Capítulo 8
Capítulo 8: Abrazo.
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Kate miró neutral a Dazai, tratando de mantener la compostura. Despertar de un sueño para encontrar una pesadilla no era nada agradable, así que no se le podía culpar que estuviera fulminando con la mirada al suicida. Se encontraba sentada sobre su futón, con las sábanas cubriéndole únicamente a partir del Monte de Venus hacía abajo.
Él, por su parte, sonreía feliz —como un niño pequeño— con una cuchara en su boca, observándola de vuelta. Sus ojos brillaban como si fuera un perrito esperando a que su dueño jugara con él. Estaba sentado de pies cruzados frente a una pequeña mesa que había en el departamento para comer, sobre esta se podían ver varios platos con algunas elaboraciones.
La castaña tomó su almohada y se aferró a ella, buscando fuerza de algún lado. No, más que fuerza quería paciencia para poder aguantarlo.
—Dime si se va a hacer costumbre verte todas las mañanas, porque tendré mal humor toda mi maldita vida —dijo ella, forzando una sonrisa.
—Eres tan cruel, Rina-chan —contestó Osamu, con tono dramático. Aún con la cuchara en su boca, la cual sujetó con sus dientes, llevó ambas manos a su pecho, fingiendo que lo habían golpeado fuertemente.
—Ya estamos con el Rina-chan —farfulló Kate, completamente hastiada. Puso los ojos en blanco y se lanzó hacia atrás, cayendo nuevamente en el futón con las manos abiertas y algunos mechones de cabello sobre su rostro. Quería volver a dormir, despertar y que él no estuviera allí. La ponía de los nervios—. Muere —susurró por lo bajo.
—Usa Orden de la Reina para esa petición, Rina-chan —soltó un poco más serio. Bueno, conociendo a Dazai nadie sabe si eso era solo un acto de engaño más.
Ekaterina alzó una ceja, desde su misma posición. Era verdad, él quería morir. No sabía el por qué, pero la curiosidad en su interior se revolvió. Dazai tenía la personalidad más irritante, infantil y bromista que jamás hubiera visto, y eso que ella conocía a Celeste; pero precisamente por las cualidades de su personalidad se le hacía extremamente raro que alguien tan animado se quisiera suicidar. ¿Qué lo habría llevado a ese extremo?
Tal vez Osamu solo era otra víctima de un pasado horrible que no lo dejaba pegar ojo en las noches, justo como ella. Tal vez el chico solo se refugiara en esa sonrisa para no mostrar al mundo que por dentro de moría de dolor, parecido a lo que ella hacía, que se había creado un muro para no mostrar sus emociones. Tal vez ellos eran muy parecidos.
Quería preguntar, mas no había suficiente confianza para ello, así que no le quedó más remedio que morderse la lengua. Debía mantener distancia con todos en la agencia, después de todo, cuando rescataran a Cele, las cosas volverían a como eran antes: la soledad volvería a gobernar su vida, tendría que abandonar Japón, y otra vez debería dejar a la poca familia que le quedaba.
Kate llevó una mano a su pecho cuando este se agitó, lo apretó con fuerza tratando de controlar los latidos. De repente un conocido y amargo sentimiento la abrumó. Ella ya sabía que era aquello, nostalgia y tristeza mezclándose en su interior con fuerza, haciendo de su cabeza y corazón un pequeño remolino de emociones incontenibles, emociones que debía ocultar mientras fingía estar bien.
—Te ves afligida, Rina-chan —comentó Dazai, con ambos codos apoyados en la pequeña mesita. Había notado lo perdida que se encontraba la protagonista—. Ven a desayunar y hablamos del tema. Tu tía hizo esto para nosotros, fue a hacer unas compras, pero regresará pronto, así que no podemos divertirnos hoy —explicó con calma y una pequeña sonrisa, como si lo último que dijo no tuviera nada de fuera de lugar.
Ella, en cambio lo miró, se preguntó en qué momento había olvidado que él aún seguía ahí. Decidió obviar la broma de mal gusto, porque comenzando una pelea absurda solo le daría el gusto al castaño, y en ese momento solo quería tragar algo.
Suspiró con cansancio tras unos segundos. Se puso en pié sin importar que su pijama fuera algo revelador, de todas formas Osamu ya lo había visto y detallado con calma. Caminó hacia la mesa mientras trataba estúpidamente de arreglarse o peinarse el cabello con los dedos. Cada mañana, no importaba lo quieta que durmiera, Kate despertaba con le pelo totalmente alocado.
—Parece un estropajo —murmuró con desdén, antes de sentarse bruscamente frente a Dazai y coger su desayuno de mala gana.
Aquello, que había llegado a oídos del castaño, provocó una risita risueña de su parte—¿Y tú feminismo y belleza natural?
—¿Qué es eso? —Lo miró, fingiendo duda—. ¿Se come? —Llevó un trozo de tortilla a su boca y, contra todo protocolo de educación, continúo hablando con la boca llena—. Porque en mi vida, jamás, había oído hablar de eso.
—Rina-chan se menosprecia —canturreó el mayor, con los ojos cerrados, moviéndose de lado a lado como si fuera un péndulo. Cuando se hubo detenido la examinó unos segundos con total descaro. Se fijó en su largo y cedoso cabello castaño que le gustaría acariciar, en sus profundos e intensos ojos color miel en los que le gustaba perderse, en sus finas facciones, en su figura tentadora, no estructural, pero si bien definida y simple. Apoyó su codo sobre la madera y luego depositó su barbilla sobre su mano, todo para seguir vislumbrándola—. Pues yo creo que eres bastante hermosa.
Kate, impresionada, terminó por escupir en la cara del suicida el agua que estaba bebiendo. Semejante declaración la había dejado desconcertada, y no por el hecho del halago, los chistes de doble sentido y los coqueteos eran algo normal por parte de Dazai hacía su persona; lo que reclamen la desconcertó fue escuchar aquello con un tono tan serio y sincero. Además, Osamu había dicho todo eso viéndola acabada de despertar, toda desastrosa, ¿cómo demonios la había visto hermosa?
Ekaterina tardó unos segundos en darse cuenta de la situación, y justo cuando Dazai comenzó a sacarse el agua con las manos de su cara, ella estalló en risas. Incontrolables e insostenibles carcajadas, que cada vez provocaban un picor más grande en su garganta. Poco a poco su voz se esparció por todo el apartamento.
Hasta la risa de Ekaterina se le hacía bella a Dazai. Le parecía mentira que alguien portador de una belleza tan natural fuera una mujer tan cascarrabias y amargada.
—Rina-chan... —comenzó el castaño, mientras tomaba una servilleta, la cual utilizó para secarse las mejillas y frente—. La próxima vez, si quieres bañarte conmigo, espera a que estemos en la ducha.
—Te lo tienes bien merecido —soltó calmándose un poco. Llevó ambas manos a su estómago con el objetivo de detener aquellas carcajadas, mas recordar el semblante de Osamu la hacía volver a estallar en risas—. Mira que soltar una tontería como esa de la nada.
—¿Qué pasaría si te intento abrazar ahora? —Una peligrosa sonrisa surcó los labios de Osamu.
—No te atreverías —respondió la fémina, poniendo una sonrisa de medio lado. Se fue levantando poco a poco al ver como su contrario hacía lo mismo. Llevaba poco tiempo en Japón, pero de lejos la persona con la que más había estado era con aquel hombre, él la perseguía a todas partes y se aparecía por doquier, por ello, a estás alturas, Kate había comenzado a conocerlo, y ella sabía que esa mirada en los ojos del castaño no era nada bueno—. Perro, quieto ahí.
—Si no aplicas Orden de la Reina nada me detendrá —advirtió confiado, mientras se terminaba de incorporar.
—Dazai esa agua está fría, apenas acabo de levantarme —refutó veloz, sacando una mano hacia adelante mientras le pedía que se sentará como a los perros.
Pero las plegarias de la protagonista no fueron escuchadas por quien ahora la perseguía por todo el departamento.
Que fácil hubiera sido usar Orden de la Reina como Dazai le había dicho, mas no quería. Se le hizo divertida la situación, hacía años que nadie la perseguía sólo con el objetivo de "abrazarla". Era como jugar al "tú la llevas" o a las "escondidas" Era como si la vida le estuviera cumpliendo un deseo de la niñez frustrado. Si, que bien se sentía que alguien le pisara los talones sin intenciones de robar su poder o usarlo para algo oscuro o de bien propio. No, aquello era simplemente: un idiota empapado en agua tratando de devolverle el golpe a la causante de su ducha con ropa.
Aunque jamás lo admitiía, se sentía como la pequeña que murió el día que sus padres la vendieron, ese día que fue alejada de la sociedad, donde tuvo más remedio que despedirse sin decir adiós de sus amigos. Aquella niña que creía muerta, hoy estaba ahí, más viva que nunca.
—¡Te atrapé, Rina-chan! —exclamó Dazai, tras rodearla con sus brazos.
Ella se encontraba de espaldas, su cabeza casi que encajaba a la perfección con el amplio y cómodo pecho de Dazai. Su ropa no era la más apropiada, así que sintió su cálida piel casi al descubierto chocar con el frío de las manos de aquel hombre. El agua era lo de menos ya, él era atractivo; insoportable, pero atractivo. Inevitablemente se puso nerviosa y un leve y pequeño rubor cubrió sus mejillas.
Sentir como Dazai incorporaba y acomodada su mentón sobre la coronilla de su cabeza fue lo último. El chico apretó el agarre, como si ese no fuera suficiente y supiera que ella se intentaría escapar. Necesitaba un milagro o moriría ahí mismo.
Oxígeno... ¿Dónde estaba el oxígeno cuando se le necesitaba?
—Te dije que usaras Orden de la Reina, Rina-chan —murmuró Osamu, contra el oído de Kate.
La chica quería contestarle —y si era posible también pegarle por hacerse el listillo y payaso—, mas en ese momento la puerta del departamento fue abierta, y tras ella se encontraba Margaret. La mujer adulta guardó las llaves en su bolsillo con un sutil tarareo, luego se fijó en la escena.
Sus ojos grises se abrieron de par en par, procesó el escenario visualmente para luego tratar de decir algo, aunque al final una sonrisa socarrona terminó asomando.
Las ropas que usaba su sobrina, la posición en que se encontraban, la cara de Dazai... todo se prestaba para mal interpretarse. Ella era una mujer adulta y definitivamente eso es lo que haría en ese instante... malinterpretetar.
—Vaya, Kate. —Cerró la puerta detrás de ella, luego se quitó los zapatos para entrar en el lugar. El tono divertido y pillín era evidente en su voz—. ¿No que lo odiabas?
La castaña se separó bruscamente de Dazai y corrió hacia Margaret para tomarla de los hombros. Tenía los ojos abiertos de par en par y una expresión desesperada.
—Lo estas malinterpretando, tía. —La sarandeó un poco—. Lo malinterpretas.
—Ustedes tienen química —contestó como pudo tratando de zafarse—. Y eso se ve desde lejos.
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Palabras del autor:
Milenios después, aquí les traigo el capítulo 8. Ya había anunciado que trataría de corregir dos caps por semana para retomar la emoción lo antes posible, pero no pude. Me enfermé bien feo y ahora es que me siento recuperada. Así que ahora sí :D
Este Fanfic ha resibido mucho amor últimamente, muchas gracias.
En fin, se le añadieron a este cap casi 800 palabras. Se me cierran los ojos del sueño.
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Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿
~Sora.
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