Oscura Profecía Capítulo Catorce
Cuando abrí los ojos, me encontré en el bosque Oscuro, y Abbi me miraba más fascinada que atemorizada, con una leve sonrisa en el rostro. Miré a mi alrededor, pero no había nada más que nosotras dos. ¿Qué había sido eso? Se había sentido tan real; mi cuerpo aún estaba caliente debido al calor de las llamas, y en mis fosas nasales aún persistía el olor de los cuerpos quemados. Me estremecí y supe que tenía que salir de aquí.
—Ada, ¿qué pasó?—preguntó Abbi con cautela.
—No lo sé, pero quiero salir de aquí ahora mismo.—respondí.
La tomé del brazo y emprendimos camino hacia fuera de ese maldito bosque. Aunque no veía a nadie, la sensación de ser observada me perseguía. Arrastré a Abbi conmigo hasta que salimos. El clima era frío, el viento soplaba con fuerza y el cielo se veía gris oscuro. Se avecinaba una tormenta. Miré mi celular y vi que eran las ocho de la noche, en mi pantalla se podían observar el millón de llamadas perdidas de mi madre. Suspiré profundamente; estaba estresada y cansada.
Apagué el celular y quedé sumida en la oscuridad de la noche. Necesitaba encontrar respuestas a todo esto. Lo que había experimentado había sido real, no podía negarlo. Pero ¿cómo despertar de esta extraña realidad? ¿Podía ser posible que yo fuera Alessia? Nunca creí en la reencarnación, pero ahora era la única explicación que tenía.
Tenía tantas preguntas sin resolver. Además, estaban mis padres; sentía que me ocultaban algo, pero en este momento no tenía la cabeza para enfrentar eso. Necesitaba descubrir el oscuro secreto que me envolvía como una niebla densa.
Mis emociones estaban a flor de piel. Mi vida había cambiado tanto en tan poco tiempo que era abrumador. Pero estaba decidida a desentrañar este hilo de mentiras y secretos para así encontrar la verdad que se ocultaba detrás de todo esto.
Volví a centrar mi atención en Abbi, quien me sonrió tranquilamente, infundiéndome ánimos de manera silenciosa. Era reconfortante tener a alguien a mi lado en este momento tan caótico de mi vida.
—¿Qué tal si te quedas en mi casa?— sugirió Abbi.—Así podrás contarme todo con más calma.
—Me parece perfecto, pero primero debo avisar a mi madre.—respondí—Vamos.
Abbi me tomó del brazo y juntas emprendimos camino hacia mi casa en silencio. Caminábamos con paso apurado; ya era tarde y no había un alma en la calle. La tormenta se acercaba y el viento empezaba a soplar con más fuerza, haciendo que las hojas secas crujieran bajo nuestros pies. Agradecía la compañía de Abbi su presencia me generaba paz, una paz que en estos momentos necesitaba para no caer en la locura.
Nos tomó solo veinte minutos llegar frente a mi casa. La miré por última vez antes de ingresar en silencio. Estaba todo apagado, excepto la cocina, donde podía escuchar las voces de mis padres discutiendo a gritos. Me extrañé, nunca los había escuchado discutir de esa manera. Caminé en silencio, quedándome pegada al filo del umbral.
—¿Qué vamos a hacer, Henry?— bramó mi madre con fuerza.—Se está saliendo de control todo. Teníamos una sola misión, apartarla de ese mundo, dejarla llevar una vida en paz.
—Lily, no se puede hacer nada— respondió mi padre.—La buscan, de todos los reinos. Ellos necesitan el sacrificio a toda costa, le temen, ella es un arma mortal.
—Lo sé, pero fallamos en nuestra misión—continuó mi madre con voz quebrada.—Nuestra difunta reina estaría decepcionada de nosotros. Teníamos una tarea, protegerla. No pudimos salvar a Alessia y tampoco podremos hacerlo con Ada.
Mi respiración se cortó al escuchar mi nombre. Estaba petrificada, mi corazón latía desbocado contra mi pecho al punto de doler. Apreté mi mejilla interna, estaba al borde de un ataque de pánico.
—Lily, no llores—consoló mi padre.—La amamos, pero no es nuestra hija, es nuestra princesa y futura reina. La primogénita de Hécate. No solo la buscan por el sacrificio, el reino de la noche necesita que ella vuelva a donde pertenece.
—Pero... Nerei y Fénix... Ellas nos dieron la última misión de nuestra reina.—murmuró mi madre entre sollozos.
—Ya no podemos retrasar lo inevitable—sentenció mi padre.—Solamente podemos ayudarla a despertar.
—Lo sé, pero será complicado. Nerei y Fénix suprimieron sus poderes. No será sencillo que rompa el sello.
Mis lágrimas caían por mis mejillas. Me sentía herida y traicionada. Ellos no eran mis padres, me habían engañado toda mi vida. Conocían mi destino, quién era en realidad, y prefirieron dejarme en esta incertidumbre.
Limpié mis lágrimas como pude, tenía que actuar como si no hubiera escuchado nada. Lancé un suspiro antes de aclararme la garganta y entrar a la cocina. Ambos me miraron sorprendidos y nerviosos, así que les regalé una sonrisa forzada.
—Madre, padre, disculpen la demora, estaba en lo de Abbi.—les dije.
—Hija, te llamé un millón de veces— suspiró aliviada mi madre, acercándose a mí.
—Venia a informar que me quedaré en lo de Abbi, por dos días.—continué, tratando de mantener la compostura.
Ambos se miraron, claramente con dudas, pero sabía que no podían negarme nada. Ellos también eran parte de esta rueda de mentiras.
—Solo venía a avisar eso. Me voy.— dije con voz más seca de lo normal, y me di media vuelta para subir rápidamente a mi habitación y tomar lo necesario.
Cuando volví a bajar, ambos me miraban nerviosos y culpables, sin saber qué decir. Los saludé y salí rápidamente. Necesitaba alejarme de esa casa, de esa vida falsa que me habían creado, de esta cárcel de cristal que ellos pensaban que era protección.
Dando un portazo, salí de mi casa, con Abbi mirándome con dudas. Mi rostro estaba nuevamente empapado de lágrimas. Sacudí mi cabeza y tomé su brazo, empezando a caminar rápidamente. Le contaría todo, pero no ahora; en ese momento solo quería llorar. Ella caminó en silencio a mi lado, respetando mi angustia. Agradecí de todo corazón su gesto. Sin dudas, Abbi era una persona hermosa.
Una vez que llegamos a su casa, su madre nos recibió con una cálida sonrisa. Mi corazón se sintió mal al ver cómo la madre de Abbi era cariñosa con ella. ¿Por qué tenía que ser tan difícil tener una vida normal?
Con una última mirada, nos dirigimos a su habitación. Una vez adentro, Abbi cerró la puerta con seguro y me abrazó. Ella no sabía qué había pasado, pero sabía que necesitaba eso. La abracé con fuerza, llorando sobre su hombro, hasta que ya no pude más.
—¿Quieres contarme qué pasó?— preguntó mientras se separaba de mí.
—Sí.—respondí con la voz ahogada.
—Ven, vamos a sentarnos—dijo, tomando mi mano y guiándome hasta su cama.—¿Qué pasó?
Le expliqué con detalles lo sucedido. Con cada palabra que salía de mi boca sentía que se calaba un puñal en mi pecho, rompiendo en pedazos mi corazón. Podía ver en el rostro de Abbi la duda, la tristeza y finalmente el enojo. Ella estaba igual de enojada.
—No lo puedo creer. Ellos sabían el dolor que estabas pasando y aún así prefirieron callar.—dijo con frustración.
—No entiendo, ¿quién soy yo? ¿Soy Alessia, soy Adarha, o soy ambas?— tomé mi cabeza con frustración.
—Eres ambas. Si es cierto que sellarlo tus poderes, también lo hicieron con tus recuerdos. Pero el sello se está debilitando, por eso sueñas con tu vida anterior.—explicó Abbi.
—No sé cómo, pero debo romper ese sello. Recuperar quién soy y cuál es mi deber en esta vida—respondí decidida.
—Te ayudaré. Tenemos varias pistas, Ada, pero ahora mismo necesitas dormir. Hoy fue demasiado. Mañana empezaremos, pero hoy vamos a dormir.
Asentí y luego recogí mis cosas para entrar en su baño y cambiarme rápidamente. Regresé a su habitación y ella ya estaba lista. Con un último saludo, nos acostamos en su cama. Me acomodé, permitiendo que mi mente se relajara, y caí así en los brazos de Morfeo.
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Me sentía abrumada. Había pasado mucho tiempo desde que estaba encerrada en este maldito castillo. Sabía cuál era mi destino, pero no quería aceptar que la muerte era la única solución en mi vida. Me levanté de la cama y miré fijamente el vestido de fiesta que reposaba sobre él. Era dorado, brillante y hermoso. Toda una atracción. Yo era el espectáculo. El señor oscuro deseaba pasearme en su fiesta de máscaras como si fuera un trofeo. Suspiré frustrada; estaba sumamente molesta. No deseaba ir, pero no tenía opción. Era una prisionera aquí en este lugar.
Mordí mi labio, esperando que viniera Orión. Quería hablar con él. Nuestra relación había avanzado mucho, y moría de ganas por pasar todo el día con él. Pero como era el príncipe de las tinieblas, apenas tenía tiempo para venir a verme. Éramos amigos, pero cada día sentía que lo amaba. Su forma de ser, sarcástico y serio, pero a la vez tan dulce conmigo, me confundía. Sentí mis mejillas arder y sacudí mi cabeza, apartando estos estúpidos pensamientos. Él era el hijo del señor que quería verme muerta. Él también quería eso.
Sentí la puerta abrirse y me giré, ocultando mi cara de Orión. Estaba acalorada, mis mejillas bañadas de carmín me delataban. Me sentía expuesta, solo llevaba puesto un camisón fino de dormir. Sus pasos se acercaron a mí y mi respiración se cortó. Podía sentir su presencia detrás de mí.
—Bruja, aún no estás lista.—su voz sonó gruesa y sexy.
—No deseo ir, lo sabes.—respondí con dificultad, sintiéndome estúpida.
—No tienes opción, Alessia.—dijo mientras se acercaba más a mí, dejando mi espalda pegada a su pecho.
—Ayúdame a escapar, Orión, te lo ruego.—murmuré apenas, casi para mí misma.
Sentí sus manos tomar mis hombros, sus pulgares acariciaban mi piel expuesta, haciéndome estremecer. Lancé un suspiro involuntario.
—Bruja, haría lo que sea por ti, pero eso está fuera de mi alcance.—dijo, susurrando en mi oído.
Podía sentir su respiración en mi cuello. Tragué grueso; estaba condenada. Lo amaba y lo deseaba. Era prohibido, pero eso solo lo hacía más interesante, más deseable.
—Orión.—susurré mientras sentía sus manos bajar por mis hombros, llevándose consigo la tira de mi camisón, dejándome desnuda frente a él.
—Debes cambiarte, Ale.—me estremecí al sentir cómo mordisqueaba mi oreja.
Mi corazón latía desbocado. No era la primera vez que él me trataba así. Siempre caía a sus pies. Era una droga adictiva, me confundía. No sabía si él me amaba o solo jugaba conmigo.
—Te necesito, Orión.—dije, perdida en el deseo.
Mi cuerpo ardía, necesitaba que me tomara, que me hiciera suya. Sentir su cuerpo chocar con el mío como tantas noches anteriores. Recordaba la primera vez que sucumbimos al deseo, y desde entonces no pudimos volver atrás.
Sentí su boca en mi cuello, repartiendo besos y mordidas, solté un gemido, deseosa, necesitada. Su mano bajó hasta llegar al inicio de mis senos, empezando a jugar con ellos. Me removí excitada, frotando mi trasero contra su erección.
—No hagas eso, si te tomo, no pararemos, Bruja, lo sabes.—su voz sonaba ronca por el deseo.
Mordió con fuerza mi cuello, mientras su mano descendía por mi estómago hasta el inicio de mi intimidad, sus dedos ágiles empezaron a acariciarme, conocía todos mis puntos. Lancé un gemido fuerte, arqueando mi espalda, presionando aún más contra él. Mi mente estaba nublada por el deseo. Giré mi rostro para mirarlo y él acercó su boca a la mía, fundiéndonos en un beso cargado de deseo, pasión y también amor. Estaba perdida, era un amor prohibido, pero lo deseaba, lo amaba y haría por el cualquier cosa, me tenía a sus pies y el lo sabía.
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¡Genial! ¡Tenemos un nuevo capítulo! Esto se está volviendo realmente jugoso e interesante. ¿Qué les pareció el capítulo de hoy?
Lamento mucho la demora, pero ya estoy de vuelta. Muchas gracias por leerme y por brindarme su apoyo. ¡Los amo!
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