𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 14

"Familia"

Raramente Celeste se había mantenido en silencio durante unas horas. La muchacha miraba una de las columnas del lugar con expresión triste y decaída. Akutagawa había notado el repentino cambio de humor, después de todo y aunque fuera molesto, cuando ella hablaba el aire se llenaba de diversión y brillitos rosas, que claramente odiaba, pero eran característicos de ella. La consideraba alguien vivaz y alegre, verla así era un poco extraño.

Se hacía a una pequeña idea del por qué de su agonía, pero quería comprobarlo. Hacía semanas que la muchacha estaba bajo el control de la Port Mafia, cada día ella afirmaba que su tía entraría por esa puerta, pero cuando el tiempo pasa tan velozmente y la persona en la que confías no llega... tal vez Celeste estaba perdiendo las esperanzas.

-Pareces que tú prima y madre se han olvidado de ti -comentó ganándose una mirada furiosa y determinada de su carnada.

-Kate y mamá nunca harían eso -soltó rapidmante -. Ellas vendrán, y te arrepentirás de decir eso, mi prima va a patearte el trasero.

Hubo un momento de silencio, el varón se debatía internamente si continuar con aquello o solo callar y disfrutar el silencio que por primera vez reinaba en aquella prisión. Lejos de como había pensado anteriormente, la intensidad de esa mirada le decía sin vacilación ni palabras que ella tenía plena fe en su familia. La confianza ciega que poseía Celeste en aquellas mujeres le recordó a la suya propia con Dazai, y de cierta forma eso le daba curiosidad.

-¿Cómo puedes estar tan segura? -interrogó al fin impresionado a su prisionera, no era lo de él comenzar conversaciones.

Ella sonrió de medio lado y comenzó a jugar con sus manos mientras las observaba. Se veía nostálgica.

-Cuando era niña mi madre me abandonó en las calles, en uno de los barrios más pobres de Inglaterra. Ella era una prostituta, se ganaba la vida vendiendo su cuerpo. Un día, un hombre borracho la atacó en las calles, su lugar de trabajo. Él -hizo una pausa para respirar profundo -... él la violó. Mi propia madre me aborrecía por ser la cría de una hombre sin corazón, así que me dejó sin remordimientos. Tenía tan sólo cinco años, sobreviví gracias a la bondad de los pobres más grandes, ellos me ayudaron de cierto modo, pero nadie se responsabilizó de mí, tan solo, cada noche, recibía un poco de comida y ya está, ni amor, ni caricias, ni hogar -hizo una pausa caragda de sentimientos, aquellas palabras pesaban más que se propio cuerpo. A estas alturas Akutagawa ya se encontraba desplazado hacia delante, aquella historia le recordaba a la de un niño de barrios pobres, el chico casi podía palpar la tristeza y agonía qur envolvían el aire de esas cuatro paredes, de repente todo se había vuelto oscuro -. Todo fue así hasta que Kate me encontró...

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-Si nos descubren nos van a matar en la escuela -susurró una niña para seguir a su mejor amiga por todo aquel horrible lugar.

-No te preocupes Leah -susurró restándole importancia para correr.

-Kate deberíamos estar en la escuela -reprochó para apresurar el paso y perseguir a la castaña.

Ambas se detuvieron en seco, Leah chocó contra la espalda de Kate sin saber el por qué habían parado, pero comprendió todo al sacar la cabeza por el costado y observar a una niña aún más pequeña que ellas.

Sus ropas estaban destruidas, su rostro estaba sucio y sus cabellos despeinados llenos de churre. Se vía triste y se aferraba con fuerza a una lata vacía de comida rápida, como si hubiera algo que pudiera sacar de ahí. Debería tener por lo menos seis años.

-¿Quiénes son ustedes? -preguntó con voz cortada al ver sus lindos uniformes y cabellos peinados con lazos. Ambas estaban limpias y desprendían un exquisito aroma a jazmín, ellas no podían ser de por ahí.

-Kate vámonos -Leah removió la espalda de su amiga asustada -no deberíamos estar aquí.

La castaña dio un paso al frente decidida y abrió sus brazos -Abrazo.

Las otras dos chicas abrieron los ojos sorprendidas e impactadas aún sin saber el significado de esas palabras. Leah casi deja caer el peso de su cuerpo al suelo, su mejor amiga estaba loca, segurmante cogería cualquier enfermedad o infección, aún así no parecía importarle. Maldecía la hora en la que había permitido que se escapara de la escuela, no, maldecía la hora en la que se había dejado llevar por esa sonrisa tan amable y había terminado siendo su cómplice.

Por su parte, Celeste se giró para observarla mejor -¿Qué?

-Abrazó -volvió a decir para abrazarla por sorpresa, en ese momento la lata a la que tanto se aferraba la niña cayó al suelo, había encontrado algo más importante que tomar, algo mucho más importante que abrazar para no dejar ir.

Sin previo aviso terminó llorando en los brazos de aquella amable niña la que ni siquiera conocía.

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-A partir de ese día todo cambió, Kate iba a verme a menudo, solíamos jugar todo el rato, también recuerdo el día que me llevó uno de sus viejos vestidos, ella era demasiado amable y bondadosa, no le importó lo que le dijeran los demás sobre mi, no le interesó que fuera pobre, ella me abrazó aquel día y muchos otros más sin importarle nada de eso -se limpió una pequeña y traviesa lágrima -. Kate siempre fue un alma libre y valiente, cuidaba a los suyos más que a nada y no la asustaba contra quién debía ir para hacerlo. Por eso, y por mil cosas más, estoy segura de que ella no me ha olvidado. Mamá tampoco lo ha hecho.

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Celeste esperaba en el mismo lugar de siempre a su amiga, se miraba los pies descalzos con una sonrisa. Estaba tan feliz, eran escasos, pero los momentos que pasaba con Kate su corazón se llenaba de calidez. Sentía que por primera vez en su horrible vida llena de maltratos y desprecios, alguien le daba amor, alguien le sonreía.

-Celeste -sontió como la llamaban a lo lejos, esta alzó la vista emocionada. Está vez la castaña no venía sola, detrás de ella, que venía corriendo en su dirección, había una joven mujer caminando.

Unos segundos fueron suficientes para que Kate se incorpora frente a la pelirrosa con una gran sonrisa. Esa calidez que sólo sentía cuando estaba con ella regresó, inevitablemente terminó sonriemdo igual.

La mujer adulta que hasta ahora no se había incorporado las miró a ambas contenta. Al sentir la potente exanimación sobre sí, Celeste terminó por esconderse tímida en la espalda de su mejor amiga. Asomó sus ojos por el extremo de los hombros de Kate para divisarla.

-¿Es ella? -cuestinó tranquila la adulta, brindaba un aire de madurez y tranquilidad. A Celeste le pareció que proporcionaba la misma calidez que Kate.

-Si, ella es mi amiga Celeste -Ah, el corazón la mencionada se enternecía cuando escuchaba a Kate decir eso.

-Tranquila pequeña -la adulta se agachó y le dedicó una sonrisa sincera -. Sólo quiero ayudarte -le extendió la mano -, mi nombre es Margaret.

La pequeña y avergonzada niña salió de la espalda de Kate para caminar insegura hacia Margaret, miró su mano y luego su rostro. No estaba segura, pero tampoco tenía miedo, solo, podía saber que aquellos brazos la abrazarían igual de fuerte que su mejor amiga.

-¿Quieres dejar este lugar? -Celeste asintió rápidamente, había sufrido demasiado esos dos años. Tanta miseria y tristeza a su alrededor, tantos días vagando, tantas noches sin dormir, tanta hambre, tanta sed, tantos ruegos a las personas por un poco de piedad... tanta falta de amor, todo eso y más pudo ver Margaret en aquellos ojitos apagados pero brillantes -¿Quieres ser mi hija?

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-Si la felicidad hubiera tenido un nombre alguna vez en mi vida -lo miró para dedicarle una sornisa sincera, cargada de sentimientos -, sin duda hubiera sido "Ekaterina". Ella era es luz -una imagen mental le vino a la cabeza y cerró sus ojos para disfrutarla.


No, al final sus historias no tenían nada que ver. Celeste había sido abandonada desde niña, pero recibió amor y cuidados. Personas buenas y generosas la encontraron y no la dejaron sola, la acogieron y le brindaron calor familiar. A pesar de que, ciertamente, la historia de Celeste tenía un mal comienzo, el final era felíz, hubieron obstáculos, es cierto, pero la alegría terminó por arropar su vida cuando aquel encuentro casual la llevó hasta lo que sería su familia. Pero para él, un niño de barrios pobres, descubierto por la Port Mafia, nada de eso existía. Desde el segundo en que fue encontrado, en que descubrieron su potencial, Akutagawa sólo había experimentado el dolor, el duro y estricto entrenamiento día tras días y el odio constante hacia su persona, él estuvo lo más lejos posible de encontrar un hogar.

No sentía lástima por Celeste, sentía envidia...

-Al menos volviste a hablar como un papagayo -soltó después de escuchar hasta el final sorprendiéndola, ella se giró a observarlo -Irritas, pero cuando estás callada pareces muerta, y la carnada no puede morir.

-Voy a tomar eso como que estabas preocupado por mi Kuta-kun -Habló emocionada con una gran sonrisa.

-Deja de llamarme así -masculló enfadado.

-No -le sacó la lengua en una broma bastante divertida para sí misma.

Ryunosuke corrió los ojos desenfadado y decidió ignorarla. Él no sabía porque se había tomado la atribución y tiempo de escuchar con tanta calma aquella historia. Simplemente poco a poco se fue haciendo más interesante. Sintió que de algún modo Celeste se abría, abría su corazón, lo cual es verdaderamente extraño. Por el momento debía mantenerse alejado de ella, se estaba relacionado mucho y eso era preocupante, por la estupidez de empatizar con aquella loca, había terminado bajando la dosis ordenada por Mori, desafiando las órdenes de un superior, definitivamente debía dejar de relacionarse tanto con aquella chica.

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