𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 11

"Naranja y café"

Natsume abrió sus ojos como platos, como si el mundo se le hubiera caído arriba. Aquella niña, sonaba tan segura de lo que proponía, el semblante y la expresión en su rostro no daba paso a ninguna duda.

Sin nada que decir sólo la empujó levemente, aquello alteró a todos los presentes, quienes hasta ahora se habían mantenido anonadados. Dazai la tomó entre sus brazos impidiendo que cayera y le dio un pequeño impulso para que se reincorporara.

-¿Cómo te atreves a preguntar semejante locura? -le dijo con rabia.

-No has respondido a mi pregunta -soltó seca y cortante, se acomodó nuevamente y ahora en sus ojos sólo se podía distinguir repulsión y odio hacia aquella persona.

-Por supuesto que no -espetó rápidamente -. Yo jamás mataría a mi hija.

-Supongo que soy estúpida -susurró para sí misma con una sonrisa triste, decepcionada alzó la vista -. Pensé que si te daba una oportunidad podrías intentar cambiar un poco, no lo sé, sentirte culpable por el crimen que cometiste y aceptar tu condena, pero en sima de asesino eres un cobarde.

-Yo no maté a mi hi-

-Lo preguntaré una vez más -no habría segundas oportunidades para ese hombre, haría que confesara por las buenas o por las malas -. Respondeme: ¿Mataste a tu hija?

Los policías miraron curiosos la reacción del viejo, con los ojos abiertos e incrédulos esperaban atentos su respuesta.

Él quería negarse, definitivamente quería, pero en ese momento, sin poder controlarlo contó la verdad, como si un hechizo lo estuviera poseyendo.

-Si, yo maté a Shizuku -confesó y luego, casi automáticamente llevó ambas manos a su boca sin creer lo que había dicho.

Todos los presentes, menos Dazai, que ya conocía la verdad, se sorprendieron notoriamente. Se miraron unos a otros incapaces de procesar rápidamente lo que había ocurrido. Se había desmatentelado un crimen en menos de diez minutos, y ni siquiera necesitaron pistas. ¿Que tan buenos eran en A.D.A? Mas que eficientes, daban miedo.

-Esto cuenta como prueba contundente o declaración de culpabilidad -le dijo Kate al detective de la Policía.

El hombre le hizo una seña a uno de sus subordinados y este se dirigió a Natsume para comenzar a esposarlo.

-Diles a todos por qué hiciste tan atrocidad -volvió a ordenar.

-Por dinero -puso las manos sumiso detrás de su espalda y continuó hablando, aquella niña estúpida debía ser alguna especie de fenómeno -Mis empresas estaban cayendo en quiebra y entré en desesperación, el Imperio que tanto trabajo me había costado construir se estaba derrumbado lentamente, parecía que no había esperanza. Hasta que hace unos días me enteré que Shizuku era agente doble en la Port Mafia, ella vino preocupada por mi vida, decía que corría peligro y que en cualquier momento la descubrirían -Sonrió aterradoramente, mostrando a todos lo poco que le importaba el bienestar de su hija -La convencí de ponerse un seguro de vida, le dije que sería bueno, en su trabajo podría pasar cualquier cosa, era una buena cantidad, con eso podría pagar algunas deudas, pensé que el dinero sería de utilidad, así que esperé unos días para matarla.

-¿Mataste a tu propia hija por dinero? -cuestionó uno de los policías con la intención de ir a golpearlo, mas la voz de Dazai lo detuvo.

-¿Sabe usted que es lo peor de todo? -le preguntó a Natsume y él negó, dudoso -, que ella sabía tus planes.

-¡¿Qué dices?! -le gritó molesto. El conocía a Shizuku mejor que nadie, sabía que ella jamás haría eso, siempre fue una niña llena de vida...

-Lo que oyes, ella sabía que intentabas matarla. ¿Qué hacía por estos lugares si sabía que podrían descubrirla en cualquier momento? ¿Por qué se pondría el seguro de vida sin hijos o esposo? ¿Por qué la expresión en su rostro está tan tranquila? ¿Por qué no forcejeó o se aferró a la vida? -formuló aquellas preguntas unas tras otra sin dar tiempo a que contestara -. Estoy seguro de que al menos podría darle tiempo a salir del callejón y pedir ayuda. El golpe que le atinaste es efectivo pero no funciona rápidamente, la chica podría haber pedido ayuda a cualquier persona del exterior. Seguramente Shizuku sabía que la intentarías matar y se dejó asesinar por el bien de su egoísta padre, y aún, cuando estaba agonizando, pensaba más en tu felicidad que en su propia vida.

-E-eso no es posible -balbulceó.

-Tu castigo no será la carcel -le dijo Kate -Tu castigo será saber que nunca más verás a tu hija por tu culpa, porque si existe un cielo o infierno, tu arderás eternamente abajo sabiendo que tu mismo alejaste a tu familia de ti. Esa será tu condena, ese será tu castigo.

Se dio media vuelta para comenzar a caminar, dejando a aquel hombre llorando, esta vez sinceramente, ahora si quería abrazar a su hija, todos aquellos recuerdos que las ansias de dinero borraron regresaron como una espada afilada clavándose en su espalda. Cuando la cargó por primera vez, cuando lo llamó papá, cuando le dedicó una canción en la guardería, las postales por el día del padre, los cumpleaños, todos aquellos momentos felices y tristes lo atacaron, y se sintió como un cubo de agua fría.

Ahora veía aquella hermosa boca, que generalmente portaba una sornisa, seca. Su hermosa y dulce piel, estaba blanca y pálida, ni hablar de la temperatura corporal. Sus lindos ojitos estaban cerrados y jamás se volverían a abrir. Jamás escucharía su voz de nuevo, jamás la vería sonreír, jamás podría abrazarla, jamás volvería a sentir su calor. Ahora solo era un cuerpo sin vida.

Y un sólo segundo fue suficiente para saber que se arrepentiría eternamente... pero no había marcha atrás.

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Dazai encontró a Kate recostada al barandal, observa el sol que se ponía en el horizonte, se veía realmente hermosa y nostálgica así. Caminó hasta ponerse a su lado, se posicionó de espaldas, recostando sus codos sobre el metal, para de este modo mirar donde ella.

Ah, el atardecer, el sol ocultándose en el mar, Yokohama era maravillosa sólo por permitir esta vista. En el horizonte lejano los últimos rayos dejaban a la ciudad bañada en colores cálidos. Dazai estaba decidiendo si su nuevo color favorito era el naranja, que bañaba por completo su rostro y la hacía lucir aún más hermosa de lo que ya era, o el café en aquella profunda e intensa mirada, que hacía que quisiera perderse en esos ojos para siempre.

El castaño terminó por mirarla a ella nuevamente, había sentido el peso de la nostalgia en sus palabras finales, hasta ahora no había pensado en que habría sido de sus padres, y en ese momento se le ocurrió una cosa muy loca.

-No me mires así -soltó para girarse a observarlo, aún con sus manos en el barandal -No sería el primer padre que cambiara a su hija por dinero, lo supe al ver esa cara, esa falsa mirada que fingía amor, esa mirada tan conocida.

-La humanidad está podrida Rina-chan -le dijo tranquilo observando esos profundos ojos marrón.

-No todos son tan malos -ella le sonrió sinceramente, como no había hecho desde que se conocieron.

Dazai creyó que Ekaterina era hermosa desde el primer momento en que la vió, pero ahora, que observaba aquella curvatura auténtica y perfecta en sus labios, comprendió que lo que había pensado de ella hace unos días no era nada comparado con la belleza que le estaba permitiendo presenciar en esos momentos. Porque él sabía que aquello era especial, y que tal escena, digna se admirar, sólo la podrían disfrutarla aquellos que se lo ganaran.

Y fue tan hermoso, la intensidad del momento, las luces naranjas basándolos a ambos, un corazón abriéndose a otro sin palabras. Él había comprendido que era muy pronto para preguntar, pero ya sabía que el pasado de Kate era una nube tormentosa y lluviosa de malos recuerdos. De verdad que Dazai estaba empezando a amar esos simples colores.

La castaña, al darse cuenta de la situación y la mirada de su compañero, apartó la vista con un ligero sonrojo en sus mejillas. Era la primera vez que alguien la miraba con esa vehemencia, que en algún momento sintió que desnudaba su alma.

Ahora ambos tenían curiosidad el uno por el otro, sólo quedaba que el tiempo pusiera todo en su lugar, porque tarde o temprano les tocaría abrirse.

-Ponme un ejemplo -solicitó embobado con esa sonrisa, aún ahora que ella la había borrado.

-Osamu Dazai -respondió rápido para mirar al horizonte -. Es un chico muy irritante, pedante y malcriado, pero me ha hecho olvidarme de muchas cosas malas. Y desde que lo conozco mis días están llenos de diversión.

-Que dulce -sus ojitos brillaron e hizo una expresión tierna.

-Ya quiero irme a casa y descansar de ti -Ekaterina suspiró con cansancio al ver su reacción infantil.

-Rina-chan sigue siendo descortez -Dazai hizo un puchero -. Incluso después de unas palabras tan bonitas.

-Que te he aguantado todo el día, merezco un premio por eso -resopló para girarse y recostarse al metal.

-Aún es pronto para volver a casa -sonró divertido -¿No quieres mejor suicidarte conmigo?

-En tus mejores sueños quizas -llevó ambas manos a su estómago para reír.

-¿Eso es una oportunidad? -Sus ojos brillaron.

-No te hagas ilusiones, no tengo intenciones de morir -murmuró para luego dirigir su vista la frente.

Kate observó el cielo rojizo y con una expresión de dolor sólo le quedó anhelar...

Anhelar una historia de amor como la de esos dos jovenes que caminaban juntos tomados de la mano .

Anhelar la libertad de aquel chico que estaba sentado en un banco a la luz de un farol, fumándose un cigarro.

Anhelar una loca amistad como la de esas dos chicas que venían soltando amplias carcajadas, y aunque se ganaban la mirada de desapruebo de más de una persona, a ellas no les importaban.

Ahelaba tantas cosas escondida, sin que nadie supiera, y tantas cosas se le fueron negadas. Aquel amargo dolor se mantenía constante y punzante en su pecho. El día de hoy sólo le había servido para recordar lo sola que estaba.

Sin darse cuenta una mano se posó en su hombro y la sacó de aquellos terribles pensamientos -. Vamos a casa -le dijo Dazai para comenzar a caminar adelantándose.

La castaña observó su gran espalda para suspirar y dejar aquel lugar.

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