Welke

Parte 10 de 10

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5 años después.

El mañana con rayos cálidos y brillantes llega con belleza, junto con las hojas de verde limón danzando y alejándose con mesura por la brisa matinal, haciendo que la niña de hebras naranjas pose sus manitas por el cristal de la ventana y sonría ampliamente, con sus ojitos celestes bien abiertos.

-¡Son tan bonitas, mamá!- exclama encantada, causando que el adulto que maneja el auto ría con suavidad.

-Así es Norma, son muy bonitas- afirma con dulzura la mujer, quien acaricia la cabecita naranja atardecer de su hija, acomodando su bonito lazo azul.

-Mmm ¿a dónde íbamos, papá?- interroga el niño más pequeño algo somnoliento.

-Vamos a visitar a un amigo- responde Norman con una diminuta sonrisa, aunque ésta se tiña de tristeza al ver a su hijo- No te preocupes, Ray, vamos a llegar pronto-

-Y si vamos a ver a su amigo ¿por qué vamos al cementerio?- añade Norma confundida, abrazando a su madre, quien toma sus mejillas suavemente.

-Porque él ha fallecido, Norma.

-Hablas del tío Ray, el que está en las fotos con ustedes de niños- alega el pequeño albino, con sus ojitos cian mirando abajo.

-¿Y cómo sabes tú eso, Ray?- pregunta Norman con gracia, haciendo que el nombrado levante su carita sonriente.

-Mamá Isabella dice que me parezco a Ray cuando sonrío- añade inocente, mientras abraza a Emma con ternura- También dice que soy listo como él, y me enseñó a cantar su melodía favorita pero...a veces mamá Isabella parece triste cuando...cuando me mira sonreír- añade esto último con pena, recordando a la mujer de bellos ojos amatista, aunque a veces el pequeño desea admitir que quiere llorar cuando ella lo hace, en vez de mantenerse escondido mientras la observa.

-Entiendo...- alega Norman calmado, estacionando el auto y volteando a ver al pequeño que le regala esa sonrisa.

Una que parece triste, y le duele saber que era ello lo que caracterizaba a su amigo.

-Bueno, Ray, eso es lo que te hace especial, tienes una parte de nuestro amigo en ti- sincera Emma con dulzura, mientras le deposita un beso en la coronilla diminuta del pequeño.

-¿Y yo qué sonrisa herede?- pregunta Norma con entusiasmo, bajando del auto y quedando maravillada por el hermoso prado verde.

-Tú heredaste la sonrisa de tu madre, por eso eres tan hermosa Norma- afirma su progenitor cariñoso, dándole un pequeño toque en su nariz, sacándola del mini-trance que estaba teniendo.

Norma sonríe traviesa, tomando la mano de su padre mientras camina por el verde pasto saltando.
Emma por su parte se encarga de caminar al corto paso de su hijo, quien le sonríe con calma.

-¿Sabes? Creo que también tienes la sonrisa de Norman cuando me sonríes así- alega con ternura la mayor, cargando a su hijo mientras este libera risas encantadoras.


*

*

-

Sabía que esto acabaría mal- murmura triste Emma, acariciando la tumba suavemente, mientras observa como Norma corre junto a su hermanito de débiles piernas, siendo seguidos por su padre- Pero nunca pensé que solo acabaría mal contigo, Ray, tu no tenías nada que ver con mis delitos, ni con la complicidad de Norman. Realmente me odio por haberte hecho daño, tú no debías morir, yo lo tenía que hacer, pero...al ver que intentabas matar a Norman, y que él siempre se sacrificara por mí ere horroroso, no podía permitir que lo mates, así que...seguí lo que me dijiste, realmente eres un mal consejero, Ray- lamenta con una diminuta sonrisa graciosa, imaginando al azabache soltar un bufido al oír sus palabras.

-A veces debes renunciar a una cosa para poder salvar otra- lo cita tal cual, mientras delicadamente coloca lirios blancos a su alrededor, con hermosas y pequeñas flores celestes- Nunca me dijiste que eso no se aplicaba en tus seres queridos, pero aprendí de ti, Norman y yo lo hicimos, y probablemente nuestros hijos lo vayan a hacer, porque este mundo es demasiado cruel para ellos, por eso necesitan volverse fuertes, por eso yo...yo sigo cometiendo crímenes, pero no a personas inocentes, y relativamente este es un tipo de justicia, así como tú lo hiciste con el asesino de tu padre.

-¡Mamá, Norma tiene un gusano!- exclama Ray con miedo, huyendo de su hermana mayor, quien suelta risillas malvadas y persigue a su hermanito...y también a su padre, él parece también temerle a los insectos.

Emma libera una risa sutil ante aquello- Ray se parece a ti...cuando sonríe, así dice tu madre, ella está viviendo con nosotros, y Yûgo parece ser una buena compañía para ella, sabes- asegura con cariño la pelinaranja, colocando la última flor- A veces quisiera que todo esto fuera diferente, que siguieras con nosotros y disfrutaras con los niños, que le enseñaras a Ray a tomar fotos tan bonitas como siempre lo has hecho- pronuncia con leve dolor, mientras su pecho se oprime y las ganas de llorar la invaden.

como que rotos y machitos.

Y es doloroso ante vista que ellos nunca se den cuenta de eso.

-Creo que ya debemos irnos, Emma- pronuncia Norman cansado, con las mejillas igual de rojas que las de sus hijos, excepto la de Norma, ella realmente quería seguir corriendo.

-Sip, creo que ya es hora; niños, despidanse de su tío- habla Emma con dulzura, levantandose de la tumba repleta de flores y apoyando su melena naranja en la barbilla de Norman, mientras este besa tiernamente de esta.

-¡Adiós tío!- se despide efusivamente Norma, con su media luna saltarina y sonrisa radiante.

~se parece a la madre~

El más pequeño, por su parte, con timidez en su carita de durazno alza su manita, agitándola con suavidad.

-Vamos, Ray,no seas tímido- habla su hermana, rodeando sus hombros con cariño.

-Adiós tío Ray- pronuncia entonces el menor, con una sonrisa suave, que queda perfectamente en su rostro lleno de inocencia y calma.

~se parece a mí y al padre~

-Sí nos protegiste, Ray- la voz de Norman se escucha de pronto,es amable, es cálida en compañía de sus bonitos iris cielo.

~lo sé~

Ray sonríe con sus ojitos de oliva color, mientras siente_falsamente_ sus cabellos agitarse, aunque sabe que simplemente no puede sentir nada, tan solo mirar de lejos a sus amigos sonrientes, junto a los niños de bonito color con sonrisas que le encantan y oprimen su corazón.

Ah~ y también está Ray, el pequeño albino que tiene su misma mueca, aunque más linda y con ojos en los que refleja el color de su padre y madre.

Y sinceramente quiere ver esas sonrisas siempre, aunque sea de lejos y casi imperceptible, porque simplemente no puede evitar amarlos, aunque Emma y Norman estén marchitos.


Fin.

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