Welke

Parte 7 de 10

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-Llegaste- pronuncia Isabella aliviada, junto a una sonrisa pequeña que decora su rostro, y que a veces, solo a veces, a Ray le relaja observar, aunque ésta tenga un sabor deprimente y cansado.

-Lo siento por no avisar...fui al departamento de Norman por un momento- anuncia Ray, de forma calmada y neutra, causando la expresión de asombro de su madre, quien acaricia sus mejillas con suavidad, sumergiéndolo en el bello color de sus ojos, en dulces sueños pintados de tierno amatista, y bueno, también en algo de pena y nostalgia, que encogen toda calma y ocasiona un ajuste brusco en su corazón.

Y sinceramente, es algo que solo los ojos de su madre pueden hacer. Es como alegría bañada en tristeza, tallada perfectamente para impregnarse también en el verde oliva de sus iris _y es triste que Leslie esté allí también_

-¿De Norman? Hace tiempo que no lo veo ¿cómo está?¿cómo está Emma?- pregunta casi ansiosa, porque esos niños, incluyendo a su hijo, eran joyitas pintorescas y vívidas, quizás una más que otra, pero era eso lo que complementaba de forma adecuada el uno con el otro. Y los recuerdos de antaño la sumergen en calidez, junto a flores de suavecito color, que se dispersan en sus memorias.

~Junto a melodías que ella no deja morir~

-Parecen estar bien, muy bien, en realidad- contesta vagamente, e Isabella libera sutiles risas ante la expresión extrañada de su hijo.

-Entonces Norman y Emma están juntos- dice con gracia, causando la sonrisa confiada de Ray, quien camina hacia su habitación.

-See, era evidente-

-Ray, espera un momento- lo detiene su madre, quien se acerca a él con semblante casi desesperado, evitando que su hijo se encierre a su habitación y lugar de trabajo, nuevamente.
Pero ver la expresión de Isabella, cada detalle y gesto, todo ello para Ray está bien, ya que su madre no parece ser tan lejana y fría como antes, y eso para su corazón de niño miedoso también está mal, porque su madre es mucho más hermosa sonriendo.

Y no...no de la forma triste que lo hace ahora.

Sus manos con las de él juntas hacen que su corazón de niño frágil, el cual finge y lucha por ser un adulto fuerte y sin emociones, se retuersa con leve dolor, a la vez que nuevamente los ojos de Isabella hacen un lío en sus pensamientos.

-Deberías descansar, hijo- escucha lo dicho como un suplicio, y eso al azabache simplemente le molesta, porque ahora no solo son Emma y Norman los que insisten, sino la mujer que le dio la vida.

-¿Y ahora qué tienen todos con eso? Estoy bien, mamá- se queja con total desespero, porque Ray siente como sus ojos arden y cuerdas vocales tiemblan, las quiere cortar, quiere quemarlas porque demuestra quien es en realidad.

Porque él no es tan fuerte como quisiera, y mella su corazón cada vez que su mirar se encuentra como el de Isabella, tan agridulce.

-Pero Ray...

-Mamá, yo resolveré esto, lo haré y no necesito que te preocupes por mí- afirma con seriedad y hastiado de las continúas palabras siempre repetidas y llenas de preocupación- Pero...- hay un pero, existe un pero en su vocabulario y eso lo aplicará, porque el sentimiento que abunda su pecho es cálido, sintiendo las manos de su madre acariciando su rostro, como si calmara los mares de su ser- Gracias por preocuparte, mamá- casi susurra el de ojos opacos y cansados, sonriendo levemente ante el mirar asombrado de su madre.

"Hace cuánto tiempo que no estamos así ¿verdad?" piensa el menor, quien se adentra a la oscuridad de su habitación, recostándose en su puerta lentamente, llegando al piso y manteniendo su vista allí, sin algo interesante que ver, solo pensando que la sonrisa de su madre, su mirar de tierno amatista, junto a las sonrisas de Emma y Norman es lo único que necesita.

-Voy a salvarlos, lo prometo.

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-Creo que no lo entiendes...¿verdad?- pronuncia entre dientes Yûgo, cerrando sus puños con fuerza, casi lastimándose.

-Disculpe, prometo que esto no volverá a...-

Las palabras de Norman son cortadas, mientras el yace en el frío piso de madera, sobando su mejilla con suavidad para luego percatarse que su labio está sangrando.

-¡Papá!- exclama con furia Emma, quien corta distancia con el de hebras níveas y acaricia su mejilla enrojecida.

-Está bien, Emma, no te preocupes por mí- susurra con comprensión Norman, regalando una suave sonrisa a la muchacha de bonitos ojos verdes.

-No te acerques a mi hija- ordena el mayor con frialdad, girando sobre sus talones y dando la espalda al joven, quien se levanta débilmente, aturdido por el golpe.

-Lo siento...- habla con firmeza, aunque realmente sus manos tiemblen y su corazón lata con fuerza- Pero no puedo cumplir con lo que ordena- sincera, haciendo que Yûgo voltee y levante nuevamente su brazo, con total intención de golpear su pómulo derecho, mas Norman está tieso, sin muestra de cobardía ante tal golpe.

-Papá, detente- suplica Emma, quien trata de parar los brazos de su padre, mas es tan vano su actuar, acompañado de un dolor profundo.

-¡Emma!- exclama preocupado Norman, quien se acerca a la fémina con terror- Emma ¿estás bien? Lo siento, lo siento tanto- lamenta con la voz quebrada, mientras sus manos tiemblan al tenerla entre sus brazos.

-¿Realmente eres mi padre?- susurra con tristeza y dolor, haciendo que el mayor retroceda horrorizado ante el daño hecho. Porque su intención no era golpear ni empujar el cuerpo de su hija, él jamás0 lo haría.

-Emma, yo...lo siento, no quería lastimarte- la voz de su padre le parece tan lejana, mientras lo mira cansada ante el mismo actuar.

-Emma, vámonos de aquí- murmura con suavidad Norman, levantándola con delicadeza y tomando su mano.
Es suave, es cálida que siente su pecho oprimirse y culparse, porque fue él quien insistió en llevarla a casa.

-Norman, solo vete, yo arreglaré esto- menciona la chica de finos y hermosos cabellos naranjas, acariciando el rostro pálido de su pareja, quien muestra una expresión de miedo, y eso a Emma le hace sentir tan pequeña y débil en su mundo- Es mi papá Norman, no me hara daño-
El albino tiene algo que decir ante aquellas palabras, mas los labios de Emma junto a los suyos hacen que todo se calle, que sus mejillas se tiñan de un suave rosa y todo sea tan dulce.

Hay una separación abrupta, porque Yûgo la toma del brazo y la jala sin decir nada.

-Estaré bien, vete, Norman- dice con seguridad y una pequeña sonrisa dulce, haciendo que Norman, aunque no quiera, haga caso a sus palabras.

"Es la mujer más valiente que he conocido" piensa con cariño al salir de esa casa.

-Emma yo...

-¡No, papá!- interrumpe la menor con fuerza, haciendo callar cada una de sus palabras y lamentos- Tú no entiendes ni un poco de lo que he hecho, de cómo me siento y el esfuerzo que he puesto para que me aceptes ¿para qué? Para que lo arruines todo- allí está ella otra vez, llorando y con la voz temblando, es insoportable porque también la mirada de su padre está solo en ella.

-Yo no soy Carol, tampoco soy mamá ¿por qué sigo a tu lado si me tratas como basura?- su voz nuevamente aparece, no ha cambiado, sigue temblando y las lágrimas recorren sus mejillas, son interminables y amargas, pero Emma era consciente que todo aquello era su culpa.

Siempre fue su culpa desde el primer asesinato.

Yûgo sigue sin articular palabra alguna, se mantiene inmóvil y el miedo corroe su cuerpo sin remordimiento alguno.
Haber golpeado a Emma era algo que no podía soportar, era asqueroso de su parte, porque su hija no tiene la culpa de la muerte de su esposa o de la pequeña Carol, porque no la ve sonreír desde hace tiempo, que parece haber olvidado aquel bonito gesto que decora su rostro.

Y es tan bonito mantener oculta la verdad ¿no? Emma.

La chica de hebras atardecer suspira rendida, mira a su padre y este tiene la mirada clavada en el suelo.

-¿Es tan difícil amarme?- pronuncia con dolor la interrogante, y Yûgo comienza a llorar sin querer.

Su hija lo mira, niega sin más y sube a su habitación, a probablemente, empacar sus cosas.

-Lo siento tanto, Emma...soy un asco de padre.

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-Querías hablar a solas conmigo desde un inicio ¿verdad?- murmura Norman con suavidad, mirando el cielo con tonalidades violeta, le es agradable en esa época del año observar colores fríos, algo símil a sus iris, los cuales los mantiene allí, fieles al manto celestial.

Hay una brisa que estremece su pálida piel, causando una sutil sonrisa, mientras las cortinas traslúcidas danzan ante la ráfaga.
Ladea su cabeza, viendo los iris de Ray, así como los de Emma, pero opacos y cansados.

-Sabías que vendría- afirma el azabache con una sonrisa soberbia.

-Eres el único que sabe como entrar aquí sin emitir ruido alguno, pero sé muy bien tus movimientos- alega Norman con gracia, sintiendo los pasos de Ray acercarse y posar a su lado.

-Emma y Yûgo discutieron, él pasó por mi trabajo.

-No vienes por avisarme de eso, sabes que he estado allí- Ray esboza una sonrisa, alzando su mirada para chocar con los ojos fijos de Norman.

-See, tienes razón- sincera el azabache, causando que el albino sonría amable y pose su rostro en su mano.

-Dilo, no te gusta la palabrería barata e innecesaria- pronuncia con suavidad Norman, tratando de medir sus palabras ante el amenazante mirar de Ray.

-Tú sabes lo que pasa...sabes de los asesinatos, eres el asesino.

La respiración de Norman es calmada, se mantiene así y no piensa cambiarlo, pero Ray...

Ray solo quiere que su corazón se controle y todo sea una broma.

En esos momentos, no saben quien es el monstruo y quien el cazador.

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Holi 😻❤ Actualización publicada y ahora no pienso borrarla 😄

En realidad, no tenía intención de actualizar hoy ya que en mi casa hay una reunión familiar, pero bueno...no es como si yo tuviera algo que hacer aquí, así que mejor es actualizar 😻💙💛

Sin más que decir, los amo 😻

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