Capítulo 9
Frost no tarda en diferenciar la figura alta y delgada del científico entre el resto de soldados.
Escondida tras una esquina, lanza una sonrisa divertida y se dispone a pasar un buen rato con los muchachos.
Sale de su escondrijo y truena su cuello, disfrutando su momento.
Pero antes de poder llegar más lejos, una mano se cierra sobre su brazo y la detiene.
-No lo hagas. -Le pide. Ella apreta su mandíbula y le mira con desprecio de pies a cabeza.
¿Quién se cree que es para meterse en su camino? ¿Y quién se cree que es para tocarla?
En cuanto el brazo de Frost comienza a estar aún más frío, Barry retira su mano ante el daño y la sube hasta su boca para calentarla con su aliento.
-Tengo una oferta para ti. -Le asegura, apartando la mano de su boca. La ojiazul mantiene su expresión neutra pero lo piensa durante algunos segundos.
Y le resulta sumamente interesante, de eso no hay duda.
Así que camina hacia atrás sin que sus ojos abandonen los del castaño.
Le intimida, le acobarda. Le encanta la sensación de jugar con él.
Le encanta saber que tiene todo el poder y el control de la situación.
Cuando se han retirado lo suficiente para que nadie moleste, Barry traga saliva y seguidamente carraspea.
-Tú odias a esos metahumanos tanto como los soldados lo hacen. Así que te propongo algo; tú me proteges y a cambio yo prometo no usar mi máquina contra ti. -Suelta. Frost quiere reír escandalosa. Pero sería demasiado frívolo para ella.
Así que sólo se dedica a mantener el silencio.
-¡Vamos, Frost! Es un buen trato. -Barry se frota las manos y su sonrisa va creciendo según pasan los segundos.
Y eso hace que la chica comience a tener otra duda.
¿Por qué parece tan asquerosamente sonriente?
La última vez que se vieron... Bueno, la última vez que se vieron casi lo matan. Y de hecho, sigue en peligro.
-¿Qué te hace tan feliz? -Escupe. Pero lo que quiere en realidad no es una respuesta. Sólo quiere que esa molesta sonrisa desaparezca de su cara.
Es bastante desagradable.
-¿Bromeas? -Emocionado, casi parece que vaya a saltar de un lugar a otro. Ella no mueve un sólo músculo.
Barry rueda los ojos y sonríe de nuevo.
Que asco de sonrisa.
-¡Ese hombre dijo máquina! ¿Sabes lo que significa eso, Frost? ¡Significa que no será una arma! Y que no mataré a esos metahumanos... ¡Tal vez sólo les quite sus poderes o yo qué sé pero no les mataré! Es la mejor noticia que he oído en mi vida... -Sus ojos muestran tal sinceridad que casi parece que vaya a comenzar a llorar.
Y tiene esa pureza esparcida en su rostro. Tan única, tan suya.
Y Frost se pregunta una vez más... ¿Qué tiene en contra de la muerte?
Pero prefiere no hacer la pregunta en voz alta, no tiene sentido hacerlo.
El silencio de nuevo se apodera del momento y Barry alza ambas cejas, tratando de encontrar la mirada de la ojiazul que se encuentra sumida en sus propios pensamientos.
-¿Frost? ¿Frosty? -Ella le dedica una mirada de pocos amigos y él se vuelve serio de repente.
Pero no dura mucho y su seriedad pasa a ser una nueva sonrisa.
La reina del hielo rueda los ojos sin darse cuenta.
-¿Y por qué debería fiarme de que cumplirás tu palabra? -Por fin formula la duda que habita dentro de ella.
Barry humedece sus labios y pestañea repetidas veces.
-Creo que no tienes otra opción. Vas a tener que confiar en mi. -Simplemente suelta.
-Yo no confío en nadie.
El castaño chasquea la lengua y toma aire.
-Pues me parece, Killer Frost, que tendrás que confiar en Barry Allen.
Sólo por una vez en tu vida, vas a tener que dar un paso con los ojos cerrados. -Rebate su argumento pero ella se muestra implacable.
-O podría simplemente... Matarte. -Alza su mano y abre la palma y el frío comienza a emerger de ésta.
Barry no se molesta en bajar su mirada hasta la mano de la chica y se concentra en sus ojos, en su lugar.
-Eres poderosa, es cierto. Pero también inteligente. Sabes que tarde o temprano alguno de los metahumanos que nacen cada día tendrá un poder que contrarreste el tuyo. O que inventarán algún arma que pueda matarte. No envejeces y te regeneras. Pero puedes morir con el arma correcta.
«Pero yo puedo dejarte el paso libre de esos metahumanos. Y lo sabes, por eso sigo vivo.»
Ella lo medita despacio, sin prisa. Aunque en su cabeza ya hay una respuesta clara.
-Bien.
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