscas hicieron que los muebles se sacudieran, los cuadros cayeran al suelo y libros salieran volando en un torbellino de poder no palpable.

Entonces la escuchó, una voz ronca soltando una maldición y al abrir sus ojos, el mago observó aterrado como un portal se encontraba frente a él, sin embargo, lo que lo hizo temblar fue la criatura al otro lado, mirándolo con el mismo asombroso.

Rápidamente se levantó, buscando sus libros y anotaciones desesperado, ¡tenia que cerrarlo! ¡no sabía que era! ¡pero tenía que cerrarlo ahora mismo!

—¡No, no, no! ¡ciérrate, ciérrate!, ¡yo te cierro! ¡ciérrate! —gritó con angustia mientras buscaba entre las paginas cualquier cosa, de pronto el portal comenzó a cerrarse sólo, haciéndose cada vez más pequeño y cuando menos lo espero, algo pesado aterrizó sobre él.


(...)


Silencio.

En el arco numero veinte sólo había silencio, terrible y horroroso silencio. Vagando entre la pesadez e incertidumbre de viejos escombros, la criatura de enormes alas resopló, su mirada posada sobre un horizonte que no tenía fin.

Se recostó sobre la roca mientras miraba el cielo, oscura negrura que no tenía estrellas ni nubes, sólo ébano en su esplendor. Aquella que lo hizo querer llorar y pensar en sus más grandes pesares.

El conocido retumbar de su corazón era audible, fuerte y pretencioso, quiso reír de forma burlesca, por supuesto que lo lanzarían al arco veinte con su corazón ruidoso. No había peor castigo que saber que estabas vivo y lo estarías toda una eternidad acompañado de la soledad y mudez del aire.

Yo tenía un reino... maravilloso reino, yo era el rey, y el rey dice... —su voz rasposa y tosca arremetió contra las corrientes de viento, cortándolo y haciendo pesado el ambiente.

Cantar era lo único que podía reconfortar su alma, ni siquiera sabia si tenia buena voz, tampoco le importaba, pero concentrar su cabeza en liricas era lo único que lo salvaba de pensar.

Pensar en el arco veinte era una tortura, no había más que imperiosos pensamientos que te llevaban a una crisis ansiosa y te consumían por completo en un mar de culpa y tristezas.

A veces podía escucharlos, a sus pecados, susurros lamentosos que antes escritos habían cobrado vida y por la mano de sin nombre habían caído junto con él en aquel agujero desértico, castigado mientras era acompañado por cada atrocidad que cometió en libertad.

Su único amigo era una pequeña lagartija, o eso creía que era, tenia dos cabezas y ojos saltones, le gustaba llamarlo "nadie" porque entre la agonía de la melancolía, aquel pequeño lo era todo.

Extendiendo sus alas, rió cuando Nadie salió volando por la ventisca y aterrizó en el pasto marrón, muriendo y reviviendo al instante.

—Perdón, pequeño amigo.

De pronto, la tierra comenzó a temblar, frunciendo su ceño, se elevó con sus majestuosas alas, Nadie alcanzando a saltar y escalar por su costado hasta posicionarse en su hombro derecho.

Un cielo que no sabía que existía se nubló con nubes oscuras y cargadas de lluvia ácida que lo hicieron maldecir de dolor, buscando refugió con rapidez, sin embargo, se detuvo abruptamente.

Ahí, en medio de la nada, a travesando la soledad del arco veinte, un circulo viscoso comenzó a deformarse, el paisaje se volvió borroso y pronto un agujero extrajo todo, comiéndose todo a su paso.

—¡Joder! —gruñó una vez más cuando intentó volar, ignorando las quemaduras de sus alas por la tortuosa lluvia.

No alcanzó a maldecir de nuevo cuando un agujeró más apareció a una corta distancia frente a él, sin embargo, eso no fue lo que lo detuvo, si no el par de ojos azules que le miraban del otro lado, asustado y aterrado.

Un maldito portal. Pensó con asombroso, reaccionó al escuchar la voz del chico del otro lado, gritando asustado y horrorizado.

"¡No, no, no! ¡Cierrate, cierrate!, ¡Yo te cierro! ¡Cierrate!"

Con una sonrisa de insuficiencia, arremetió con fuerza contra el portal, volando lo más rápido posible conforme este se hacía más pequeño.

—¡Maldición!

La criatura cerró sus ojos cuando el aire se cortó, y el fuego lamió su piel, se sintió mareado y acalorado, jadeando de dolor cuando aterrizó sobre suelo duro y tosco, ¿había caído de nuevo en el pasto?

No.

Había algo diferente.

La pesadez del aire ya no era la misma, se sentía ligero, mucho más ligero, sus enormes alas podían moverse sin completo dolor. Abrió sus ojos cuando escuchó un jadeo y después un chillido agudo.

Miro hacia arriba sólo para encontrarse en el suelo, exactamente entre las piernas de un humano que lo veía completamente aterrado, como si tuviera dos cabezas y cientos de colmillos.

Rápidamente miró hacia su hombro donde nadie se aferraba con sus pequeñas patitas a su hombro, sus cuatro ojos cerrados cual lagartija miedosa.

Nadie no hace nada, si eso es lo que te esta haciendo llorar.

Fue entonces cuando captó lo que estaba pasando, con una rapidez increíble se puso de pie, mirando alrededor, una enorme sonrisa curvando sus labios.

—Estoy fuera, joder, estoy fuera, ¡estoy fuera!

Sus ojos se oscurecieron y las uñas de sus manos se ennegrecieron, largas y filosas cual garras de terror.

El cielo se oscureció por completo, una negrura tapó la blanca luna y el sonido de cuchicheos y animales seso.

Girándose para ver al humano que en su torpeza o agilidad había logrado abrir un portal, le tendió la mano.

—Humano, tu nombre.

Asustado y titubeante, el chico de cabello rubio no dejó de mirar a la criatura, encontrando poder en lo más profundo de su ser para responder con una tímida voz.

—Pa-park Ji-jimin...

Sin esperar a que el otro tomará su mano, sujetó al humano de un brazo y lo levantó como si no pesará nada, sonriéndole dejando al descubierto sus colmillos.

—Soy Min Yoongi, demonio sin rango, estoy a tu entera disposición. 


Hice esta fic porque vi una portada y caí profundamente enamorada, pero aún si su omma no logra conseguirla, tendremos una nueva fic para leer, de hecho ya me hice otro capitulo, tal vez en la semana lo publique, uwu muchas gracias por leer y bienvenidos tentación oscura. 

muchas gracias también por sus cafecitos en buymeacoffe, gracias gracias por su inmenso apoyo a este gato obeso que no hace más que escribir y quejarse de sus tareas  ❤

¡cuídense mucho y tomen mucha agua! besos y abrazos. 

-Susy

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top