Aires de otoño en Atenas: Rydal Keener
✨🧡🍂🍁🎃👻🕷️🕸️Especial de octubre 2/10🕸️🕷️👻🎃🍁🍂🧡✨
Era una mañana agradable en la ciudadela, el día parecía que podría ser agradable. Hace apenas un par de meses que te habías mudado a Grecia para buscar un nuevo comienzo y, habías elegido Atenas como la cuidad en donde radicarías.
Era algo que ya habías planeado desde hace tiempo, ya que, ya no había nada que te uniera a tu ciudad natal y habías logrado formarte una buena carrera como escritora, dejando tu antiguo trabajo para dedicarte de lleno a tu profesión entre las letras. Lo único que quedaba era, encontrar un lugar tranquilo en donde la inspiración surgiera y para ti, ese lugar era Grecia; con todos sus bellos paisajes, islas y costas tranquilas.
Ese día habías decidido ir a dar un paseo a unas ruinas en las que constantemente notabas que los turistas visitaban, al parecer era un gran punto de interés. Tu objetivo era buscar inspiración para seguir escribiendo tu novela y también para relajarte un poco. Así que, una vez que preparaste un almuerzo ligero y te vestiste para salir, llevando un suéter holgado y una bufanda ligera, ya que ya había comenzado la temporada de otoño y los días tenían temperaturas más bajas, tomaste tu bloc de dibujo, tus gafas de sol y tu bolso junto con tu comida para dirigirte hacia la Acrópolis.
Una vez que llegaste, te instalaste cerca de un par de pilares blancos que eran parte de las ruinas del lugar y que además, te daban una buena sombra. Dejaste tus cosas a tu lado y una vez que te pusiste tus audífonos y tus lentes del sol, te pusiste manos a la obra con tus herramientas de trabajo: tu bloc de dibujo y tus lápices de diferentes grosores.
El viento era fresco y agradable y la calidez del sol a través de la sombra de algunos árboles se sentía reconfortante, haciendo que el clima otoñal fuera perfecto, por lo menos desde tu perspectiva.
Trabajabas dibujando un paisaje de las ruinas de la Acrópolis mientras el ritmo de tu canción favorita sonaba en tus oídos y dabas un bocado a tu almuerzo. Los pilares en donde te habías instalado te servían de respaldo cuando necesitabas poner tu espalda derecha para visualizar la escena y llevarla a tu bloc que descansaba en tus piernas cruzadas. Simplemente pensaste que era una mañana perfecta.
Algunos murmullos de personas llamaron tu atención y los viste por encima de tus gafas oscuras, aunque más específicamente, eran voces de mujeres, turistas, claramente. Se notaba por el asombro con el que veían la arquitectura ateniense aunque, pronto pudiste notar que el asombro de las féminas no era tanto por el paisaje que las rodeaba, era más bien, por la vista que tenían delante de ellas.
El hombre que las guiaba, un joven de unos treinta y tantos, vestido con una camisa de algodón beige, pantalón café, zapatos lustrosos, finas gafas sol, con cabello perfectamente arreglado y de buen porte, caminaba delante de ellas, explicándoles los mitos que rodeaban aquellas misteriosas ruinas de la antigua Grecia. En su cabeza descansaba un sombrero panamá color blanco.
Viste la escena un momento, notando como su grupo se derretía por él, lenta y evidentemente. La escena te pareció ridícula e incluso incómoda, ya que estaban bastante cerca de ti, y trataste de prestar atención a la música de tus audífonos pero, ya habías visto a ese hombre en otros lugares de la cuidad trabajando como guía turístico y, tenías que admitir que las cosas que contaba eran bastante interesantes. Siempre lo escuchabas de forma discreta y siempre creíste que esa acción había pasado desapercibida por él.
Sí, eso creías.
Las ganas de aprender más sobre el lugar en donde te encontrabas fueron más intensas, así que aprovechando la cercanía del joven guía y su séquito de chicas que lo seguían de un lado a otro, quitaste uno de tus audífonos para poder escuchar lo que decía mientras estuviera cerca de la zona donde tú estabas y, tratando de ser lo más discreta posible, seguiste dibujando pero, poniendo atención a su explicación, de forma disimulada.
-Bueno, llegados a este punto, -comenzó a hablar el guía, su voz era tranquilizadora y agradable al escucharla. Capturaba tu atención al instante- es importante contarles que existe una famosa leyenda en la cuidad que habla sobre que, la diosa Atenea y el dios del mar y de los seísmos, Poseidón, se enzarzaron cierto día en una disputa por la posesión y el patrocinio de este desnudo peñasco llamado Acrópolis. Para atraerse el favor de sus primeros moradores, Poseidón hizo brotar con su tridente un manantial de agua en aquel lugar y además ofreció como regalo a los atenienses el caballo, animal muy útil para los humanos. -él alzó una ceja y acomodó sus gafas, moviendo sutilmente sus manos antes cada explicación-.
-Por su parte, Atenea plantó el sagrado árbol del olivo como obsequio para los habitantes de la ciudad. Después de eso, el dictamen de un tribunal constituido por ciudadanos y presidido por el dios Zeus fue favorable a Atenea, quien desde entonces se convirtió en la protectora y benefactora de la ciudad, a la que dio su propio nombre, Atenas, y en cuyo honor sus habitantes levantaron su templo más famoso, el Partenón, lugar que visitaremos en nuestro siguiente recorrido. -juntó sus manos en un suave aplauso-. ¿Por qué no van a explorar la zona y nos vemos aquí mañana a la misma hora que hoy? -él les preguntó a su grupo con una voz encantadora, y su indicación no fue ignorada por las jóvenes que lo acompañaban, las cuales se notaban deseosas de seguir en la compañía de su atractivo guía turístico.
Cuando él terminó de hablar, tú rápidamente volviste a colocar tu audífono en su lugar y seguiste dibujando pero el hombre ya había notado minutos antes que estabas poniendo atención a su explicación, incluso, había notado que te había visto en otros puntos de interés en ocasiones anteriores y algo que llamaba su atención es que siempre que te veía, llevabas puestos tus lentes del sol.
Se dio cuenta que dibujabas y eso lo hizo sonreír. También, sintió un pequeño gran impulso de acercarse a ti y preguntarte tu nombre, ya que te había visto ya demasiadas veces y le resultaba interesante el hecho que siempre aparecías en lugares que él frecuentaba por su trabajo. Por un momento pensó que tal vez lo pudieras estar siguiendo pero, desecho la idea pensando que eso era muy narcisista de su parte y prefirió inclinarse por la idea de sus encuentros eran solo mera coincidencia.
Aprovechando que su grupo se había dispersado, decidió acercarse a ti, la curiosidad lo estaba comiendo por dentro, aunque no estaba del todo seguro de cómo hablarte pero, aun así, lo intentó.
Con cuidado, llegó hasta ti y tomo asiento a tu lado, tratado de ver tu dibujo en tus piernas por encima de sus lentes. Tú lo notaste y trataste de ocultar un atisbo de sonrisa pero, no lo miraste, seguiste dibujando, con tu mirada fija en el paisaje y en tu bloc. Él se acercó más y más y más y, cuando estuvo lo suficientemente cerca, se quitó sus gafas, dejándolas en el cuello de su camisa y también retiró su sombrero, comenzando a jugar con él en sus manos.
-No puedo observar con tanto detalle pero, por lo que logró ver desde aquí, eres muy buena dibujando. -dijo él, con una suave sonrisa en sus labios, mirando tu dibujo y luego a ti.
Tú sonreíste en respuesta, pero solo asentiste ante su comentario. -Gracias. -contestaste amablemente, pero sin intensión de seguir la conversación.
Él suspiró pero, no se iba a rendir tan fácil. Junto sus manos entre sí y se estiró un poco y luego, recargó sus manos al borde del escalón donde estaban sentados, estirando también su espalda, luego, volvió hacia ti.
-Me llamo Rydal, Rydal Keener. -él sonrió y extendió su mano hacia ti-. ¿Y tú?
Tú miraste su mano levantando ambas cejas por un segundo, y aunque al inicio lo dudaste un poco, soltaste tu lápiz y le diste tu mano, presentándote también.
-Hola, Rydal. Mi nombre es _________. -le dijiste suavemente, sintiendo la calidez de su mano pero, un momento después, la retiraste y volviste a tomar tu lápiz, volviendo tu atención a tu dibujo.
-Oye, ese es un lindo nombre, Es igual de lindo que tus dibujos... ¿Crees que podría verlos? -te preguntó con voz dulce, deseando haber podido sostener tu mano un poco más.
Tú suspiraste e hiciste la cabeza hacia atrás, pensando en que tu día tranquilo ya no iba a serlo tanto después de todo. -Lo siento pero, no. Ammm, esto es algo muy valioso para mí y no quisiera que les pasara algo... -intentaste decir pero, antes de que pudieras darte cuenta, Rydal ya te había arrebatado el bloc de las manos y lo estaba hojeando-. ¡Oye, devuélveme eso! ¿Quién te crees que eres? -le preguntaste con indicios de molestia en tu voz, poniéndote de pie cuando él lo hizo.
Rydal rió entre dientes, empezando a pasar las hojas del bloc y observando tus trabajos. -Oye, ¡tranquila! No les haré nada, lo prometo. Solo quiero verlos. -dijo con un tono inocente pero burlón, moviéndose de un lado a otro mientras tu intentabas quitarle el bloc de las manos-. Si sigues haciendo eso, vas a hacer que lo rompa o algo. -te dijo con tono serio y eso hizo que te detuvieras abruptamente. Él volvió a sonreír y pateó suavemente su sombrero hasta la columna donde estaba sentado hace un momento y siguió viendo los dibujos-. Ohhh, eres buena... -exclamó, alzando una ceja, pasando sus dedos sobre los trazos de forma delicada.
Tú tomaste ese comentario como una especie de advertencia amenazante y eso hizo que tu molestia se acrecentara aún más. Enojada, te quitaste los audífonos y las gafas, ignorando los comentarios por parte de Rydal sobre lo diestra que eras en el dibujo y te acercaste a él a pasos rápidos.
-Escúchame bien, don Juan de quinta, o me devuelves ese cuaderno o te juro que tomo tu ridículo sombrero y lo arrojo por el peñasco. -le dijiste señalando su sombrero, con una expresión de notable enojo en tu rostro.
Rydal se sorprendió por tu reacción, sin embargo, por primera vez, estaba mirándote sin las gafas de sol puestas y cuando vio tus ojos, simplemente se quedó sin palabras. Los rayos de sol se colaban entre las nubes y cuando la luz choco con tu mirada, él tuvo que parpadear un par de veces.
-Tus ojos... -habló con un hilo de voz.
-¿Qué tienen mis ojos? ¿Nunca habías visto a una persona con heterocromía? -le preguntaste con sarcasmo, evidentemente fastidiada pero, eso Rydal ni siquiera lo escuchó.
-Tus ojos, son... hermosos. -habló alzando ambas cejas y jadeó suavemente. -Uno es verde olivo y el otro es color miel yo... jamás vi algo así... ¿Cómo fue que lo llamaste?
Tú alzaste una ceja al ver la forma en que había ignorado tu comentario lleno de sarcasmo y seguía enfocado en el detalle de tus ojos. Y aunque lo negaras, eso te hizo sonrojar ligeramente.
-Heterocromía. Yo lo heredé de mi bisabuela. -le contestaste, pasando una de tus manos por tu rostro y otra dejándola en tu cintura-. Oye, por favor, ya dame mi libreta... En serio, esos dibujos son muy especiales e importantes para mí, si les pasa algo... -suspiraste, sintiéndote desesperada de que te devolviera tu libreta.
Él sonrió, y dejo que un profundo suspiro escapara de sus labios. -Te lo devolveré, con una condición... -Rydal te dedicó una sonrisa coqueta.
Tú aprestaste tus puños con frustración pero, trataste de respirar y calmarte. -¿Qué condición? -le preguntaste, sonando algo fastidiada.
-Ven conmigo a ver una vista más hermosa que este lugar, tal vez también la podrías dibujar, estoy seguro que te va a gustar y, si vienes conmigo, lo tomaré como disculpa por el hecho de que me hayas dicho "don Juan de quinta", porque no lo soy, solo soy encantador porque mi trabajo lo amerita. Mi forma de ser digamos, cautivador, es otra... -se rió entre dientes y te ofreció su mano, para que lo acompañaras.
Tú te sentiste un poco avergonzada, por haber recordado como lo habías llamado hace un momento, creíste que no te había escuchado. Dudaste por un momento cuando él te ofreció su mano pero, antes de eso, fuiste a toma tus cosas y, su sombrero. Cuando volviste, tomaste tu mano.
-Bien, este es el trato. Tú me das mi libreta y yo te devuelvo tu sombrero. -lo miraste alzando una ceja y él rió suavemente.
-Es un trato. -Rydal asintió y te llevó con él, afianzando más el agarré de tu mano con la suya.
Ambos caminaron juntos alrededor de unos diez o veinte minutos. Rydal te hacía preguntas simples y tú las respondías para luego, hacer lo mismo tú, preguntas que él estaba feliz de responderte. Te llevó por las calles de Atenas, entre fuentes, mercados, ruinas y plazas, disfrutando de la manera poco ortodoxa que habían tenido de conocerse. Cuando le dijiste que vivías en Atenas su sonrisa se hizo más amplia y expresó su alivió al decirte que se sentía feliz de que no fueras turista. Se sorprendió más cuando le dijiste que eras escritora y expresó su admiración diciéndote que le permitieras leer algunas de tus historias.
Rydal te llevó un sendero un poco más cuesta abajo y cuando te diste cuenta, ya estaban llegando a una pequeña y linda playa.
-Puedes quitarte los zapatos, para que sientas la arena. -él te animó, sin dejar de sonreír.
Tú asentiste con una sonrisa y seguiste su recomendación, dejando que tus pies se hundieran en la fresca arena y él hizo lo mismo. Dejaste tus cosas sobre una roca y los zapatos de ambos junto a esta, aunque los dos seguían llevando consigo lo que le pertenecía al otro: él tu libreta y tú su sombrero.
El viento jugo con el cabello de ambos, peinándolo hacia atrás y al chocar con tu rostro, te hizo reír un poco aunque, no soltaste su mano. Las olas rompiendo en la orilla y su sonido te hicieron sentir relajada en ese momento.
-Bien, ven por aquí. -Rydal siguió tomando tu mano y te llevó hasta una roca alta en donde ambos se subieron y él dejo descanso tu cuaderno junto a ustedes, lejos del peligro de las olas y del viento.
Con cuidado, se puso detrás de ti, y dejando una de sus manos sobre tu hombro, te ayudó a girar hacia una dirección en particular. -Mira hacia allá. -te señaló, pasando su brazo por sobre tu hombro e indicando el lugar son su dedo mientras, lentamente, su otra mano acariciaba tu hombro y tu brazo.
Tú sentiste tu piel estremecerse ante su toque, ¿qué estaba pasando? Era, inesperado pero, no lo detuviste. Ni siquiera te importó que prácticamente se acaban de presentar.
-¿Ya lo viste? -Rydal te preguntó al oído, con voz tranquila y suave, haciendo tu cabello hacia un lado para poder acercarse más a ti.
Tus ojos se abrieron de par en par cuando lograste ver lo que Rydal quería que apreciaras: frente a ti, una hermosa vista del Partenón a apenas unos ocho metros de distancia se hacía presente ante tu vista. Un lugar que habías soñado conocer desde que eras una niña y ahora, estaba aquí, frente a ti y, estaba siendo presentado de una manera inesperadamente romántica. Las hermosas ruinas se veían aun bellas siendo rodeadas por la arena de la playa cerca y por los árboles y palmeras que se ceñían a lo largo del camino que te llevaba hasta su entrada principal. Había algunas aves cantoras merodeando por el lugar y el sonido del mar, más el viento, más su canto hacía de la escena algo maravillosamente especial.
-Vaya, ¡ese es el Partenón! -sonreíste emocionada y Rydal sonrió al ver tu reacción-. Yo, he soñado con ver este lugar desde que era niña... Es, hermoso.
-Sí, es el Partenón. Y sí, es muy hermoso. Aunque, la vista que está ahora frente a mí, lo es más... -él habló de forma dulce cerca de tu oído, casi rozando sus labios con tu piel, mientras sus manos subían y bajaban por tus brazos.
Te sonrojaste ante su acción pero de nuevo, ni siquiera intentaste alejarlo. Un cosquilleo empezó a hacerse presente en tu vientre.
-Y bueno, si tanto te gusta este lugar tengo que hablarte un poco sobre él... -Rydal se acercó a tu cuello, dejando un pequeño beso en tu piel, acción que hizo que tu cuerpo se estremeciera pero, lo dejaste continuar. Al notar que no hubo respuesta negativa de tu parte, él siguió-.
-Este, que es el monumento más antiguo de los ubicados en la Acrópolis, levantado por orden de Pericles y siendo obra de arquitectos como Ictino y Calícrates, bajo la supervisión de Fidias . -él continuó, ahora bajando sus manos por las curvas de tu cintura, quedándose un momento ahí y mientras las acariciaba, siguió hablándote al oído-. Partenón significa doncella, virgen, célibe y es un templo consagrado a la protectora de Atenas, Atenea Pártenos, y uno de los principales templos octóstilos, algo poco frecuente. -sonrió, dejando besos a lo largo de tu cuello, desde el inicio del lóbulo de tu oreja hasta la punta de tu hombro, sus labios se sentían cálidos y sus manos, ahora descansaban en tu cadera, zona en donde empezó a dejar suaves masajes con sus dedos-.
-Fue construido entre los años 447 a. C. y 438 a. C. en la Acrópolis de Atenas. Es el templo más conocido del mundo y un símbolo del alto arte griego clásico. -Rydal trazaba suavemente un camino desde el costado de tus muslos hasta tu cintura, el cual recorría fascinado una y otra vez con sus cálidas manos mientras sus labios seguían acariciando tu piel-.
-En este lugar existió, hacia el siglo XII a. C., una fortaleza micénica. Posteriormente se convirtió en lugar de culto con la construcción del viejo tempo, también conocido como pre-Partenón, el cual, sin estar acabado, en el 480 a. C. resultó dañado por el ejército de Jerjes I , detenido por Antónidas y sus dos hombres, Cabado y Brunialtes de Camos. Fue durante el incendio de Atenas ocurrido durante la segunda guerra médica , tras la derrota espartana en las Termópilas . -terminó de explicar, dejando un tierno beso en tu mejilla y sus manos descansaron de nuevo en tu cadera, presionando con firmeza, para atraerte hacia él y cuando lo hizo, un suave gemido escapó de tus labios haciéndote sonrojar un poco.
-Dime la verdad, ¿me trajiste aquí para hablarme de historia de la Grecia antigua de una forma irresistiblemente encantadora o para entregarme mi libreta? -le pregunte en medio de una suave risa, atreviéndote a dejar tus manos sobre las suyas en tu cintura, sintiendo como tu corazón latía con fuerza al estar cerca de él.
-Mmmm sí, pero también para otra cosa... -él habló, ayudándose de sus manos para darte la vuelta y que sus rostros quedaran frente a frente y luego, volvió a dejar sus manos en tu cintura-. Te he visto, más de una vez... Y desde que te vi quise conocerte y ahora que estás aquí, quisiera preguntarte si, aceptarías que te invitara a cenar... __________, conozco esta ciudad como la palma de mi mano, puedo mostrarte cosas increíbles, puedo llevarte a que veas el Partenón de cerca y puedo mostrarte que, no soy un don Juan de quinta... -rio suavemente, haciéndote reír a ti también y acarició tu cintura, mirándote a los ojos, fascinado por ver su reflejo en tus lindos ojos de dos colores-. Y no voy a aceptar que me des un no como respuesta porque, ahora que vi tus hermosos ojos de colores, no sé qué haría si no pudiera verlos otra vez... -te habló y viste una chispa adorable en su mirada, algo que jamás habías visto nunca en nadie más.
Reíste un poco ante sus palabras y una suave brisa los envolvió a ambos, el otoño estaba tomando fuerza y hacía que las hojas de las palmas y los árboles se movieran al compás, de forma ligera y relajante. La escena era adorable con las olas rompiéndose en la orilla y el bello paisaje de fondo. Viste a Rydal y su frente adornada con mechones marrones rebeldes te hizo querer besarlo en la frente. El brillo de sus ojos combinado con esa sonrisa de niño en sus labios simplemente te derritieron el corazón y acariciaste sus brazos con cuidado, mientras ambos se miraban fijamente.
-Está bien, vayamos a cenar y, veamos qué pasa. -sonreíste, mordiendo un poco tus labios-. Y bueno, creo que cumplí mi promesa, así que, dame mi libreta... -reíste, haciendo una mueca que él encontró adorable.
-Y tú dame mi sombrero. -Rydal arqueó una ceja, esperando que le entregaras lo que era de su propiedad pero, jamás te soltó de la cintura.
Ambos se entregaron sus respectivos objetos y en medio de un par de sonrisas, Rydal se atrevió a enredar uno de sus dedos en los rizos de tu cabello. -¿Puedes llevar tu libreta esta noche a la cena y mostrarme tus dibujos sin necesidad de que tenga que robarlos para poder apreciarlos? -te preguntó con ternura.
-Está bien. Y tú, lleva tu sombrero, me encanta. -sonreíste y lo acomodaste mejor en su cabeza.
Ambos anotaron sus números y respectivas direcciones, acordando la hora en que él pasaría por ti.
-Entonces te veo a las ocho. -aseguró Rydal con una sonrisa.
-A las ocho. -le respondiste alegremente.
-¿Me darás un beso de despedida o tendré que esperar hasta la cena? -te regaló un dulce puchero, al cual, no lograste poner resistencia.
-Ammmm, solo uno, pequeño. -reíste y dejaste un suave y tierno beso en sus labios, bastante rápido, tan fugaz que apenas pudo saborearlo.
Rydal suspiró. -Está bien, podré tener uno mejor más tarde.
-Ya veremos. -le guiñaste un ojo y caminaste con tus cosas de vuelta a la cuidad con dirección a tu casa.
Esa misma noche, Rydal y tú tuvieron una linda cena, tuvieron la oportunidad de conocerse más, tú le mostraste tus dibujos, él te contó la historia de su sombrero. Él te dijo que le gustabas, tú correspondiste. Él te beso, tú devolviste el beso y, esa misma noche, su historia de amor, comenzó.
***
Buenas noches little moons, sí, para mí esto es actualizar temprano, no son las 4 de la mañana, así que ya es algo jajaja.
Este es el segundo OS especial de octubre y sí, tenía muchas ganas de escribir algo con Rydal porque Dios mío, es adorablemente tierno y dulce, y AHHHHHHHHHHH me dan ganas de comérmelo a besos o que él me coma a mí, me encantaaaaa. Y además, el hecho de que esté en Atenas lo vuelve un personaje irresistible para mí porque ese un lugar que anhelo conocer. nwn
Y bueno, ¿qué les pareció? Espero les haya gustado porque, este OS fue creado gracias a un sueño que tuve con Rydal en donde pasaba esto jasjajjsa, pude rescatar las partes más lúcidas de mi sueño y esto salió y me encantó. Lo soñé luego de ver la película jajajaja. :3 Si no la han visto, se las recomiendo, es buenísima. A mí me encantó y Oscar como Rydal ¿qué les puedo decir? Te roba el corazón, los suspiros, todo... Me encanta. ASDFGHJKLÑLKJHGFDSA
Bueno, espero que lo hayan disfrutado, a mí me encantó escribirlo y fue una hermosa manera de empezar mis vacaciones de 5 días jejeje. <3
Recuerden, este es el 2/10. Acá les dejo la lista de los que siguen:
1. Jonathan Levy ✓
2. Rydal Keener ✓
3. Steven Grant
4. Marc Spector
5. Jake Lockley
6. Blue Jones
7. Poe Dameron
8. Santiago "Pope" García
9. Abel Morales
10. Oscar Isaac
Por cierto: mis historias largas estarán en pausa hasta que termine con estos especiales, gracias por su paciencia por adelantado. <3
Espero que les haya gustado, y prepárense porque el que sigue, es el adorable Steven Grant, mi esposooooooooo y se van a derretir de amor... 7u7 :3
Nos leemos pronto, little moons, laters, gators. <3
Les dejo esta hermosura que me encontré en Pinterst, ASDFGHJKLÑKJHGFDSA RYDAL KEENER, TE AMOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, BEBÉ. Gracias, Oscar, por enamorarme con otro personaje hermoso y seguir alimentando mi sapiosexualidad. <3
Y por cierto, una linda personita cuyo usuario es: -blccdy- me hizo una nueva portada para el libro Y LA AME CON TODAS LAS FUERZAS DE MI ALMAAAAA. Muchas gracias, si ves esto, cielo. No sé por qué hiciste esta tremenda obra de arte pero, me encantóooo. Está bellísima. <3 Y ya la cambié jejeje. nwn
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