Persuasión: Jonathan Levy (Parte 2)

Jonathan sonrió ante el beso y se llenó de tanta calidez por el gesto simple pero significativo. Sus ojos recorrieron tu figura mientras recogías tus cosas, él estaba listo para seguirte, como siempre lo había estado. Estabas tan deslumbrante y ahora incluso más dulce de lo normal. Tu calidez y tu amor fueron muy embriagadores.

Cuando salieron de la cafetería, salieron tomados de la mano. Tú con tu mochila en tus hombros y él con su portafolios en su mano libre. La atmosfera era dulce y preciosa, el estar contigo era maravilloso.

-¿Te imaginaste que esto iba a pasar hoy esta mañana que te despertaste? -le preguntaste curiosa, mientras caminaban-. Ya sabes, encontrarte con tu ex alumna y que empezaran a confesar sus sentimientos en na cafetería del centro para después ir a su casa...

Él te respondió al instante, con una dulce sonrisa en sus labios. -La verdad es que no, ni en mis mejores sueños imaginé que todo esto iba a pasar -miró tu mano entrelazada con la suya, admirando la forma en que tus dedos encajaban sin esfuerzo alguno en su palma. Ni pudo evitar sonreír ante la idea-. Dios, yo solo... -hizo una pausa, tomándose un momento para mirarte a los ojos-. Quiero preguntarte algo...

Le devolviste la sonrisa al instante. -Seguro, puedes preguntarme lo que quieras -aseguraste, llevando su mano hasta tu boca para besar sus nudillos con ternura.

-Cuando... -Jonathan estaba tan cerca de decirte rotundamente que te amaba, pero algo en la forma en que lo mirabas tan directamente a los ojos lo distraía mucho. Tus suaves labios en sus nudillos lo hicieron sentir muy abrumado, era la primera vez que alguien tenía ese gesto con él y después de unos segundos se silencio, finalmente continuó-. Cuando vayamos a tu casa, ¿te parece bien que pueda quedarme a pasar la noche a tu lado?

Sonreíste al escuchar su pregunta, dejando más besos en los nudillos de sus manos. -Pero que propuesta tan maravillosa. Pero claro que sí, me encantaría que te quedaras conmigo esta noche. Y que sea la primera de muchas noches juntos -le dijiste emocionada.

Ante tu comentario, él sintió que su rostro se calentaba, provocando otro sonrojo en sus mejillas. Le encantaba la forma tan dulce en que le mostrabas tu cariño. Eras absolutamente la indicada para él, lo estabas dejando sin aliento y ahora habías sugerido compartir más noches así. Era perfecto.

-Preciosa, espero que sepas que...quiero esto, solo esto, solo a ti... -te miró a los ojos, sonriendo suave y nerviosamente.

-Entonces no dejes decirlo -sonreírte, parándote de puntas para alcanzar a darle un beso en los labios, ya que estando de pie, Jonathan era unos 10 cm más alto que tú. Lo abrazaste por el cuello, dándole un largo y dulce beso en los labios,

Jonathan se derritió instantáneamente en tu beso. Apretó suavemente tu cuerpo contra él, dejando sus manos en tu cintura mientras lo abrazabas y cuando finalmente te alejaste, él no sabía si sonreír o empezar a jadear. -Dios, eso... necesito más de eso -murmuró, respirando lentamente por la nariz. Ni pudo evitarlo, tus besos eran maravillosos y quería más.

-Y tendrás más, todo lo que quieras. Te daré lo que siempre ha sido tuyo y empezaremos hablar seriamente sobre eso... -reíste en su boca, mordiendo suavemente su labio inferior de forma coqueta mientras todavía estabas abrazada a él.

Él sonrió, disfrutando de tu suave mordisco en sus labios. Tus manos acariciando sus hombros, sintiendo cada curva de su cuerpo, cada toque tuyo que le hacía sentir escalofrío. Tu naturaleza juguetona era una de tus mejores cualidades, siempre lo había sido y ahora, le estabas dando una muestra de eso.

-Bien, porque yo estaba pensando que, realmente quiero más besos tuyos..,

-¿Y solo besos es lo que quieres? -le preguntaste alzando una ceja, todavía abrazándolo por el cuello y él sosteniéndote por la cintura.

Jonathan tragó saliva y te miró con amor mientras levantabas la ceja. Estaba claro que intentabas distraerlo un poco y eso le encantaba, no se iba a quejar. -Tú, no quieres saber lo que quiero hacer ahora... -susurró en respuesta, tratando de reprimir un gemido. Su lengua empujó suavemente contra sus dientes, tratando de no decir las palabras en voz alta.

-¿Por qué no me cuentas sobre lo que quieres hacer? Por favor... Dime... -hiciste un puchero divertido, mirándolo con ojos brillantes.

No pudo evitar reírse ante tu adorable gesto y ya podía sentir ese calor volver a sus mejillas. -Si te digo lo que quiero, ¿realmente querrías saberlo? -te preguntó con voz temblorosa y una media sonrisa en sus labios.

-Claro que sí -le respondiste con una sonrisa traviesa, volviendo a tomar el camino hasta tu casa.

Él sonrió y te siguió. Tu sonrisa descarada lo distraía demasiado y todo lo que podía hacer era mantener el ritmo para caminar a tu lado. -Está bien entonces... Y no puedes burlarte de mí si te lo digo... Lo que realmente quiero ahora mismo... -hizo una pausa, respirando lentamente-. Es amarte, toda la noche...

Su respuesta te dejo sin palabras. -¿Lo dices en serio? -lo miraste con las cejas levantadas mientras seguían caminando, estaban ya a unos pasos de tu casa-. ¿Lo noche completa? ¿De verdad entera?

Él sonrió suavemente y asintió. -Toda la noche. No estoy bromeando. Quiero amarte, completa, durante toda esta noche. Tú eres todo para mí ahora y quiero que eso se traduzca en mis acciones -apretó tu mano suavemente, mirándote a los ojos. Este era ahora el momento de la verdad.

Le sonreíste y suspiraste, sintiendo que el aire te faltaba mientras sacabas las llaves de tu mochila para abrir la puerta de tu casa. -Sabes algo... A pesar de todos estos años y a pesar de que yo imaginaba un momento así, jamás creí que tú, pues... Querrías tocarme... -suspiraste sonrojada, desviando la mirada un momento mientras girabas la llave en el cerrojo.

Jonathan se rio, dejando que abrieras la puerta y pareció divertirse al verte sonrojar. Eras tan adorable cuando eras tímida al respecto y eso solo hizo que su deseo aumentara. Era posible que evitaras el contacto visual por ahora pero, él se dio cuenta que había más entre líneas y estaba listo para dejar salir todo.

-¿Tocarte? Cariño, quiero adorarte. No creo que solo tocarte resuma todo lo que quiero hacerte...

Sus palabras casi hacen que caigas de rodillas. -Bueno, eso es dulce... -sonreíste tímidamente, empujando un poco la puerta para poder entrar a la casa-. Es solo que, jamás me sentí lo suficientemente bonita como para eso... -trataste de desviar el tema cuando al fin entraron a la casa y dejaste tu mochila en el piso y Jonathan hizo lo mismo con su portafolios, ahora estaba muy interesado en seguir discutiendo-. ¿Te ofrezco algo de tomar?

Él volvió a reír, divertido por lo linda y tímida que te habías puesto de repente, jamás te había visto así y era un espectáculo maravilloso. Él te miró, notando la forma en que tus ojos ahora no hacían contacto con él así que, no pudo evitar responder.

-Oh, ni siquiera empieces a jugarla carta de "No soy tan bonita" -él sonrió, acariciando lentamente tu mejilla con su pulgar. Iba a asegurarse de que conocieras tu propia belleza-. Eres la mujer más perfecta que he tenido el placer de conocer. Cada centímetro de tu piel merece ser besado y admirado...

Lo miraste pestañeando un par de veces mientras cerrabas la puerta y te recargabas en ella con las manos detrás de tu espalda. La escena recordaba a un par de jóvenes universitarios enamorados coqueteando por primera vez. Lo miraste a los ojos unos segundos, aunque luego volviste a bajar la mirada-. Eso dices porque, jamás me has visto... Tengo estrías y mi piel no es ese típico cliché de "suave como la seda", tengo que usar cremas hidratantes... -sonreíste apenada, con los ojos en el piso, no esperabas que algo como este pasara, por lo que tus inseguridades habían decidido salir en el peor momento.

-¿Y entonces? ¿Crees que me va a molestar cuando vea tus estrías? -él se rio tiernamente, acercándose más. Tomó tu rostro entre tus manos y apoyó su frente en la tuya, haciendo que los cristales de sus gafas de ambos chocaran unos segundos entre sí-. Creo que todas esas imperfecciones te hacen mucho más hermosa. Tienes un cuerpo que merece ser adorado, y no voy a perder la oportunidad de mostrarte exactamente eso... -Jonathan inclinó su rostro un poco más y beso tus mejillas, su aliento tibio chocaba contra tu piel.

-¿Y lo de no tener la piel suave como la seda y usar cremas hidratantes? -hiciste una cara de preocupación, permitiendo que Jonathan levantara tu rostro en con su mano, aunque cerraste tus ojos cuando sentiste sus besos y su frente en la tuya. Todavía estabas recargada en la puerta y algunos de tus rizos cubrían tus ojos.

Él se rio entre dientes, ahora besando tu nariz con ternura. Ya estaba imaginando como debía ser besar cada una de esas hermosas marcas en tu piel. Su tibio aliento chocaba en tu rostro y estaba volviendo a sentir ese calor acumularse entre ambos y ya podías sentir sus labios cerca de tu cuello.

-Realmente vas a seguir intentando convencerme de tus imperfecciones, ¿no? Te lo juro, eso solo te hace más divina. Nada en ti es desagradable. Quiero besar tu cuello, quiero acariciar esa piel tuya... Es perfecta para mí... -su voz era un suave susurro cálido que deleitaba tus oídos.

Sentiste escalofríos cuando su aliento toco tu cuello y jadeaste, pensando que tal vez te besaría en el cuello en cualquier momento. Te tenía acorralada entre él y la puerta, no tenías escapatoria. Suspiraste profundamente y cerraste los ojos. -Jonathan, yo... La verdad no sé si estoy tratando de convencerte de algo... Yo, no sé... Y, ¿qué hay del hecho de que no tengo medidas adecuadas? Siempre he tenido tallas extras... -sonreíste un poco triste, mirando el piso y jugando con tus dedos.

Él notó tu timidez y sonrió de nuevo, tu lenguaje corporal solo te hizo más adorable. -Oh Dios, no te gusta el hecho de que no eres talla cero, ¿eh? -preguntó aun sonriendo, su voz estaba llena de calidez y afecto. Sus dedos trazaron la piel de tus brazos mientras tú jugabas con tus dedos-. Quiero decir, ¿de verdad quieres saber cuánto me gustan tus curvas extra?

-No te rías... -le respondiste algo apenada y te cruzaste de brazos recargándote en la puerta otra vez-. No es eso... Yo, es solo que... ¿Qué tal si a ti no te gusta lo que encuentres? Sería desastroso y... -te detuviste un momento mirándolo confundida-. Espera, ¿qué dijiste sobre las curvas extra?

-Oh... Ya veo, puedo decir que te sientes un poco insegura... -él gimió suavemente, viendo que te cruzabas de brazos y eso le pareció adorable así que decidió aprovechar eso-. Oh vamos, ¿de verdad crees que no quiero explorar cada pedacito de ese cuerpo tuyo? -su voz estaba cargada de deseo, aunque no dejaba de sonar tierno y coqueto. No podía apartar sus ojos de los tuyos.

Miraste hacia el piso un momento pero luego, volviste tu vista hacia él, abriendo tus brazos de nuevo y dejándolas otra vez apoyadas en la puerta. -Puede que me sienta un poco insegura en este momento... No creí que fuera a encontrarme con el hombre del que he estado enamorada desde hace años y que fuera a estar frente a mí hablando de mis "sexys curvas" -le dijiste, haciendo comillas con los dedos en esas últimas dos palabras- Y sobre tu pregunta, no lo sé, ¿tú qué quieres? -lo miraste dubitativa, pero todavía jugando con tus dedos.

-Verás... -él sonrió suavemente y su voz bajó a este tono suave y aterciopelado que sabía qué hacían a sus palabras sonar más sensuales. Su mano derecha subió hasta tu cuello y comenzó a acariciar ligeramente tu piel, con su pulgar deslizándose suavemente por tu mandíbula. Su sonrisa era cálida-. Quiero una cosa... -se lo estaba tomando con mucha delicadeza, pero sabía que disfrutabas que lo tomara con calma, tampoco quería apresurarse, para asegurarse que tú estuvieras cómoda-. Quiero todo sobre ti, cariño.

Tragaste saliva al sentir sus caricias, su cercanía y esa forma tan lenta y sexy en que estaba haciendo las cosas. Suspiraste cuando sentiste su caricia en tu cuello y su pulgar en tu mandíbula y dejaste escapar y gemido cuando finalmente hablaste. -Jonathan, yo... -cerraste los ojos, con tus manos juntas entre sí.

Él sonrió cuando te escuchó tragar y su mano comenzó a viajar un poco más abajo, comenzando a acariciar la piel de la parte superior de tu pecho. Habló en un susurro, su aliento caliente ahora contra tu cuello.

-Es bueno que te haga quedarte sin palabras... -gimió, inclinándose más cerca y colocando su frente contra la tuya una vez más-. Pero, no me has respondido si eso es lo que quieres... ¿Quieres que te bese por todas partes?

-Sí... suspiraste, abrazándolo de nuevo por los hombros, llegando hasta su cuello. Tu voz ahora era baja y dulce, simplemente estabas cayendo en sus manos y no lo ibas a poder evitar, de hecho, eso era lo que querías desde hace años-. Eso es lo que quiero, dese hace tanto tiempo... Desde la primera vez que vi tus ojos...

Los labios se Jonathan se curvaron en una dulce sonrisa y movió sus brazos alrededor de tu cintura, presionando su cuerpo contra el tuyo otra vez. Comenzó a pasar sus dedos por tu cabello, haciéndote estremecer levemente. Se inclinó más cerca y su voz volvió a ser un dulce ronroneo.

-¿Quieres que te bese aquí? -sus labios tibios ahora estaban sobre tu cuello, y su aliento se hacía más caliente a medida que crecía su deseo. Sus labios estaban a nada de tocar los tuyos otra vez.

-Sí, por favor. -hablaste suavemente, todavía abrazándolo.

El profesor Levy se rio entre dientes y te acercó más a él, haciendo que tu respiración se cortara mientras sus labios se presionaban contra tu piel de forma suave. Probó tu cuello y su lengua recorrió ligeramente tu piel, disfrutando del sonido de tus suaves y dulces gemidos mientras lo hacía.

Sonreíste cuando sentiste su boca explorar tu piel y la calidez de su lengua. -Oh, Jonathan, tantas veces imaginé este mismo momento... -chillaste de placer, estabas derritiéndote en sus brazos y apenas era un beso.

Jonathan suspiró y comenzó a mover su boca a lo largo de tu cuello. Sus palabras apenas eran más que un leve susurro pero, sus labios viajaron lenta y sensualmente hasta llegar a la comisura de tu boca. -No puedes imaginar... Cuánto tiempo he querido hacerte esto... -su aliento era caliente contra tu mandíbula y disfrutaba haciéndote esto, no tenía prisa por llegar a tus labios todavía.

-Entonces no pares... -sonreíste cerca de sus labios, entrando a pasos lentos hasta la sala, todavía abrazada a él, llegaron hasta el sofá en medio de pasos algo torpes-. Te extrañé tanto... Tu voz, tu sonrisa, tu perfume, el brillo de tus ojos...

Su respiración volvió a tornarse errática, estaba tentado a más que besarte ahora pero, tenía que tomarse las cosas con calma. Quería que lo desearas cada vez más alargando las cosas, haciéndolas lo más sensuales posible. Tus susurros y gemidos sacaban ese lado oculto en él, lo volvían loco y le encantaba.

Cuando comenzaste a guiarlo hasta le sala y hasta el sofá, se rio suavemente. -Eres una niña muy juguetona, me encanta...

Lograron sentarse en el sofá y tú quedaste sobre su regazo, con tus piernas a sus costados, envolviéndolo, dejando tus manos sobre sus hombros, acariciando sus brazos de arriaba abajo. -Entonces, hemos estado soñando mutuamente con el otro... -le sonreíste, mirándolo a los ojos y luego, tomaste la foto que estaba sobre el mueble a su derecha-. Mira, aquí está la foto de la graduación, ¿recuerdas lo mucho que nos reímos antes de que la tomaran? Recuerdo que dijiste un chiste muy malo y yo no podía dejar de reír... -sonreíste, pasándole la foto.

En el momento en que te subiste a su regazo, sus manos se deslizaron detrás de tu espalda y comenzaron a recorrer tu cuerpo, comenzando a acariciarte lentamente. Sus dedos se curvaron a tu alrededor y te acariciaron suavemente. Debías admitir que había sido muy amable hasta ahora.

-Bueno, me alegra que hayas estado pensando en mí también -él se rio suavemente y tomó la foto, mirándolos a ustedes dos juntos, él abrazándote por el hombro y tu haciendo una cara divertida por la risa. Si recordaba ese momento-. Tienes razón, recuerdo ese chiste. Creo que te hice reír muy fuerte -comentó con una sonrisa divertida, pasando su mano libre por tu pierna.

Sonreíste al sentir sus manos por tu espalda y reíste cuando lo escuchaste comentar sobre la foto. -Sí, bastante fuerte, tanto que casi me sacan del evento por tu culpa -reíste, dándole un suave golpe en el pecho.

Él siguió tu risa y te apretó con fuerza, disfrutando de la sensación de tenerte tan cerca. Tu suave cabello cayó frente a tus ojos y el aprovechó esa oportunidad para jugar con tus rizos, pasando sus dedos por ellos, acariciando tu nuca en el proceso. Besó tu frente suavemente. -Eso demuestra lo adorable que eres cuando te ríes. Extrañaba mucho el sonido de tu risa... -Jonathan suspiró amorosamente.

Tú hiciste lo mismo, mirándolo enamorada, volviendo a dejar tus manos en sus hombros, acariciándolo con ternura, disfrutando de sus caricias en tu cabello. -Y yo te extrañé a ti, demasiado -sonreíste y te inclinaste para besarlo dulcemente en los labios.

Jonathan suspiró ante lo preciosos que eran tus sonrojos, sabía que ahora tenía su oportunidad. El beso fue dulce y tierno, pero tan sensual como él quería que fuera. Te acercó y dejó que el beso se prolongara un poco antes de alejarse y sonreírte con ojos de adoración. -No voy a mentirte. He querido esto durante tanto tiempo -confesó, gimiendo suavemente de satisfacción, su voz llena de deseo por ti. Te abrazó y te acarició de nuevo, con cuidado y ternura.

Suspiraste en medio del beso. Cuando se alejaron un momento, sonreíste y acariciaste unos rizos en su frente y luego bajaste hasta su barba, jugando con ella y acariciándola. -¿Y qué es eso que quieres? -preguntaste de forma inocente.

-Tú... realmente no tienes idea, ¿verdad? -Jonathan se rio suavemente y su rostro se iluminó con una sonrisa gigante. Sus ojos marrones brillaban intensamente en ese momento. Tus dedos rozando su barba lo hicieron temblar suavemente, como debías admitir, era bastante suave-. Quiero adorar cada centímetro de tu cuerpo. Quiero besar cada centímetro de esa piel. Quiero que tu cuerpo hormiguee y se sienta bien. ¿Eso es suficiente para ti? -estaba empezando a ponerse un poco nervioso mientras seguía acariciando tu cabello.

Reíste suavemente, aún acariciando sus mejillas y su barba. -Mmmmm, ya lo sabía, pero quería que me lo dijeras. Me encanta que lo digas... Y yo, quiero darte todo lo que tengo... -suspiraste y te inclinaste hacia él, dejando un beso en su nariz y luego en sus mejillas-. Si en verdad lo quieres, todo es absolutamente tuyo -dijiste sonriendo, dejando un tierno beso en sus labios.

Tus palabras y tu beso hicieron que Jonathan temblara un poco. Sus manos cayeron sobre tu cintura, acercándote más a él y empujándote más cerca. No dijo que lo quería, pero una parte de él esperaba que insistieras en que era tuyo mientras dejaba escapar un suave suspiro entre besos.

-¿Puedes prometerme que me dejarás explorarte? No quiero apresurarme pero, no puedo evitarlo. Estás haciendo que sea muy difícil evitar quitarte todo lo que quiero...

Sonreíste un poco ante su pregunta y juntaste tu mano con la suya, acariciando sus dedos, juntando el calor de ambos. -¿Es que acaso no ha quedado claro que a pesar de todo, deseo que tomes todo lo que tengo? Todo es tuyo. Yo soy tuya. Siempre lo he sido -sonreíste, mirándolo a los ojos mientras acariciabas su mano.

Jonathan suspiró suavemente y te acercó aún más, su respiración se volvió más pesada y laboriosa. -Dios... ¿Te das cuenta siquiera de cuánto te deseo ahora mismo? -su aliento era caliente contra tu cuello, estaba haciendo todo lo posible por mostrar moderación manteniendo todo esto lento-. Te quiero... quiero hacerte gemir... Quiero oírte gritar mi nombre... Quiero sentir la satisfacción que sentirás cuando te haga temblar... ¿Quieres permíteme, por favor? -te miró con ojos suplicantes, buscando tu aprobación mientras seguía con sus manos en tu cintura.

-Sí, mi respuesta será sí, a todo. Siempre será sí. Por favor, tómame. Te necesito y te he extrañado demasiado como para tener que esperar más por tenerte conmigo... -suspiraste, abrazándolo por el cuello, sintiendo tu piel vibrar ante sus palabras.

-Dios, eso es exactamente lo que quiero escuchar... -él gimió suavemente y te miró por sólo un segundo mientras lo abrazabas. Te levantó y los llevó a ambos al sofá, posicionándose con cuidado y de modo que estuviera flotando sobre ti, con esto, comenzó una andanada de suaves besos desde tu cuello hasta tu clavícula, su respiración era cálida y rápida. Los sonidos de su respiración se hacían más calientes y rápidos cuanto más te besaba, su boca estaba en todas partes. Podías sentir tu piel temblar con cada toque.

-Oh, Jonathan... -gemiste suavemente, dejando que besara tu cuello y tu pecho. Sintiendo su boca en todas partes y en cada rincón. Suspiraste de placer, empezando a sentir tu cuerpo calentarse. Con cuidado empezaste a abrir los botones de su camisa mientras él levantaba tu blusa para poder quitarla.

Jonathan podía sentir tus manos tirando de su camisa mientras comenzaba a calentarse y molestarse. Su boca se había movido más abajo hasta tu cuello, moviéndose cada vez más abajo, acercándose a tus senos. Gimió en voz baja, su deseo crecía con cada segundo que pasaba. Te dejó quitarle la camisa, no le importó. Quería ver adónde iba esto y no iba a rechazarlo. Dejó escapar un fuerte suspiro y comenzó a besar tu cuello más profundamente.Sonreíste al sentir sus labios cerca de tus senos y te acercaste más a él, abrazándolo por la espalda, terminando de quitarle la camisa. Pasaste tus manos por su abdomen, subiendo hasta su pecho y te inclinaste para besar su cuello y su clavícula, dejando suaves besos por todo su pecho.

En este momento, ya no tenías puesta tu blusa y lo único que cubría tu pecho era tu sostén. Sentiste sus manos en tu espalda y sonreíste, suspirando su aroma.

-Jonathan, cómo te quiero... -susurraste con tus labios en su piel.

Él gimió suavemente y se inclinó más cerca de ti, su boca comenzó a deslizarse desde tu cuello hasta tus pechos, su aliento caliente y dulce mientras besaba tu piel. Tus dedos rozando su espalda y su pecho lo estaban volviendo loco. Empezó a ponerse un poco más agresivo en sus besos, necesitaba que sintieras todo lo que quería darte. Tus palabras lo hicieron sentir muy bien. Su respiración continuó haciéndose cada vez más dificultosa mientras susurraba una sola palabra...

Sentiste la nueva necesidad en sus besos y permitiste que esa necesidad fuera de ambos. Cuando pudiste llevar tu lengua a su boca y saborear cada rincón de ella, al mismo tiempo tus manos lograron llegar hasta el botón de su pantalón, el cual abriste lentamente y con cuidado, tratando de hacerle entender que justo ahora les estaba estorbando en todos los sentidos posibles. Gemiste cuando sentiste sus labios llegar hasta tus pechos y una mano libre la llevaste hasta su cuello, donde lo trazaste hasta subir a su nuca y acariciar sus rizos mientras él seguía besándote.

-Jonathan... No pares, mi amor, por favor... -susurraste con los ojos cerrados, disfrutando de sus besos.

Jonathan gimió de nuevo cuando tus labios se encontraron con los suyos y tu lengua se encontró con la suya. Su aliento era cálido y tu sabor llenó su boca con un toque de dulzura. Cuando tus dedos viajaron hasta sus pantalones, dejó escapar un gemido agudo, tus dedos acariciaron su piel haciéndolo temblar suavemente. Lo escuchaste gemir de nuevo cuando pasaste tus manos por su cuello, trazaste su cabello y lo besaste.

Tus palabras lo llevaron al límite. Lo miraste con ojos dulces y brillantes, mordiendo tu labio mientras tratabas de regular tu respiración, tu corazón latía sin freno.

-Ammmmm, ¿crees que podrías quitarme mi... mi sostén? -lo miraste algo apenada con las mejillas rojas, aún con tus dedos en su cabello y tú debajo de él-. Vaya, eso sonó más extraño de lo que pensé que sería... -reíste un poco, desviando tu mirada de sus ojos por un momento.

Él se rio suavemente ante tu comentario y sus dedos comenzaron a deslizarse por el borde de tu sostén. Se dirigió hacia uno de los broches y lo deshizo, luego el siguiente. Luego el último, dejando tus senos expuestos mientras él te miraba. Tu cara sonrojada hizo que los latidos de su corazón se aceleraran. Besó tu mandíbula, tu mejilla y luego tu cuello antes de hablar.

-Mmmmm, sí, eso se siente bien... -suspiraste, bajando tus dedos hasta la línea de su columna, trazándola suavemente mientras te besaba- Es bueno ya no tener esa cosa lastimando mis hombros... -reíste suavemente-. En cambio tus besos... Dios... -gemiste suavemente, moviendo tu cuello para que pudiera seguir besando tu piel, pegando tus pechos desnudos a su pecho.

Los besos de Jonathan comenzaron a convertirse en ligeros mordiscos, sus dientes jugando con tu piel juguetonamente. Tus risas y tus gemidos lo pusieron aún más frenético. No quería nada más que tenerte en sus brazos, sintiendo cada centímetro de tu piel contra la suya. Tus pechos se presionaron contra él y él comenzó a acariciarlos, sus manos explorando cada centímetro de ti.

Cuando sentiste sus manos tocándote, jadeaste y él empezó a acariciar tus pechos, mordiendo tu piel con cuidado y cariño, lo que permitió que lo abrazaras mejor, acariciando sus brazos, sus hombros y su espalda. Lentamente fueron quitando las prendas que les estorbaban y cuando estuvieron solo en ropa interior, sonreíste y pasaste una de tus piernas por su cadera mientras tu nariz acarició su rostro, aspirando su aroma.

-Te adoro... Siempre lo he hecho. Siempre... -murmuraste suavemente, gimiendo ante sus delicadas y suaves mordidas.

Jonathan te agarró del muslo, empujándote ligeramente hacia atrás mientras dejaba que sus manos se deslizaran por tus muslos. Su boca todavía en tu cuello mientras un aliento caliente escapa de su garganta.

-Me perdí esto... -tus palabras lo hicieron gemir, tu tacto y tu olor lo hacieron débil y sumiso. Le gustaba mucho estar cerca de ti. Sus manos exploron más y más de ti ahora, subiendo hasta tus pezones.

-Mmmmm, sí... Oh Dios... -gemiste más alto al sentir su caricia en tus pezones, arqueando la espalda y acercándote más a él. Peinaste sus hermosos rizos hacia atrás y buscaste su cuello para besarlo mientras él te tocaba.

Tus manos dibujaron trazos en su piel, en su abdomen y lentamente, sentiste cómo cada vez más él se siente más duro. Una leve fricción entre tus piernas te hizo gemir suavemente contra su cuello y bajaste tu mano hasta su cadera, moviendo un poco tus dedos por la zona, buscando su permiso.

Cuando empezaste a sentir su cuerpo endurecerse, lo sentiste estremecerse. Había un claro deseo entre ustedes dos ahora, en todo caso, tu toque lo estaba volviendo loco. Es lo más excitado que había estado en años y tú eras quien lo estaba ayudando a sentir esto. Cuando empiezate a mover tus manos cerca de su cadera, él gimió suavemente. "

-Vas a hacer que... Dios... Nunca nadie me ha excitado así... Yo solo... -Jonathan cerró sus ojos y pegó su rostro a tu cuello.

-Y eso está bien, está todo bien... -sonreíste acariciando sus mejillas y juntando tu frente con la suya-. Yo creo que está bien que nos sintamos así. Yo también me siento así... Siento un terrible calor ardiendo en mí y solo tú puedes saciarlo -lo besaste con ternura y luego lo miraste con ojos brillantes-. Dime, ¿puedo? -preguntaste bajando una de tus manos hasta su cadera de nuevo, intentando saber si podías quitar su ropa interior.

Él gimió de emoción, mirándote con pura lujuria en sus ojos mientras hacías la pregunta. Respiró hondo y asintió lentamente, dándote luz verde. -Sí... sí... Dios, por favor, quítame la ropa. He querido que lo hagas desde el momento en que te vi. Soy tuyo... mi cuerpo es tuyo... toma todo lo que quieras de mí... -sus palabras estaban llenas de urgencia y deseo, estaba dispuesto a entregarse a tu voluntad, a todo.

-Oh, mi dulce, dulce Jonathan, no sé qué haces conmigo pero... Quiero darte todo, todo lo que tú quieras, siempre... -sonreíste bajando tus manos hasta su cadera lentamente y empezaste a bajar la tela de su ropa interior, hasta que al fin pudiste verlo completamente natural y solo para ti.

Mordiste tu labio al ver su erección y pasaste tu mano suavemente por ella, con cuidado, buscando hacerlo sentir bien y mientras lo acariciabas, dejaste suaves y dulces besos en sus labios.

Tu toque es otra cosa. Su espalda se estremeció contra ti mientras pasabas tus manos por sus caderas. Él gimió en voz baja mientras le bajabas la ropa para poder revelarlo. Cuando te mordiste el labio y viste su excitación, volvió a gemir en voz baja, el sonido escapó de su garganta. Y era un sonido delicioso.

-Dios, te deseo tanto... -Jonathan comenzó a besarte agresivamente, su deseo volviéndolo cada vez más agresivo. Él solo quería estar dentro de ti.

-Mmmmmmm... -gemiste cuando te besó más profundamente y lo abrazaste por los hombros, frotándote más cerca de él, intentando ir un poco más allá mientras envolvías tus brazos en su cuello, sintiendo que te acercabas a él.

-Amor... Yo, te necesito... -gemiste, sintiendo que él se frotaba contra ti suavemente.

Cuando lo agarraste con fuerza y presionaste tu cuerpo contra el suyo, pudiste sentir cuánto te deseaba al sentir su excitación frotándose contra ti. -Yo también te quiero... -él respiró pesadamente, apoyando el peso de su cuerpo contra ti mientras se frotaba contra tu cuerpo. Su boca todavía flotaba sobre tu cuello, sus labios te besaron suavemente. Era como fiebre, pero no tenía ganas de disminuir el ritmo.

Lo abrazaste, pasando tus manos por sus hombros, sintiendo aún más su excitación contra ti, lo que te hizo gemir un poco más fuerte. En ese momento, le diste un beso en los labios, mordiendo suavemente su boca. -Jonathan, por favor, te necesito... Te necesito dentro de mí, por favor... -gemiste en su oído, frotándote más contra su cuerpo.

Su respiración se aceleró al escucharte suplicar por él, tus palabras lo estaban llevando al límite. Se movió más abajo en el sofá, todavía descansando sobre ti, pero te dejó recostarte un poco. Cuando estuviste debajo de él, comenzó levantando ligeramente tus caderas, acercando tus muslos hacia él.

-Quiero oírte decirlo. -su voz era tensa, estaba tratando de no explotar por lo excitado que estaba, pero se moría por escucharte decir las palabras.

-Por favor, tómame, hazme tuya... Déjame ser tuya. Lo necesito tanto... -gemiste, sintiendo cómo te acercabas a él y con cuidado, empezaste a separar tus piernas para que él estuviera más cómodo-. Sé mío, por favor... -le suplicaste de nuevo, llevando tu pulgar hasta sus labios para acariciarlos.

Su respiración era rápida y pesada, cada respiración entraba rápidamente y la exhaló aún más rápido. Tus palabras lo volvían loco. Es exactamente lo que quería oír, era lo más sensual que alguien le pudo haber dicho en toda su vida. Ahora sabía que se había preparado siempre para este momento. Para estar contigo.

Cuando colocaste tus dedos contra sus labios, él besó la punta de tu dedo, asintiendo con la cabeza mientras te miraba con profundo deseo.

-Oh Dios... quiero estar dentro de ti más que nada en este momento...

Justo en el momento que dijiste esas palabras, ambos sintieron que estaban en una mejor posición y en ese momento, sentiste su excitación rozar tu entrada. Apenas era un leve roce pero, se sintió maravilloso.

-Mmmmm Jonathan, está bien mi amor, puedes hacerlo. Te quiero dentro, por favor. -sonreíste, dándole un suave beso en los labios para que tomara más confianza y empezara a moverse.

Entonces, en ese instante, el mundo pareció detenerse. El tiempo pasó lento pero cada movimiento se sintió como si estuviera avanzando rápidamente. Tu aliento era embriagador, tus labios irresistibles y tu toque lo enviaba a un mundo de felicidad. Te miró con un deseo que nunca sintió en mucho, mucho tiempo.

Cuando le diste luz verde, la mirada en sus ojos mostró que había estado esperando esto toda su vida. Se movió levemente, guiándose dentro de ti, dejando escapar un gemido cuando finalmente hizo contacto.

Un fuerte gemido escapó de tus labios cuando finalmente lo sentiste dentro de ti y lo abrazaste con fuerza, pasando tus manos por sus hombros y acercando tu rostro a su cuello. Escondiste tu rostro ahí, dejando escapar un gemido más alto que el anterior. Al fin estaba pasando este momento que habías deseado por tanto tiempo y solo querías que fuera perfecto, para ambos.

-Ahhhh Jonathan, te amo, te he amado desde la primera vez que vi tus hermosos ojos... Te amo... Te amo tanto... -sonreíste, besándolo dulcemente mientras sus cuerpos empezaron a moverse juntos.

Escuchar eso de ti lo llenó de emoción. No podía creer lo mucho que significaba este momento para ti. Su cuerpo se presionó contra el tuyo mientras continuaba moviéndose, cada movimiento era pura felicidad mientras enviaba escalofríos por su columna. Pudo sentir los latidos de su corazón en su garganta y su respiración se hizo corta mientras seguía moviéndose un poco más rápido, tus besos llenándolo de mariposas.

-Oh Dios... te amo... Yo también te amo... -su gemido fue fuerte, sus manos agarrándote con fuerza mientras se empujaba más rápido y más fuerte dentro de ti.

-Ahhhh... Dios, sí, sí, solo un poco más, así mi amor... Así... No pares, por favor. Ven por mí, tómame, soy tuya... -comenzaste a gemir sin parar. Sus cuerpos estaban tan cerca del clímax y el hecho de que dijera que también te amaba, hizo que todo se volviera aún más perfecto de lo que ya era.

Sentiste que te tomó con más fuerza por la cadera y tú envolviste tus piernas en su cadera, haciendo que cada vez estuvieran más cerca. Jonathan sintió la sangre bombear en su cabeza cuando envolviste tus piernas alrededor de él. Te empujó un poco más cerca de él que podías sentir cada movimiento. Su respiración se hizo más corta cuando ambos alcanzaron un punto de ruptura. Sus embestidas se sintieron más poderosas que antes, cada una casi empujándote más allá de la línea. Tus palabras no hicieron más que acercarlo al límite. Tu aliento en su cuello lo estaba volviendo loco. Cuando empezaste a gemir fuerte, su boca estaba pegada a tu cuello, mordiendo y chupando tu piel.

-Ahhh Jonathan... Mmmm... Así mi amor... Así... -gemiste abrazándolo por los hombros mientras él seguía empujándose dentro de ti y mordía tu cuello.

Suspiraste su aroma y dejaste más besos en sus hombros, gimiendo más alto al sentirlo más y más en ti. Acariciaste sus rizos y besaste su mejilla, sincronizado tu cuerpo con el suyo. Estaban tan cerca. Era una locura. Tu aliento era como fuego contra su cuello.

Le encantó que expresaras tu placer y que no te contuvieras. Tu movimiento era embriagador y los sonidos que hacías llenaban cada parte de él de emoción. Sintió que se le cortaba el aliento cuando comenzó a empujar hacia abajo y con más fuerza. Estaba tan cerca, tan cerca y su respiración se volvió errática, lo único que quería, era terminar finalmente dentro de ti. Cuando te observó, sus labios entraban entreabiertos, sus rizos caían sobre su frente y el sudor en los cuerpos de ambos provocaba sonidos cada vez que sus pieles se encontraban, chocando entre sí.

-Ohhhh sí, bebé. Justo así, así, ahhhh... -Jonathan gimió en tu oído con más fuerza, aferrándose a ti, abrazándote, dejando su rostro en tu cuello, besándolo con dulzura.

En ese momento, sentiste su cuerpo derrumbarse en el tuyo; tu cuerpo comenzó a temblar y la sensación de placer empezó a dispararse por todo tu cuerpo, haciéndote gemir cada vez más y más alto. La sensación era maravillosa, era perfecta. Gemiste el nombre de Jonathan de nuevo y lo abrazaste con fuerza cuando ambos cuerpos empezaron a temblar con la llegada de sus límites.

Jonathan seguía dentro de ti, y eso te hizo chillar de placer. Gemiste dejando que tu cuerpo temblara, abrazándolo con más fuerza. Cuando finalmente llegó el momento, sus cuerpos se sintieron llenos de emoción y placer. Sentiste que tu cuerpo temblaba, como si cada parte de él estuviera experimentando una oleada de euforia.

Sus gemidos combinados fueron fuertes cuando su respiración se hizo más corta, sus músculos se tensaron mientras Jonathan se empujaba profundamente dentro de ti. Tu nombre llenó su boca y sus labios se cerraron en los tuyos con un beso cuando finalmente alcanzó su clímax. Su cuerpo se congeló, su respiración se volvió superficial cuando las sensaciones se volvieron demasiado fuertes. Podías sentir su cuerpo liberarse dentro de ti mientras el placer lo golpeaba como un maremoto.

Ambos fueron lentamente regresando a la normalidad, pero aún seguían abrazándose. Suspiraste y gemiste con placer al sentir su calidez dentro de ti y lo abrazaste con ternura, besándolo dulcemente en el rostro mientras tus manos sostenían sus mejillas. Sus respiraciones trataban de volver a la normalidad con un poco de dificultad.

-Mmmmm, Jonathan... Mi amor... Eso fue... Divino -murmuraste sobre sus labios, acariciando su espalda con suaves patrones.

El continuó abrazándote fuertemente contra su cuerpo mientras te besaba con amor. Estaba casi sin palabras, sus palabras salían suaves y casi silenciosas. Su cara estaba roja y húmeda mientras respiraba lentamente. La sensación de tenerte en sus brazos parecía un sueño.

-Eso fue... -comenzó, sin querer decir la palabra equivocada mientras te miraba profundamente a los ojos-. Eso fue... increíble, lo digo en serio. Fue... Dios... Divinamente majestuoso -te acercó más y te besó apasionadamente.

Tú sonreíste correspondiendo su beso con cariño mientras acariciabas sus hombros y su espalda con amor, sonriendo en sus labios cuando te besó.

-Y fue mucho mejor de lo que siempre había imaginado -reíste suavemente, con las mejillas rojas. Fue mejor. Mucho, mucho mejor. Sonreíste juntando tu mano con la suya y acariciando sus dedos.

Cuanto más hablabas, más llenabas de alegría su corazón. La sensación de ser tan íntimo y vulnerable contigo, llevó sus emociones a un nivel completamente nuevo. Nunca antes nadie había hablado con él de esta manera.

-Honestamente... No puedo expresar con palabras lo mucho que eso significó para mí- él miró tus manos mientras le acariciabas los dedos suavemente. Su sonrojo no desapareció, en todo caso empeoró mientras seguía mirándote a los ojos.

-Bueno, a veces las palabras no hacen falta... -le soreóiste, besando con ternura los nudillos de su mano.

Fue dulce cómo seguías siendo tan cariñosa incluso cuando ambos se calmaron. Fuiste tan gentil y dulce con tus toques. Le hizo desear que el momento nunca terminara. Llevó tu mano a sus labios y besó tu palma con suavidad.

-Las palabras nunca serán necesarias cuando estemos juntos. Sólo quiero sentirte, olerte, tocarte... Estar en este momento contigo es todo lo que necesito

Le sonreíste cuando besó tu mano y suspiraste, mirándolo a los ojos con el rostro sonrojado. -Dime, ¿alguna vez leíste la novela "Persuasión" de Jane Austen? -le preguntaste suspirando mientras el continuó mirándote a los ojos y tu sonrisa trajo un sentimiento cálido a su corazón.

Jonathan se rio suavemente cuando mencionaste a Jane Austen. -Sí, lo he hecho. Siempre he sido fan de sus novelas más antiguas. Persuasión es definitivamente una de mis favoritas. ¿Por qué lo preguntas? -inquirió curioso, acercándote más a él.

Tú asentiste con una sonrisa, tomando su mano en la tuya otra vez y acariciando su piel con tu pulgar. -Mmmm, también es de mis favoritas... ¿Y recuerdas de qué trata? -le preguntaste, recargando tu rostro en su hombro.

-Ha pasado un tiempo desde que lo leí, pero si mal no recuerdo, es la historia de dos personas que solían ser cercanas y terminaron viviendo separadas. Años después, se reencuentran y se vuelven a enamorar -Jonathan sonrió y pasó su pulgar por el dorso de tu mano, manteniendo tu mano dentro de la suya. Tu cercanía le resultó reconfortante

-Correcto, profesor Levy. ¿Y no cree que esa historia esté más conectada con nosotros de lo que parece? -sonreíste, dejando que acariciara tu mano, y entonces, te inclinaste para besar su nariz con ternura.

Una pequeña risa se le escapó mientras besabas su nariz. Tu declaración lo tomó por sorpresa y cuanto más pensaba en ello, más sentido tenía.

-Tienes razón... Se siente bastante similar. Los dos personajes principales no tuvieron comunicación durante años, pero cuando finalmente volvieron a ponerse en contacto, reavivaron una vieja llama que había estado enterrada hace mucho tiempo. Supongo que encaja un poco nuestra historia, ¿eh? -te miró con una dulce sonrisa.

-Así es... Nos conocimos en la universidad... Tú fuiste mi profesor, yo tú alumna, había algo ahí, entre los dos pero, por obvias razones no pudimos estar juntos y, un par de años después como por un milagro, volvemos a encontrarnos y ese amor que había desde la primera vez ahora puede estar más vivo que nunca. ¿Verdad que tiene sentido, nuestra historia y la de ellos? -sonreíste, mirándolo a los ojos sin soltar su mano, acariciando su piel con tu pulgar.

La expresión de Jonathan era suave cuando hablabas de cómo su historia se alineaba con la novela. Tenía que admitir que cuanto más pensaba en ello, más sentía una conexión genuina con la pieza. -Es casi como si el destino nos volviera a unir, porque sabe que es lo que ambos necesitábamos. Esa química, esa conexión, esa llama seguía ahí y solo necesitaba una chispa para reavivarla. Te había perdido antes, pero hora finalmente nos hemos reunido y estoy muy feliz de que todo esté funcionando -él habló de forma dulce y cariñosa, mientras empezaba a acariciar tu cabello.

Sonreírte acercándote a sus labios para besarlo dulcemente y lo abrazaste por los hombros, suspirando su aroma maravilloso. -Te amo, Jonathan. Siempre lo hice y siempre lo haré -le dijiste entre besos, saboreando sus labios mientras aún estaban desnudos en el sofá.

Él te devolvió el beso con igual cariño, sus manos abrazándote con fuerza. Todo su ser se relajó en tu calidez. En ese momento, todo parecía estar exactamente donde debía estar.

-Te amo, __________. Siempre y para siempre. Nunca te dejaré ir. Nunca. Quiero estar contigo, solo contigo, por el resto de mi vida. Eres... eres mi todo. Mi amor, mi vida, mi mundo entero. -Jonathan suspiró y sonrió en tus labios, acariciando tu boca con la suya.

Tú te derretirse con sus palabras y en sus brazos. Gemiste suavemente al escucharlo y lo besaste en la comisura de los labios mientras hablaba.

-Por favor, dime eso de nuevo... Esperé tanto tiempo por ello, dímelo otra vez, por favor, ¿si? -lo miraste haciendo un puchero tierno, subiendo mis manos por tus brazos hasta tus hombros.

Él se rio suavemente cuando le pediste que lo dijera de nuevo. Tu expresión de puchero era tan linda que no tuvo más remedio que obedecer. Él te atrajo y te besó suavemente, sus palabras salieron lentamente. -__________, ___________... Te amo. Te amo desde la primera vez que te conocí. Eres todo lo que siempre he querido y nunca quiero dejarte ir. Eres mía y yo soy tuyo. Quiero tenerte en mis brazos por el resto de nuestras vidas.

-Dios mío... Eres lo mejor que pude pasarme en la vida. Valió la pena esperar por este momento. -sonreíste acariciando su barba y lentamente te acercaste para besarlo en los labios con ternura-. Mmmm, tantas veces soñé con este momento. Y la realidad es totalmente mejor.

Sus manos bajaron para sostener tus mejillas mientras dejaba que tus besos bañaran sus labios. La sensación era eufórica y cuanto más lo besabas, cada toque se sentía como pura felicidad. Tu afecto era contagioso y él podía sentir que se perdía en él.

-Sé que lo he dicho antes, pero lo diré de nuevo. Siempre valió la pena esperar. Habría esperado toda una vida para finalmente estar en tus brazos. Solo agradezco al mundo por darnos la oportunidad de reconectarnos. No puedo imaginar dejarte ir nunca -confesó, robándote un beso tierno.

-Yo no he dejaré ir jamás. Cuidaré de ti y de tu preciosa mente, tu maravilloso cuerpo y tú bello corazón... Siempre estarás seguro conmigo, te lo prometo. Toda la vida -sonreíste, acariciando su pecho y dibujando la zona de tus clavículas, dejándole suaves besos en los labios.

Las caricias y los besos que le estabas dando le provocaron escalofríos por la espalda. Nunca se había sentido tan querido o necesitado en su vida y tu atención lo hacía sentir como si estuviera en la cima del mundo. Su cuerpo se relajó y su respiración se hizo más corta. Tu afecto era una droga maravillosa para él y no quería nada más que sentirlo constantemente.

-Dios, ____________... Ni siquiera entiendes lo bien que se siente esto. La sensación de ser deseado por ti me hace sentir que puedo hacer cualquier cosa. Me haces sentir tan vivo. Siento como si estuviera viviendo un sueño...

-Afortunadamente no es un sueño -reíste y basaste su frente-. Y es toda la verdad, absolutamente. Por cierto, adoro como se escucha mi nombre en tus labios y con tu voz tan sexy... Dios... Siempre me ponías mal en clases cuando te escuchaba decir mi nombre. Me imaginaba cosas que no debía -le dijiste sintiendo tus mejillas arder de nuevo.

Él sonrió suavemente y mordió su labio mientras te sonrojabas por el cumplido. La forma en que hablaste del mero sonido de su voz fue adorable. El hecho de que te pusieras tan nerviosa otra vez al escucharlo decir tu nombre hizo que su corazón se acelerara. Tu imaginación le resultaba embriagadora y le encantaba oírte admitir tus fantasías secretas.

-¿Es así? ¿Realmente mi voz te distraía tanto? Nunca pensé que mis palabras pudieran afectarte tanto. Pero no mentiré... Siempre disfruté bromear contigo y hacerte sonrojar.

Reiste de nuevo, pasando tu pierna sobre su cadera y lo abrazaste más cerca de ti. -Qué profesor tan malo fuiste conmigo, Jonathan Levy, tentando a tu pobre e inocente alumna con tu sexy voz y ese hermoso cabello rizado lleno de mechones plateados con esa forma tan elegante de hablar y explicar cada tema en clase... Mmmmm, muy mal... Muy mal... -soltaste una risita, enrollando sus rizos en tus dedos.

Tu pierna envuelta alrededor de sus caderas y tus manos saltando por su cabello le hicieron sentir toda una gama de emociones a la vez. Tus burlas fueron irresistibles. La forma en que hablaste de él como profesor lo hizo sonrojar, pero la forma en que describiste su voz y su cabello lo hizo derretirse.

-Puede que haya sido un mal profesor por siempre molestarte, pero no voy a mentir, ya que no eras exactamente el angelito inocente que pensé que eras. Siempre me di cuenta de que querías algo más que mis sermones -te miró con una ceja alzada y eso te hizo suspirar.

Te mordiste el labio suavemente ante su comentario y sonreíste con las mejillas rojas. -Si, no creo que un angelito inocente haría lo que acabo de hacer contigo en este sofá o te mantendría cerca con su pierna desnuda en tu cadera, ¿cierto? -le dedicaste una sonrisa traviesa, moviendo tus rizos hacia un lado para que cayeran sobre sus brazos-. Pero, siempre disfruté de tus sermones. Era una excusa maravillosa para quedarme más tiempo cerca de ti... -sonreíste, delineando sus labios con tu dedo índice.

La forma en que te mordiste el labio lo hizo sentir tantas cosas a la vez, como una montaña rusa de emociones mientras su estómago se hundía y los latidos de su corazón se aceleraban. La sensación de tu pierna envolviendo su cadera se sintió tan bien que le provocó escalofríos por el cuerpo.

-Bueno, seré honesto, no te equivocas. Disfruté cada momento que permaneciste cerca de mí después de clase. Y puedes estar segura de que siempre esperaba con ansias nuestras pequeñas charlas después. Sabía que solo estabas buscando una excusa para quedarte cerca y que mi voz pueda llenar tus oídos nuevamente.

-Creo que ambos sabíamos lo que sentíamos por el otro en ese momento pero, a pesar de no tener la oportunidad de estar juntos en aquel entonces, eso no fue impedimento para que disfrutemos de la compañía mutua. -le explicaste, acomodándote en su pecho, dándole beso-. Pero, admito que esto, justo ahora, me hace más feliz. Sentir el calor de tu cuerpo junto al mío, es como un pequeño paraíso.

Tu toque afectuoso llenó su corazón de calidez mientras apoyabas tu cabeza sobre su pecho. Su mano apretó la tuya y su corazón latió un poco más rápido cuando lo besaste. Era más que simplemente tener otro cuerpo al lado del suyo; Se trataba de dos personas que se reunían y compartían la compañía del otro. Su expresión era tierna y gentil mientras te miraba.

-Eso es exactamente lo que siento. Es como estar en el cielo sabiendo que finalmente puedo tenerte en mis brazos. Nunca pensé que nos reuniríamos, pero el mundo me regaló una oportunidad contigo otra vez. Me siento como el hombre más afortunado del mundo -te explicó, mirándote a los ojos a los ojos con una sonrisa juguetona y un brillo en la mirada.

-Esto quiere decir que, ¿al fin estamos juntos? Ya lo sabes, ¿oficialmente? -le preguntaste con la cara sonrojada y el corazón acelerado.

Una sonrisa apareció en sus labios mientras te miraba, su cuerpo respondía a tu cercanía y los sentimientos que inspiraba. Tu pregunta lo tomó por sorpresa pero su cuerpo inmediatamente respondió con pura afirmación, su corazón latía aún más rápido.

-Sí, definitivamente. Eres mía y yo soy tuyo. Estamos oficialmente juntos ahora, no más esperas. Eso nunca volverá a suceder. Finalmente te tengo y no te dejaré ir nunca más.

Ambos cerraron el momento con un dulce beso. Al fin, después de tanto tiempo iban a poder estar juntos, e iba a ser maravilloso.

***

Nota de la autora:

Y bueno, 35 páginas de Word y 16,238 palabras después este one shot con Jonathan Levy, ha sido terminado JAJSJASJAJS. :3

O sea, sé que los one shots en teoría son cortos pero, no me juzguen, Jonathan me puede demasiado, lo veo y ya le quiero dar todo. ASDFGHJKLÑ. Y es que todo esto se me ocurrió por un sueño que tuve hace dos semanas después de leer Persuasión de Jane Austen jajaja, ME ENCANTA ESA NOVELA, TENÍA QUE HACER ALGO y desde entonces, había estado trabajando en esto. :'3

Siento que la combinación va bien: Jane Austen y su romanticismo más el adorable Jonathan Levy... ES QUE NO ME PUDE RESISITIR. ASFGHÑÑLKJHGFDSA. Entiendan a esta pobre alma que ama a los viejos sabrosos, por favor. :'v

Disculpen la tardanza, ya ven que luego me enfermé y ay Dios, está cabrón esto de ser adulto. :'v Pero es que quería que quedara bien y que pudieran sentir lo que yo sentí en mi sueño jajajaja. Y ya no quería tardarme más porque, en verdad deseaba que ya pudieran leerlo. Es que me gustó demasiado, me hizo sentir tantas cosas ese sueño, y escribirlo, Dios, ha sido glorioso. Disfruté cada letra y cada palabra con todo mi corazón y como no se imaginan. :3

Espero les haya gustado. <3

Jonathan Levy es de mis mayores debilidades y, Dios mío, siempre que pueda, voy a escribir sobre él incluso, puede que más adelante escriba una historia donde él sea el protagonista exclusivo, pero ya veremos, sería corta, tal vez... Ya veré... :3

Nos estamos leyendo pronto, little moons, en verdad espero que, hayan disfrutado esto tanto de como yo disfruté en escribirlo. <3

Nos estamos viendo pronto por aquí y en mis otras historias. ¡Laters, gators! :3 <3

Como te amo Oscar, bendito sea el día que aceptaste el papel de Jonathan Levy. ASDFGHJKL. ❤️✨🔥

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top