Capítulo 1

Capítulo 1: Arribar.

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El sonido del claxón del barco resonó por todo el puerto, indicando que era hora de desembarcar. Cuando las anclas se lanzaron y la marcha se detuvo, la multitud osiosa comenzó a luchar por ver quien se bajaba primero. La llegada del barco a la ciudad de Yokohoma había tardado al rededor de 48 horas. Las personas necesitaban aire fresco y pisar el suelo, por lo que más de una pelea se desató en ese momento por ver quiénes serían los primeros en abandonar el lugar.

Después de unos largos minutos de atropello mutuo, unos pies tocaron el suelo y lo alabaron como si de oro se tratara; tanto tiempo compartiendo con aquellos bárbaros casi la vuelve loca. Se trataba de una mujer cubierta con una gabardina negra, también traía un sombrero de igual color, por lo que no se podía distinguir su rostro, dejándola con un ambiente misterioso. En sus manos sólo llevaba un maletín pequeño, parecía que viajaba ligera.

La joven mujer miró a varios lugares, para luego suspirar.

—Ya estoy aquí, Yokohama —susurró, dándole una rápida ojeada a lo que se podía ver de la ciudad desde el puerto.

—Hey, ese maletín es mío.

Sintió lo que seguramente sería el inicio de una gran disputa desde atrás de ella, giró su rostro preparada para enfrentar cualquier cosa, pero afortunadamente el robusto hombre se refería a otra persona, estaba buscando problemas con otro hombre igual de formado.

La brisa sopló levemente, en respuesta sólo aguantó su sombrero con su mano derecha impidiendo que el aire se lo llevara lejos, y con pasos inseguros pero osados comenzó a caminar, alejándose por completo del lugar.

Algunos la miraban con el ceño fruncido, ciertamente se veía extraña y recóndita. Aquella mujer no daba el rostro a nadie e ignoraba los ojos inquietos que se posaban sobre ella con tan naturalidad que a cualquiera podría asustar.

La ciudad estaba cerca, las calles eran gigantes, los edificios majestuosos, había anuncios por doquier y las personas ahogaban el tránsito; sin embargo habían pequeños callejones oscuros, en los cuales ella era consciente que se destaba el mal y se realizaban acciones completamente ilegales y macabras.

Estaba completamente perdida en la gran ciudad, era frustrante admitirlo pero realmente Yokohama era enorme, así jamás encontraría su destino. No le quedó más remedio que colocar el maletín en el suelo para abrirlo, no le interesó estar en el medio de la acera y que varios pasarán por su lado y maldecieran por lo bajo que fuera un obstáculo. En el interior de su maleta sólo había un poco de ropa negra, una hoja doblada y un paquete de barajas, cartas empleadas en los cacinos para apostar dinero.

Con cuidado sacó lo segundo para cerrarlo nuevamente. Abrió el papel y trató de comprender el mapa que se extendía ante sus ojos, aunque era un poco difícil, vamos, un laberinto en toda regla. Se había prometido a sí misma ser capaz de realizar algo tan simple, pero a veces las cosas más pequeñas son las que más nos cuesta ver. Bufó enfadada consigo misma y su fatal habilidad para esas cosas, seguramente era de las que de pequeña se perdía en las tiendas o supermercados.

—Disculpe —Escogió a una persona al azar para preguntarle—. ¿Sabe usted donde puedo encontrar Kotobuki?

Ella lo había retenido con su mano, impidiendo que pudiera caminar, más bien fue como un acto reflejo. El momento en que el muchacho alzó la vista ella pudo divisar mejor cómo era. Se trataba de un joven castaño, de cabellos medianamente largos, con unos ojos color café bastante profundos, tenía la piel pálida y era ridículamente alto, tanto que se hacía atractivo.

Él la observó y luego al auto que pasó a gran velocidad por la ruta que iba a tomar.

—Acabas de arruinar la mejor oportunidad —soltó con resignación, y se encogió de hombros abismalmente, como si fuera un pequeño niño al que le hubieran negado un juguete.

—¿Oportunidad? —inquirió la fémina, alzando una ceja por debajo de su sombrero, sin mostrarle aún su rostro.

—Si —contestó desanimado, empujando hacia adelante su labio inferior, simulando un puchero—. Hubiera sido el suicidio perfecto.

—¡¿Disculpa?! —exclamó exaltada, y justo en ese momento el viento logró llevarse su negro sombrero lejos de ahí, dejando al descubierto su hermoso rostro, portador de una expresión no tan bonita. Tenía el ceño fruncido y la boca abierta.

—Vaya, eres muy bonita —El brillo volvió a esos ojos café, mientras pestañeaba consecutivas veces, todo a la par que soltaba un cumplido como ese como si nada—. Suicídate conmigo.

Estaba loco, de todas las personas que podía haber detenido, tuvo que preguntarle a un loco.

—Dime que no todos en esta ciudad son... así —solicitó angustiada, justo antes de cavilar respecto a un adjetivo menos punzante.

—Eso sonó muy descortés —reprochó de forma cómica, fingiendo molestia pero con una sornisa.

La castaña suspiró, sabiendo que aquella conversación no llegaba a ningún lado y no lo haría porque él era un estúpido y el doctor seguramente lo había dejado caer cuando nació, algún golpe se tuvo que dar en la cabeza.

—Solo... —lo soltó y se alejó, tratando de recomponerse. Solo era un desconocido, pero la forma en que la sacaba de quicio era fuera de serie—. ¿Me puedes decir donde queda Kotobuki?

—No hablo con personas descorteses —rebatió, sonriendo ampliamente.

Un tic nervioso —no muy común en ella— apareció en el ojo derecho de aquella chica cuando lo vió balancear un dedo de un lado a otro en señal de negación.

Iba a matarlo, lo haría y lo tiraría al río para que los peces se lo comieran.

—¡Dazai-san! —llamó una dulce voz en la distancia.

Los dos castaños, olvidándose prácticamente de su charla, se giraron a observar de quién se trataba. Un albino se acercaba veloz acompañado de un rubio alto.

Lentamente y aprovechando la falta de atención por parte del desconocido hombre de ojos café, la castaña comenzó a caminar en la dirección de su sombrero, se agachó para recogerlo y luego alzó la vista para ver al grupo.

Como si la población no importara, el más alto estaba siendo reprendido por un hombre con lentes, mientras que en medio estaba un tierno jovencito claramente avergonzado de la escena montada y tratando de detener a quienes parecían sus superiores.

—Oye imbécil —llamó la chica. Aún sabiendo su nombre prefirió emplear ese término.

Dazai, que estaba siendo sarandedo por el rubio giró su rostro para observarla colocarse el sombrero con mucha clase y sonreírle en una pose triunfal.

—Lo que resta de día, cuando vayas a hablar mejor ladra.

Sin esperar una contestación o alguna reacción por parte de los tres hombres, la chica se perdió entre la multitud, como si hubiera desaparecido de la nada. Dejando de este modo, con millones de dudas al grupo de detectives.

—¿Quién era? —preguntó Kunikida, soltando a Osamu y acomodándose sus preciadas gafas.

—Guau —Increíblemente de sus labios salió un curioso y gracioso ladrido.

Impresionados, los tres se miraron mutuamente, esperando encontrar alguna respuesta o, tal vez, solo estaban tratando de comprobar que no escucharon mal.

—Oye, Dazai-san —El primero en hablar fue Atsushi—. ¿Esto es una broma?

El castaño ignoró sus palabras y dirigió su vista al lugar donde había desaparecido aquella hermosa chica. Ahora mismo estaba intrigado, y él no era de quedarse con dudas, así que sacó su teléfono de su bolsillo y miró una foto de la jovencita con una sornisa de medio lado. Que bien, por lo menos no sería una semana aburrida.

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Llegar al final había sido fácil gracias a su habilidad. Después de aplicar en una persona normal Orden de la Reina no le tomó mucho dar con el paradero de la casa; tras un incidente como el que ocurrió con Dazai, no se volvería a permitir sacar de sus cavales de ese modo, así que la mejor opción fue emplear su poder.

Detalló la casa frente a ella con una mirada inquisidora. Era bastante pequeña, ahí definitivamente no podían vivir dos personas, tenía la fachada sin pintar y algunos trozos de cemento se le caían dándole un toque siniestro; sin embargo era de las que mejores se veían, por esa cuadra hacia adelante habían desastres que no tenían permitido llamarse hogar.

Un toque sutil en la puerta provocó un ajetreo adentro, las cosas comenzaron a moverse y en pocos segundos la puerta se abrió lentamente, dejando sólo un pequeño filo de entrada, por el cual se asomó un par de ojos.

—¿Quién es? —El miedo era dueño de aquella voz, mas trataba de mantenerse firme.

—Soy yo, tía —contestó aturdida e impresionada. La dejó casi que en estado de shock escucharla de ese modo, la conocía desde niña y siempre había sido la mujer más valiente y justa de la historia.

Rápidamente la puerta fue abierta por completo y ella fue empujada hacia adentro por una mano. Ya con las dos del otro lado del umbral, un sonoro portazo resonó.

—Que bueno que llegas, Kate —le dijo, completamente quebrada, como si fuera a romper en llanto en cualquier segundo.

—Tía, no comprendí muy bien la carta, pero ha debido de ser aterrador para que estés en ese estado —La abrazó y la mencionada escondió la cabeza en el pecho de su joven sobrina.

—Era un monstruo, Kate —comenzó tranquizándose, su agitada respiración poco a poco fue haciéndose más lenta-. Ni mi dominio de las artes marciales, ni el poder de Celeste pudieron hacerle frente.

—¿A que te refieres? —inquirió anonadada. Su prima no era la mejor guerrera, pero su poder era sin duda especial, además de que la mujer a la que ahora abrazaba había sido su mentora, todo lo que sabía se lo debía a ella, y en más de una ocasión venció a varios.

—La Port Mafia es terrible, Kate -Se separó para encararla—, pero Akutagawa lo es aún más.

—¿Ese es el nombre del tipo que se llevó a Celeste? —Hizo sus manos un puño inconscientemente y su expresión cambió a una tenebrosa.

—Ekaterina, es una trampa para atraparte. Solo quieren tu poder —advirtió la mayor.

—Lo sé —Alzó la mirada, sus ojos café estaban llenos de odio y seguramente furia. Se habían metido con la gente que amaba, con su única familia y ahora lo pagarían caro—. Aquí me tienen, será mejor que sepan lidear conmigo.

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Palabras del autor:

Capítulo uno ha pasado por la primera etapa de edición, añadiendósele 600 palabras. No está mal. Al fin tiene los guiones largos, los cortos me estaban decesperando, puñetero Wattpad.

Otra cosa, me encanta Kate, fin del comunicado.

Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora.

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