Oscura Profecía Capítulo Ocho

Me encontraba sentada en la mesa desayunando con mi madre, quien no dejaba de mandarme miradas preocupadas. La mañana estaba tranquila y la luz del sol se filtraba por las cortinas, creando un ambiente acogedor en la cocina. Comía mi tostada mirando hacia un punto fijo, sin dejar de pensar en la mala noche que había pasado.

Recuerdo que me desperté gritando, sacudida por el horror de la pesadilla. Mis padres, alarmados por mis alaridos de dolor, corrieron hacia mí para ver qué era lo que sucedía.

Me encontraron empapada de sudor, presa del miedo, abrazada a mí misma. Suspiré rendida para luego darle un último sorbo a mi café. Estaba agotada mental y físicamente; era como si los sueños consumieran toda mi energía.

—Amor, ¿cómo te encuentras? —levanté la vista chocando con sus ojos.

La mirada de mi madre reflejaba profunda preocupación mientras me observaba con atención. Sus ojos llenos de amor y ternura ahora estaban nublados por la inquietud que sentía.

—Bien, madre, ya sabes que lo que sueño me afecta, pero no es para tanto. Ya me encuentro mejor —mentí.

Llevé mis manos bajo la mesa; estas temblaban ligeramente. Sentía un nudo en mi garganta que me dificultaba respirar. No deseaba mentirle, pero no quería preocuparla más de lo que ya estaba.

—Conozco cuándo mientes, Adarha Fix —bramó con ferocidad, haciéndome sobresaltar.

Me lanzó una mirada enojada, pero también pude apreciar una chispa de determinación bailando en sus ojos. Le sonreí levemente, queriendo tranquilizarla. Sabía que ella estaba ahí para mí, lista para ofrecer su vida con tal de que yo estuviera bien.

—Ya se me pasará, madre, en serio.

—Agradece que tu padre está trabajando. Si no, directamente no te moverías de acá hasta que nos digas la verdad.

Me reí con ganas mientras estiraba mi brazo sobre la mesa y tomaba su mano. Sabía que mi padre era capaz de eso.

—Lo sé, lo sé, pero en serio no quiero hablar sobre ello.

Miré el reloj y me di cuenta de que ya era la hora de ir a la escuela. No me sentía bien para confrontar a todos, mucho menos a Adam. Cada fibra de mi ser parecía resistirse a la idea de abandonar la seguridad de mi hogar. Me sentía ansiosa y abrumada; era la primera vez que no deseaba ir al instituto.

—Ada, si no quieres ir, no estás obligada —me sorprendí de que hubiera adivinado lo que pensaba—. Te conozco, siempre saltas del asiento cuando se trata de la escuela, y ahora no te has movido —explicó—. Llevas así diez minutos, hija.

¿Tanto tiempo me quedé divagando? Sacudí mi cabeza, desterrando mis miedos y mis pensamientos negativos. Debía ser fuerte, demostrar que podía. Esto no iba a tirarme para atrás. No lo permitiría.

—Voy a ir, madre —sentencié, ignorando la mirada que me lanzó.

La inquietud me invadía, pero estaba preparada para darle pelea. Debía ser fuerte y enfrentar esto paso a paso.

—Como quieras, vamos, te llevo.

Nos levantamos del asiento y caminando a la par salimos hacia afuera para subirnos al coche. Mi nerviosismo era palpable; rezaba en silencio para no encontrarme con Adam, aunque eso era imposible, compartíamos las mismas clases.

—Ada, no apagues el celular, cualquier cosa me llamas. Iré enseguida —me observó de reojo, le regalé una sonrisa.

—Sí, madre, tranquila, no pasará nada.

Cada minuto en el auto parecía ser una eternidad. Mientras recorríamos el camino hacia la escuela, mi mente estaba llena de pensamientos turbulentos y temores sobre lo que pasaría. ¿Cómo reaccionaría si me encontraba con Adam? ¿Podría enfrentarlo sin quebrarme? Mordí mi mejilla interna; todo esto era una estupidez, debía evitarlo a toda costa.

—Listo, llegamos.

La voz de mi madre me sacó de mis profundos pensamientos; ya nos encontrábamos enfrente de la entrada. Saludé a mi mamá con un beso en la mejilla y con una última mirada de ella, bajé del auto emprendiendo camino hacia la institución. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho; cada paso que daba hacia el edificio era una tortura. Con cada respiración profunda, me preparaba para lo que pudiera venir.

—Tú puedes —murmuré, parada en la entrada.

Al entrar en la escuela, observé hacia todos lados con nerviosismo, captando así la mirada de Adam. Se encontraba al final del pasillo, lejos de mí; sus ojos parecían estar llenos de determinación, y sentí un escalofrío recorrer mi espalda.

—Jodida mierda.

Todos miraban expectantes la escena. Estaba claro que él se acercaba a mí, pero nadie iba a hacer nada por detenerlo; ninguno se atrevía a enfrentarse a él. Desvié mi mirada buscando una salida; podía dar media vuelta, pero eso sería peor; afuera estaría sola. Justo cuando estaba por alcanzarme, un brazo se cruzó entre mi brazo, agarrándome con fuerza, frustrando su intención. Volví mi cabeza para ver quién estaba a mi lado, quería saber quién me había ayudado sutilmente.

Unos ojos de color celeste me devolvieron la mirada; Abbi me sonreía con confianza.

—De nada —murmuró por lo bajo.

—Abbi, no era necesario; te meterás en problemas.

—Que lo intente, a ver si puede —dijo con una confianza que me dejó encantada.

El alivio que me había invadido duró poco; Adam se encontraba frente a nosotras con el ceño fruncido y una mirada de enfado bailando en sus ojos.

—Jones, vete; quiero hablar con Ada —su voz sonaba seca, sin amabilidad.

—No.

Abbi sentenció con voz fuerte; ella se mantenía firme a mi lado, con una expresión de determinación en su rostro. Todos miraban pasmados la escena; nadie le decía que no a Adam. La tensión era palpable; sacudí mi cabeza, desterrando mis miedos. Esta pelea era mía. Aclaré mi garganta, llamando la atención de todos.

—Aléjate de mí, Adam; haz de cuenta que estoy muerta. Yo haré lo mismo.

Sin darle oportunidad de decir algo, pasé por su lado con Abbi aún tomando mi brazo; su mirada era de orgullo y me sonrió, infundiéndome ánimos. Le lancé una última mirada a Adam; no nos seguía, pero tenía una expresión que me dejó más intranquila de lo que estaba.

—No dejes que te asuste; no estás sola, Ada. Yo estaré aquí. No somos amigas, pero podemos serlo.

La miré agradecida de que ella estuviera ahí. Nunca habíamos hablado, pero era una persona agradable. Sonreí con alegría mientras seguíamos caminando hacia nuestra clase de historia.

Al entrar al salón, nos encontramos con el profesor organizando el material para la clase. Era evidente que habíamos llegado tarde, ya que todos los demás estudiantes estaban en sus asientos.

Orión me sonrió de manera coqueta; en su mirada se podía apreciar que estaba complacido de que Abbi estuviera conmigo.

Detrás de nosotras entró Adam, quien miró a Orión con fastidio para luego deslizar su vista hacia Abbi, quien lo miraba de manera altanera. Podía apreciar la hostilidad en la mirada de Adam, quien gruñó por lo bajo para luego irse al fondo del salón.

El hecho de que Abbi me apoyara solo lo hacía molestarse aún más; su presencia solo añadía más leña al fuego, pero ella parecía encantada por eso.

—Que le jodan. —Me sonrió Abbi, lanzando una risa contagiosa.

Me uní a ella sin poder contenerme; realmente se sentía bien poder tener otro amigo, alguien que parecía de verdad apoyarme. Todos miraban curiosos, esperando a ver qué sucedía; era evidente que estábamos en una situación que no pasaba desapercibida.

La clase pasó sin mayores acontecimientos; Orión me miraba cada dos por tres, haciéndome sonrojar. No era nada reservado en sus miradas hacia mí, hasta Abbi se reía; se había dado cuenta al vuelo de lo que pasaba.

—Así que tú y el señor Dagger. —Murmuró con picardía.

—No, no es lo que crees; no tengo idea por qué me mira así.

—Sí, seguro. Cuando te sientas segura, me puedes contar, Ada.

Respiré aliviada de que diera el tema por terminado y le sonreí. Había sonado la campana, llegando finalmente el ansiado receso; era la hora del almuerzo. Abbi y yo nos dirigimos hacia la salida, emprendiendo camino hacia el comedor.

Una vez en el comedor, tomamos una bandeja de comida y nos sentamos en una mesa cercana, bajo la mirada atenta de todos; como volaban las noticias. Me removí incómoda mientras charlaba con Abbi; ella era un encanto de persona, me sentía cómoda con su presencia.

—Abbi, yo no puedo recordar bien qué pasó ayer. Sé que Adam estaba por golpearme, pero luego todo es una laguna, no puedo recordar.

—Nadie entiende qué pasó, Ada. —Su mirada era pensativa mientras comía un poco de su sopa— Él estaba por golpearte, luego gritaste que se detuviera. —Asentí esperando que siguiera; eso lo recordaba— Después, como si algo lo jalara hacia atrás, cayó unos pasos lejos de ti.

La observé con cuidado, esperando encontrar una sonrisa o algo que me dijera que todo era un chiste, pero ella parecía hablar en serio. Fruncí el ceño; todo esto era tan raro.

—No te quemes la cabeza pensando, Ada. Seguro se tropezó con algo, por eso cayó.

—Sí, debe ser eso —murmuré sin estar del todo convencida.

—Sí, de todas formas, es mejor así. Si no, te hubiera golpeado.

Asentí antes de sonreír; tenía razón. Si no fuera porque se tropezó, yo hubiera recibido un buen golpe. Sentí la puerta del comedor abrirse y dirigí mi mirada hacia ella. Adam estaba en la entrada, con sus ojos fijos en nosotras. Caminó hacia donde estábamos con determinación, deteniéndose frente a mí.

—Muévete —ordenó, mientras tomaba mi brazo y tiraba de él con brusquedad, separándome de la mesa.

Me sentí desorientada y asustada. Me removí con fuerza, liberándome de su agarre, mientras Abbi rápidamente se ponía de pie delante de mí, interponiéndose entre nosotros, protegiéndome.

—NO TE METAS, JONES —bramó con fuerza, asustando a todos los presentes. Abbi parecía imperturbable.

—Oblígame, Johnson. No dejaré a mi amiga a solas con un imbécil impulsivo como vos.

Abbi le propinó un empujón, haciendo que apenas se moviera. Adam parecía enojado, con una expresión tensa en el rostro mientras nos miraba. La escena atrajo miradas curiosas, pero nadie intervenía. Ni siquiera el personal de cocina o limpieza se movía para ayudarnos, y los entendía; Adam daba miedo.

—Aléjate por las buenas, Jones. Por las malas, no te gustará —su tono era glacial, su mirada denotaba malicia.

Mis ojos se clavaron con furia en Adam, su presencia ya me resultaba exasperante. Recuerdos fragmentados de mi sueño asaltaron mi mente, haciéndome doler la cabeza. La imagen de Adam parecía fusionarse con la de aquel Ángel aterradoramente letal que había visto en mi pesadilla. Sus rasgos adquirían una peligrosa similitud que me dejaba sin aliento.

—Detente, Abbi, vamos —jale su brazo, temiendo por ella.

—No, Ada, este imbécil no puede venir y hacer lo que quiera.

—Lo sé, pero vamos, no vale la pena.

Temía por Abbi, sabía que Adam la dañaría; lo podía ver en su mirada. Ella lo miraba con ferocidad, determinada a ponerle un alto.

Sin advertencia alguna, Adam alzó su brazo y abofeteó a Abbi con ferocidad. Su mano crujió contra su mejilla con un golpe sordo que resonó en toda la sala, dejando atónitos a todos. Mis músculos se contrajeron de rabia mientras Abbi quedaba tirada en el suelo.

—¡Detente! —bramé con fuerza, poniéndome delante de él.

Antes de que pudiera reaccionar, Adam había levantado su mano preparada para golpearme a mí.

—Golpéame, maldito cobarde —mi voz sonaba llena de veneno.

Movió su mano dispuesto a pegarme, cerré los ojos esperando el golpe que nunca llegó. Al abrirlos, noté que delante mío estaba Orión, quien tomaba con fuerza el brazo de Adam, deteniendo su ataque.

—Orión —murmuré aliviada.

Su mirada se encontraba endurecida por la furia. Agradecí mentalmente que viniera; todo esto era un caos.

—Si la tocas, te mato —sentenció con frialdad en voz baja, siendo audible solo para nosotros. La mirada de Orión era desquiciada.

Me arrodillé junto a Abbi, examinando cómo estaba. Noté que su labio estaba partido, sangrando levemente. Ella miraba con odio a Adam, mientras sus lágrimas caían. Mi corazón se llenó de furia y el odio se incrustaba en mi alma. Esto había ido demasiado lejos, y estaba decidida a ponerle fin.


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¡Es genial tener un nuevo capítulo!

Me encantaría saber qué les pareció este nuevo desarrollo en la historia.

¿Qué opinan sobre el comportamiento cada vez más violento de Adam?

¿Será que su verdadera personalidad está saliendo a flote?

Aprecio enormemente que se tomen el tiempo para leer mi historia y agradezco mucho sus votos y comentarios. De todo corazón, ¡muchas gracias por seguirme y leerme!

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