Acaríciame: Jonathan Levy

Había sido una semana dura en el trabajo y aunque estabas bastante cansada, sabías que tenías que escribir, ese libro no se iba a terminar solo.

Llevabas ya varias horas sentada frente a tu laptop armando un capítulo que simplemente no quedaba bien, por más que lo intentaras, terminabas borrándolo una y otra vez. Decidiste que tal vez ya era tiempo de tomar un pequeño descanso y tal vez, comer algo, por lo que saliste de la habitación que tú y tu novio usaban como despacho ahora que recientemente se habían mudado juntos y fuiste directo a la cocina a buscar un poco de agua y algo para merendar. Eran cerca de las siete de la noche.

Jonathan estaba sentado frente a su computadora portátil cuando te vio pasar por la sala para llegar a tu destino, arrastrando los pies descalzos por todo el camino. Se quitó las gafas y enfocó su vista hacia arriba para poder verte mejor y una cálida sonrisa se formó en sus labios mientras te veía pasar frente a sus ojos. Te notó distraída, así que decidió hablar en voz baja para no asustarte.

Acaríciame

—Oye linda, ¿estás bien? Te ves cansada —habló, recargando su brazo en el sofá donde estaba sentado.

Tú sonreíste de lado mirándolo, realmente la espalda te estaba matando.

—Hola —le respondiste, alcanzando el vaso con agua para luego, beber un trago—, estoy bien, no te preocupes, solo estoy un poco cansada —suspiraste, restándole importancia al asunto, aunque al conocer al hombre frente a ti, sabías que esa charla no terminaría ahí.

Dejaste el vaso vacío en la mesa de la cocina y fuiste a sentarte a su lado, lista para escucharlo hablar y darte uno de sus largos y preciosos sermones de autocuidado. Te encantaban. Jonathan asintió y se hizo a un lado, permitiéndote sentarte a su lado e inmediatamente, sentiste su calor reconfortante. Te sonrió y tocó suavemente tu hombro derecho.

—Entiendo, si recuerdo que dijiste que había sido una semana bastante cansada entre los pendientes y las reuniones. Y aun así, te pusiste a escribir a pesar de estar agotada... —empezó a mover su mano por tu hombro, con dulzura.

Sonreíste de lado, moviéndote para recostarte en su pecho y abrazarlo, gesto que él respondió sonriendo y correspondiendo tu abrazo, frotándote la espalda suavemente y acercándote más a él.

—De hecho sí, estoy bastante cansada y fue una semana bastante agotadora. Cada vez que termino algo en el trabajo, ya tengo otra cosa nueva qué hacer y mi lista de pendientes no para de crecer —reíste abrazándolo un poco más—. Es decir, no me quejo, sabes que amo mi trabajo y que esto solo pasa cada cierto tiempo..., es solo que ya me cansé un poco. Y sobre el libro, tengo que escribir, tengo que seguir, no va a llegar al final por sí mismo. ¿O sí? —Le preguntaste mirándolo con una sonrisa divertida.

—Lo sé, cielo. Pero, sabes que hablamos de esto antes, ¿verdad? Deberías tomarte un tiempo libre. Al menos unos días, no puedes seguir así para siempre —Jonathan se inclinó un poco hacia ti y te dejo un beso en la mejilla—. Si no descansas, será complicado que sigas haciendo todo lo que quieres hacer y lo sabes...

Ahí estaba de nuevo, ese regaño suave pero firme, con esa voz angelical. Y aunque te parecía algo exagerado, sabías que tenía razón, siempre la tenía. Ese era uno de los motivos por los que amabas que tu novio te llevara casi veinte años de diferencia: era más centrado, más maduro, más enfocado y evitaba que te consumieras en tu propia impulsividad.

Claro que, también había otros motivos: esa barba y esos rizos canosos, esa voz profunda y sexy que te hacía flanquear las rodillas con solo escucharlo decir tu nombre, el aroma de su piel o esa forma de besarte todo el cuerpo, rincón por rincón pero, nadie estaba hablando de eso, ¿verdad?

Suspiraste y lo cerraste los ojos, sintiendo su beso suave. —Sí, lo sé. Y ya pedí vacaciones, están próximas a llegar. No me regañes —reíste, mirándolo con un puchero divertido que lo hizo reír en seguida—. Pero mientras tanto, me alegra poder estar aquí contigo en casa, los fines de semana. ¿Cómo te fue hoy a ti? ¿Qué tal estuvieron tus clases? —Le preguntaste, peinando sus rizos hacia atrás con tus dedos, mirándolo con tanto amor que él pudo notar en seguida y se estremeció.

Jonathan sonrió divertido y te besó dulcemente en la frente. —No te regañaría por eso. Solo estoy preocupado por ti, eso es todo. Pero, espero que tus próximos días libres te den el descanso tan necesario que ambos sabemos que te mereces y necesitas —su sonrisa seguía intacta, mientras te acariciaba el cabello y respondía a tu pregunta—. Y sobre las clases, estuvieron bien, fue bastante interesante. Los estudiantes se comportaron mejor que de costumbre. Creo que les está agradando mucho la clase.

Podías oír el orgullo en su voz, y fue encantador. Empezaste a jugar con los dedos de su mano, sonrojándote por el beso que te acababa de dar y seguiste hablando, sin dejar de verlo a los ojos.

—Sé que te preocupas por mí, y te lo agradezco mucho. Nunca nadie lo había hecho, no de la manera en que tú lo haces. Y, referente a lo de las vacaciones, pensé que tal vez en esos días, podríamos escaparnos de la cuidad un poco y tal vez ir a la playa o algo así. ¿Qué opinas? —Lo miraste mordiendo tu labio suavemente pero, cuando mencionó lo de sus clases, dejaste que tu mente se concentrara de nuevo—. Y tengo que decirte que, me da mucho gusto escuchar que tus clases están mejorando y sí, puede que les esté gustando mucho la clase o, el profesor que las imparte —reíste un poco más fuerte, cubriendo un poco tu boca.

Jonathan te sonrió divertido por tu comentario y siguió enredando sus dedos en tu cabello, le estaba encantando tu actitud juguetona y te respondió con una sonrisa brillante. —Me alegra que te sientas así. Sabes que yo solo... —hizo una pausa y se río un poco nervioso mientras te veía morderte el labio—. Hummm, me encantaría ir a algún lugar contigo, en cualquier lugar, podríamos hacer cualquier cosa ... Solo por favor, no me mires así o podría tener mmmm, pensamientos que definitivamente no debería tener en este momento.

Lo miraste alzando las cejas, notando la forma en que se estaba comportando, tal vez esta era una oportunidad que no se podía desaprovechar. De pronto, lo único que estaba en la mente era Jonathan...

Con manos locas enloquéceme

—Entonces vamos a la playa de vacaciones —sonreíste y continuaste con tu mirada dulce y juguetona—. Ohhh, ¿que no te mire cómo? —Volviste a morder tu labio—. Profesor Levy, ¿en qué está pensando?

La voz de Jonathan se había vuelto un poco ronca y más profunda, no pudo evitarlo. Ya se estaba haciendo una idea de a dónde se dirigía todo esto. —Mmmm, creo que sabes exactamente a qué tipo de pensamientos me refiero. Eres un diablillo tan molesto y lo sabes —estaba funcionando, no se estaba resistiendo a tu aura juguetona y seductora y te volvió a sonreír, buscando tus ojos con los de él.

—Pues, no, creo que necesito que seas más específico conmigo mi amor... —pasaste tu pulgar pos sus labios y eso le encantó, no pudo evitar ocultar su emoción cuando lo acariciaste de esa manera y las sonrisas de ambos permanecieron en su lugar—. Dime, ¿sí? —Le dedicaste una de las miradas más dulces que pudiste—. ¿Y qué pasa si te digo que te extrañé mucho hoy?

—Eres una coqueta, mujer... Sabes exactamente lo que pasa por mi cabeza —comenzó a acariciar tu mejilla con cuidado—. Oh, y yo también te extrañé... De hecho, ¿quieres saber cuánto?

Con uñas y sonrisas amamame

—Sí, dime... Quiero escucharlo... —suspiraste, mirándolo a los ojos, empezando a sentir tus mejillas arder.

Él se sonrojo al instante y te miro a los ojos. Por un momento, hubo una ligera vacilación en su voz pero cuando finalmente habló, su voz sonó más apasionada. —Tus labios son muy, muy besables en ciertas situaciones y, tengo una debilidad muy grande por tu cuello, en un punto muy dulce. No me obligues a seguir si no quieres que la situación se ponga más caliente.

—¿Y qué pasa si quiero que lo hagas? ¿Por qué no me dices cuál es ese punto en mi cuello del que hablas?

—Ah, ¿entonces es así? —No pudo evitar reírse, estabas siendo encantadora y sonrió con picardía levantando una ceja para después inclinar su rostro muy cerca del tuyo y bajar hasta tu cuello, justo en el punto bajo tu oreja. Lograste sentir su aliento cálido. Él se mordió el labio y retomó la palabra, esta vez con un tono más descarado—. ¿Qué pasa si yo...? —Jonathan te mordió el cuello por un breve momento, usando solo un mínimo de presión para lograr obtener tu interés.

Sin poder evitarlo, un gemido suave escapó de tus labios cuando sentiste ese ligero mordisco. Lo abrazaste por los hombros y suspiraste levemente. Tu cara empezó a arder más y la excitación no tardó en aparecer.

—Jonathan, amor, tú bien sabes lo que me causan tus besos en el cuello... —gemiste un poco otra vez, sintiendo el calor de sus labios en tu piel.

Él se estremeció al sentir tu cuerpo reaccionar a su toque, excitándose un poco él mismo. Te mordió el cuello otra vez, esta vez un poco más... Su respiración se aceleró un poco cuando empezó a susurrarte. —Sé lo que hacen mis besos en tu cuello... Y creo que sería una pena si no usara ese conocimiento.

—Mmmmmm sí, sería una pena que no usaras esa información a tu favor, porque creo que lo he dejado baste claro desde que estamos juntos... Lo mucho que me derrite que me beses en el cuello... —gemiste de nuevo, un poquito más fuerte que antes y enredaste tus dedos en sus rizos, cerrando los ojos y sonriendo, disfrutando de su atención.

Te miró y se sonrojó un poco más, disfrutando también de tu reacción. Volvió a besar tu cuello, haciéndote cosquillas con su barba suave, aunque esta vez un poco más bruscamente, intentando estimularte un poco más.

—¿Puedes contarme otra vez qué pasa cuando te muerdo aquí? —Sonrió con descaro, sabiendo perfectamente lo que estaba haciendo, él sabía que ibas a responderle algo como que tus piernas tienden a temblar y a debilitarse cada vez que lo hacía.

Amor de amar, amor de piel.

—¿Que qué me pasa? Dios, una mejor pregunta sería ¿qué no me pasa cada vez que lo haces? Siempre siento que mis piernas no me responden y que podría caer de rodillas ante ti para hacer todo lo que quieras y me pidas... Cuando lo haces, no puedo decirte que no —sonreíste, mordiendo tu labio con las mejillas rojas y el corazón acelerado. Lo abrazaste un poquito más.

Sus ojos se iluminaron de emoción y levantó las cejas, riéndose un poco mientras te susurra de nuevo sin dejar de darle atención a tu cuello. —¿Estás diciendo que tengo control total sobre ti y que puedo obligarte a hacer cualquier cosa, con solo besarte el cuello?

—Sí, cada vez que lo haces, quiero darte todo, todo es tuyo... Yo, no puedo resistirme...

Jonathan se estremeció, mordiendo su propio labio de nuevo. Es obvio que te tenía en la palma de su mano y le encantó. Su voz adoptó un tono más intenso mientras seguía con su tarea. —Oh, entonces, si continuara con esto, simplemente no serías capaz de resistirte, ¿verdad? —Su mano alcanzó tu espalda para sostenerte.

—Es correcto, y espero que pienses hacer algo al respecto... —le contestaste emocionada, acariciando su barba.

Él se dio unos segundos para pensar, quería dar una respuesta que resultara adecuada. —Tal vez, debería seguir besándote el cuello, creo que podría continuar durante horas. Y me pregunto, ¿qué pasaría si no mantuviera mis labios en tu cuello, sino que lentamente, dejara que vagaran para otro lugar? ¿O qué tal mis dedos?

—Bueno, eso me gustaría bastante... —respondiste con el corazón latiendo con más velocidad y sin darte cuenta, apretaste las piernas mientras tomabas la mano de Jonathan y la juntabas con la tuya, acariciando sus dedos.

Sintió el ligero apretón de tus piernas y se dio cuenta del efecto que estaba teniendo en ti en ese momento y mientras tomas su mano y acaricias sus dedos y su palma, él te mira de una forma más traviesa. —¿Hasta dónde me dejarías llegar? ¿Puedo tocarte donde yo quiera? ¿O sería demasiado para ti?

Sonreíste y lo miraste, dándole un beso en los labios. —Mi amor, creo que ya está más que claro que tú puedes hacer lo que quieras conmigo. Puedes tocarme dónde quieras y cómo quieras. De hecho, ¿qué tengo qué hacer para que lo hagas? Lo necesito, demasiado...

Lo cierto es que, desde que Jonathan y tú habían empezado su relación hace un año, no habían tenido ningún tipo de contacto sexual, nada más había pasado más que besos y caricias en el cuerpo del otro, pero nada más, incluso cuando ya tenían un par de meses viviendo juntos, no lo habían considerado como una necesidad ni algo bastante importante..., hasta ahora. Y la cuestión es que ambos se estaban emocionando mucho, al igual que sus corazones y sus cuerpos.

Acaríciame

Jonathan no podía dejar de sonreírte mientras decías que podía tocarte en todas partes, estaba feliz y excitado.

—Si necesitas que te toque, pídelo. Lo único es que no quiero romper ningún límite, no sin tu permiso y no quiero presionarte demasiado... Pero sé lo que quieres que haga, quieres que te toque aquí... —fue cuando entonces, movió su mano hacia ese delicado y cálido lugar entre tus piernas, abriéndose paso entre tu pantalón y tu ropa interior.

Tu cuerpo reaccionó de inmediato a su caricia, retorciéndose un poco cuando sentiste su mano en ese punto de tu cuerpo, donde jamás había llegado antes. De pronto, un calor intenso te abrumó y solo querías lanzarte a sus labios y besarlo. Otro suave gemido escapó de tus labios y por inercia, moviste un poco la cadera, buscando un poco más de fricción.

—Tú siempre sabes lo que yo quiero y a pesar de todo, sigues siendo tan dulce y considerado conmigo. ¿Ves por qué eres tan jodidamente perfecto? —Susurraste en su oído, abrazándolo mientras te acercabas más a su cuerpo.

Sus ojos se iluminaron cuando moviste tu cuerpo, queriendo llegar más a su lado, mirándote responderle. Esto era lo que quería, lo que necesitaba. Movió sus dedos un poco más, disfrutando del efecto que estaba teniendo en ti.

Sonrió y te susurró sobre los labios, con voz aterciopelada, juguetona y sensual. —Entonces, querías que llegara aquí... ¿Y puedo quedarme todo el tiempo que quiera? —Poco a poco, fuiste sintiendo la humedad apareciendo entre tus pliegues. Él hizo una pausa por un momento y ronroneando en tu oído, volvió a llamarte—. ¿Quieres que los mueva lentamente lo debería der un poco más intenso?

Te estabas sintiendo bastante sensible en ese momento y la forma en que Jonathan te miraba, no ayuda a que eso disminuyera. Sin percatarte, separaste las piernas un poco más y llevaste uno de tus dedos hasta tu boca, mordiéndolo suavemente mientras sentías sus dedos, tocándote.

—Yo... Quiero decir... —las mejillas te quemaban y balbuceaste un poco—. Puedes dejar tus dedos todo el tiempo que quieras y me gustaría que fueras lento, por ahora... —gemiste un poco más alto, moviendo su cadera el ritmo de las caricias de Jonathan—, y que me beses mientras lo haces y me hables con esa voz sexy que tienes... ¿Podrías hacer eso por mí? —Te sentías tan extraña pidiéndole eso, era la primera vez, pero no podías parar, ya era un poco tarde para eso.

La forma en que reaccionas lo está volviendo loco. Verte lo emociona más y lo único que quiere en este momento es hacerte sentir bien. Por un momento, simplemente continua con lo que está haciendo, sus dedos siguen tocándote, lentamente, creando una fricción cómoda mientras se deslizaban con suavidad, gracias a la humedad que habitaba en ti en ese momento.

Y ahógame en tus brazos

Se acercó a ti, sonriendo y te susurró el oído mientras te besaba lentamente en la oreja. —¿Sientes mis dedos ahí, cariño? En ese punto tan dulce y caliente... ¿Puedes sentir cómo se mueven lentamente y acarician cada centímetro de ti? ¿Te gusta la sensación?

Joder, esto te iba a desarmar por completo y apenas iba empezando.

Cuídame

—Sí, mi amor... Puedo sentirlo y, se siente demasiado bien... Yo... —no podías hablar de forma coherente, el placer que estaba empezando a aparecer ocupaba toda tu concentración, y Jonathan, no había espacio para nada más, no había nada más importante en ese momento. Nada.

Tu cuerpo estaba a su merced, al igual que tú; Jonathan podía hacer lo que quisiera contigo y lo sabía y le fascinaba. No podía dejar de sonreír y sonrojarse mientras te escuchaba disfrutar de la sensación que te estaba brindando, de su toque.

—¿Quieres que siga? —Te susurró con voz ronca y encantadora y luego, hizo una pausa por un segundo, dejando delicados besos en tus labios, dejando que sus dedos se movieran más rápido, provocándote un poco. Luego, su boca subió hasta el lóbulo de tu oreja y lo lamió despacio—. ¿O tal vez debería usar mi lengua en su lugar?

Lo miraste sorprendida y tragaste saliva nerviosa, mirándolo sonrojada. —Te iba a decir que quería que siguieras pero, ¿me estás diciendo que... quieres hacerme sexo oral? —El pulso se te volvió loco—. Jonathan, ¿estás seguro? Es la primera vez que haríamos algo así... Quiero decir, no tienes que hacerlo si no quieres... —sentiste una punzada y un calor intenso en el vientre y sin poder evitarlo, gemiste de nuevo.

Los latidos del corazón de ambos se intensificaron. Y la forma en que estabas reaccionando, para Jonathan, era dulcemente emocionante. No podía dejar de sonreír cuando te respondió.

—¿De verdad crees que no quiero hacerlo? Eres la persona que más amo y a la que más quiero hacer feliz en todo el mundo... Y tengo muchas ganas de verte disfrutarlo —susurró de nuevo, con voz más dulce, más irresistible. Movió sus dedos más rápido, alcanzando lo que ambos ahora sienten como el ritmo perfecto. Lo sentiste jugando contigo, provocándote de una manera increíblemente emocionante.

Y mátame despacio

Tu cuerpo empezó a temblar de placer al sentir los movimientos de sus dedos cada vez más hábiles y veloces. Gemiste con fuerza y arqueaste la espalda suavemente sobre el sofá, todo frente a sus ojos, robándole una sonrisa de entera satisfacción y entonces, ya no habían forma de evitar la obvia conclusión, era demasiado para seguir soportando; te corriste en su mano, dejándolo sentir la cálida humedad que resbalaba por tus muslos. Tu respiración estaba agitada y tu pecho subía y bajaba con fuerza. Lo miraste sonrojada, sintiendo la satisfacción de tu reciente orgasmo recorriéndote el débil cuerpo, abandonándote.

—Si lo dices en serio... Sí, sí quiero. Me encantaría que lo hicieras. Jamás he hecho eso... —le miraste un poco apenada, todavía gimiendo suavemente porque a pesar de la sensibilidad, no había dejado de mover sus dedos dentro de ti.

Pudiste sentir una intensa excitación en él cuando te escuchó decir que sería tu primera vez en ese tipo de conexión. La forma en la que estabas reaccionando, le resultaba increíblemente sexy y estaba empezando a darse cuenta de que pronto, no iba a poder contenerse.

—Eso es justamente lo que te hace tan irresistible, El hecho de que voy a ser el primero en hacerte sentir así... Me aseguraré de que lo disfrutes tanto como pueda, te lo prometo —te robó un beso en los labios, continuando con el movimiento de sus dedos, estimulando tu cuerpo mucho más de lo que ya estaba.

Mírame

—Dios, Jonathan... —otro gemido salió y lo abrazaste por los hombros, dejando tu rostro en su cuello, respirando pesadamente sintiendo que poco a poco, él iba deshaciéndose de tus jeans y tu ropa interior hasta quitarlos por completo, dejando tu piel libre, completamente para él y no podías quitarle los ojos de encima.

Sonrió para sí mismo al notar como respirabas con dificultad y cuando se dio cuenta de los temblores en tu cuerpo.

—Estás disfrutando esto, lo noto —susurró mientras su propia respiración se volvió más pesada hasta que al fin, logró dejar tu ropa a un lado, en el piso, para luego empezar a mover sus manos por tus muslos y tu piel se erizó al sentir sus manos tocándote de esa manera en que lo había hecho jamás.

—Sí, lo estoy disfrutando mucho... Eres, imposiblemente sexy... —sonreíste mirándolo, mordiendo tu labio ya de forma inconsciente.

Fue cuando pasó todo; viste como lenta y cuidadosamente se alejó de ti para inclinarse a la altura de tus rodillas y cuando estaba empezando a separar un poco tus piernas mientras te miraba a los ojos, te sentiste un poco apenada y te alejaste repentinamente.

—Sabes que no es necesario hacer esto si no quieres... —realmente esto te estaba abrumando más de lo que pensabas.

No ves que estoy muriéndome

La forma en que reaccionas realmente tienta a Jonathan, pero al ver que estás un poco incómoda, decidió reducir un poco la velocidad. Sabía que una de las cosas que amabas de él era su experiencia aunque, esta era la primera vez que la ponía a tu servicio y justo por eso, quiso ser lo más cuidadoso posible, velando por que te sintieras bien y segura y cómoda. Te sonrió, mostrando su comprensión y te habló con calma, mirándote con amor.

—No te preocupes, cielo. Está bien, puedo detenerme si crees que vamos demasiado rápido. Siempre podemos tomarnos nuestro tiempo y hacerlo a un ritmo conjunto... —te explicó con calma, acariciando tu pierna suavemente.

—No, no, no, mi amor, tú no hiciste nada malo. Solo has hecho maravillas desde que llegue a la sala hace treinta minutos... Es solo que... —suspiraste un poco nerviosa, acariciando sus mejillas mientras él te veía desde abajo—, no estoy segura de qué hacer ahora y estoy un poco nerviosa —confesaste algo apenada, mordiendo tu labio.

Si expresión se suavizó cuando te escuchó y se dio cuenta de que pudo haber llevado la situación demasiado lejos y demasiado rápido, por lo que ahora, se permite suspirar tranquilo.

—No pasa nada, podemos tomarnos un pequeño descanso o incluso parar si no te sientes cómoda, porque eso es lo último que quiero. Pero si quieres continuar, me aseguraré de ir a tu ritmo. Solo di la palabra, háblame, y me detendré inmediatamente, pero tienes que decírmelo —te explicó, con voz juguetona y gentil mientras hacía pequeños círculos con su dedo en tu muslo.

Suspiraste cerrando los ojos y luego, lo miraste con una pequeña sonrisa. —Me gustaría continuar si está bien para ti. Te prometo que te diré si necesito que te detengas —le sonreíste y empezaste a jugar con tus dedos—, pero antes, ¿podrías darme un beso? Estoy segura de que eso me calmará...

Jonathan no pudo evitar sonreír al escucharte. Realmente disfrutaba mucho cuando le pedías cosas, cuando eras honesta y compartías tus deseos con él. Le gustaba que fueras tan honesta y abierta y amaba que lucharas contra la vergüenza que eso te pudiera dar porque, él sabía que confiabas en él. Por eso, se levantó despacio y te beso en los labios suavemente, hablando en susurros mientras lo hacía.

Acaríciame

—No hay nada que me gustaría más en este momento que hacerte sentir mejor —sonaba encantador y juguetón y le encantó besarte lenta y suavemente.

Suspiraste al sentir sus labios en los tuyos y lo besaste con ternura, acariciando sus rizos en medio del beso. —Mmmmm, está bien, puedes continuar... —sonreíste en sus labios, acariciando su mejilla para después cerrar los ojos cuando lo sentiste alejarse y volver a separar tus piernas con cuidado.

Te devolvió la sonrisa al escuchar que tenía tu permiso y fue cuando empezó a bajar su rostro lentamente hacia su destino. Se estaba tomando su tiempo y era sorprendente como era capaz de notar cada detalle de tu cuerpo y de hacerte sentir increíble al tocarte, incluso cuando lo hacía lentamente y por primera vez; parecía que ya te conocía por completo.

Una vez que llegó al punto que deseaba estar, comenzó a besar el interior de tus muslos, acariciando y moviendo lentamente su rostro hasta llegar a tu punto frágil. Ahí, hizo una pausa y te miró unos segundos, haciendo una pregunta con voz dulce. —Solo dime si quieres que vaya despacio o rápido... Como tú lo desees...

La sensación de sus labios en tu piel sensible te hizo vibrar y el calor ya estaba apareciendo de nuevo en tu vientre. Ver su hermoso rostro en medio de esa zona tan íntima, te provocó sensaciones que no podías describir.

—Mmmm, sí, sí... Yo... yo te digo... —apenas podías hablar. Tu voz se quebró en medio de un gemido.

Ahora, las manos de Jonathan acariciaban tus muslos, mientras su barba acariciaba ese lugar al que había deseado llegar, ese paraíso entre tus piernas. Tu reacción lo estaba volviendo loco y por tu forma de respirar, podía darse cuenta de que iba a un ritmo ideal.

—Sabes, si sigues haciendo esos pequeños y dulces sonidos no podré evitar excitarme un poco más... —su burló, empezando a acercarse más y más.

—Es que yo... Dios... —gemiste con más fuerza, apretando un cojín en el sofá con una mano mientras con la otra, enredaste tus dedos en su cabello—. Oh amor, lo siento... Yo, es que no puedo evitarlo con tu barba acariciándome ahí... Joder, ¿qué estás haciendo Jonathan Levy?

Él se rio mientras te escuchaba hablar, sonriendo al ver como estabas ya cuando apenas iba a comenzar. Eso lo hacía sentir muy bien y estaba disfrutando esto intensamente, como en una maravillosa primera vez con la persona ideal. Te estaba provocando más y más, acariciando lentamente tus piernas, acercándose cada vez más a la zona entre ellas y sonrió.

Tan suave como el aire amor

—Sabes... Ya no puedo esperar más, mi amor... —lentamente bajó más y cuando llegó al dulce punto, comenzó a dejar infinitos besos justo en medio, justo en la zona más sensible, en la zona más caliente y necesitada de su atención; sabía lo que estaba haciendo. Se estaba tomando su tiempo, provocándote, disfrutándote, estaba empezando a saborearte...

—Ahhhh, amor... Mmmmmm, sí, sí... Sigue haciendo eso, por favor... Joder... Sí... —gemiste otra vez, está vez mucho más alto, el sonido retumbando en la sala donde solo estaban ustedes dos. Separaste más las piernas para que Jonathan tuviera mejor acceso y él, sonrió agradecido. El placer volvió a ti cuando sentiste sus labios besar tu entrada y gemiste más, pasando tus dedos por su cabello, curvando los dedos de los pies ante la sensación, como una reacción automática.

A Jonathan le encantó tu reacción y eso solo lo animó más a seguir. Era difícil para él tener paciencia con esto, especialmente al ver todo el placer que te estaba haciendo sentir. Pero justo por eso, continuó, acercándose cada vez más al punto ideal de vez en cuando.

Tan fuerte como el huracán

—Tus ruiditos, amor... Son tan dulces. Me estás excitando demasiado... —susurró suavemente para que lo escucharas y no interrumpirlos, podías sentir su aliento penetrándote.

—Ahhh, Dios mío Jonathan, cariño... Necesito algo... —lograste hablar con la poca cordura que pudiste reunir, su cercanía, su boca, su aliento, sus labios, sus palabras, él, te estaban volviendo loca.

—¿Qué necesitas, amor? ¿Quieres más? ¿Te gusta esto? —él sonrió y se acercó más, tentando todavía sus movimientos, atento a ante alguna señal de que no estuvieras cómoda y cuando vio que no lo detuviste, te acarició con la punta de su nariz.

—Justo... justo eso amor... Quiero más.... Tu... tu lengua. Necesito sentir tu lengua... —sentiste una fuerte punzada en el vientre, mientras le suplicabas que fuera más allá, no lo querías, lo necesitabas. Jonathan lo entendió y lentamente, empezó a tocar tu punto dulce con su lengua, moviéndose de arriba abajo, con calma y paciencia—. Dios, eso se escucha tan mal... —gemiste, cubriendo tu rostro con tus manos.

Él se río un poco al notar que te habías avergonzado un poco y le causó mucha ternura. Una sensación de orgullo se apoderó de él al sentir que tu cuerpo se estaba debilitando mientras él ahora había decidido avanzar un poco más al hacer que su lengua empezara deslizarse a lo largo de tu humedad. Sintió que estaba haciendo un buen trabajo al verte así, al escucharte así, sabiendo lo mucho que estabas disfrutando de esto, así como él.

—No tengas vergüenza, amor... Estoy conociendo tu cuerpo, solo quiero darte placer. —susurró de forma sexy antes de darte otra caricia con la lengua, esta vez llegando más profundo.

—Mierda, sí, sí, así mi amor... Ahhhh... —los gemidos que salían de ti ya eran algo más que gemidos, eran gritos ahogados de placer resonando el nombre de Jonathan en cada eco. Separaste más las piernas, lo más que podías, empujando tu cadera hacia su rostro y enredando tus dedos en sus suaves y sedosos rizos. Mordiste tu labio, sintiendo tu cuerpo temblar suavemente mientras más sentías su lengua contra tus pliegues. Estabas bastante mojada y no podías evitarlo ya—. Lo sé amor... Estoy tratando de no sentir vergüenza... Es solo que, jamás había sentido esto... —apretaste de nuevo el cojín sobre el sofá, respirando pesadamente mientras lo mirabas mover su lengua ahí abajo.

Que ciega mi mente.

Jonathan miró hacia arriba y sonrió al ver lo mucho que estabas disfrutando de su lengua y su habilidad con ella. Ahora, apenas podía contener su emoción y su corazón se aceleró tan pronto te sintió empujar tus caderas contra él, podía sentir que te estaba volviendo loca y era una sensación increíble. Ahora, él tenía el control,

—Oh mi niña, realmente puedo decir que te estás sintiendo bien, y me encanta la forma en que no puedes contenerlo... —en ese momento, decidió provocarte más, moviendo su lengua un poco más rápido, llegando a los puntos más sensibles, a los puntos exactos, era una locura el cómo te conocía tan bien cuando apenas era la primera vez que hacían algo como esto.

—Joder sí, ahhh, Jonathan... Mierda sí, sí. Sigue, por favor... —los gemidos no paraban de salir de tus labios y mientras seguías acariciando sus rizos, tu cadera empezó a mecerse de atrás hacia adelante, al compás de los movimientos de Jonathan, te estaba penetrando con su lengua, y era devastadoramente poético—. Maldita sea, vas a acabar conmigo de la mejor y peor manera posible... Y lo peor es que, me está encantando... —quién sabe de dónde estabas sacando fuerza para hablar.

Cuando te escuchó describirlo de esa manera, se sintió el hombre más afortunado del mundo. Tú cuerpo ahora se movía más rápido mientras empujabas tus caderas contra él. Tus reacciones eran cada vez más intensas y eso le fascinaba, le encantaba que no te importara y te estuvieras dejando llevar.

Acaríciame

Decidió mover su lengua un poco más rápido y dejar que sus manos acariciaran tus muslos y te susurró de nuevo, tomándose su tiempo. Sabía que lo estaba haciendo realmente bien y de solo pensar en que pronto te haría perder el control, lo excitaba aun más.

—Joder, Jonathan, tu lengua es un jodido paraíso... Por favor... Ahhhh, Dios... —chillaste de placer, dejando que tu cuerpo de moviera de forma involuntaria, totalmente guiada por sus caricias.

Ahora que te estaba excitando tanto, le encantaba volverse más atrevido, por lo que comenzó a moverse más lenta y suavemente, disminuyendo la velocidad, quería que este momento siguiera, el mayor tiempo posible, para ti, para él, para ambos. Empezó a mover su lengua en círculos y ahora, podías sentir su aliento golpeando en tus partes más sensibles. Continuo hablándote con voz dulce, todavía moviendo el cielo que tenía por lengua y sus manos te acariciaron más intensamente.

—¿Qué demonios es esto Jonathan Levy y por qué se siente tan jodidamente delicioso? Mierda, ¿cuándo ibas a decirme que podías hacer esto con tu lengua? Dios, si, por favor... Ahhh... —separaste más las piernas, empujándote contra él y sin darte cuenta, llevaste tus manos hasta tu cabello y mordiste tu labio, mirándolo seguir adelante, moviendo su lengua a ese punto dulce una y otra vez y otra vez, acariciando tus piernas, subiendo uno de sus dedos hasta esa zona ya tan sensible.

Y empapame de tu ternura amor

Jonathan movía su lengua de una forma lente y cuidadosa, disfrutando tus palabras y de tu cuerpo moverse sin que tu mente lo controlara o a sus movimientos. Lo estabas dejando ir y es algo que realmente lo tenía mal, en el buen sentido. Verte así, por primera vez... Eras un sueño, un sueño hermoso y eras toda suya. Le gustaba tener este control y ver cómo te perdías en el momento.

Continuó usando su lengua de manera provocativa, asegurándose de mantener tu cuerpo centrado en él, sosteniendo tus piernas. Entonces, susurró. —¿Confías en mí? —Te preguntó, mirándote a los ojos desde su perspectiva.

—Jonathan, en este momento, no solo confío en ti, en este momento te amo más que a mi jodida vida —gemiste tratando de hablar, ya no podías controlar tus reacciones, sentías que estabas a punto de explotar y tu cuerpo estaba temblando de una manera en que jamás lo había hecho.

Contagiame de esa locura que hay en tu vientre.

—Bien, porque ahora es el momento en que tienes que dejarte llevar. Simplemente relájate, amor. Todos los sentimientos están permitidos, simplemente deja que todo suceda... —te habló con calma, dejando besos en tus empapados labios mientras su dulce voz te derretía por completo. En ese momento, fue cuando realmente aceleró la intensidad de su lengua, mientras intentaba darte la sensación de éxtasis que estabas buscando.

Acaríciame y róbame como un diamante amor

Gemiste con fuerza, arqueando la espalda de nuevo en el sofá, tratando de sostenerte con una de tus manos mientras que con la otra, apretabas los rizos de Jonathan y los sonidos que salían de tu boca no eran más que gemidos y quejidos de placer.

—Jonathan, Dios mío... Sí, así, justo así... Ahhh... —tu cuerpo empezó a temblar sin control y en medio de los gemidos y los fuertes jadeos, empezaste al sentir el climax de tu segundo orgasmo acercarse de una forma peligrosa, estaba demasiado cerca y el calor ya estaba abrumándote.

Domíname como un amante, despacio, constante

Tu cuerpo ahora se movía solo, habías perdido el control total de tu respiración y de todo. Jonathan pudo sentir que estabas a punto de explotar e intentó concentrarse en que los movientes de su lengua fueran aun más intensos y rápidos, con la intensión de que realmente pudieras disfrutar de esa maravillosa sensación que estaba por florecer en tu cuerpo, podía sentirlo. Tu mano empujando su cabeza lo hizo delirar.

Acaríciame, que estoy al rojo vivo

—Joder, amor, Jonathan... Tú... Dios, Dios... Te amo, maldita sea, te amo... —cerraste los ojos con fuerza, gimiendo sin parar sintiendo su lengua moviéndose por todos lados, su calidez llegando a ese punto dulce de forma exacta y su aliento caliente chocando contra tu piel, ya no podías más.

Gemiste más alto y sentiste todo, tu cuerpo se liberó y empezó a temblar sin control, los gemidos de tu boca no podían detenerse y la sensación de placer te desbordó y tus piernas empezaron a sentirse débiles mientras tu orgasmo arrasaba con todo tu ser, dejándote agitada y perdida en ti y en Jonathan y en su boca y su lengua y en las sensaciones que te hacía experimentar. Era la primera vez haciendo algo como esto juntos y estaba siendo perfecto.

Tómame que soy todo latidos, toda piel

Al final, terminaste en su boca, lo que te hizo sonrojarte al instante y cuando tu cuerpo ya se estaba calmando, volviste a acariciar sus rizos con ternura.

—Dios... —suspiraste cerrando los ojos y tratando de calmar tu respiración, dejando tu cabeza recargada en el respaldo del sofá.

Tu cuerpo ahora estaba tranquilo y todavía se contraía ligeramente. Jonathan pudo notar que te habías liberado bastante y se sintió irremediablemente feliz al saber que todo eso había sido gracias a él y la forma en que estabas actuando ahora, era la cereza del pastel.

Se levantó y se sentó junto a ti, dejándote respirar mientras tomaba tus piernas y las subía a su regazo, comenzando a acariciarlas. Te besó la mejilla y te miró con ojos llenos de satisfacción y alegría mientras tú lo veías intentando recuperar el aliento. Él sabía lo mucho que habías disfrutado de esto y que había hecho un gran trabajo, se sentía muy feliz en ese momento.

Se recostó en el sofá, moviendo sus manos a lo largo de tus piernas que aun temblaban un poco, recuperando el aliento al igual que tú. Se sentía tan bien y tan satisfecho con lo sucedido. Estaba encantado y te dedicó una dulce sonrisa.

Y se feliz teniéndome

Lo miraste con una sonrisa cargada de ternura aunque con el rostro rojo y todavía un poco apenada. —Amor, perdón por eso, creo que te ensucié un poco... —te mordiste el labio, limpiando un poco de fluido que estaba en su barba con un trapito que estaba sobre el sofá—. No creí que fuera a pasarme eso... —lo limpiaste con cuidado, con las mejillas rojas y algo avergonzada todavía.

Jonathan se río dulcemente y volvió a besarte, pero ahora en los labios sin dejar de enviar una sensación suave por tus piernas con sus manos. —No te preocupes, mi amor, eso realmente es un halago para mí... Significa que hice un buen trabajo y que te gustó.

Su sonrisa no desparecía y te acarició la mejilla con la mano. Ahora, las respiraciones de ambos estaban volviendo a la normalidad y se sentía feliz y relajado. Te miró, con deleite puro y volvió a robarte un beso en los labios.

—Mmmmm... —reíste en su boca mientras te besaba, disfrutando de sus labios y del sabor que había en ellos ahora, era como si lo estuvieras probando a él y a ti misma al mismo tiempo. Cuando se alejaron un poco, te acurrucaste de nuevo en sus brazos, quedando más cerca de él—. Jonathan Levy, ¿qué demonios me hiciste y por qué se sintió tan bien? —Le preguntaste con un tono que lo hizo reír.

Te besó en la frente, sintiendo la satisfacción en todo su rostro y cuerpo y en el tuyo. Siguió sonriendo mientras te acariciaba.

—Debo admitir que me siento muy orgulloso de mí mismo en este momento —sonrió, y te acarició las piernas y luego, tu mano—, me sentí muy bien al darte ese sentimiento de placer y creo que es seguro decir que me gustaría seguir haciendo esto una y otra vez y si tienes ánimos, tal vez algo un poco más íntimo... Como por ejemplo, de que pueda hacerte mía por primera vez —sonrió, hablándote con ternura al oído.

—Me interesa —asentiste, dándole un beso en los labios. Te sentías feliz, te sentías amada y querías hacer lo que él quisiera, cualquier cosa y así sería.

Acaríciame, no tengas miedo a hacerme daño amor

***

Nota de la autora:

6625 palabras que forman un largo relato erótico después, les traigo otro one shot largo del hermoso, precioso y maravilloso Jonathan Levy... ASDFGHJKLÑ.

Dios, ayúdenme, no puedo dejar de escribir de él, no puedo, no lo logro, mi obsesión en él es demasiada. Es tan perfecto ese hombre, lo tiene todo: es tierno, sexy, atrevido, maravilloso, inteligente, sensible, comprensivo, amoroso, cariñoso, ASDFGHJKLÑ DIOS, EL HOMBRE DE MIS SUEÑOS que en efecto, solo se quedará en mis sueños xd pero no importa, LO AMOOOOOO ASDFGHJKL.

Alguien deténgame, por que si no lo hacen, les aviso que no voy a poder dejar de escribir sobre este hombre... AHHHHHHHHHHHHH *colpasa* 

Y no puedo parar de escribirle, no quiero parar y no voy a parar. Tengo más ideas con él, y todas le quedan tan bien. Además, me sirve de practica para este tipo de escenas en mi novela. :3

Este fue un experimento, quería ver como quedaba un escrito usando la canción que lo inspira dentro del mismo texto. O sea, añadiendo la canción dentro de la trama del capítulo o del escrito... Y me gustó. Siento que, le da un toque especial, como para ver que parte de la canción representa a una parte del texto que puede estar inspirado en ella. Me gusta, ¿a ustedes?

Creo que lo seguiré trabajando con más experimentos con otras canciones y otros personajes de Oscar o hasta con el mismo Oscar jajajaja pero mientras tanto, de una vez les digo, esto mismo haré en Amor de-sastre (la novela de papi Oscar) y será con la misma canción (no el mismo momento íntimo, obviamente) pero si va a estar inspirado en esta misma canción. Ya veremos que sale, estoy emocionadaaaaaaaaaaa, :3

Y me encantó este resultado con Jonathan... :3 7u7

Bueno, nos estamos leyendo más pronto de lo que creen aquí y en mis otras historias. Gracias por estar aquí, nos leemos pronto.

P.D: ¿Les gustó el banner que hice para el capítulo? :3 Está hecho con mucho amor y la verdad, a mí si me gustó jasjajsja, saben que no soy mucho de poner este tipo de cosas en mis historias, pero tenía ganas de hacer algo así. espero les haya gustado y les haya ayudado a dar un mejor ambiente a la trama... 7u7

Laters, gators. 

Un collage hermoso que me encontré por ahí de este hombre perfecto que me tiene toda pendeja alv, te amo. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top