𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 17

"Bakazai"

El tiempo se hizo verdaderamente largo. Ya los tres infiltrados había derrotado a media tripulación, y la verdad no entendían de donde salían tantos. Cada vez que parecía que habían terminado el trabajo, veinte hombres más entraban en acción y arruinaban el momento. Chuuya comenzó a irritarse tanto que casi hace volar todo el barco, Kate terminó por golpear su cabeza repetidas veces contra la palma de su mano y Osamu... bueno él es Osamu.

-A este paso no terminaremos nunca -masculló la chica para dejar caer el peso de su espalda sobre la pared.

-Tenemos que avanzar -dijo al fin Dazai con una sonrisa y una mirada tranquila. Había tardado demasiado en abrir su bocota para dar órdenes.

-Vayan ustedes, yo me quedo distrayéndolos -propuso Chuuya para colocarse frente a la oleada de hombres que se aproximaba cada vez con más velocidad al almacén.

-Nos vemos en la proa en media hora -el castaño hizo un gesto con su mano en señal de despedida -lo cual evidentemente molestó a su excompañero -y avanzó dando brinquitos de alegría hasta llegar a Kate.

-¿En serio lo vamos a dejar solo? -la chica golpeó la frente de Osamu con rudeza, haciendo que este retrocediera levemente -¿Qué tan cobarde eres?

-Rina-chan, eso dolió -Dazai se sobó el lugar del impacto con un puchero -, mira esa cara, ¿te parece que no lo está disfrutando? -apuntó hacia el Nakahara. Kate hizo caso omiso y se encontró con la expresión satisfactoria en la cara de Chuuya, derribaba con gran entusiasmo a todo aquel que se pusiera delante sin esfuerzo aparente. Curiosa y para nada sopresivamente, el pedazo de momia tenía razón -, creeme él no se brindaría para nada que no quiera.

-Te odio -sonrió forzosamente para empujarlo lejos de ahí, sacándolo de aquel arrinconado lugar.

Poco después ambos castaños corrían lejos del viejo almacén. Los pasillos eran ligeramente estrechos, aunque eso sí, eran increíblemente largos, estaban pintados de gris y eso les daba un toque un poco tétrico. En el camino a sabe Dios donde se dirigían, encontraron varios obstáculos. Los mismos marineros que atacaban en demasía el almacén se empeñaban en construir su paso, aunque para su suerte, la de los protagonistas, la cantidad no era tan abundante y podían, a medida que trotaban, ir derrotándolos.

Kate lanzaba sus naipes y derribaba a todo el que se le pusiera delante, pensar que una carta no podía ser un arma era un gran error. Dazai tenía una pistolita en la mano que sin duda fue útil, con ella fue atinando disparos rápidos y precisos.

-Oye Bakazai -comenzó la chica para esquivar un golpe, tomó el brazo de su atacante y utilizó su propia fuerza para lanzarlo al suelo. Su tía le había enseñado que las mujeres no eran muy fuertes, pero que eso no les hacía falta, puesto que con moviemientos como esos podías utilizar el impulso y la energía de tu enemigo en su contra-, cuando esto acabe voy a vengarme, por traerme a este lugar, por obligarme a pelear y por decir que soy tu pareja -enumeró con una vena sobresaliendo en su frente. Si alguien le hubiera dicho esa mañana que estaría, para medio día, en un barco, sin conocimiento básico de la situación y con tremenda hambre; se lo hubiera pensado dos veces antes de dejarse sobornar.

Ocurrió un disparo rápido en el hombro por parte del mencionado hacia otro tipo, logrando, de este modo, derribarlo antes de que pudiera temrinar de cargar su arma, la rapidez era algo fundamental en un campo de batalla. Cuando el hombre hubo caído al suelo, Dazai aprovechó para recoger un poco de munición de su chaleco -. ¿Por qué eres tan rencorosa?

-¿A dónde nos dirigimos? -recogió algunas de sus cartas para volver a ponerse en marcha, claro está, ignorando a Dazai.

-¿Crees que tengo un mapa de este barco en la frente? -cuestionó sarcástico, pero al obtener como respuesta una mirada neutral, no le quedó mas remedio que hablar -. Nuestro objetivo es llegar a la cabina del capitan, necesitamos información. ¿Quiénes son esta gente y por qué están aquí? El capitán podría ser nuestro guía en este mar sin faro.

-Podías haber dicho eso desde el principio -le lanzó una carta, pero fue esquivada.

Ambos doblaron una esquina y de repente los malos dejaron de llegar, aunque lo agradecieron mentalmente, también les pareció sospechoso. Dos opciones: O habían dejado al barco sin tripulación, o esos tipos estaban complemente seguros de que nada podría vencer a su capitán.

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¡Oh si! Aunque se llevaban como perros y gatos debían admitir que habían un buen equipo; en poco tiempo descubrieron y llegaron a la posición exacta. Al entrar en la cabina ambos se traqueron las manos y sonrieron de medio lado. Los marineros se quedaron mirándolos con terror y poco a poco retrocedieron, todos menos el capitán, que se mantenía estático en el lugar, mirando al horizonte que se extendía mas allá de aquella gran ventana, con ambas manos colocadas en el timón.

Se trataba de un hombre con una edad avanzada, unos cuantos años ya en sus huesos. Tenía sus cabellos rubios cubiertos de canas, la cara ligeramente arrugada y los labios resecos. Sus expresiones eran tranquilas y su cuerpo se mostraba desgastado, tal vez por el paso del tiempo.

Dazai y Kate comenzaron a avanzar a la par, intimidando a todos los presentes.

-Tenemos unas preguntas que hacer y nos gustaría tener su colaboración, señor -anunció Osamu, pero aún seguía sin ganarse la mirada del viejo.

-La juventud de ahora -se dijo a sí mismo el viejo para girarse a encararlos. Con un gesto de su barbilla les ordenó sus subordinados que abandonaran el lugar, ellos rápidamente y sin objeciones obedecieron -. Espero que al menos puedan entretenerme.

-¿Qué esta dicien -intentó cuestionar Kate mas fue detenida por un impulso de aire que la obligó a retroceder.

Cuando levantó la vista notó que aquel viejo hombre también tenía una sornisa en sus labios, y frente a amabas manos, que mantenía al estiradas al frente, había una corriente de aire, rodeándolas.

Dazai suspiró -, que poder más problemático.

-¡Detente! -ordenó Kate de inmediato y sin darle tiempo a pensar. Había ganado la batalla sin tan siquiera comenzarla

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Lejos de ahí Chuuya mantenía su propio combate, y aunque parecía no tener fin, le encantaba la adrenalina. Cada vez derribaba más cuerpos, cada vez vencía más marineros y ni siquiera estaba usando todo su poder.

-¡¿Esto es todo lo que tienen?! -gritó al aire esperando que apareciera un enemigo más digno de su atención, se le acaba el tiempo acordado por Dazai. Él sabía que a esa hora debía estar en el lugar indicado, aunque odiaba admitirlo, el suicida siempre tenía razón.

De las sombras más oscuras del almacén salió una figura siniestra. Ahora frente a él se encontraba una mujer de largos y ondeados cabellos castaños claros, una mirada profunda y aterradora de color miel y un cuerpo bien estructurado. Lo observaba con despecho y algo de incomodidad.

Un duelo de miradas ocurrió en ese instante y casi se podía palpar la ira que provocaban el uno en el otro sin tan siquiera abrir la boca. Aún así, Chuuya supo de inmediato que ella era lo que estaba buscando, lo que estaba esperando...

Alguien digno de hacerlo perder su tiempo.

Aquí les dejo algo especial.

Eric Waller:

Isabella Waller:

Yukine:

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